Las entidades filantrópicas pueden ayudar a hacer de la divulgación y comunicación científica un espacio más inclusivo para los grupos marginados.
En marzo de 2020, la COVID-19 fue considerada oficialmente como una pandemia, fue entonces que la socióloga Alondra Nelson publicó una serie de recursos interdisciplinarios que situaron a la COVID-19 en un contexto histórico y cultural. Durante las siguientes semanas, el Consejo de Investigación en Ciencias Sociales, del cual Nelson era presidenta, aportó iniciativas enfocadas al desarrollo de ideas sobre las raíces de la crisis, sus efectos en la sociedad y sus efectos desequilibrados en las comunidades afroamericanas, latinas y nativo americanas.
Entre las iniciativas se encontraba un sistema de seguimiento de investigaciones en torno a la COVID-19, además del análisis de la desinformación sobre la pandemia y testimonios de estudiantes del Brooklyn College en comunidades sumamente afectadas.
“Considero que tenemos la responsabilidad de colaborar para asegurarnos de que nuestra ciencia y tecnología nos representen, y cuando eso suceda, que nos representen a todos, que se refleje lo que realmente somos juntos”, dijo Nelson después de asumir el cargo encomendado por el Presidente Joe Biden como subdirectora de ciencia y sociedad del departamento de ciencia y tecnología de la Casa Blanca.
“Tenemos por delante una gran oportunidad para reorientar las políticas científicas y tecnológicas con un enfoque honesto e inclusivo, considerar la fuerza de nuestras comunidades, experiencias, preocupaciones y aspiraciones mientras pensamos sobre las formas emergentes de la ciencia y tecnología”.
Para hacer frente a esta oportunidad y responsabilidad, es necesario incorporar la diversidad, equidad e inclusión (DEI) en el ADN de la ciencia. Es un reto que implica una cooperación sin precedentes a través de diversos campos, comunidades y áreas del conocimiento.
El lenguaje y la comunicación nos ayudarán a crear esas conexiones. Las definiciones utilizadas se derivan del trabajo de la Communications Network (Red de comunicaciones), una organización profesional de líderes de comunicación del ámbito social.
Equidad es enfocarse en el desarrollo de oportunidades para todos, al cambiar los factores estructurales que han existido por mucho tiempo y que solamente benefician a algunos grupos sociales y afectan a otros. Inclusión se refiere a la creación en conjunto de asociaciones auténticas para generar conocimientos y diseñar soluciones que promuevan la pertenencia.
Diversidad es reflexionar sobre las diferencias de la sociedad como, por ejemplo, la raza, etnia, género, capacidades, orientación sexual y religión. Cuando combinamos estos factores en un enfoque DEI, el objetivo, como dice Nelson, es garantizar que nuestra ciencia y tecnología nos representen a todos. Entonces, ¿de qué manera la filantropía puede aprovechar esta oportunidad tan esperada y que es necesaria para corregir el rumbo?
Cada vez son más las organizaciones filantrópicas dedicadas a la ciencia que están desarrollando iniciativas que fortalecen el concepto DEI en sus organizaciones y en aquellas a las que brindan apoyo, así como en la ciencia y sociedad en general.
Al mismo tiempo, las nuevas crisis continúan en ascenso; algunos ejemplos de ellas son: la pandemia COVID-19, los sesgos en la inteligencia artificial y los catastróficos eventos meteorológicos acentuados por el cambio climático. Esto ha llevado a que los filántropos dedicados a la justicia social presten mayor atención a las problemáticas de equidad en el diseño y en la aplicación de las ciencias emergentes.
Reunir recursos, puntos de vista para el aprendizaje compartido y una acción más efectiva hacia la equidad requiere del dominio de distintos conocimientos, incluyendo la experiencia compartida de los coautores: la comunicación científica y el compromiso con comunidades específicas.
Este artículo toma como referencia el trabajo de académicos, científicos, comunicadores y una comunidad en crecimiento de innovadores que trabajan en la unión de la ciencia y sociedad, en la búsqueda de un entorno que facilite a las entidades filantrópicas elevar a la DEI en su apoyo a la investigación y en su práctica de la comunicación científica.
En cuestiones de equidad en la ciencia, todos los tipos de diversidad son importantes. A continuación, nos centramos en la raza y etnia, porque la discriminación y exclusión sistémicas por motivos raciales y étnicos son las principales causas de desigualdad en Estados Unidos.
El progreso de la equidad racial en la ciencia está relacionado con las actividades que se llevan a cabo en la sociedad. Las protestas y la movilización de la comunidad provocadas por la violencia contra la población afroamericana, así como los ataques dirigidos contra los estadounidenses de origen asiático, han impulsado a las organizaciones a reevaluar sus respuestas al racismo sistémico.
Para abordar la prolongada discriminación contra las personas de color a través del cambio filantrópico, se necesita más que una acción urgente: se necesitan distintos enfoques para moldear las acciones que centran a la DEI. El marco que proponemos pretende apoyar este tipo de enfoque inclusivo y centrado en la equidad, al igual que en la ciencia y en el compromiso con la ciencia cívica.
Cinco enfoques de la ciencia cívica
Este marco perfecciona y toma en cuenta un artículo de la Stanford Social Innovation Review de 2018, “The Civic Science Imperative” (El imperativo de la ciencia cívica), escrito por dos colaboradores de este artículo.
El artículo de 2018 describe la necesidad de que la filantropía invierta en ciencia cívica: “un amplio interés público con las cuestiones que surgen en las numerosas intersecciones entre la ciencia y sociedad”.
Dentro de las comunidades en las que ha tenido éxito el modelo del compromiso cívico con la ciencia, “los científicos desempeñan un rol activo como ciudadanos, personas de distintos ámbitos acceden a la ciencia como parte de sus procesos de toma de decisiones, además de que el entorno donde la gente se comunica sobre ciencia es un espacio público e inclusivo para la resolución de conflictos y el descubrimiento”.
