La empresa social Lesbians Who Tech & Allies ha creado una red mundial de personas LGBTQ+ que ha hecho que el sector sea más diverso e inclusivo. |

Desde el auge tecnológico de finales de la década de 1990, Silicon Valley ha sido sinónimo de un determinado tipo de actor poderoso: uno que suele ser heterosexual, blanco y masculino. Si bien el manifiesto Lean In (Vayamos adelante) de Sheryl Sandberg publicado en 2013 popularizó la idea del esfuerzo sin reparos ni remordimientos para que las mujeres alcanzaran el éxito profesional, no ha habido un camino claro para que las mujeres de color y otras personas marginadas se abran paso en la tierra de las oportunidades.
A mediados de los años 2000, la empresaria Leanne Pittsford se enfrentó a la falta de inclusión en Silicon Valley y al deseo de tener compañeras y ejemplos a seguir. Quería conocer a otras mujeres LGBT pero, aunque resulte irónico, era difícil encontrarlas en San Francisco, un epicentro de la comunidad gay a nivel internacional. Los espacios LGBT del sector tecnológico de la ciudad estaban repletos de hombres, mientras que los grupos comunitarios destinados a mujeres eran casi en su totalidad heteronormativos.
La frustración que sintió Pittsford era la continuación de lo que había visto como directora general de Equality California, una organización sin fines de lucro que promueve los derechos civiles, en donde los llamamientos a la comunidad para recaudar fondos en favor del matrimonio entre personas del mismo sexo habían resultado de igual manera sesgados, en gran medida debido a que las mujeres queer y trans, así como las personas no binarias, no tenían la capacidad financiera para contribuir como los hombres homosexuales. Ellos no solo reciben un mayor salario que los demás segmentos de la comunidad LGBT, sino que ahora también ganan más que los hombres heterosexuales.
“Con el poder económico es como vamos a crear el cambio; así funciona el mundo. Es nuestro deber cívico tener poder económico”, afirma Pittsford. “Me pregunté cómo podía aumentar el poder económico de las mujeres LGBT, y qué podemos hacer para tener un impacto y descubrir una solución [para empoderar económicamente] a las mujeres queer y a las personas no binarias”.
Pittsford fundó Lesbians Who Tech & Allies (LWTA) en 2012 y, en la actualidad, es la mayor comunidad LGBT de especialistas en tecnología del mundo. En ese tiempo, LWTA ha creado espacios y oportunidades para más de 70,000 mujeres LGBT, personas de color, personas no binarias y sus aliados de más de un centenar países a través de encuentros, cumbres biculturales, tutorías y becas.
Pittsford es transparente sobre cómo llegó a financiar los inicios de LWTA: su padre y su hermano fallecieron y le dejaron los recursos para construir el futuro que quería. En un principio, puso en marcha LWTA bajo los auspicios de su agencia autofinanciada, Start Somewhere, pero desde entonces ha podido colaborar con empresas en el sector tecnológico y conseguir su patrocinio para apoyar estos esfuerzos. Esta relación es mutuamente beneficiosa, ya que estas empresas utilizan la red de LWTA para sus propios procesos de reclutamiento y contratación que contemplan la diversidad e inclusión.
“Es una empresa social”, explica Pittsford. “Las empresas de tecnología necesitan apoyo para la contratación y la retención, por lo que todo gira en torno a cómo reclutar y retener talento. ¿Cómo se logra mantener empleadas a las mujeres LGBT y a las personas no binarias en estas empresas? En esencia, a lo largo de siete años nos hemos convertido en expertos en contratación”.
Una comunidad intencional
“Las personas entraban a estos espacios de la industria tecnológica y pensaban que eran las únicas, que tenían que agachar la cabeza; en realidad, no tenían ningún apoyo dentro de los confines de sus empleos y puestos”, asevera la defensora de los derechos LGBT y periodista Danielle Moodie. “Ahora cuentan con toda esta red exterior en la que ya no tienen que sentir que están solas”.
