Los donantes deben repensar sus estrategias para asegurarse de que sus recursos se dirijan a donde son más necesarios, no solo a quienes pueden solicitarlos.
(Ilustración de Tracy Walker)
Si desea pronosticar cuánto tiempo vivirá una persona y qué tan saludable estará a lo largo de su vida, averigüe su dirección. En todo el mundo es cada vez más claro que los códigos postales predicen la salud y el bienestar. Los recursos humanos, sociales y financieros de las comunidades determinan las oportunidades de sus residentes para disfrutar de parques y áreas de juego seguros, habitar viviendas asequibles, beber agua limpia y comprar en establecimientos que vendan alimentos saludables y accesibles. Estas características de la comunidad no solo influyen en el bienestar de los adultos, sino que también pronostican las oportunidades que tendrán los niños para asistir a buenas escuelas y participar en actividades extracurriculares como equipos deportivos y grupos juveniles.
Debido a la poderosa correlación entre estas características de la comunidad y la salud de los residentes, un número creciente de donantes están redirigiendo sus recursos para enfocarse en la equidad con el fin de crear comunidades más saludables. Estos donantes tienen como objetivo reducir las barreras y crear mayores oportunidades de bienestar, éxito educativo y movilidad económica. Este enfoque de concesión de subsidios focalizado en la equidad está comprometido con distribuir más recursos entre las comunidades más desfavorecidas social y económicamente.
La evidencia sugiere que las comunidades más desfavorecidas no se están beneficiando del cambio en los recursos filantrópicos. El profesor de trabajo social y políticas públicas de la Universidad de Michigan, Luke Shaefer, junto con colegas de la Universidad de Princeton, desarrollaron un Índice de Desventaja Profunda para identificar las comunidades más necesitadas de los Estados Unidos. Descubrieron que si bien los donantes pueden nombrar algunas de estas comunidades (Flint y Detroit en Michigan; Cleveland en Ohio, y Camden en Nueva Jersey) la mayoría permanece invisible. Las 100 comunidades más desfavorecidas se encuentran en tierras tribales o agrupadas en las regiones geográficas de menor densidad poblacional, como los Apalaches y el delta del Mississippi. Estas comunidades se encuentran en lo que llamamos nuestros "puntos ciegos" y, como han sostenido Shaefer y sus colegas, "nuestras políticas de pobreza se ven afectadas negativamente cuando la investigación en ciencias sociales no abarca muchos de los lugares con mayores carencias". 1
Históricamente, los creadores de subsidios han dedicado menos recursos a las comunidades suburbanas y rurales con menor densidad poblacional, a pesar de que pueden ser tan desfavorecidas como sus contrapartes urbanas, si no es que más. De hecho, el informe de Filantropía Rural de 2007 señala que, si bien las áreas rurales tienen carencias y son cada vez más diversas, la distancia y el aislamiento han hecho que la filantropía "se incline fuertemente hacia las áreas urbanas". Un estudio del Economic Research Service (Servicio de Investigación Económica) de 2015 acerca de más de 1200 de las fundaciones más grandes de Estados Unidos respalda este hallazgo, afirmando que “el valor real promedio de los subsidios a organizaciones con sede en condados no metropolitanos de 2005 a 2010 fue de aproximadamente $88 per cápita, menos de la mitad del promedio otorgado a organizaciones en los condados metropolitanos [$192 per cápita] ".
Consideramos que la filantropía sufre de un punto ciego. Incluso cuando los donantes se enfocan en la equidad, los ejemplos anteriores sugieren que es probable que pasen por alto sistemáticamente a las comunidades más desfavorecidas, las cuales se encuentran en zonas más rurales de los Estados Unidos. Es poco probable que la filantropía logre sus objetivos de equidad cuando las personas que viven en comunidades con mayores carencias reciben menos dólares de subsidios que las que viven en comunidades más favorecidas.
A continuación, probamos la hipótesis del punto ciego con un financiador estatal, New Jersey Health Initiatives (NJHI), un programa estatal de concesión de subsidios de la Fundación Robert Wood Johnson (RWJF), la organización filantrópica más grande del país centrada exclusivamente en la salud. Utilizando nuestros antecedentes como investigadores, profesionales y donantes, mostramos cómo dos aspectos de la precariedad (la falta de capital humano y la desventaja económica) predicen qué tan probable es que las comunidades soliciten y reciban financiamiento.
Nuestros resultados confirman este punto ciego en el que las comunidades más desfavorecidas tienen menos probabilidades de solicitar financiamiento. Después de presentar los datos para este estudio de caso, exploramos las razones de estas inequidades y brindamos ejemplos del mundo real de cómo los financiadores pueden modificar exitosamente sus operaciones y programación para atender mejor a estas comunidades.
Este análisis es particularmente oportuno porque la pandemia de COVID-19 ha magnificado las inequidades que existen entre las comunidades y el trabajo requerido para aumentar las oportunidades de tener una vida más saludable. Como escribió el presidente y director ejecutivo de la RWJF, Rich Besser, en un artículo de opinión del Washington Post el año pasado, “incluso cuando las fallas estructurales podrían poner en peligro a todos los estadounidenses, las mayores tensiones [debido al coronavirus] recaerán sobre ciertos grupos demográficos debido a su situación económica, social o estado de salud." El estado de Nueva Jersey tiene al menos 17 fondos comunes establecidos para responder y recuperarse de la crisis de COVID-19. Sin embargo, algunas de las comunidades más desfavorecidas del estado no obtuvieron fondos porque no solicitaron o fueron demasiado lentas para solicitarlos y los fondos ya estaban asignados.