El artículo destacaba cinco enfoques para impulsar, a través de la filantropía, nuevos esfuerzos en materia de ciencia cívica: 1) apoyar la comunicación y el compromiso científico de manera eficaz; 2) aprovechar la fuerza de las asociaciones; 3) contar con la capacidad de lidiar con objetivos móviles; 4) enfocarse en los valores compartidos, y 5) desarrollar relaciones de confianza a través de la investigación aplicada y mecanismos de retroalimentación.
A tres años de “The Civic Science Imperative”, varias fundaciones filantrópicas, entre otras organizaciones, han generado inversiones compartidas para probar estos enfoques.
En 2019, la Fundación Rita Allen, el Fondo Burroughs Wellcome, la Iniciativa Chan Zuckerberg, la Fundación Kavli, la Fundación Gordon y Betty Moore y la Fundación David y Lucile Packard conformaron la colaboración de financiadores Science in Society (Ciencia en la sociedad).
El programa Civic Science Fellows fue puesto en marcha en el año 2020 (tres coautores de este artículo están relacionados con el programa, uno como organizador y financiador, y dos como asesores). Para lograr esto, la asociación se unió con 15 organizaciones que trabajan en las intersecciones entre la ciencia y sociedad, desde museos de ciencia hasta medios de comunicación, pasando por asociaciones científicas y el mundo académico.
El programa pone a prueba la construcción y sostenibilidad de una red que apoya a líderes de diversos contextos demográficos y profesionales (por ejemplo: a los nuevos talentos en la ciencia, los medios de comunicación, la educación, el compromiso cívico y otros campos) a medida que exploran nuevos enfoques de la comunicación científica y del compromiso cívico basados en la evidencia, para con ellos cocrear lazos fuertes e inclusivos entre la ciencia y la vida cívica.
Durante estos años, el área de aprendizaje se centra en que los enfoques descritos en el artículo del 2018 y el lenguaje que los sustenta no abordan propiamente las dificultades para la ciencia cívica inclusiva que surgen del racismo sistémico, el sexismo, la discriminación contra las personas con discapacidad, el clasismo y la xenofobia.
Se debe considerar un cambio en la filantropía y la comunicación científica para incorporar enfoques promotores de equidad racial.
Mientras esto no suceda, no será posible generar compromiso y comunicación científica efectiva, asociaciones, valores compartidos, relaciones de confianza, y mucho menos tendremos la capacidad y los conocimientos necesarios para adaptar nuestro trabajo en tiempos de crisis.
La ciencia cívica enfocada en la equidad es una base necesaria para construir ciencia y tecnología con potencial de servir al bien público. Al mismo tiempo es esencial para atenuar las desigualdades en el acceso a los beneficios públicos como la salud, educación, oportunidad y justicia.
Como ha escrito el líder social Vu Le en su blog Nonprofit AF, la equidad no es “un simple acompañamiento”, la equidad es realmente el platillo fuerte.
Ofrecemos el siguiente marco como requisito previo para los cinco enfoques de la ciencia cívica. Con el fin de enfatizar la necesidad de la colaboración en la creación de conocimiento y soluciones desde un principio, no planteamos un camino definitivo para la filantropía, sino que tratamos una serie de preguntas que invitan a la reflexión.
Esperamos que estas preguntas logren inspirar nuevos intercambios que den forma a la comprensión y acción colectivas.
Marco de reflexión
Para llevar a cabo las aspiraciones inclusivas y comprometidas de la ciencia cívica, el trabajo y atención de la filantropía deben centrarse en las comunidades que históricamente han sido desatendidas por la ciencia y tecnología.
Para ello es necesario invertir en redes que den valor a la equidad, invertir en personas que conecten diferentes comunidades y tipos de conocimiento, e invertir en un compromiso que conduzca a cambios de poder. Comenzamos con un análisis de estos elementos básicos.
A continuación, analizamos tres desafíos y áreas de oportunidad para la filantropía que trascienden estas consideraciones: el incremento de la diversidad racial en la ciencia y filantropía, el arraigo de nuestro aprendizaje basado en la evidencia y la creación de sistemas de responsabilidad.
1. ¿Cómo podemos centrarnos en los desatendidos?
Los investigadores y profesionales de la comunicación científica cada vez están más de acuerdo en que la ciencia y la comunicación científica deben ser más diversas e inclusivas, tanto en su personal como en los grupos a quienes sirven.
Individuos, instituciones y organizaciones deben continuar con el proceso de identificar a aquellos grupos que han sido excluidos, y responsabilizarse de dar prioridad a encontrar resultados positivos para estos grupos.
Esta actividad está centrada en la comunicación; en las palabras y relatos que utilizamos para definir nuestras prioridades, imaginar vías de cambio y construir colaboraciones para lograrlas.
El informe de 2020 "Race and Racism" de la Communications Network analizó uno de los retos y oportunidades en torno a la necesidad de avanzar en la ciencia cívica: comunicar de forma más directa y clara sobre el racismo de manera que se promueva la equidad racial.
El informe señalaba que las organizaciones sociales carecen frecuentemente del uso de un lenguaje diseñado para combatir las mentalidades racistas, esto sin importar su esfuerzo “por describir su compromiso con el concepto de DEI”.
Carmen Aderson, directora de equidad y justicia social de Heinz Endowments, afirma que cambiar las formas de comunicación para enfrentar al racismo requiere adquirir conocimientos, habilidades y comprometerse a afrontar las nuestras incomodidades.
"En el caso específico de la cuestión racial, es un tema del que muchas personas con buenas intenciones tienen miedo de hablar, por temor a decir o hacer algo incorrecto, o ni siquiera creen que haya un problema de fondo".
Asimismo, añade lo siguiente: "Dado que el racismo es omnipresente y persistente... avanzaremos poco" si la filantropía continúa sin poder o querer hacer frente a este problema.
