"The Voltage Effect" (El Efecto Voltaje) de John List, ofrece consejos para las empresas que quieren conseguir un gran éxito, ¿pero producirá esta búsqueda constante de crecimiento más problemas que beneficios?
Estoy seguro de que John List no pensó que su nuevo libro, The Voltage Effect: How to Make Good Ideas Great and Great Ideas Scale (El Efecto Voltaje: cómo hacer que las buenas ideas sean grandiosas y que las grandiosas ideas se amplíen), plantearía cuestiones fundamentales sobre el capitalismo estadounidense. Como economista de la Universidad de Chicago, que formó parte del Consejo de Asesores Económicos del expresidente estadounidense George W. Bush, y como economista jefe de Uber y Lyft, List ha construido una impresionante carrera en economía del comportamiento. Aprovechando esa experiencia, List nos presenta The Voltage Effect como un manual para conseguir "voltaje": el poder de llevar una idea de la pequeña a la gran escala. "El camino desde la etapa inicial hasta el efecto generalizado requiere una cosa y nada más que eso: ampliación, lo cual es la capacidad de crecer y expandirse de forma sólida y sostenible", explica List. "Solo se puede cambiar el mundo a través de la ampliación".
Sin embargo, The Voltage Effect no escapa del efecto gravitatorio de la política. La ampliación es un problema reciente, ya que los legisladores de ambos partidos están cada vez más preocupados por el excesivo poder de mercado de las grandes empresas tecnológicas que no están reguladas. Sin embargo, List no pretende halagar a los multimillonarios del sector tecnológico. Su crítica a la teoría del "gran hombre" del crecimiento económico (la idea de que las empresas tienen éxito gracias al ingenio de sus fundadores como Elon Musk y Jeff Bezos) está presente en su libro.
En cambio, List sugiere que el éxito de la ampliación es un logro social y colectivo, producto del diseño institucional y de la forma en que se coordina a un gran número de empleados para que trabajen juntos de forma eficaz.
List dedica la primera mitad del libro a presentar los obstáculos más comunes de la ampliación y cómo evitarlos: hay que tener cuidado con los falsos positivos; no se debe confundir la audiencia inicial con la que se tendrá una vez dada la ampliación; es preciso saber si el éxito depende de los “ingredientes” o del “chef”; hay que ser cuidadoso con los efectos secundarios, y evitar las des-economías de escala, es decir, las situaciones en las que los costos por unidad aumentan o se mantienen sin cambios a medida que la empresa se amplía. La segunda parte del libro plantea cuatro buenas prácticas para lograr lo que el autor llama "ampliación de alto voltaje": incentivar a los empleados para que reconozcan desde el principio problemas posibles, como los falsos positivos; enfocarse en la productividad del siguiente dólar marginal; saber cuándo abandonar una idea que no funciona, y crear una cultura institucional que tenga éxito a gran escala.
The Voltage Effect es un manual que resultará útil para el público en general donde se abordan conceptos económicos como "utilidad marginal" y "rendimientos marginales decrecientes". Sin embargo, el estilo accesible del libro da pie a que los capítulos se perciban como algo ligeros. Pese a que List ilustra hábilmente los conceptos económicos con anécdotas y su propia experiencia, no ofrece muchas propuestas en concreto sobre cómo poner en práctica sus consejos. Irónicamente, "el cómo implementar" de este manual es escaso, y su concepto de voltaje termina pareciendo un concepto de marketing a medias con el que se sustenta el libro.
List afirma que sus lecciones son aplicables no solo a los empresarios, sino también a los lectores aficionados y a las personas que, como yo, se interesan por cuestiones políticas más amplias. El libro trata de la ampliación en un "sentido extenso e inclusivo", escribe List, "alternando entre los mundos de la empresa, la política y todo lo que hay entre ellos". Yo diría que está en lo correcto, aunque a veces de forma más radical de lo que él pretendía.