Este esfuerzo de respuesta y recuperación ante la COVID-19 demuestra cómo la concesión de subsidios puede contribuir a ampliar la brecha entre las comunidades desfavorecidas pero que tienen la capacidad de hacerse ver por los donantes, por un lado, y las comunidades más necesitadas, que carecen de esa capacidad, por el otro. Las organizaciones que otorgan subsidios necesitan las herramientas para tomar decisiones de financiamiento sintonizadas con la equidad que puedan aliviar esta tensión y revertir esta brecha cada vez mayor.
Dos enfoques tradicionales
Los dos enfoques más comúnmente adoptados para la concesión de subsidios son el financiamiento basado en la persona y en el lugar. En el primero, la concesión de subsidios se centra en proporcionar recursos directamente a los individuos. En algunos casos, las personas usan recursos para trasladarse a "zonas de oportunidad", comunidades donde hay mejor acceso a bienes como educación, vivienda, atención médica y empleo.2 Sin embargo, como observa el sociólogo de Harvard Robert Sampson, "la verdadera cuestión es cómo abordar las realidades estructurales más amplias de la desigualdad y no solo tratar de reubicar a la gente".
Un problema con el enfoque basado en la persona es que la capacidad de trasladarse a una zona de oportunidad supone proximidad. Para aquellos en áreas precarias, la zona de oportunidad más cercana podría estar a decenas de millas de distancia y, en consecuencia, obligaría a quienes se mudan a cortar el acceso a redes sociales que son vitales para su salud mental y física.4
Por el contrario, el enfoque basado en el lugar tiene como objetivo reducir las carencias invirtiendo en las comunidades y no en los individuos. Tradicionalmente, esta inversión se logra al fundar una organización sin fines de lucro local para combatir las causas de la inequidad y aumentar las oportunidades de salud y bienestar. Un ejemplo bien conocido de una organización sin fines de lucro creada a través del enfoque basado en el lugar es la Harlem Children’s Zone (HCZ), la cual busca mejorar la educación, la salud y la economía de los niños y las familias que viven en Harlem. La Cooperativa regional de Atlanta para el mejoramiento de la salud (Atlanta Regional Collaborative for Health Improvement, ARCHI por sus siglas en inglés) es otro ejemplo exitoso. Esta institución trabaja con líderes comunitarios en salud y educación para crear y mantener una Atlanta más dinámica.
Los enfoques basados en el lugar capitalizan de las miles deorganizaciones sin fines de lucro con sede en los Estados Unidos que se dedican a hacer que los vecindarios sean más seguros, a aumentar el acceso a la atención médica primaria y a brindar cuidado infantil costeable. Como mostraremos, las comunidades que poseen una abundancia de capital humano tienen más probabilidades de que los líderes y organizaciones de la comunidad se unan en torno a una agenda compartida, como HCZ y ARCHI, y den a conocer sus necesidades a los filántropos. Pero, ¿qué pasa con las comunidades más desfavorecidas, que carecen de esos activos? Es más probable que caigan en un punto ciego filantrópico en el que ni siquiera pueden formular sus necesidades más importantes y comunicarlas a los creadores de subsidios.
Medir la precariedad
La filantropía es responsable ante menos órganos de gobierno y menos transparente al escrutinio público que otros sectores, lo cual puede explicar parcialmente por qué ha tomado más tiempo utilizar la investigación para impulsar su agenda o evaluar sus esfuerzos.5 Para corregir esta deficiencia, diseñamos un método analítico para determinar si los donantes están cumpliendo su objetivo de financiar a las comunidades más necesitadas. El primer paso es definir qué significa ser una “comunidad desfavorecida”, con base en lo que identificamos como los indicadores más significativos de precariedad: la desventaja económica y la escasez de recursos humanos.
El papel de la desventaja económica en la precariedad de una comunidad es tan fundamental que resulta intuitivo. Los activos económicos de las comunidades moldean la calidad de las escuelas de los niños, la asequibilidad y la seguridad de la vivienda y los espacios recreativos públicos, y la estabilidad financiera de las empresas para brindar oportunidades de empleo constantes.6 Para realizar nuestros análisis, utilizamos el Opportunity Index, un informe anual de la campaña política bipartidista Opportunity Nation que proporciona datos sobre qué significa el tener oportunidades en Estados Unidos. El índice ofrece una medida multigeneracional de la movilidad económica y refleja desafíos económicos continuos y persistentes, en lugar de una breve desaceleración económica.7
El papel de los recursos humanos en la precariedad de una comunidad puede ser menos intuitivo, pero es igualmente importante. Definimos recursos humanos como las habilidades, la formación y la experiencia de los individuos dentro de una comunidad, así como la capacidad organizativa para aprovechar y desplegar esas habilidades.
Para entender por qué los recursos humanos son importantes, consideremos que casi todos los donantes requieren que las organizaciones soliciten los financiamientos. Por tanto, la posibilidad de recibirlos depende de la presencia de personas o instituciones con la capacidad para solicitarlos. Pocas de las comunidades rurales y más pequeñas tienen la experiencia y la infraestructura sin fines de lucro de una organización comunitaria. Además, las comunidades menos densamente pobladas también tienen menos organizaciones comunitarias.8 En otras palabras, tienen menos organizaciones sin fines de lucro con la experiencia suficiente para asegurar el financiamiento y la preparación para desarrollar e implementar proyectos que atiendan desafíos macro de salud como la crisis de opioides, la exposición infantil al plomo y la graduación de la educación secundaria.9 Adicionalmente, las organizaciones sin fines de lucro desempeñan un papel valioso en la configuración de las respuestas de las comunidades a los desafíos de salud previos, como el crimen y la violencia.10
Además de la infraestructura, menos personas fuera de las áreas metropolitanas densamente pobladas tienen la experiencia para elaborar solicitudes de financiamiento exitosas. Incluso después de tomar en consideración la presencia de colegios y universidades, otros investigadores han mostrado una correlación positiva entre la proporción de adultos con educación universitaria y los subsidios por persona en un condado.11 Además, las áreas rurales tienden a tener una población menos educada que las áreas urbanas. Asimismo, muchas comunidades y organizaciones más pequeñas que solicitan subsidios experimentan un problema de costo de recursos, en el que el esfuerzo administrativo necesario para obtener un subsidio supera el valor del subsidio mismo.