“Resulta difícil prestar atención y entender el dolor y enfado por parte de las comunidades afroamericanas, a menos de que exista un compromiso auténtico de enfrentar los prejuicios y el odio, además de respetar las expresiones distintas a las nuestras y conocer la información actual e histórica, así como sus implicaciones”.
El informe también detalló que los activistas “han establecido un límite: no es posible que las cosas continúen del mismo modo sin antes tomar en cuenta el racismo y su presencia en ambientes laborales, además de considerar las decisiones que tomamos o dejamos de lado y que perpetúan esta práctica.”
En respuesta a esta demanda, la Communications Network ofrece herramientas a las organizaciones para que puedan diseñar estrategias, actividades de divulgación, creación de marcas, eventos e investigaciones. Es así que se aborda directamente el tema del racismo a través de la comunicación y se garantiza la inclusión de todos los grupos raciales.
La comunicación científica en conjunto con los esfuerzos filantrópicos suelen carecer de estrategia inclusiva cuando se dirigen a un público “general”. Siendo este el caso, beneficia en mayor parte a aquellos que poseen información, es decir, en su mayoría hombres blancos y con un nivel educativo mayor que el resto de la población de los Estados Unidos.
Sin importar la intención, esto puede reforzar el racismo estructural, sexismo y clasismo que privilegian a un grupo de personas sobre las demás. Por ejemplo, quienes consumen noticias científicas tienen más probabilidades de ser hombres y tener títulos universitarios. Los museos de ciencia atraen visitantes con un alto nivel de estudios y la asistencia a museos en Estados Unidos es mayoritariamente blanca; este es un problema de equidad que cada vez más museos han tratado de abordar.
Incluso el contenido de los medios de comunicación que está diseñado para atraer a un público más amplio que el común denominador rara vez llega más allá de los grupos que tienen ventajas materiales e informativas. Como sucedió con aquel relanzamiento en el año 2014 de la serie de Carl Sagan de 1980, Cosmos, protagonizada por el astrofísico Neil de Grasse Tyson.
El problema no se reduce a garantizar la igualdad de acceso a la comunicación científica. Durante décadas, los científicos sociales han estudiado el fenómeno conocido como la "hipótesis de la brecha del conocimiento":
Dadas las mismas fuentes de nueva información, las personas con un estatus socioeconómico más elevado suelen comprender esa información de forma más eficiente que las personas con un estatus socioeconómico más bajo, una diferencia que acentúa la desigualdad en el conocimiento de la ciencia.
En lugar de considerar un enfoque único, los estudios sobre comunicación científica proponen identificar audiencias específicas para temas claramente definidos, esto con el fin de conectar con sus valores y preferencias para recibir información.
La acentuación de la desigualdad se puede evitar si desde un inicio la filantropía se asegura de que los esfuerzos de participación científica apoyen y sumen a las comunidades menos representadas, lo que implica diseñar los objetivos y enfoques de participación en conjunto.
Contratar a personas con experiencia en los valores, prioridades, y maneras de comunicación de una comunidad en específico, y experimentar con las mejores formas de llegar a los distintos segmentos de una comunidad, ya sea a través de la educación formal o informal, los medios de comunicación convencionales o alternativos, o bien, a través del entretenimiento o análisis.
Es necesario que los científicos y comunicadores cambien las estructuras prediseñadas para la exclusión de las personas al conocimiento, al incorporar activamente sus voces, trabajo y opiniones.
Al diseñar estos enfoques es necesario reconocer los elementos que aportan las personas a partir de sus experiencias y que se garantice que tengan lugar y participación en la toma de decisiones.
Es así que sus aportaciones son la base de las consideraciones y criterios que los comunicadores atenderán, de las plataformas que utilizan y, sobre todo, de las interrogantes que los científicos investigarán e, incluso, del modo de llevar a cabo la investigación.
Por ejemplo, las necesidades comunitarias han moldeado la comunicación científica y las colaboraciones de la Aceleradora de Innovación para la Primera Infancia en México y el iLab Primeira Infância en Brasil. Ambos laboratorios de innovación social pertenecen al Center on the Developing Child (Centro del niño en crecimiento) de la Universidad de Harvard y su plataforma de investigación y desarrollo Frontiers of Innovation (Fronteras de la innovación).
Estas iniciativas desarrollan asociaciones locales, procuran investigación etnográfica, y elaboran procesos en conjunto para identificar las necesidades de información de la comunidad. Los programas obtenidos han incorporado la tecnología e información a partir de lo que la comunidad ha definido como una prioridad.
Entre estas iniciativas se encuentran las siguientes: un chatbot al que los profesores de preescolar acceden a través de WhatsApp y que brinda apoyo en el aprendizaje a través del juego y el desarrollo temprano del lenguaje. Otra iniciativa ofrece capacitación a través de los teléfonos y consejos prácticos para que los profesores de educación inicial reduzcan el estrés provocado por el racismo en los niños, especialmente de la comunidad afroamericana.
2. ¿Cómo se debe invertir en redes de colaboración para fomentar el uso de estrategias de comunicación orientadas a la equidad?
La filantropía puede hacer más para colaborar, apoyar, aprender y conectarse con grupos dedicados a crear una cultura equitativa e inclusiva de la ciencia y el compromiso científico, sobre todo con aquellos grupos que se centran en el liderazgo de la comunidad afroamericana.
The State of Inclusive Science Communication (El estado de la comunicación científica inclusiva), un estudio realizado en 2020 por las especialistas en comunicación científica Katherine Canfield y Sunshine Menezes, analiza las investigaciones y prácticas actuales encaminadas a lograr una comunicación científica inclusiva.
