Para las personas que buscan invertir de manera responsable, Adasina Social Capital ha establecido "El Índice de Justicia Social de Adasina" que informa a los inversionistas sobre oportunidades en cuatro áreas: justicia racial, justicia de género, justicia económica y justicia climática. |
En un año desgarrado por protestas a favor de la justicia social y racial, la financiera Rachel Robasciotti se preguntó cómo su trabajo en el sector financiero podría ayudar a las comunidades necesitadas.
Como fundadora y directora general de Robasciotti & Philipson, una empresa de gestión de patrimonios en San Francisco, Robasciotti observó cómo a menudo los inversionistas apoyaban, sin darse cuenta, a empresas con prácticas nocivas que agravaban las desigualdades sociales y económicas. Decidió que había que hacer algo para abordar este problema e instar a los inversionistas a valorar la justicia social en sus inversiones.
En 2020, ella estableció Adasina Social Capital como una compañía hermana de Robasciotti & Philipson para dar la oportunidad a las personas de invertir en el bien social. “Servimos de puente entre los movimientos de justicia social y los mercados financieros”, explica Robasciotti. “Si vas a realizar un cambio sistemático, se te va a exigir un impacto que se extienda mucho más allá de tu propia cartera y fuera de las estructuras de poder tradicionales”.
Para las personas que están buscando invertir responsablemente pero no están seguras sobre cómo empezar, Adasina ha establecido el Índice Adasina de Justicia Social, el cual informa a los inversionistas sobre las oportunidades en cuatro áreas: justicia racial, justicia de género, justicia económica y justicia climática. El índice consiste en una base de datos que identifica tipos de inversión restaurativa y regenerativa en empresas que priorizan estas áreas. Este tipo de inversiones eleva los rendimientos que construyen la riqueza y los activos comunitarios junto con la riqueza individual.
Debido a que la amplitud de las cuestiones sociales que pueden considerar los inversionistas es muy amplia, Adasina ha simplificado la diversificación con su fondo cotizado en bolsa, el Adasina Social Justice All Cap Global ETF, una cartera global altamente diversificada que permite a los inversionistas alinear sus carteras con los valores de la justicia social.
Adasina también cuenta con un equipo de asesores expertos que están relacionados con estos cuatro ámbitos de la justicia y con comunidades subrepresentadas. La empresa está compuesta en su totalidad por mujeres, personas de color y miembros de la comunidad LGBT. “Como persona queer y no binaria en las finanzas, encuentro que trabajar en Adasina es como estar en casa”, dice Rachel Freeman, Directora de Servicios para Inversionistas. “El estar en un entorno que pone en el centro a las mujeres, a las BIPOC (Personas negras e indígenas de color) y a las comunidades LGBTQ+ me permite vivir mis valores en nuestro trabajo”.
Con un personal comprometido cuya vida privada y sus valores se alinean con la misión de la compañía, Adasina ha atraído a una base de clientes compuesta por más del 80% de mujeres y 70% de personas LGBT.
Las inversiones constituyen una de las cuatro palancas interconectadas de Adasina para generar cambio social, las otras tres son las campañas, la educación y las personas. El modelo de su teoría del cambio es aparentemente sencillo: recurrir a los valores y las necesidades de la comunidad, vincularlos con los inversionistas y las inversiones, y utilizar la experiencia y los conocimientos de los miembros del personal en el trabajo de justicia social, específicamente aprovechando sus redes.
Adasina busca convertir a los inversionistas en agentes de cambio en la lucha por la justicia social y ambiental. En diciembre, por ejemplo, Adasina lideró a inversionistas que representan más de medio billón de dólares en activos para pedir el fin de los salarios de pobreza. En una carta dirigida a docenas de compañías que cotizan en la bolsa del sector de restaurantes y hostelería, escribieron que “las empresas ponen en riesgo la reputación de su marca al seguir pagando un salario inferior al mínimo que empobrece a los trabajadores de comunidades ya vulnerables”. La carta de Adasina fue firmada por unas 70 organizaciones, como las empresas de inversión y gestión patrimonial Reinventure Capital, Harrington Investments y Zevin Asset Management.
Adasina también se ha centrado en la discriminación de género en el lugar de trabajo. Cuando el movimiento #MeToo despegó en 2017, dice Robasciotti, las solicitudes de carteras centradas en mejorar la vida social y económica de las niñas y las mujeres se dispararon. Un secreto tóxico en el mundo de las inversiones era cómo se obligaba a las mujeres a someterse a arbitrajes por casos de acoso sexual. Adusina dudaba que la gente quisiera invertir en estas empresas.
“El problema central aquí es el acoso sexual en serie en el lugar de trabajo y las políticas que permiten que este continúe”, afirma Robasciotti. “Se ha demostrado que el arbitraje forzoso favorece a los empleadores frente a los sobrevivientes del acoso y silencia a las víctimas, lo que genera esta cultura de aceptación del acoso sexual en el centro de trabajo”. Adasina investiga las políticas de una empresa relacionadas al acoso sexual y la seguridad laboral, y si la empresa practica el arbitraje forzoso, no es aceptada en la cartera de Adasina.
Estas son solo dos áreas temáticas en las que Adasina ha aprovechado su poder para crear una mayor conciencia en los inversionistas acerca de los problemas sociales. Para Robasciotti, el camino a seguir está claro: “La misión de Adasina no es solo continuar invirtiendo en consonancia con las necesidades de las comunidades afectadas, sino transformar el sistema para que este se convierta en el enfoque estándar de la inversión de impacto”.
Autores originales:
- Victoria A. Brownworth es una periodista nominada al Premio Pulitzer cuyo trabajo ha sido publicado en The New York Times, Los Ángeles Times y Ms. Magazine, entre otras publicaciones. Es autora y editora de más de 20 libros.
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Este artículo es contenido original de la revista de Stanford Social Innovation Review publicado en la edición verano 2021.
- Traducción del artículo Financing Social Justice por Leticia Neria.
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