Estos ejemplos demuestran la importancia de tomar en cuenta los recursos humanos al caracterizar la precariedad de una comunidad. Sin embargo, medir los recursos humanos es más complejo en términos de variables potenciales, las cuales pueden incluir desde la densidad de organizaciones sin fines de lucro hasta el porcentaje de adultos con títulos postsecundarios. Para nuestro enfoque, usamos una medida continua de ruralidad desarrollada y validada con el propósito de evaluar la equidad en salud. A partir de esta determinamos qué tan aislada está una comunidad.12 Para caracterizar la ruralidad de una comunidad, esta medida incorpora información sobre las comunidades cercanas que podrían proporcionar recursos.
Con estas herramientas, podemos medir tanto la desventaja económica como los recursos humanos en una comunidad. Estas herramientas también proporcionan un marco para evaluar las estrategias de financiamiento y poner a prueba nuestra hipótesis de que las comunidades más necesitadas, las que tienen una gran desventaja económica y pocos recursos humanos, se encuentran en un punto ciego filantrópico.
¿Quién recibe financiamiento?
Para explorar posibles puntos ciegos en la concesión de subsidios, utilizamos datos sobre financiamiento de NJHI para todas los subsidios otorgados entre 2015 y 2018. Durante este período, NJHI recibió solicitudes de financiamiento por parte de iniciativas parar $34 millones de dólares en fondos, y otorgó más de $10 millones de ellos.
Para buscar puntos ciegos en la creación de subsidios, clasificamos a cada persona en Nueva Jersey en uno de tres grupos. Las personas en el grupo "invisible" viven en áreas de Nueva Jersey que no están cubiertas por ninguna solicitud de subvención a NJHI, por lo que el área es funcionalmente invisible para los financiadores.13 Aquellos en el grupo "visible, financiado" viven en áreas cubiertas por solicitudes de subsidio exitosas , mientras que las personas en el grupo “visible, no financiado” viven en áreas cubiertas por solicitudes de subsidios fallidas, por lo que los otorgantes están potencialmente al tanto de la existencia de estas comunidades incluso si no las financian. Si nuestra hipótesis sobre los puntos ciegos es correcta, entonces las comunidades desfavorecidas con pocos recursos humanos (como Flint, Michigan) serán más invisibles para los financiadores que las comunidades desfavorecidas con gran cantidad de recursos humanos (como Bronx, Nueva York).
Para poner a prueba la hipótesis, asignamos a cada municipio de Nueva Jersey uno de los cuatro grupos de referencia nacionales. (Ver "¿Quién recibe financiamiento?" en esta página). El primer grupo es "baja desventaja económica y muchos recursos humanos". Estas son comunidades urbanas más acomodadas, como Palo Alto, California. El segundo grupo, “alta desventaja económica y muchos recursos humanos”, consiste en áreas urbanas con altos grados de pobreza, como Harlem, Nueva York y Newark, Nueva Jersey. El tercer grupo, "comunidades con la mayor desventaja económica y los menos recursos humanos", representa el punto ciego hipotético. Estas son las comunidades que tienen pocos recursos y están muy desfavorecidas económicamente, como Flint, Michigan. El último grupo está compuesto por comunidades que tienen baja desventaja económica y pocos recursos humanos. Estas comunidades se encuentran en áreas más rurales pero más ricas, como Aspen, Colorado. Definimos los límites entre cuadrantes usando los valores medianos de desventaja económica y seleccionando el límite para la capacidad humana de manera que hubiera aproximadamente el mismo número de habitantes de Nueva Jersey en cada uno de los dos cuadrantes con alto nivel de precariedad.
Nuestro análisis revela que existe el punto ciego hipotético. Los puntos azules y amarillos representan a todos los que son "visibles" para el financiador, mientras que los círculos negros representan a las personas "invisibles". Existen muchos más círculos negros en el cuadrante inferior derecho que en cualquier otro cuadrante, lo que indica que las personas que viven en las comunidades rurales y económicamente más desfavorecidas también son las más propensas a ser invisibles para los financiadores. En Nueva Jersey, 718.000 personas que viven en el área de Flint son invisibles, en comparación con las 81.000 que viven en el área de Harlem. Por lo tanto, el 30 por ciento de las personas que viven en los Flints son invisibles, mientras que solo el 3 por ciento de los que viven en los Harlems lo son.
Una segunda observación de nuestros hallazgos es que a pesar de su punto ciego para las comunidades más afligidas, NJHI es muy exitoso en la financiación de comunidades económicamente desfavorecidas. En esta figura, cada punto representa 40.000 personas. Los dos cuadrantes de "alta precariedad" de la derecha tienen más puntos azules que los de "baja precariedad", lo que indica que las personas que viven en comunidades económicamente desfavorecidas tienen más probabilidades de recibir financiación que quienes viven en comunidades económicamente más favorecidas. En general, se financia a más de dos millones de personas (43 por ciento de 4,66 millones) en comunidades económicamente desfavorecidas, en comparación con alrededor de un millón (26 por ciento de 4,13 millones) en comunidades económicamente favorecidas.