Moodie conoció a Pittsford en 2013 y quedó impresionada por la misión de LWTA, así que aceptó ser la anfitriona de una de las primeras cumbres y se unió al consejo consultivo poco después.
Roz Francuz-Harris también se integró al consejo consultivo después de asistir a una cumbre de LWTA en 2015 mientras trabajaba en IBM, quien fue uno de los patrocinadores corporativos de la cumbre. Francuz-Harris, quien ahora se desempeña como directora de reclutamiento técnico en Zillow, se sintió tan inspirada como Moodie y calificó esta experiencia como un “despertar interno” sobre el potencial de lo que esta comunidad deliberada podría lograr. “Había candidatos al congreso, directores generales, vicepresidentes, ejecutivos, líderes y fundaciones que apoyaban los derechos del colectivo LGBTQ”, recuerda de su primera cumbre, “y estábamos debatiendo sobre las mejores prácticas, la legislación y los beneficios inclusivos; hablábamos como si todos trabajáramos para la misma empresa”.
El sentimiento de pertenencia es un valor integral de LWTA, y la creación de una comunidad intencional ofrece una oportunidad única para que un grupo de personas marginadas hablen entre sí en un ambiente enriquecedor y de empoderamiento. De manera que Pittsford tiene la misión personal de garantizar que los ponentes en los eventos de LWTA cumplan con una cuota de ser un 50% personas de color y un 15% personas trans, no binarias o de género no conforme.
“Si quieres ser intencional sobre la representación, si quieres ser intencional sobre la equidad, entonces tienes que crear marcadores hasta que se convierta en algo natural”, sostiene Mills. “Aún así, la gente siempre falla. Por eso creo que es importante desafiarse uno mismo para alcanzar estos objetivos. No sé por qué otras organizaciones y empresas no lo hacen”.
Pittsford sabía que por ser una mujer blanca cisgénero tenía que trabajar para crear confianza con las comunidades de color. “Tienes que priorizar la creación de confianza”, apunta Pittsford. “Si no le das prioridad, entonces solo vas a [erosionar] la confianza que hemos construido a lo largo de 20 cumbres”. Para construir esta confianza, Pittsford se acercó a estas comunidades para escuchar, aprender y participar. “Buscaba darme tiempo para acudir a sus espacios cuando era apropiado, y me presentaba ante ellos de cualquier forma que pudiera, como líder y como persona, con la intención de aportar valor a esas comunidades”.
En un momento en que la diversidad y la inclusión son los pilares de los esfuerzos de equidad en el sector de la tecnología, LWTA es una red que hace visibles a comunidades enteras de personas. La oportunidad de conectar con un grupo de talentos diversos es la razón por la que empresas como Amazon, Google, Facebook y Target han patrocinado cumbres anteriores, las que se celebran cada año en San Francisco y Nueva York. El patrocinio de una cumbre, que oscila entre los 10,000 y los 100,000 dólares, les otorga una distinción cultural queer a estas empresas; la inversión representa ser una especie de aliado.
Uno de los mayores atractivos para los asistentes a la cumbre es ver en el escenario de LWTA a personas con quienes comparten identidades y orígenes, al mismo tiempo que se presenta la oportunidad de relacionarse con ellas. Entre las ponentes de la LWTA se encuentran Hillary Clinton, Stacey Abrams, la abogada de derechos civiles Roberta Kaplan, la presentadora de pódcast Kara Swisher, la alcaldesa de San Francisco London Breed y la directora de mercadotecnia de Netflix Bozoma Saint John.
Además de su sistema de cuotas, LWTA ha puesto en marcha iniciativas destinadas a ayudar a las personas LGBT y a las personas de color que atraviesan dificultades económicas para hacerse un espacio en la industria de la tecnología. Por ejemplo, en 2016 creó la beca Edie Windsor Coding, la cual lleva el nombre de la difunta activista lesbiana que fuera pionera en programación en IBM. Esta beca cubre hasta la mitad de la colegiatura de los beneficiarios en un campo de entrenamiento de codificación o en la escuela asociada que elijan. Desde su creación, LWTA ha apoyado con recursos económicos a más de 250 beneficiarios, y el programa ha crecido hasta incluir un apoyo prolongado para ayudar a los becarios a encontrar trabajo, crear redes y conectarse con mentores en el área de su elección.