Canfiel y Menezes nos explican que estas iniciativas se distinguen por: su intencionalidad en torno a la representación y el apoyo de las minorías; la reciprocidad para “abordar las injusticias del pasado y del presente, mediante la colaboración igualitaria”, y la reflexividad a través de una “reflexión constante, crítica y sistemática”, con adaptaciones para corregir las situaciones de inequidad que se producen durante las interacciones. El Inclusive SciComm Symposium (Simposio inclusivo Seicomm) organizado por Menezes y el instituto Metcalf de la Universidad de Rhode Island es sede institucional del movimiento a favor de la comunicación científica que también ha crecido gracias al apoyo filantrópico.
En su estudio, Canfiel y Menezes señalan que la comunicación científica inclusiva está asociada a “un enfoque común en relaciones de equidad”. Dichas relaciones deben ir más allá del beneficio mutuo y se deben corregir los casos de interacción no equitativa, de esta forma se lograrán asociaciones verdaderamente igualitarias.
En tiempos de crisis, resulta de vital importancia este tipo de relaciones. PLANET MassCONECT es un proyecto de investigación colaborativa y comunitaria que es financiado por los Institutos Nacionales de Salud (NIH por sus siglas en inglés), que durante casi 15 años han trabajado con comunidades de Massachusetts (el investigador principal del proyecto es coautor de este artículo).
Para abordar de una mejor manera las inquietudes de la comunidad sobre la pandemia, a principios del 2020, PLANET MassCONECT desarrolló un tablero de control de la COVID-19. Las aportaciones comunitarias resultaron fundamentales para la elaboración del tablero, que incluía gráficos ilustrativos e información disponible en inglés, español y portugués.
Mediante procesos recurrentes de escucha y colaboración, ha ido evolucionando casi a diario, y de esa manera se representan las prioridades y experiencias de la comunidad.
PLANET MassCONECT cuenta con representantes de las comunidades con las que colabora, en su mayoría de Boston y Lawrence (Massachusetts). Los representantes forman parte de un consejo asesor y tienen la capacidad de hacer cambios en la programación. Además de las actividades formales de rendición de cuentas, el proyecto cuenta con empleados que pertenecen a la comunidad y mantienen una red de colaboración informal desde hace una década.
El tablero de control de la COVID-19 es uno de los resultados de esta colaboración. El rápido desarrollo y éxito del mismo representa la importancia de combinar el acceso a la ciencia e información sanitaria con el poder organizacional y las redes de contacto para crear relaciones de confianza al invertir tiempo y recursos.
3. ¿Cómo podemos apoyar mejor a los "boundary spanners" como agentes de cambio?
Para favorecer la equidad, se debe alinear el enfoque en la ciencia y la comunicación científica, pero a su vez es necesario contar con más personas empoderadas para representar a la ciencia.
Para una comunicación eficaz es fundamental contar con mensajeros de confianza. La confianza, a su vez, dependerá de creer no solamente en la capacidad de las personas, sino también en saber que cuidarán sus valores, prioridades y bienestar.
Boundary spanners es el término que utilizan los investigadores para denominar a las personas u organizaciones que se desplazan entre comunidades y campos para intercambiar conocimientos, lo que incluye compartir un lenguaje y valores con diversos grupos, y servir como traductor entre ellos. Son considerados como la mejor opción para establecer lazos de confianza y generar una comunicación eficaz.
El State of Inclusive Science Communication destaca los esfuerzos de la South African Agency for Science and Technology Advancement (Agencia sudafricana para la ciencia y la tecnología) y de la Universidad de KwaZulu-Natal, entre otros, quienes promueven la ciencia en lenguas indígenas africanas.
Canfield y Menezes explican que estos actos de “descentralización de la escritura científica” tratan de contrarrestar la exclusión que han sufrido las lenguas indígenas por parte del discurso científico desde la época del apartheid.
Esto continúa hoy en día en Sudáfrica, donde los alumnos de escuelas públicas solamente pueden realizar sus exámenes de ciencias en inglés o afrikáans.
El escritor científico Sibusiso Biyela, en The Open Notebook, cuenta la historia sobre cómo utilizó su lengua materna (Zulu) para escribir sobre el hallazgo de fósiles de una nueva especie de dinosaurio. Para ello fue necesario plantear la historia de una manera distinta.
“Esperamos que algún día los periodistas sudafricanos no tengan dificultades para encontrar las palabras en nuestras lenguas maternas al hablar de ciencia”. Además, agregó, “que seamos capaces de contar historias de ciencia utilizando nuestras lenguas y en temas de importancia para los africanos”.
Las organizaciones filantrópicas dedicadas a enlazar la ciencia y la sociedad consideran importante observar bajo un lente de equidad. Así se puede brindar apoyo, multiplicar y capacitar a los “boundary spanners”, quienes resultan esenciales para establecer compromisos y relaciones duraderas.
Sin embargo, las instituciones y los patrocinadores no siempre reconocen a los “boundary spanners”.
En el mundo académico, los “boundary spanners” pueden sentirse presionados. Un ejemplo sencillo es el profesorado de la comunidad afroamericana, quienes con frecuencia se ven afectados por “la carga extra de las minorías”: el trabajo adicional que a menudo pasa inadvertido e incluye pertenecer a muchos comités; participar, a veces exclusivamente, en trabajos relacionados con la diversidad, y apoyar a los estudiantes afroamericanos en mayor medida que sus colegas blancos.
Como lo han enfatizado los académicos negros, el exceso en la carga de trabajo de servicio, junto con la falta de reconocimiento y escasa remuneración por parte de las instituciones, refuerzan la escasa representación de la raza afroamericana en la ciencia.
La inequidad social se agrava al combinar la identidad racial con otras identidades o demografías poco representadas en la sociedad como, por ejemplo, el género, la sexualidad y el nivel socioeconómico.