La figura ilustra un tercer punto: para evaluar si los financiadores están cumpliendo sus objetivos de equidad, es importante observar a toda la población dentro de la región de un donante (los círculos negros, amarillos y azules) y no solo comparar las características de las solicitudes financiadas y no financiadas (los círculos amarillos y azules). Para entender por qué, considere las diferentes conclusiones a las que llegaríamos si excluyéramos los círculos negros y comparáramos solo los círculos amarillos y azules. Si analizáramos solo las proporciones de amarillo a azul, concluiríamos que Flint tiene un 62 por ciento más de probabilidades de obtener financiación que Harlem. Sin embargo, cuando incluimos los círculos negros, llegamos a la conclusión de que los Flint tienen en realidad solo un 44 por ciento más de probabilidades de obtener fondos que Harlem.
Si los financiadores evalúan su concesión de subvenciones considerando solo las solicitudes de subvención recibidas, es probable que estén sobreestimando su equidad en las donaciones. Las personas que viven en las áreas más afectadas también son las más propensas a ser invisibles para los financiadores. Incluso después de tener en cuenta la desventaja económica, las solicitudes de subvención que cubren áreas más rurales tienen menos probabilidades de ser aceptadas que las que cubren áreas urbanas.
Como sucede en el resto del país, los municipios de Nueva Jersey tienen una variedad de dificultades económicas y una variedad de capital humano, y sus resultados se agrupan en diferentes regiones. Utilizando las medidas descritas anteriormente, elaboramos un mapa en el que se representa la desventaja económica y los recursos humanos de Nueva Jersey. Para esto, codificamos áreas con pocas oportunidades económicas en tonos de azul y aquellas con más oportunidades económicas en oro y amarillo, para lo cual utilizamos el Atlas de oportunidades para obtener datos sobre oportunidades económicas. (Consulte "Puntos ciegos de Nueva Jersey" en esta página). Las áreas de color azul claro son aquellas áreas precarias con mayor capacidad, por ejemplo, áreas cerca de Newark y Trenton. Las áreas doradas son aquellas con capacidad y mayores oportunidades económicas: los suburbios más exclusivos de la ciudad de Nueva York.
Existen claras diferencias regionales. Las áreas de color azul más oscuro se encuentran casi exclusivamente en la parte sur del estado. Estas áreas están lejos de los impulsores económicos de Filadelfia y la ciudad de Nueva York. En contraste, áreas como Newark, que tienen pocas oportunidades económicas pero una alta capacidad humana (áreas de color azul claro), están ubicadas cerca de los centros urbanos. Las áreas de alta oportunidad económica (amarillo y dorado) se concentran principalmente en las partes del norte del estado.
Un estudio de caso comparativo
Decidimos profundizar más en dos comunidades específicas, Bridgeton y Newark. Las seleccionamos porque tienen muchas cosas en común (por ejemplo, desafíos socioeconómicos para la salud y la equidad), pero divergen de dos maneras importantes: los activos que tienen para abordar estos desafíos y la capacidad institucional y sin fines de lucro que tienen para atraer recursos filantrópicos.
Bridgeton | Una pequeña comunidad de Nueva Jersey de 24,000 personas en la parte sur del estado, se encuentra entre Pine Barrens y las fértiles tierras de cultivo que le dan al Garden State su apodo. Está a una hora al oeste de Atlantic City y una hora al sur de Filadelfia.
Bridgeton enfrenta desafíos comunes a muchas ciudades industriales que antes eran prósperas. El centro de la ciudad, que alguna vez fue transitable, ahora está tapiado; hoteles, cines y grandes almacenes se esconden bajo fachadas de ladrillo y letreros pintados. La población latinx, que comprende el 50 por ciento de los residentes, agrega vitalidad y diversidad; los pequeños restaurantes y las tiendas minoristas que bordean las calles reflejan la influencia de los inmigrantes de México y América Latina. Los vecindarios circundantes no se encuentran cerca, y muchas casas necesitan reparaciones cosméticas y estructurales. Estas últimas tienden a estar ocupadas por inquilinos y, como en muchas comunidades de alquiler de bajos ingresos, los propietarios pasan por alto el pintar los edificios, arreglar las tuberías y ocuparse de las aceras que se derrumban. Los inquilinos en Bridgeton, sin embargo, tienen poco poder. Un tercio de ellos vive por debajo del umbral de la pobreza, y más de un tercio puede que sean indocumentados, sin estar dispuestos a correr el riesgo de ser desalojados por enfurecer a su propietario.
Como ocurre con muchas comunidades precarias, el sistema escolar de bajo rendimiento en Bridgeton tiene dificultades. Solo una cuarta parte de los residentes de Bridgeton tiene educación secundaria y solo 1 de cada 20 tiene un título universitario. Bridgeton no tiene instituciones ancla, como universidades o sistemas de atención médica. Además tiene pocas personas y organizaciones que cuenten con el tiempo y las habilidades para ayudar con los recursos necesarios para construir una comunidad más saludable y próspera.
Newark | A solo unas millas de la ciudad de Nueva York, Newark es la ciudad más grande de Nueva Jersey. Con 282,000 residentes, es 10 veces más grande que Bridgeton, pero enfrenta muchos de los mismos desafíos. Más del 25 por ciento de la población vive en la pobreza, muchos residentes no se sienten seguros en sus vecindarios y muchos adultos mayores están socialmente aislados y tienen acceso limitado a alimentos nutritivos. En 2019, Newark fue noticia nacional cuando las pruebas de agua indicaron que el suministro de agua de la mayoría de los residentes estaba contaminado con plomo. La ciudad trabajó rápidamente para distribuir filtros para grifos de agua, los mismos filtros que se usan en Flint, Michigan. Aún así, las pruebas posteriores mostraron más contaminación.