Comentemos ahora el capítulo que trata sobre cómo determinar si una start up tiene éxito por su "chef" o por sus "ingredientes". List utiliza el ejemplo de un plan de estudios elaborado para ayudar a que los estudiantes en comunidades marginadas cierren la brecha de rendimiento académico. Si el plan de estudios solo puede ser impartido por los mejores profesores (los "chefs"), este no podrá ampliarse. Por el contrario, el plan de estudios (los "ingredientes") también debe ser de fácil acceso para un profesor con un nivel de conocimientos habitual, y no solo para los mejores profesores. La lección que nos da List sobre "la tecnología que es fácil de usar se puede ampliar" resulta ser un tema que los políticos estadounidenses deberían de aprender, ya que las prestaciones sociales a menudo se consiguen de manera complicada y son muy específicas, como los créditos fiscales, y por ello en ocasiones los beneficiarios deben superar trámites burocráticos que son muy complicados e incluso contradictorios.
A lo largo de The Voltage Effect, List hace hincapié sobre la necesidad de realizar ensayos controlados aleatorios en repetidas ocasiones, llevar a cabo pruebas beta y recopilar datos, de modo que los empresarios eviten falsos positivos, y así comprendan mejor a los clientes de una empresa, "generando activamente las alternativas" a seguir si un proyecto actual fracasa. Aunque es un consejo acertado, esta estrategia también requiere tiempo, energía y, lo que es más importante, dinero, en formas que pudieran parecer redundantes e ineficaces.
El dinero no solo es un problema para las empresas privadas, las cuales están sujetas a la presión de la competencia de mercado para aprovechar cada dólar. También es un problema para el gasto público, que suele limitarse por temor a los grandes presupuestos y los enormes déficits, así como a destinar dinero al próximo Solyndra, el fabricante de paneles solares que quebró en 2011 tras recibir por parte del gobierno estadounidense cientos de millones de dólares en préstamos para energías limpias. Sin embargo, el fracaso es un efecto inevitable de la experimentación fructífera. Aplicado a la esfera pública, el argumento de List implica una actitud generosa, abundante e incluso despreocupada hacia el gasto, todo esto con el fin de recopilar suficientes datos y llevar a cabo suficientes experimentos que justifiquen la investigación.
Podemos llevar las ideas de List en direcciones aún más radicales. Consideremos su análisis del "lock in", un fenómeno de los gigantes tecnológicos según el cual entre más gente utilice una plataforma, más valioso resulta para todos los demás utilizarla y es menos valioso recurrir a otra plataforma. Esto implica que una gran plataforma tecnológica como Facebook es el equivalente a un monopolio natural en Internet. Hasta los libros de texto de economía indican que los monopolios naturales deberían ser propiedad del gobierno y estar gestionados por el mismo, o al menos, estar regulados de forma rigurosa como servicios públicos, dado que estas plataformas no se enfrentan a la competencia, la cual es la encargada de hacer que las empresas ofrezcan el mejor valor a los clientes.
En otro capítulo dedicado a las culturas institucionales que se pueden ampliar, List estudia los experimentos de diferentes empresas en torno a la "competencia en conjunto", es decir, una mezcla de estructuras competitivas y cooperativas entre varios equipos de una empresa. La "competencia en conjunto" podría aplicarse con la misma facilidad a toda la economía para determinar cuál es la mejor manera de estructurar una actividad económica en particular: la cooperación o la competencia. ¿Por qué, por ejemplo, es legal que una empresa jerárquica como Uber coordine los precios entre sus conductores pero es ilegal que los conductores coordinen los precios entre ellos como una especie de cooperativa democrática?
Incluso se podría señalar que, si nuestro gobierno hubiera aplicado correctamente la ley antimonopolio y las reglas del mercado libre, Uber nunca habría podido crecer hasta su tamaño actual. Desarrollar una buena plataforma de software para solicitar transporte no es fácil, pero esto no es algo exclusivo de Uber. La verdadera innovación de la empresa fue darse cuenta de que las plataformas entre pares le permitirían afirmar que no era un empleador como tal y que, por tanto, es posible evitar las obligaciones legales (y los costos derivados) que las empresas están obligadas a otorgar a sus empleados.
Al no tener que seguir las mismas reglas que tus competidores, tendrás un gran éxito y "ampliarás" tu tamaño fácilmente. Todo el modelo de negocio de Uber es, en realidad, una forma de arbitraje regulatorio, que ofrece un mejor valor a los consumidores a costa de sus trabajadores, sin tomar en cuenta que la economía debería beneficiar a ambas partes.
