Los Climate Risk Labs previenen los declives económicos provocados por el cambio climático y aceleran la investigación ambiental para crear el futuro de la energía limpia.
Las instituciones financieras se interesan cada vez más por el cambio climático. En marzo, la Reserva Federal de EE.UU. creó el Supervision Climate Committee (Comité para la Supervisión del Clima) con el fin de identificar los riesgos financieros asociados al cambio climático, desde las alteraciones que produce en las economías locales hasta las inestabilidades que genera en el mercado de seguros. La evaluación de estos riesgos es ahora una prioridad a medida que los fenómenos meteorológicos extremos se han presentado con más frecuencia.
Ante este reto, los gobiernos nacionales y bancos privados han recurrido a organizaciones sin fines de lucro y universidades para buscar ayuda. Una de las organizaciones que respondió al llamado es Climate Risk Labs (Laboratorios sobre el riesgo climático, CRL por sus siglas en inglés), cuyo objetivo es agilizar la investigación científica en materia climática y crear alianzas para aprovechar sus bases de datos y de esta forma diseñar soluciones de energía limpia para el futuro.
Riskthinking.AI (RT) es una empresa con sede en Toronto que provee datos sobre riesgos climáticos. Su fundador y director, Ron Dembo, y el director de tecnología Brendan Reilly crearon los CRL en febrero de 2021. Climate Risk Classification Standard (Criterio de Clasificación del Riesgo Climático) es el criterio utilizado en los protocolos de investigación en los CRL, dicho criterio es una herramienta que evalúa el riesgo financiero provocado por el cambio climático, lo cual hoy en día es referente en la industria.
En su fase inicial, CRL fue financiada por RT en conjunto con Black Bean Capital y First Solar, una empresa que fabrica paneles solares. Algunas otras aportaciones provienen de la Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio (NASA por sus siglas en inglés), de 9H Energy, una empresa de energías limpias, y de la Universidad de Wyoming, entre otras donaciones privadas.
CLIMATEWISDOM es el nombre de la interfaz de programación de aplicaciones donde los CRL almacenan los datos y el análisis del riesgo climático. Dicha interfaz cuenta con algoritmos que permiten integrar de manera continua la nueva información con los datos ya existentes. Los algoritmos determinan el intervalo de riesgo de diversos factores del cambio climático como, por ejemplo, el aumento del nivel del mar, la temperatura y los ciclos de congelación y descongelación.
CLIMATEWISDOM cuenta con información que data desde el año de 1850 y cada nuevo dato que se añade se vincula con puntos de referencia histórica. Esto permite a los investigadores monitorear la evolución del clima local a través de los años y así determinar de una mejor manera el futuro climático de zonas geográficas.
Dembo y Reilly han creado una red de socios quienes, además de ayudar a mejorar su base de datos sobre el riesgo climático, apoyan financieramente a la organización a través de contribuciones: algunos comparten los gastos de investigación, otros aportan tecnología avanzada y proporcionan personal, experiencia o recursos en especie.
Según Reilly, esta red es “un entorno colaborativo para investigadores independientes que conecta a comunidades de científicos que tienen ideas afines con expertos de la industria y personas que toman decisiones basándose en evidencia.
El objetivo es atraer a otras instituciones de investigación para que se integren a su red de laboratorios encargados de analizar el cambio climático, evaluar riesgos y tomar medidas de prevención. Utilizar una base de datos en común y compartir los mismos estándares a través de un comité de supervisión resultará en un intercambio de datos más ágil, lo que a su vez impulsa la investigación sobre el cambio climático.
Algunas de las principales entidades asociadas son las siguientes: 9H Research, que es la unidad de investigación de 9H Energy con sede en la Universidad de Wyoming; el Fields Institute for Research in Mathematical Sciences (Instituto Fields para la investigación en las ciencias matemáticas), y el Vector Institute. Los CRL también colaboran con organismos reguladores, multinacionales, entidades financieras y empresas pequeñas.
Reilly considera que asociarse con diversas instituciones es “un elemento esencial de su estrategia” para agilizar la investigación sobre el clima a través de la colaboración y el intercambio de datos.
A través de su programa de patrocinio, los CRL unen la ciencia y la divulgación, ya que garantiza a otros laboratorios de cambio climático acceso abierto a sus investigaciones y datos, incluyendo la información de CLIMATEWISDOM.
Los CRL apuestan por un cambio en dos niveles: contar con mejores sistemas y métodos para medir con precisión el riesgo actual y la situación futura; tener una mejor coordinación entre esos sistemas (sean comerciales, académicos, gubernamentales o de otra procedencia) y métodos más inteligentes. Podría interesarte: “Informe del 2030. Lo que una pandemia global nos enseñó acerca del modo de afrontar el cambio climático”
El plan de trabajo de los CRL para el 2022 y años posteriores consiste en orientar su investigación a las consecuencias locales del cambio climático, sobre todo en sectores específicos.
Por mencionar un ejemplo, su trabajo en colaboración con el Department of Energy’s Argonne National Laboratory (Laboratorio nacional Argonne del Departamento de energía) de Estados Unidos ha mostrado avances al ampliar la investigación sobre el riesgo climático en zonas geográficas que actualmente sufren los efectos en sus intereses comerciales como la minería, la agricultura y la ganadería.
Durante el mes de noviembre, los CRL participarán como asesores en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el cambio climático que se celebrará en Glasgow, donde se reunirán más de 200 gobiernos para definir una nueva serie de acuerdos climáticos, brindando especial atención a la evaluación de riesgos financieros.
Los CRL son más que un centro de investigación: al evaluar el riesgo e incertidumbre, crean puntos de referencia que resultan esenciales para tomar decisiones informadas sobre el futuro del medio ambiente y la economía mundial.
Autores originales:
- Gordon Feller ha pasado 40 años en Silicon Valley, enfocándose en los impactos de la tecnología. Ha desempeñado varios papeles, incluyendo el ser miembro global en el Smithsonian, como ejecutivo con compañías privadas y como miembro del consejo de numerosas organizaciones sin fines de lucro.
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Este artículo es contenido original de la revista de Stanford Social Innovation Review publicado en la edición otoño 2021.
- Traducción del artículo Measuring Climate Risk por Jorge Treviño.
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