“Me siento en deuda por haber formado parte del grupo porque eso en verdad me catapultó a una carrera en el mundo de la tecnología”, comparte la ingeniera de datos Christine Liu sobre su beca Edie Windsor en 2017. “Y creo que también hay algo en ser una becaria Edie Windsor que te hace sentir como: ‘tengo que estar a la altura’. Cada vez que veo eso en mi currículum, me siento como: ‘tengo algo por lo que trabajar y por lo que vivir’.”
Modalidad en línea
Las cumbres de LWTA se autofinancian gracias al modelo de patrocinio y a los precios de las entradas, que van desde los 149 dólares por reserva anticipada hasta los 349 dólares de última hora. Pittsford indica que alrededor del 75% de las ventas de entradas proceden de empresas que patrocinan a sus empleados, y el 25% de las entradas de la cumbre se conceden a través de becas de LWTA, para que las personas con dificultades económicas puedan asistir de forma gratuita. Debido a la pandemia de la COVID-19, la cumbre se trasladó a la modalidad en línea en 2020. A pesar de que gran parte de lo que hace LWTA puede adaptarse al formato virtual, un componente de su éxito inicial radicó en el espíritu de convivencia, de entablar conexiones en la vida real que podrían trasladarse a otros espacios y que se inspiraban en el compañerismo que pocas veces se extiende a las mujeres LGBT y a las personas no binarias. Es probable que LWTA no celebre otra cumbre presencial hasta 2022, revela Pittsford. El periodo de desaceleración ha sido determinante para que ella y su equipo de ocho personas reflexionen sobre las operaciones internas en términos de sostenibilidad y beneficios para el personal, incluidas las licencias por maternidad y paternidad y los planes de retiro para los empleados.
Las muestras de apoyo a la comunidad se manifiestan de forma diferente en 2021. Pittsford ha estado trabajando sin cesar para mantener fuertes y frecuentes las conexiones a través de una nueva aplicación llamada Include. Esta aplicación busca personas LGBT que trabajen en tecnología con independencia de su formación y experiencia profesional, y las pone en contacto con empresas que buscan contratar y crear equipos más diversos de ingenieros, gestores de productos, diseñadores de experiencias de usuario, científicos de datos y diseñadores.
Además de la aplicación, LWTA organizó una Cumbre del Orgullo gratuita el pasado mes de junio y espera ampliar la red de contactos y contratación que ha ido creando desde su fundación. Esto incluye el trabajo programático para apoyar a las mujeres LGBT y a las personas no binarias en todos los niveles de sus carreras, como habían planeado hacer antes de la pandemia del COVID-19. Cuando se reanuden las cumbres presenciales, LWTA espera conseguir un financiamiento más sostenible y a largo plazo para los programas de mentores y de acompañamiento en procesos de preparación profesional, como “Bring a Lesbian to Work Day” (Día de llevar a una lesbiana al trabajo), así como para crear oportunidades para los ejecutivos de nivel medio en el sector tecnológico que buscan una movilidad profesional ascendente.
“¿Qué necesita nuestra comunidad? ¿Cuáles son las prioridades?” se pregunta Pittsford sobre el camino a seguir. “Siempre estamos tratando de averiguar cómo podemos asegurarnos de que la gente de nuestra comunidad no se quede al margen y que sus voces sean escuchadas”.
Para Francuz-Harris, esta intencionalidad sobre las necesidades de la comunidad es lo que sigue impulsando su pasión al trabajar en la junta de LWTA.
“Estamos aquí”, dice, “y merecemos ser vistas”.
Autores originales:
- Trish Bendix es colaboradora habitual de The New York Times. Vive en Los Ángeles.
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Este artículo es contenido original de la revista de Stanford Social Innovation Review publicado en la edición verano 2021.
- Traducción del artículo A League of Their Own por Ángela Mariscal
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