A pesar de estos desafíos, Newark tiene recursos. A 30 minutos en tren de la ciudad de Nueva York, tiene una riqueza y diversidad de activos (sedes corporativas, sistemas de atención médica, un departamento de salud de la ciudad, dos universidades y una universidad del condado) que Bridgeton no tiene. Mientras que 1 de cada 20 residentes de Bridgeton tiene un título universitario, 1 de cada 6 residentes de Newark lo tiene. Instituciones ancla como el University Hospital, Universidad Rutgers, Prudential Financial y Panasonic Corporation of America, además de museos, restaurantes y otros activos, atraen a personas talentosas a Newark y retienen a algunos de sus mejores y más brillantes jóvenes.
La ciudad también cuenta con una infraestructura sin fines de lucro sofisticada y experimentada. Hay 336 organizaciones sin fines de lucro en Newark, 119 de las cuales tienen ingresos de más de un millón de dólares al año. La ciudad incluso tiene su propio enlace filantrópico. Las fundaciones reconocen la importancia de la financiación sin fines de lucro; varias fundaciones en Nueva Jersey financian solo en Newark y el área metropolitana circundante. Newark tiene organizaciones sin fines de lucro preparadas para desarrollar e implementar proyectos que aborden desafíos como la crisis de los opioides, la exposición al plomo en la infancia, las bajas tasas de graduación de la escuela secundaria, el crimen y la violencia. Bridgeton, por otro lado, tiene solo 20 organizaciones sin fines de lucro, y solo una tiene la capacidad operativa y programática que se encuentra en Newark.
Bridgeton y Newark enfrentan desafíos similares, pero Newark tiene una red desarrollada de organizaciones y personas de alta capacidad para trabajar en esos desafíos. Newark sabe cómo pedir ayuda en su carga pesada. Pero, ¿cómo puede Bridgeton obtener los recursos que necesita? ¿Qué necesitaría esta ciudad para traer a los socios adecuados a la mesa, compartir recursos y colaborar para hacer que las viviendas sean más seguras y asequibles, mejorar las escuelas y asegurarse de que los niños tengan suficiente para comer?
Por qué existen los puntos ciegos
Al observar las estructuras que subyacen a las filantropías y las donaciones basadas en el lugar se encuentran varias razones por las que pueden surgir puntos ciegos, a pesar de las intenciones de los donantes. De hecho, el estudio de caso sucedió porque el coautor Robert Atkins, director de NJHI, quería una forma de probar cuantitativamente si las decisiones de financiamiento eran consistentes con el objetivo de financiamiento de mejorar la equidad en salud.
Primero, la mayoría de las grandes fundaciones están ubicadas en áreas metropolitanas y han establecido relaciones con instituciones y organizaciones en esas comunidades. Como se señaló, Newark tiene su propio enlace filantrópico y varias fundaciones en Nueva Jersey financian solo en Newark y el área metropolitana circundante. Que las organizaciones graviten hacia socios familiares no es inusual.
En segundo lugar, muchos donantes suponen que los centros urbanos tienen tasas de pobreza más altas que las áreas rurales. Además, muchos donantes creen que maximizan su impacto y hacen más bien cuando sus subvenciones se destinan a abordar situaciones de emergencia en áreas densamente pobladas. Sin embargo, las tasas de pobreza son más altas en las zonas rurales que en las urbanas. Además, sería difícil demostrar que una subvención destinada a una comunidad metropolitana para mejorar las tasas de graduación de la escuela secundaria, aumentar la seguridad alimentaria de los trabajadores agrícolas o reducir la intoxicación infantil por plomo asiste a un mayor número de personas que si la misma subvención se destinara a una comunidad no metropolitana. En otras palabras, donar a áreas más densamente pobladas no resulta claramente en un mayor retorno de capital sobre la inversión para el donante.
Nuestro estudio de caso revela que este objetivo de ser eficiente perjudica sistemáticamente a las comunidades menos urbanas y más desfavorecidas. Estas comunidades carecen de recursos humanos para hacerse visibles. Bridgeton no tiene un flujo de graduados universitarios que regresen con títulos en diseño digital para iniciar sitios web, o una presencia popular en las redes sociales para atraer compradores y comerciantes de viviendas.
Este desafío posee una circularidad para los donantes: las comunidades con altos niveles de capacidad humana obtienen más fondos y, a su vez, aumentan su capacidad para obtener más fondos. Por lo tanto, los financiadores comprometidos con la equidad deben modificar su proceso de concesión de subvenciones, incluso a costa de la supuesta eficiencia financiera. Hay varias soluciones posibles para este punto ciego, que van desde hacer pequeños ajustes en la concesión de subvenciones hasta realizar un replanteamiento radical.
Soluciones basadas en el lugar
Una solución agresiva, basada en el lugar, implica el apoyo directo y específico a las comunidades de baja capacidad. Con el fin de brindarles la mejor oportunidad de obtener fondos, este enfoque proporciona una gran asistencia técnica al inicio del proceso de solicitud a las organizaciones sin fines de lucro. A continuación, describimos cómo los cambios realizados en las operaciones de concesión de subvenciones de NJHI crearon oportunidades para las comunidades desfavorecidas en Nueva Jersey con bajos niveles de capacidad humana.