Theresa Williamson, becaria de neurocirugía en el Medical Center de la Universidad Duke ha encontrado una medida que contrarresta este efecto, y sus colegas proponen una serie de estrategias llamadas como “reforma a la carga extra de las minorías”, las cuales consisten en ofrecer un bono adicional o fondos para investigación a profesores de la comunidad afroamericana a cambio de que colaboren en comités y actividades de divulgación. Esta iniciativa también invita a los profesores de raza blanca a que asuman más esfuerzos en pro de la diversidad.
A medida que se favorece más la participación pública en el mundo académico, la filantropía aprovecha la oportunidad y centra su atención en las comunidades que han sufrido daños y segregación por las instituciones científicas, además de brindar un apoyo amplio a los “boundary spanners” que sirven a estas comunidades.
El programa Civic Science Fellows (Becarios de ciencias cívicas) está diseñado para servir como chispa inicial y al mismo tiempo como un amplificador a largo plazo de este cambio cultural.
Con el apoyo de Science in Society y otras organizaciones filantrópicas, el programa ofrece apoyo financiero y capacitación a los “boundary spanners” que colaboren con instituciones que fortalezcan los vínculos entre sociedad y ciencia.
Las organizaciones anfitrionas de las dos primeras cohortes son sociedades científicas, instituciones académicas y medios de comunicación.
Algunos de los proyectos de los beneficiarios se enfocan en la creación de recursos para ayudar a las redes a incorporar el concepto de DEI. Es el caso de Ivel Gontan, becaria de ciencia cívica de la Association of Science and Technology Centers (Centros de la asociación de ciencia y tecnología), quien trabaja creando herramientas de divulgación para que los museos de ciencia se adapten a los valores y prioridades de la comunidad a la que pertenecen.
“Las comunidades cuentan con gran sabiduría”, comenta Gontan. “Parte de nuestro papel como Civic Science Fellows es potenciar esta sabiduría para que sea difundida en otros sectores más amplios de la sociedad”.
Además de buscar ideas sobre los enfoques y principios de la ciencia cívica mediante el apoyo de los becarios, el programa se dedica a entender qué tipos de apoyo propician las experiencias más significativas para diversos grupos de líderes.
A través del diálogo continuo con los becarios, Science in Society en conjunto con otros socios han observado cuáles son los patrones que conducen a resultados positivos, incluyendo la importancia de desarrollar una comunidad de apoyo, establecer conexiones con redes más amplias y siempre considerar el concepto DEI en el diseño del contenido del programa. Otro punto importante es el intercambio de aprendizajes y el debate.
Organizaciones intermediarias con funciones democráticas básicas, como el periodismo local de interés público, ayudan a romper las barreras, y esta función puede consolidarse mediante la filantropía.
Con el apoyo de organizaciones filantrópicas locales y nacionales, el veterano periodista Glenn Burkins fundó QCity Metro en Charlotte, Carolina del Norte. QCity Metro es una de las primeras agencias de noticias digitales del país que sirve a una comunidad afroamericana de la localidad.
Durante el mes de marzo de 2020, a inicios de la pandemia, QCity Metro lanzó una serie de preguntas en los medios de comunicación sobre por qué la comunidad afroamericana sufría en mayor proporción los casos de la COVID-19. Esto llamó la atención de funcionarios de salud locales y finalmente abordaron este tema. Poco después, Qcity Metro informó sobre las solicitudes para establecer centros de pruebas en comunidades afroamericanas. En respuesta a ello, la ciudad agregó más unidades de pruebas.
4. ¿Cómo podemos crear un compromiso que transforme el poder?
La comunicación científica incluyente y significativa debe garantizar que las comunidades previamente excluidas puedan modificar las decisiones que surjan del nuevo diálogo.
Para ello es necesario escuchar activamente a las voces de las personas más afectadas por la inequidad y a quienes cuentan con menos posibilidades de acceso a la toma de decisiones en relación con la ciencia.
Es necesario saber escuchar, así como lo describe Kelley Gulley, directora de iniciativas de la Fundación James Irvine y copresidenta del Fund for Shared Insight (Fondo para una visión compartida), “escuchar con la suficiente profundidad como para cambiar lo que oyes”.
Las instituciones pueden obtener mejores resultados si escuchan a las personas más afectadas por las problemáticas, a quienes deben considerar como expertos en el entorno que los rodea y corresponsables en la toma de decisiones.
Los puntos de vista de estas personas pueden evitar que los esfuerzos bienintencionados fracasen o causen más daño.
A finales de la década de 1980, el VIH y el SIDA ya había sido una epidemia en Estados Unidos desde años atrás y había matado a decenas de miles de estadounidenses, pero el gobierno federal únicamente asignó un pequeño presupuesto de investigación para indagar sobre la enfermedad y solamente una farmacéutica fue la que buscó un tratamiento. Esta escasez de apoyo se debió principalmente a que la enfermedad afectaba sobre todo a grupos estigmatizados, en particular la comunidad LGBT.
Debido a la falta de acción por parte del gobierno y de diversas instituciones médicas, el grupo de acción política AIDS Coalition to Unleash Power (Coalición del SIDA para liberar el poder, ACT UP por sus siglas en inglés) llevó a cabo su propia investigación y protestó en las calles, en despachos políticos, en reuniones de empresas farmacéuticas y frente a las sedes del National Institute of Health y de la Food and Drug Administration. Con esto se buscaba presionar a la comunidad científica y al gobierno para que tomaran medidas.
El activismo como el de ACT UP, que se produce simultáneamente dentro y fuera de las instituciones, revolucionó el acceso a los medicamentos. Contribuyó también a ampliar los ensayos y clasificaciones médicas para incluir a otros grupos demográficos, en particular, mujeres y personas afroamericanas que habían sido excluidas de los procesos científicos y que jugaban un rol que a menudo no se tomaba en cuenta dentro del activismo contra el sida.
