Este artículo es contenido original de la revista de Stanford Social Innovation Review publicado en la edición otoño 2020.
Andrea Constand ha aprovechado el poder de la tecnología para transformar su propia experiencia traumática con el fin de ayudar a otras sobrevivientes de agresiones sexuales y violaciones.
Constand, ex jugadora de baloncesto y quien fue la directora de operaciones del equipo femenino de la Universidad de Temple, fue agredida por Bill Cosby en su casa en enero de 2004. Cosby, egresado, donador y fiduciario de esa institución, se hizo amigo de Constand en 2002. Pese a que más de 50 mujeres relataron su experiencia de violación o agresión sexual perpetrada por el comediante, la declaración testimonial de Constand fue la que condujo a la condena y sentencia de Cosby en abril de 2018.
Tras el juicio, Constand estaba determinada a luchar por todas las víctimas de violencia sexual y en 2019 fundó la organización sin fines de lucro Hope Healing and Transformation (HHT), de la cual actualmente es presidenta y directora ejecutiva. El objetivo de la organización es educar e informar a los sobrevivientes, para lo cual les brindan orientación jurídica y apoyo. A través de HHT, Constand creó una aplicación para ayudar a las víctimas en su proceso de recuperación. Lanzada en junio, SAFEAPP “es un programa integrador y un centro de apoyo con un programa de Mente/ Cuerpo/ Espíritu”, explica Constand.
SAFE está conformada por las siglas en inglés Survivors Achieving Freedom and Empowerment (Sobrevivientes que recobran la libertad y el poder). El programa de 21 días de la aplicación ofrece una secuencia de lecciones, divididas en tres módulos independientes, sobre la mente, el cuerpo y el espíritu para promover una sanación holística.
Fundadora Andrea Constand (Fotografía Cortesía Alamy Stock Photo)
“Se trata de una aplicación fundada en el conocimiento del trauma”, indica Constand. Stewart Ryan, representante legal de HHT, destaca hasta qué punto la experiencia personal de Constand ha dado forma al programa: “La persona que está detrás de esta aplicación tuvo la experiencia que a nadie le gustaría vivir al denunciar una agresión sexual y eso le ha dado forma a todo lo que se refiere a SAFEAPP", afirma. La aplicación, dice, ofrece otro camino hacia la sanación y el acceso al sistema de justicia, aunque “no todo el mundo está inmediatamente preparado para recurrir a la justicia penal.”
Dado que las víctimas de agresión sexual y violación suelen ser tratadas como si fueran las delincuentes, la aplicación busca proporcionarles “todos los recursos existentes, desde respaldo jurídico hasta apoyo emocional”, asevera Constand. “Si alguien no está preparado para ir a la policía o trasladarse dos horas desde una zona rural hasta un centro de ayuda para víctimas de violación, entonces SAFEAPP es una alternativa”.
A través de SAFEAPP, las víctimas tienen acceso a un amplio abanico de recursos para informarse de todo, desde los detalles del examen físico al que las víctimas de violencia sexual son sujetas hasta un esquema paso a paso del proceso jurídico, e incluso comunicación directa con abogados, médicos y profesionales de salud mental.
“Un sobreviviente merece asesoramiento y protección”, declara Constand. “Mejorar el proceso de denuncia para las víctimas es indispensable para ganar su confianza. La perspectiva con la que las fuerzas de seguridad miran a los sobrevivientes es fundamental para maximizar la credibilidad y acreditar las condenas.”
Las estadísticas indican que la violación se trata de forma diferente a otros delitos porque la mayoría de las veces se culpa a las víctimas de violación del delito cometido contra ellas. De acuerdo con FBI Bureau of Crime Statistics (Oficina de Estadísticas Criminales del FBI), en 2018 se produjeron 734,630 violaciones en Estados Unidos. Sin embargo, diversos informes indican que menos del 1 por ciento de esos casos terminan en una condena por delito grave y menos del 3 por ciento de los casos terminan en condena.
Ryan sugiere que para que las víctimas realicen una denuncia se requiere de un mayor esfuerzo para familiarizarlas con el proceso antes de que lo enfrenten, algo que SAFEAPP procura hacer. Tanto Constand como Ryan reconocen que el programa de la aplicación no sustituye el proceso de una causa penal; en cambio, les permite a las víctimas conseguir apoyo cuando más lo necesitan.
Una fundación filantrópica privada de Toronto aportó el financiamiento inicial de SAFEAPP. Otra “importante donación vino de alguien que tenía su propia historia”, comenta Constand. “Los sobrevivientes quieren ayudarse mutuamente. Tenemos que darnos la mano y levantarnos unos a otros. Tenemos que contratar a sobrevivientes, no despedirlos”. Por este motivo la junta directiva de HHT está compuesta por sobrevivientes, oradores públicos y trabajadores sociales clínicos.
Esta perspectiva centrada en el trauma a través de la cual SAFEAPP atiende a las víctimas la distingue de otros servicios para sobrevivientes. “Aunque en la actualidad existen muchos servicios y programas en Estados Unidos y Canadá, este enfoque tiene el potencial de ayudar a las víctimas a adquirir el valor necesario para identificar y enfrentarse a quienes han tratado de silenciar y disminuir su humanidad", apunta Roberta L. Hacker, directora ejecutiva de Women in Transition en Filadelfia, el centro de servicio permanente para mujeres maltratadas de mayor antigüedad en Estados Unidos.
Si bien se encuentra en sus primeros meses, el indicador de éxito de Constand se basa en esta métrica de humanidad compartida. “Queremos difundir el mensaje de que las víctimas no están solas”, expresa, “que otros sobrevivientes y defensores están justo ahí, en esta aplicación, dispuestos a ayudarles a sanar”.
- Victoria A. Brownworth es una periodista nominada al Premio Pulitzer y ganadora del Premio de la Sociedad de Periodistas Profesionales. Su trabajo ha aparecido en The New York Times, Los Angeles Times, The Baltimore Sun, The Philadelphia Inquirer, The Philadelphia Daily News y Ms. Magazine, entre otros. Es autora y editora de más de 20 libros.
- Traducción del artículo Tools for Survivorship por Ángela Mariscal.