Es aceptado que las mujeres realicen trabajo social y que sean más premiadas por ello, pero muchos hombres que participan en este tipo de iniciativas son castigados, especialmente cuando son evaluados por otros hombres.
Cuando las empresas patrocinan iniciativas de impacto social y buscan la participación de sus empleados, ¿qué efectos pudiera tener dicha participación en sus trayectorias profesionales? ¿Ayuda a los empleados a aprender habilidades y a mejorar sus currículums para recibir un ascenso?
La realidad es que tal participación puede dificultar su avance, especialmente si tanto el empleado y el director que evalúan las promociones son ambos hombres, de acuerdo con una nueva investigación. A pesar de las intenciones expresas de la empresa, los directivos pueden pensar que los empleados que deciden ser voluntarios están menos comprometidos y están menos adentrados en la cultura de la empresa, de acuerdo con la investigación. Y esta preocupación se da cuando es un hombre quien está buscando una promoción y cuando quien lo está evaluando es otro hombre.
Christiane Bode, profesora asistente de estrategia en la Escuela de Negocios de Imperial College Business School, publicó la investigación junto con su colega Michelle Rogers, quien es profesora asociada de estrategia y emprendimientos, y con Jasjit Singh, profesora de estrategia en INSEAD.
“Ya que el trabajo de impacto social es más congruente con estereotipos de roles de mujeres que con los masculinos, los rangos de promoción serán menores para los hombres que participan, y es menos probable que los evaluadores hombres recomienden ascensos para participantes masculinos que las evaluadoras mujeres”, escriben ellas.
La tasa de promoción de los hombres que están asociados con los proyectos altruistas de las empresas es menor que la de las mujeres con la misma experiencia, al igual que de los hombres o mujeres del personal que no fueron voluntarios.
Las investigadoras llevaron a cabo dos estudios. Revisaron los registros de 1,379 empleados en una empresa consultora y también compartieron una viñeta hipotética con 893 directivos para ver si ellos decidirían aprobar o no aprobar la promoción de un empleado. A los directivos se les entregó un currículum sobre un empleado ficticio que pudiera o no escoger trabajar en las iniciativas de impacto social de la empresa, ya fuera con un nombre y pronombre masculino o femenino, que eran las únicas diferencias en los currículums.
De acuerdo con los resultados de las entrevistas, los directivos pensaban que los voluntarios estaban menos comprometidos con su trabajo y con la empresa, y también pensaban que los solicitantes no mostraban un perfil cultural adecuado. Este efecto amortiguador era aún más pronunciado cuando eran hombres los que tenían que decidir sobre la promoción de empleados del sexo masculino.
Muchas empresas tienen problemas para balancear un compromiso entre el capitalismo enfocado en los socios y un mundo que está cada vez más apegado a los valores corporativos de labor social, lo cual es esperado por muchos clientes y, crucialmente, por muchos empleados. El tener la oportunidad de realizar trabajo voluntario durante horas de trabajo para causas de caridad, es ahora una ventaja de estrategias de reclutamiento y de retención, tanto de empresas grandes como de nuevas empresas. Los empleados también asumen que, si la causa para la cual están trabajando es un proyecto oficial de la empresa, esto se verá reflejado de manera positiva en su trayectoria laboral, y en muchos casos el ser voluntarios para iniciativas que son de la empresa es una parte explícita de las rúbricas para promoción.
“El efecto negativo de participar en estas actividades en la promoción está condicionado por el género del participante y el evaluador, lo que destaca el rol de género en la evaluación del trabajo de impacto social”, de acuerdo con las investigadoras. “En los escenarios en los cuales quienes toman la decisión son predominantemente del género masculino, las creencias de género pueden limitar la libertad de los empleados hombres para que contribuyan a la agenda de impacto social de la empresa.”
El resultado más sorprendente fue la conexión tan fuerte entre el género del evaluador y cómo ellos veían el trabajo voluntario de los empleados ficticios, dice Bode. Es un caso raro que los estereotipos de género afecten negativamente el desarrollo profesional de los hombres, un efecto que normalmente es experimentado por las mujeres en sus áreas de trabajo.
“Habíamos propuesto que seguramente los hombres que se habían comprometido con trabajo de impacto social tendrían menos posibilidades de ser promovidos, y que este patrón sería más marcado cuando los hombres fueran evaluados por hombres evaluadores”, ella dice. “Sin embargo, al final nos dimos cuenta de que el efecto negativo de promoción era completamente determinado por los hombres”.
Conforme las empresas se involucren más con trabajo de responsabilidad social corporativa, los ejecutivos tendrán que resolver cómo van a poder manejar los prejuicios de género de sus propios directivos para neutralizarlos si éstos están interfiriendo con las metas de la empresa.
“Las empresas basadas en programas de responsabilidad social corporativa (RSC) necesitan tomar en cuenta que éstos están incluidos dentro de una estructura social mucho más grande, que incluye normas, creencias y prejuicios que a veces pueden ir en contra de las intenciones de la misma empresa, sin importar las buenas intenciones que tengan”, dice Bode.
Ya que los ejecutivos en el mundo corporativo son generalmente hombres, la investigación nos puede expresar cómo es que las compañías tienen que cambiar antes de que los proyectos de impacto social sean realmente integrados a la cultura empresarial.
“La contribución más importante de esta investigación es mostrar la manera en que los estereotipos de género influyen en cómo el trabajo de impacto social es reconocido o castigado dentro de las empresas”, dice Matthew Lynn, profesor asistente en la Stern School of Business NYU. “Es aceptado que las mujeres ocupen más roles en favor del trabajo social y que sean más premiadas por hacerlo, pero un resultado sorprendente que encontramos es que los hombres que participan en este tipo de iniciativas en realidad son castigados, especialmente cuando son evaluados por otros hombres”.
Si los hombres ven que su desarrollo profesional es penalizado, muy probablemente se van a retirar del trabajo que está relacionado con el voluntariado.
“Al mostrar que las expectativas sobre esto son diferentes por género, esta investigación plantea la pregunta de cómo nuestra cultura de género puede estar impidiendo que nuestros mejores talentos trabajen en nuestros problemas sociales más apremiantes”, dice Lee.
Autores originales:
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- Traducción del artículo Punished for Pro-Social Work
por Laura Morales. Invierno 2022.
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