Millville | Al este de Bridgeton, Millville tiene una población similar en tamaño a Bridgeton (28,000 residentes), así como activos y desafíos similares. Al igual que Bridgeton, Millville es hogar de solo 31 organizaciones sin fines de lucro y no está en el radar de la mayoría de los donantes en Nueva Jersey. En 2018, la Holly City Development Corporation (Corporación de desarrollo urbano Holly City, HCDC por sus siglas en inglés) de Millville fue una de las 10 organizaciones comunitarias que recibieron una subvención a través de la iniciativa de financiamiento NJHI Upstream Action Acceleration. Los cinco empleados de la HCDC buscaron "inspirar y potenciar el cambio del vecindario" a través del desarrollo económico, la vivienda y el desarrollo comunitario. En 2018, sus ingresos totales fueron de alrededor de $ 630,000.
En lugar de las tradicionales propuestas de financiamiento de 10 páginas, la HCDC y otras organizaciones que solicitaron financiamiento a través de la iniciativa Upstream Action Acceleration presentaron breves propuestas de tres páginas en las cuales describieron su comunidad, el proyecto que propusieron implementar para abordar el cambio de sistemas de políticas y la coalición intersectorial que les ayudaría. El objetivo de esta solicitud más breve y sencilla era reducir los costos de oportunidad para las organizaciones sin fines de lucro más pequeñas. Organizaciones como HCDC con breves propuestas prometedoras recibieron asesoramiento del proveedor de asistencia técnica de NJHI, Healthy Places by Design. Estas sesiones de coaching de una hora fueron esencialmente donaciones de capacidad, pues ayudaron a las organizaciones comunitarias a concentrarse en lograr sus objetivos. Después del entrenamiento, los solicitantes presentaron propuestas completas que tenían más probabilidades de ser financiadas.
Ciudades de Salem y Egg Harbor | Incluso los pueblos de Nueva Jersey más pequeños que Millville tienen desafíos de grandes ciudades. De hecho, el tamaño medio de un municipio en el estado es de unas 8.800 personas. Uno de estos, Egg Harbor, es parte de la reserva nacional Pine Barrens de Nueva Jersey, con una población de 4.200 residentes. Más de un tercio de los residentes menores de 18 años viven por debajo del umbral de pobreza.
Salem tiene una población de 4.700 personas. Casi un tercio de la población tiene menos de 18 años y más del 40 por ciento de los niños y adolescentes viven por debajo del umbral de pobreza. Salem es uno de los 31 distritos de la School Development Authority (Autoridad de Desarrollo Escolar, SDA por sus siglas en inglés) que se crearon en Nueva Jersey después de que un caso de la Corte Suprema del estado (Abbott v. Burke) determinara que la educación primaria y secundaria pública en las comunidades pobres de todo el estado era inconstitucionalmente deficiente. Solo hay cuatro organizaciones sin fines de lucro en Egg Harbor y siete en Salem.
NJHI se centró en comunidades como estas, las cuales se encuentran en el punto ciego de la mayoría de los donantes, a través de su iniciativa Small Communities Forging Hyperlocal Data Collaboratives, que tiene como objetivo generar equidad dentro de las pequeñas comunidades del sur de Jersey. Los solicitantes recibieron recursos de capacidad humana como evaluaciones de preparación, asistencia con las solicitudes de financiamiento y asistencia técnica sostenida durante toda la iniciativa de financiamiento. En lugar de abrir una convocatoria abierta de propuestas, NJHI utilizó fuentes de datos existentes (por ejemplo, el Índice de Revitalización Municipal y el Atlas de Oportunidades) para identificar las comunidades de puntos ciegos e invitarlas a postularse. Los invitados proporcionaron una descripción de un equipo ideal conformado por cinco líderes de su comunidad que trabajarían juntos en un proyecto. Cada miembro de este equipo de ensueño recibió una tarjeta de regalo de $ 300 por el tiempo que invirtieron en para completar evaluaciones de preparación sobre activos, capacidad de asociación, tecnología y necesidades de salud de la comunidad. Es importante destacar que los solicitantes no fueron excluidos en función de estas evaluaciones. En cambio, las evaluaciones informaron a NJHI sobre la asistencia técnica y los recursos necesarios.
En lugar de escribir propuestas por su cuenta, los solicitantes cocrearon sus iniciativas de financiación durante un evento de un día y en asociación con un equipo de expertos. Las conexiones, la información y el apoyo intensivo proporcionaron las condiciones para colaboraciones creativas y el desarrollo de ideas preliminares basadas en datos sobre cómo aprovechar mejor las oportunidades existentes. Luego, cada equipo ideal de la comunidad trabajó con un facilitador que proporcionó soporte y ayudó a los equipos a desarrollar ideas de cómo usar $ 50,000 en subvenciones. De manera crucial, incluso después de recibir la financiación, los equipos conservaron el acceso a los proveedores de asistencia técnica, por lo que las comunidades tenían una fuente continua de recursos humanos.
El enfoque híbrido
Una segunda solución combina enfoques basados en la persona y el lugar. En vez de financiar instituciones y organizaciones sin fines de lucro en las comunidades más desfavorecidas, los donantes seleccionan y financian equipos de residentes de la comunidad. En particular, cuatro donantes han incorporado con éxito estos enfoques híbridos en sus iniciativas de financiación.