Podría decirse que el ejemplo antes mencionado no es una crítica directa a The Voltage Effect. Al fin y al cabo, List ofrece su libro a las empresas y compañías particulares. La función del gobierno es dar forma a la economía en general en la que operan las empresas y organizaciones. El autor simplemente aborda una categoría diferente de problemas.
El problema que tengo en mente es que Estados Unidos cuenta con un sistema ideológico profundamente arraigado y bien financiado, cuyo objetivo es oscurecer esta situación ante la vista de los legisladores, haciéndoles creer que lo que es bueno para una empresa en particular (menos impuestos y menos regulaciones) también es bueno para el resto de la economía. Muy a menudo estos actores políticos evitan distinguir entre una idea que se amplía y una idea que se amplía dentro los límites en constante expansión de una sola empresa. Un objetivo fundamental de la competencia de mercado es difundir las innovaciones, es decir, hacer que una idea que ha sido adoptada por una empresa obligue a todos sus competidores a adoptarla también, de modo que puedan seguir siendo competitivos y que los costos de la innovación sean los más bajos posibles, beneficiando así a los consumidores. Un conjunto de políticas económicas que promuevan la ampliación de las ideas es muy diferente a un conjunto de políticas que incentiven la ampliación de las empresas. Sin embargo, es fácil imaginarme a muchas personas leyendo el libro de List convencidas de que la labor del gobierno debería ser apartarse del camino de las empresas.
Los mercados son, en última instancia, una creación del gobierno. No surgen de la nada, sino que los mercados se forman cuando la sociedad sigue ciertas reglas y normas. La innovación es, por sí misma, un proceso totalmente amoral; sus avances pueden ser favorables o perjudiciales para la sociedad. (Véase, de nuevo, Uber). El gobierno no solo tiene el derecho, sino la obligación de garantizar que sus normativas fomenten innovaciones a favor de la sociedad y disuadan aquellas ideas que son perjudiciales.
El propósito de una empresa es producir bienes y servicios, mientras que el propósito de un gobierno es producir una sociedad justa y funcional. Exigir "eficiencia" a la esfera pública es un error grave.
Una vez que admitimos esto, como lo hace el autor, que algunos esfuerzos son tan valiosos que "trascienden la monetización y las medidas convencionales", habremos derrumbado todo el marco conceptual de los economistas para asignar valor. Lo único que queda es la simple pregunta de qué tipo de sociedad queremos construir nosotros, el pueblo, a través de nuestros representantes electos, sin tener en cuenta los ingresos ni el análisis costo-beneficio.
Nada de esto quiere decir que yo crea que List ha escrito un libro malo o nocivo. Lo que quiero decir es que necesita una pieza complementaria que pueda leerse a la par, un texto con una visión más holística que aborde cuestiones más amplias: ¿cómo deberíamos distinguir entre ampliar una idea y ampliar una empresa? ¿Qué tipo de reglas de mercado propician las innovaciones que deseamos? En lo que respecta a la regulación e inversión públicas, ¿qué enfoque lograría que seguir los consejos de List fuera lo más práctico para el mayor número posible de empresas?
Reconozco que no estoy seguro de cuál es esa pieza complementaria, ya que no sé si algo así ya esté escrito. Pero si las empresas son las plantas individuales, y el gobierno es el jardinero, entonces ya estamos inundados de consejos populares para que las plantas sean la mejor planta que puedan ser. Aunque pocos de nosotros dirigimos grandes empresas, vivimos en un mundo moldeado por las mismas, y a su vez elegimos a los políticos que deben darles forma. Así que lo que más necesitamos es un entendimiento común de las condiciones que deben guiar al jardinero proverbial: cuándo, cómo y con qué fin se deben sacar las tijeras de podar.
Autores originales:
- Jeff Spross es un escritor freelance en temas de economía y política. Su trabajo ha sido publicado en The Week, The American Prospect y Democracy.
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Este artículo es contenido original de la revista de Stanford Social Innovation Review publicado en la edición primavera 2022.
- Traducido por Laura Morales.
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