Las iniciativas comunitarias también impulsaron mejoras en materia de comunicación específica y se abordaron las necesidades más apremiantes de las personas afectadas por el virus, incluyendo apoyo en la prevención y asistencia con vivienda, seguros y cuidados.
Estos esfuerzos, anclados en las voces de quienes cambiaron el enfoque y el aproximamiento de la ciencia, condujeron a un enorme progreso en la lucha contra lo que se convirtió en una pandemia mundial que duró décadas.
La ciencia cívica aspira a que la política pública, la filantropía y la ciencia consideren las perspectivas y el bienestar de las personas y que además sean parte de la resolución de problemas y la toma de decisiones.
Es necesario que este compromiso sea continuo y que esté presente antes de que surja una crisis, ya que en el futuro nos enfrentaremos a una variedad de retos globales muy complejos en los que tanto los problemas, como las soluciones, están relacionados con la ciencia y tecnología.
La filantropía puede ser de ayuda al incrementar su apoyo a la investigación y a la práctica, buscando examinar situaciones en relación con el DEI como problemas científicos traslacionales. Así se permite que las evidencias informen a través de las ciencias, incluida la filantropía.
Podemos ayudar a que las comunidades sin acceso a la ciencia aprovechen los conocimientos de las distintas disciplinas para construir un futuro mejor.
Y podemos enlazar a las personas que colaboran en la ciencia cívica equitativa de forma que no solo se fortalecen los esfuerzos individuales, sino que también se favorece algo más grande que la suma de todas las partes.
Retos y caminos a seguir
Así como hemos explorado estas consideraciones en nuestro proyecto colectivo de ciencia cívica, también hemos reflexionado sobre algunos de los retos que pueden frenar el progreso, o bien, dar lugar a un nuevo crecimiento.
A continuación, destacamos tres áreas de gran importancia para las entidades filantrópicas que se dedican al desarrollo de la ciencia.
Aumentar la diversidad en la ciencia y la filantropía | Una de las barreras que impiden el fortalecimiento de la unión entre la ciencia y comunidades afroamericanas es que algunos sectores de la ciencia fallan a la hora de conservar una diversidad en su equipo de trabajo.
Mientras que algunos sectores de la ciencia han visto un aumento de la diversidad racial en las últimas décadas, no es el caso de otros. Por ejemplo, en 1978 un total de 542 hombres afroamericanos fueron registrados en las escuelas de medicina de los Estados Unidos, dicha cifra se redujo a solo 515 en 2014.
En 2017, solo el 5% de los profesores de educación superior en Estados Unidos eran hispanos y solo el 6% eran afroamericanos.
Otra suposición es que los estadounidenses de ascendencia asiática están bien representados en el campo de la ciencia; esta creencia ignora el siguiente hecho: algunas poblaciones de ascendencia asiática del sudeste, por ejemplo, obtienen títulos de educación superior en porcentajes muy inferiores a la media nacional.
Es esta falta de diversidad lo que también acentúa el desequilibrio en el labor intelectual de las personas afroamericanas en áreas de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas.
Por otra parte, tales disparidades propician que las instituciones académicas conserven al personal docente afroamericano en índices mucho más bajos que los del profesorado de raza blanca.
Los campos de la comunicación científica y la filantropía también sufren de la falta de diversidad, con consecuencias similares.
A través de una serie de reportes sobre la fuerza laboral de la comunicación científica se ha manifestado la falta de diversidad en las siguientes áreas: instructores de comunicación científica, becarios de la misma área y en equipos de comunicación de la filantropía científica.
Dentro del sector de la filantropía, el Council on Foundations reveló en su reporte de salarios y beneficios de 2020 que más del 72% del personal de tiempo completo es de raza blanca y no hispana.
Las organizaciones filantrópicas pueden influir en los enfoques para abordar estas disparidades desde distintos puntos, entre ellos, la diversificación de su propia fuerza laboral, fomentar la participación de científicos afroamericanos en la dirección del compromiso con la ciencia, e incentivar a las instituciones científicas para que busquen una fuerza laboral diversa que traspase las fronteras.
Algunos ejemplos de éxito son el programa Meyerhoff Scholars de la University de Maryland en Baltimore, programa fundado con el apoyo de los filántropos Robert y Jane Meyerhoff.
El programa es considerado como un modelo nacional para el incremento de la diversidad racial en la ciencia e ingeniería. El modelo ha sido adoptado por la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill y en la Universidad Estatal de Pennsylvania con apoyo del Instituto Médico Howard Hughes, mientras que la Iniciativa Chan Zuckerberg apoya el programa en las Universidades de California, Berkeley y San Diego.
France Córdova, exdirectora de Fundación Nacional de Ciencias y que ahora es presidenta de la Science Philanthropy Alliance (Alianza de la filantropía con la ciencia) comenta: “Es necesario aceptar y fomentar el crecimiento de todo el talento, de lo contrario no alcanzaremos ninguna de las otras grandes metas”.
La alianza está organizada por patrocinadores para inspirar e intervenir sobre la filantropía para la ciencia básica. Sus miembros han empezado a recibir apoyo con recursos de DEI, un ejemplo es la recepción de los Civic Science Fellows.
Con el objetivo de fomentar el apoyo mutuo, alumnos de la comunidad afroamericana están desarrollando nuevas formas de comunicación. En 2014, Spehani Page, en ese entonces estudiante de doctorado de bioquímica y biofísica, creó el hashtag de Twitter #BLACKandSTEM para impulsar la comunidad y el diálogo.
Durante el verano de 2020 fue notorio el incremento de violencia policial en contra de la comunidad afroamericana y esto pronto desencadenó protestas en todo el país. Fue entonces que las académicas en comunicación Shardé Davis y Joy Melody Woods crearon #BlackInTheIvory, para demostrar los efectos del racismo a nivel sistémico. Este fue un espacio para compartir testimonios de racismo sufrido en el ámbito académico.