The Colorado Trust | En 2010, Colorado Trust reinventó su concesión de subvenciones para centrarse en la participación comunitaria y la equidad en la salud. Con la misión de mejorar la salud y el bienestar en el estado, el fideicomiso se dio cuenta de que para servir mejor a las comunidades escasamente pobladas de Colorado tenía que pasar por alto las organizaciones sin fines de lucro y transferir el poder y los recursos a los equipos de residentes. “Estos socios comunitarios, con la ayuda de los organizadores locales, están formando equipos de residentes para facilitar las reuniones comunitarias y ayudar a abrir caminos en las áreas más marginadas y desatendidas”, explicaron dos miembros del personal del fideicomiso en una descripción general de la incorporación de este nuevo enfoque. “En última instancia, los fondos se destinarán a estos equipos de residentes para que implementen sus planes y ellos determinarán cómo se desembolsarán los fondos. Las organizaciones sin fines de lucro beneficiarias informarán a la comunidad, no a la fundación". 14 Los residentes conocen los desafíos de su comunidad, y este modelo les brinda a los residentes las herramientas y los recursos necesarios para liderar los esfuerzos que fomentan la conexión cívica e identifican y resuelven los desafíos de salud.
The Dog Patch | Hace cinco años, esta sección de Pueblo, Colorado, experimentó oleadas de violencia de pandillas. En 2014, la tasa de homicidios fue más del doble que la de los distritos metropolitanos de Nueva York. En asociación con residentes de la comunidad, el departamento de policía y organizaciones comunitarias, Dog Patch ha implementado vigilancia policial orientada a la comunidad y un proyecto de historia oral. Estas iniciativas han catalizado conversaciones entre los residentes y las fuerzas del orden, lo que ha fomentado la confianza y la seguridad de la comunidad.
La Dotación de California | La filantropía también pasa por alto comunidades como las tribus Elk Valley y Yurok ubicadas en el noroeste de California, con altas tasas de desempleo y abuso de sustancias. Pero The California Endowment (El Fondo de California) es una excepción. A través de su iniciativa Building Healthy Communities, la organización otorga recursos directamente a las comunidades tribales. Para fomentar la participación y el compromiso de los residentes de la comunidad, las fundaciones deben “secuenciar y sincronizar su trabajo de manera que les dé a los residentes el tiempo y la oportunidad de capacitarse y prepararse, de modo que puedan venir a la mesa de colaboración listos para participar en un diálogo significativo sin que se sientan intimidados ”, dice Anthony Iton, vicepresidente senior de la iniciativa.15 Al igual que con Colorado Trust, la organización comunitaria es una característica central del enfoque híbrido de The California Endowment. Estos donantes buscan aumentar las oportunidades para una vida más saludable al renovar la democracia local y al fortalecer las instituciones comunitarias.
Fundación Comunitaria del Sur de Jersey | Las fundaciones comunitarias son organizaciones benéficas públicas dedicadas a mejorar el bienestar en un área geográfica específica, y un número creciente de ellas está brindando a los residentes las herramientas y los recursos necesarios para liderar la realización de ese cambio. Una de estas herramientas son los fondos comunitarios, una suerte de cuentas de ahorro. Una junta de residentes gobierna este fondo y decide cómo asignar o "otorgar" los intereses generados.16
En el verano de 2019, la Community Foundation of South Jersey (Fundación Comunitaria del sur de Jersey) lanzó la iniciativa Transform South Jersey para aumentar la salud social, cultural y económica de las comunidades del sur de Jersey. Seis comunidades recibieron subvenciones de $ 100,000 y apoyo que incluyó asistencia para implementar el enfoque Community Heart & Soul de Orton Family Foundation, un proceso escalonado en el que los entrenadores de Heart & Soul guían a los residentes de pequeñas ciudades y pueblos a trabajar en colaboración para dar forma a un futuro basado en sus valores. Como parte de la iniciativa, se establecerá una dotación de al menos $ 25,000 en cada comunidad para abordar las prioridades que cada comunidad define a través de esa colaboración.
Reducir las brechas
Hemos argumentado que los enfoques tradicionales de concesión de subvenciones benefician a las comunidades metropolitanas precarias (los Newarks y Harlems) sobre las comunidades precarias más rurales, como las de Bridgeton y los Flint. Las organizaciones de alta capacidad tienen más experiencia con los procesos de concesión de subvenciones y tienen relaciones preestablecidas con los donantes. Las organizaciones comunitarias en ciudades como Baltimore, Nueva York y Los Ángeles también tienen los recursos para emplear a redactores expertos en subvenciones y gerentes de proyectos. Financiar a estas organizaciones con capacidades existentes es una forma confiable y segura de cumplir con los objetivos filantrópicos básicos.
Pero este enfoque excluye sistemáticamente a los Bridgeton y los Flint de la mesa de financiación y amplía la brecha entre las comunidades ya precarias y las más precarias. Para estar en sintonía con la equidad y cerrar esta brecha, las fundaciones deben crear relaciones y dedicar recursos para garantizar que las comunidades más afligidas sean visibles y no se queden atrás. Esta mentalidad inclusiva garantiza que todas las comunidades tengan la capacidad de enfrentarse a retos y volverse más resilientes.
La concesión de subvenciones mejora al involucrar nuevas voces en la conversación. Los donantes hacen espacio para estas nuevas voces cuando consideran tanto la desventaja económica de las comunidades como su capacidad humana. Por ejemplo, el alcalde de Bridgeton, Albert Kelly, sabía que el Programa de Alimentación de Verano patrocinado por el US Department of Agriculture (Departamento de Agricultura de los Estados Unidos) no tenía suficiente personal en Bridgeton. Creía (correctamente) que los jóvenes de su comunidad podrían ser capacitados y empleados para disminuir el hambre infantil al aumentar la inscripción y mientras que trabajaran en sitios de alimentación de verano en Bridgeton. Este proyecto de demostración se convirtió en la base de la iniciativa de Líderes comunitarios de próxima generación de NJHI, que apoya a las organizaciones que sirven a los jóvenes para hacer más saludables sus comunidades de Nueva Jersey.
