Este artículo es contenido original de la revista de Stanford Social Innovation Review publicado en la edición otoño 2020.
Hace cerca de una década, algunos investigadores identificaron un fenómeno pernicioso en las empresas estadounidenses. A pesar de la abundancia de datos que muestran que la diversidad fomenta la innovación e impulsa el crecimiento del mercado, los grupos históricamente subrepresentados—los no blancos y las mujeres que diversifican los mercados laborales—no estaban siendo recompensados por sus contribuciones con las mismas oportunidades de crecimiento en su carrera u oportunidades de ascenso, que se otorgan a los hombres blancos.
En 2017, cuando un equipo interdisciplinario del Stanford University’s Knowledge Creation Lab comenzó a reflexionar sobre la desigualdad en las carreras científicas, descubrió una paradoja similar. Los beneficios de la diversidad para la ciencia son bien conocidos e incluso anunciados por los investigadores y, sin embargo, muchas minorías y mujeres luchan por ascender en la escala académica para alcanzar la titularidad y otros hitos.
Bas Hofstra, investigador posdoctoral en la Stanford University’s Graduate School of Education, y Daniel McFarland, profesor de educación en Stanford que se enfoca en la sociología basada en datos, dirigieron un equipo que analizó la trayectoria de alrededor de 1.2 millones de estudiantes doctorales en Ciencias Físicas, Ciencias Sociales y del Comportamiento, Ingeniería, Biología, Ciencias de la Tierra, y Humanidades entre 1977 y 2015.
Lo que encontraron fue preocupante. Las investigadoras mujeres y las de minorías tenían más ideas novedosas, pero estas ideas tenían menos probabilidad de ser adoptadas por la corriente científica, dominada por una mayoría de hombres blancos. Esto redujo la repercusión de estas ideas, lo que resultó en un menor número de puestos académicos para mujeres y personas no blancas.
“Cuando alguien entra en un contexto particular con una perspectiva externa, tiende a mirar las cosas de nuevas maneras y a establecer conexiones novedosas entre las ideas antiguas y nuevas”, dice Hofstra.”Sabemos que los equipos que son más diversos son más susceptibles a la innovación. Pero entonces, vemos que las minorías en la ciencia comúnmente no tienen carreras científicas al mismo ritmo que los miembros de la mayoría. Si la diversidad genera innovación, entonces ¿por qué las personas que realmente diversifican la ciencia están tan subrepresentadas entre las cátedras y los puestos académicos?
Al usar métodos de análisis de texto y, en particular, modelado estructural de temas, el equipo de Stanford fue capaz de buscar en millones de documentos temas latentes para identificar objetos o conceptos sustanciales e importantes, dentro de estos textos. Este método de filtrado les permitió distinguir a los estudiantes doctorales que vinculaban estos conceptos de formas novedosas.
“En el centro de nuestra métrica están los estudiantes que combinaron conceptos científicos en formas que no se habían hecho antes”, comenta Hofstra. “Ese es el momento en que se introduce la novedad científica. Y esta es una intuición bastante básica en la filosofía y la sociología de la ciencia: definir el conocimiento como una red de ideas o conceptos”.
Para Sameer Srivastava, profesor de la University of California, Berkeley’s Hass School of Business, “la introducción de un método que separa analíticamente la novedad, que se mide a partir de los nuevos vínculos entre los conceptos que aparecen en la tesis doctoral, del impacto, el cual se mide con base en la frecuencia con la que las combinaciones novedosas introducidas por un investigador son adoptadas en un trabajo subsecuente”, marca “un avance significativo con respecto a los enfoques típicos para medir la innovación, como los padrones de citación, que a veces pueden estar influidos por dinámicas sociales que no están relacionadas con el producto real del trabajo”. La importancia de este estudio, observa Srivastava, es que “ayuda a explicar la persistencia de la desigualdad en las carreras científicas”.
Al abordar las disparidades en la contratación y promoción del profesorado, los resultados cuestionan los supuestos básicos sobre la naturaleza de la innovación científica. “Si miramos al descubrimiento científico”, dice Hofstra, “parece que una parte significativa de este se encuentra guiada por sesgos de atribución”. Lo que se considera una innovación útil está de alguna forma correlacionado con quién introduce esa innovación”. La formación de consenso suele considerarse como uno de los puntos fuertes de la ciencia. Pero “esto también resulta ser una debilidad”, explica Hofstra. “La mayoría tiene más voz sobre los demás acerca de lo que es una innovación científicamente útil. Y eso va en contra de lo que es la buena ciencia”.
Hofstra y su equipo están realizando una investigación de seguimiento para estudiar el papel de los mentores, qué se considera una buena innovación, y cuándo y dónde entran los sesgos en la contratación de profesores.
Bas Hofstra, Vivek V. Kulkarni, Sebastian Munoz-Najar Galvez, Bryan He, Dan Jurafsky, y Daniel A. McFarland, “The
“Diversity-Innovation Paradox in Science” (“La paradoja de la diversidad y la innovación en la ciencia”), Proceedings of the National Academy of Sciences, vol. 117, no. 17, 2020, pp. 9284-9291.
- Daniela Blei es historiadora, escritora y editora de libros académicos. Sus escritura se puede ver en: Daniela-blei.com/writing. Ella tuitéa esporádicamente en @tothelastpage
- Traducción del artículo Science’s
Diversity Problem por Leticia Neria.