“Como profesores afroamericanos, muchas veces nos sentimos solos” comentó Davis, profesora de la Universidad de Connecticut, durante una entrevista para la revista Nature.
“Así que cuando suceden estas prácticas racistas, ya sea de forma disimulada o evidente, es fácil pensar: ‘Dios mío, debí haber hecho algo mal’.
Pero al contar con estos espacios y compartir tu experiencia, es posible darse cuenta de que otras personas han pasado exactamente por lo mismo. Por lo tanto, esto no es un problema de ‘nosotros’ sino del sistema.”
Incorporar el aprendizaje y compromiso con base en la evidencia | Dentro de un movimiento social que busca la concientización sobre el racismo, aún es necesaria mayor comprensión de la discriminación sistémica, sus efectos y las posibles soluciones para revertir sus daños.
El informe de Communications Network pone en la mesa la necesidad de construir una visión común sobre el significado de los conceptos centrales, tales como: equidad, diversidad e inclusión. También señala que es necesario investigar acerca de cuáles mensajes promueven la equidad racial y cuáles no.
Hay mensajes bien intencionados sobre la discriminación en materia de salud que, por ejemplo, pueden dar la mala impresión de que la responsabilidad de encontrar soluciones a estas situaciones recae en las personas que las padecen, en lugar de modificar los sistemas que discriminan y perpetúan estos eventos.
Los médicos y especialistas en salud pública Rhea Boyd, Edwin Lindo, Lachelle Weeks y Monica McLemore hablaron del tema “la confianza del paciente” para la revista Health Affairs y comentan lo siguiente: “si bien la confianza de los pacientes influye directamente en los hábitos de la atención médica y es parte importante de la relación entre médico y paciente, la constante desigualdad racial presente en casi todos los indicadores de salud nos revela más sobre lo que los sistemas han dejado de hacer que sobre lo que los pacientes han dejado de experimentar”.
Del mismo modo, los mensajes sobre las desigualdades raciales en la pandemia COVID-19 pueden omitir el porqué existen estas situaciones y qué se puede hacer para cambiarlas.
Rashad Robinson presidente de Color of Change comentó en un informe oficial sobre la raza y la COVID-19 que “El coronavirus no discrimina a las personas por su raza, pero la sociedad estadounidense sí lo hace”.
“Esta crisis podrá convertirse en un punto de inflexión para la justicia racial cuando los mensajes importantes aborden la historia de desigualdad en la atención médica, solo así se evitará que esta situación empeore la desigualdad racial.
El informe de Communications Network invita a compartir el aprendizaje, a impartir una formación integral sobre la equidad racial para todo el personal y a reflexionar sobre nuestros actos, ya que involuntariamente podríamos estar “perpetuando prejuicios y estereotipos que benefician a las estructuras de poder”.
Una encuesta realizada en 2021 a los miembros de Communications Network encontró algunos avances con respecto a 2019.
En lo que respecta a la filantropía, para que haya progreso se deben entablar conversaciones complejas, escuchar a los perjudicados y responder a lo que escuchamos.
Podemos también colaborar en conjunto para saber de qué manera opera el poder y consultar sobre los orígenes de la ciencia cívica y la forma en que se desarrolló la práctica comunitaria de Public Lab y algunos otros.
Otro ejemplo de progreso es brindar apoyo a investigaciones con base en evidencia y que toman en cuenta el diálogo con las comunidades menos atendidas, así como reconocer que la construcción de relaciones inclusivas tomará un largo tiempo.
La filantropía puede contribuir a largo plazo con las asociaciones afroamericanas, comunicadores de ciencia y científicos sociales que investigan distintos aspectos de la comunicación y los sistemas de exclusión e inclusión.
Algunos agentes de cambio podrían resultar menos efectivos de lo que parecían inicialmente, e incluso podrían ser contraproducentes. Un claro ejemplo de esto son los macrodatos y la inteligencia artificial, los que en un inicio se presentaban como capaces de reducir los prejuicios raciales y de salud, pero que muchas veces los han empeorado.
Un enfoque filantrópico en la evaluación del cambio sistémico en comunidades afroamericanas mediante asociaciones equitativas nos permitirá aprender de los éxitos y fracasos y, en última instancia, conducirá a formas más eficaces de incluir y beneficiar a todas comunidades a lo largo del proceso de formación de la ciencia.
Los enfoques de comunicación eficaces nacen de la investigación, el desarrollo y colaboraciones impulsadas en el sector filantrópico,
Un ejemplo es la iniciativa BMe Community, diseñada para impulsar el liderazgo en comunidades afroamericanas a través de medios de comunicación estratégicos. Fue aquí donde Trabian Shorters, quien era vicepresidenta de la Fundación John S. y James L. Knight, organización no lucrativa y dedicada al periodismo, las artes y la vida cívica, desarrolló el enfoque narrativo del asset framing (encuadramiento de activos).
El enfoque asset framing de BMe es un llamado a la acción para combatir el racismo mediante el uso de un lenguaje y narrativa que llamen la atención sobre las aspiraciones personales y contribuciones a la sociedad, en lugar de narrar en primera instancia los desafíos y déficits.
El asset framing se ha convertido en un punto de partida para todo el sector social al propiciar un nuevo análisis de las causas de la desigualdad y sobre todo de cómo nos comunicamos con y acerca de las comunidades afectadas.
Crear mecanismos para la rendición de cuentas | La práctica de la ciencia cívica mantiene una relación estrecha con el aprendizaje continuo a partir de evidencias, es por ello que la filantropía puede tomar un rol más importante en el desarrollo de modelos para la rendición de cuentas dentro de las organizaciones y a través de las mismas, esto para promover la equidad en la ciencia cívica.
Considerando las constantes condiciones de desigualdad racial y la falta de inclusión en la ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, la rendición de cuentas es una prioridad para la filantropía en la ciencia cívica.