La filantropía debe hacer más que simplemente esperar que los Bridgetons del país encuentren una manera de presentar propuestas de financiamiento que los hagan más competitivos con los Newark. Debe realizar el trabajo reflexivo y que requiere mucho tiempo de desarrollar su propia capacidad para apoyar a lugares como Millville y Dog Patch.
No estamos en contra de la financiación de organizaciones sin fines de lucro individuales. Por el contrario, creemos que los donantes deben ampliar sus enfoques de financiación para llegar a las comunidades más necesitadas. Los enfoques tradicionales basados en el lugar son claramente eficaces para mejorar las comunidades en las zonas urbanas precarias. En estas comunidades donde las organizaciones sin fines de lucro pueden abordar eficazmente los desafíos de la comunidad, los filántropos deben trabajar con esas organizaciones. Sin embargo, en comunidades precarias sin esta capacidad, la filantropía debe cambiar su forma de otorgar subvenciones para que estas comunidades no se queden atrás.
Las organizaciones filantrópicas de todo el mundo están decidiendo actualmente cuál es la mejor manera de desplegar recursos para aliviar las consecuencias sociales, físicas y económicas de la pandemia de COVID-19. La creciente evidencia sugiere que los más afectados tienden a ser las comunidades que ya estaban en peligro.17 Instamos a los donantes a considerar tanto la desventaja económica como los recursos humanos en sus decisiones sobre la asignación de bienes. Este punto particular de la historia es una oportunidad para reducir, en lugar de ampliar, las brechas entre las comunidades precarias.
Notas
1 H. Luke Shaefer, Kathryn Edin y Tim Nelson, "Understanding Communities of Deep Disadvantage: An Introduction", Poverty Solutions at the University of Michigan, 2020.
2 Raj Chetty y Nathaniel Hendren, "The Impacts of Neighborhoods on Intergenerational Mobility: Childhood Exposure Effects and County-Level Estimates", Quarterly Journal of Economics, vol. 113, no. 3, 2018.
3 Gareth Cook, "The Economist Who Would Fix the American Dream", The Atlantic, 17 de julio de 2019.
4 Jingwen Zhang y Damon Centola, "Social Networks and Health: New Developments in Diffusion, Online and Offline", Annual Review of Sociology, vol. 45, nº 1, 2019.
5 Caroline Fiennes, “We Need a Science of Philanthropy”, Nature News, vol. 546, no. 7657, 2017.
6 Dante Chinni, “Economic Advantage and Disadvantage in Communities of Color”, American Communities Project, 2020.
7 Raj Chetty et al., “Race and Economic Opportunity in the United States: An Intergenerational Perspective”, National Bureau of Economic Research, Working Paper 24441, diciembre 2019.
8 Alex Neuhoff y Andrew Dunckelman, “Small but Tough: Nonprofits in Rural America”, Bridgespan, 2011.
9 Allison Dymnicki et al., “Willing, Able, Ready: Basics and Policy Implications of Readiness as a Key Component for Implementation of Evidence-Based Interventions”, US Department of Health and Human Services, 2014.
10 Patrick Sharkey, Gerard Torrats-Espinosa, y Delaram Takyar, “Community and the Crime Decline: The Causal Effect of Local Nonprofits on Violent Crime”, American Sociological Review, vol. 82, no. 6, 2017.
11 John L. Pender, “Foundation Grants to Rural Areas from 2005 to 2010: Trends and Patterns”, US Department of Agriculture, 2015.
12 Nathan J. Doogan et al., “Validation of a New Continuous Geographic Isolation Scale: A Tool for Rural Health Disparities Research”, Social Science & Medicine, vol. 215, 2018.
13 Incluimos en el grupo "invisible" a los municipios que se incluyeron solo en grandes subvenciones regionales que abarcaban muchos condados.
14 Nancy Csuti y Gwyn Barley, “Disrupting a Foundation to Put Communities First in Colorado Philanthropy”, The Foundation Review, vol. 8, no. 4, 2016.
15 Anthony Iton, “Making the Money Work”, Stanford Social Innovation Review, junio 2015.
16 Janet Topolsky, “Growing Local Giving and Living: Community Philanthropy in
Rural Places”, Council on Foundations, 2008.
17 Reis Thebault, Andrew Ba Tran, y Vanessa Williams, “The Coronavirus Is Infecting and Killing Black Americans at an Alarmingly High Rate”, The Washington Post, 7 de abril de 2020.
Autores originales:
- Robert Atkins fue enfermero escolar en la ciudad de Camden y dirige New Jersey Health Initiatives, un programa estatal de subvenciones de la Fundación Robert Wood Johnson. Es profesor asociado de la Universidad Rutgers-Camden con un nombramiento conjunto en enfermería y estudios sobre la infancia.
- Sarah R. Allred es profesora asociada de psicología y directora del Instituto Senator Walter Rand for Public Affairs en la Universidad Rutgers-Camden
- Daniel Hart es profesor distinguido de psicología en la Universidad Rutgers-Camden y vicerrector del campus. Es autor de Renewing Democracy in Young America y es coautor, junto con Robert Atkins, de un libro sobre grupos de jóvenes y democracia.
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Este artículo es contenido original de la revista de Stanford Social Innovation Review publicado en la edición primavera 2021.
- Traducción del artículo Philanthropy’s Rural Blind Spot por Nora de la Cruz.
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