La rendición de cuentas no solo se trata de asumir la responsabilidad por los daños del pasado, se trata de adoptar nuevas prácticas para corregir el agravio. Si no consideramos la rendición de cuentas, muchas de las iniciativas corren el peligro de ni siquiera lograr resultados, entonces es poco probable que sean sostenibles en entornos políticos en constante cambio.
Al igual que en las demás ciencias cívicas, la rendición de cuentas no debe estar limitada únicamente por la filantropía, la cual deberá desarrollarse en conjunto con otros tipos conocimientos, en particular la experiencia de las comunidades subrepresentadas.
Joyce Yen, directora del Centro ADVANCE para el cambio institucional de la Universidad de Washington, considera que la rendición de cuentas ya sea individual o, bien, institucional, comienza con la definición de un compromiso que incluya “medidas de liderazgo” que reflejen nuevas conductas que puedan guiar el cambio y favorecer el aprendizaje, como aumentar las interacciones inclusivas y equitativas para los científicos afroamericanos.
El aprendizaje en comunidad junto a otros colegas favorece la rendición de cuentas. Yen y Sam Dyson, quien es becario de la Science in Society, han colaborado en un programa dirigido a financiadores sobre la igualdad racial, así como también en grupos de capacitación entre colegas para que los miembros de las diversas fundaciones se apoyen durante el proceso de desarrollo de modelos centrados en la equidad en su área de trabajo.
A medida que avanzamos en el largo camino hacia el cambio del sistema, podemos aprender de las ciencias sociales y del entorno social, en específico del uso de datos dentro del marco de las relaciones equitativas centradas en la comunidad y el análisis sistémico.
Los diseños de evaluación deberían tomar en cuenta la forma en que se registran los datos, de dónde proceden, qué representan, qué excluyen y a quién pertenecen.
Como lo sugiere la Equitable Evaluation Initiative, que asesora a filántropos y donantes sobre cómo emplear la equidad en su centro de trabajo,
“Prestar atención únicamente a los resultados, sin tomar en cuenta cómo se obtienen, puede cegar a las organizaciones sobre si su enfoque ayuda a crear poder y agencia o, bien, si ayuda a conservar los esquemas de poder actuales”.
Prestar atención al modo en el que las instituciones filantrópicas y científicas buscan conseguir sus resultados lleva a reconocer la “carga extra a las minorías”, la cual puede agravarse con los esfuerzos de inclusión; lleva a realizar un monitoreo institucional de la asignación presupuestaria y de la estructura de la toma de decisiones, y a conocer cómo estos incentivan el statu quo o recompensan los nuevos métodos en favor del compromiso con la comunidad que buscan corregir las desigualdades.
Una vez creadas las relaciones inclusivas y de confianza, será más seguro diseñar acciones para documentar y aprender de los errores.
En múltiples ocasiones, las poblaciones vulnerables han sido objeto de experimentos, es entonces que la comunicación puede equilibrar la urgencia de innovación y reducir el daño a estas poblaciones. Esto resulta más favorable a que los investigadores tengan el poder de decisión sobre cómo y por qué deben diseñarse los nuevos enfoques.
Creando juntos un futuro equitativo
Frente a la brutal realidad del COVID-19, el cambio climático, los prejuicios de las nuevas tecnologías e inteligencia artificial y el entorno mediático polarizado y plagado de información falsa es urgente la necesidad de nuevos enfoques de ciencia cívica centrados en la equidad.
Como lo dijo Nelson: “Nunca antes había sido tan importante acertar con el desarrollo científico y, al mismo tiempo, alinear este desarrollo con nuestros valores de igualdad, responsabilidad, justicia y confianza.”
El cómo y el porqué de los enfoques trazados en aquel artículo del 2018 para esta revista se vuelven más claros a medida que nos comprometemos con la diversidad, equidad e inclusión como ejes centrales de la ciencia cívica.
Algunas de las acciones que impulsan el cambio sistémico hacia la equidad racial son las siguientes: apoyar la comunicación y compromiso científico, aprovechar la solidez del trabajo en conjunto, ser capaces de lidiar con objetivos dinámicos, enfocarse en valores compartidos y establecer relaciones de confianza a través de la investigación aplicada con sistemas de retroalimentación.
En conjunto, estas prácticas ayudarán a moldear las bases para que las futuras generaciones logren mayores retos, además de favorecer que la ciencia alcance su máximo potencial en beneficio de la humanidad.
Con humildad y un sincero llamado a la acción y movilización, en la filantropía encontramos una oportunidad decisiva para impulsar un futuro más justo y resiliente.
Autores originales:
ELIZABETH GOOD CHRISTOPHERSON es presidenta y CEO de la Fundación Rita Allen, una organización de filantropía empresarial que invierte en las líderes cuyas carreras están comenzando y en ideas para avanzar la investigación biomédica, la participación cívica inclusiva e informada, y hacia un sector filantrópico más colaborativo y efectivo.
EMILY L. HOWELL es residente de postdoctorado en el Departamento de Ciencias Naturales de la Universidad de Wisconsin-Madison. Investiga cómo mejorar la comunicación de temas controversiales de ciencia y política, especialmente para incrementar el compromiso entre los actores interesados, los valores y las divisiones.
DIETRAM A. SCHEUFELE preside la cátedra Taylor- Bascom en Ciencias de la Comunicación y es professor galardonado con el Vilas Distinguished Achievement de la Universidad de Wisconsin-Madison y el Morgridge Institute for Research. Actualmente co-preside el National Academies of Sciences, Engineering, and Medicine’s Standing Committee on Advancing Science Communication (Comité para el Avance de las Ciencias de la Comunicación de la Academia Nacional de Ciencia, Ingeniería y Medicina) .
Este artículo es contenido original de la revista de Stanford Social Innovation Review publicado en la edición otoño 2021.
- Traducción del artículo How science philanthropy can build equity por Jorge Treviño
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