La clave de los grupos en línea para lograr organizarse sin líderes formales ni mecanismos de autoridad, y cómo replicar este modelo en cualquier otro sector.
¿Cómo es que los grupos en línea consiguen organizarse sin líderes formales ni mecanismos de autoridad? ¿Existe alguna forma de aplicar nuestro conocimiento de auto-organización a otros grupos de estructuras más formales y fuera del ámbito digital?
Un nuevo artículo de Felipe G. Massa, profesor asociado de Gestión y Emprendimiento en el Colegio de Negocios de la Universidad Loyola de Nueva Orleans, y Siobhan O’Mahony, profesora de Innovación y Emprendimiento de la Escuela de Negocios Questrom en la Universidad de Boston, profundiza en este tema al examinar Anonymous, el colectivo de hacktivistas de internet, y cómo las estructuras que creó para los participantes afectan a su gobernanza.
“Al crear una arquitectura de participación (un marco sociotécnico que empodera a los expertos técnicos y discretamente los canaliza hacia foros designados a los recién llegados), los activistas de la red mejoraron su capacidad colectiva para coordinar acciones complejas e interdependientes a escala”, escriben los investigadores.
La investigación tiene una larga historia, menciona Massa. Originalmente formaba parte de su tesis, que terminó en 2012, “era uno de esos trabajos a los que todavía no les había llegado su momento”. En aquel entonces, la Primavera Árabe, los levantamientos organizados en gran medida a través de plataformas digitales que sacudieron a los países árabes desde Túnez hasta Siria, era bastante reciente. El movimiento Black Lives Matter pronto despegaría. Parler, la app de redes sociales alternativa de derecha aún no se había puesto en marcha.
Massa comenzó investigando formas alternativas de organización en empresas, como la plataforma de publicación en línea Medium y la empresa de ropa en línea Zappos, que son bien conocidas por, prácticamente, no tener gerentes. Pero todas las empresas deben tener alguna forma de jerarquía, aunque sean estructuras relativamente horizontales. “Quería una versión más pura de la autoorganización y la autogestión”, dice. Massa también buscaba una escala, un grupo más grande que el de comunidades intencionales como los kibutz de Israel o el de las comunas utópicas modernas que aparecen en Estados Unidos.
“Esas funcionan bien cuando la gente se conoce, cuando hay confianza y normas que todos comparten”, afirma. “Pero a medida que crecen, se descompone; hay cismas entre los subgrupos, acaban deshaciéndose, o tienden a adoptar jerarquías y gestiones tradicionales, y abandonan el experimento de gestionarse sin directivos”.
Anonymous, un colectivo de vigilantes en línea que llevó a cabo espectaculares ataques de hackeo contra importantes objetivos como la Reserva Federal de Estados Unidos y la Iglesia de la Cienciología, ofreció una forma de investigar a un grupo distribuido de anarquistas que nunca se ha relacionado en persona.
“Es interesante porque se trata de una autoorganización a escala, y la tecnología desempeña un papel importante en por qué esto es posible” dice Massa.
Los investigadores merodearon por 4chan, el tablero de imágenes en línea donde interactuaban los participantes, y aprovecharon la serie de ataques de alto perfil de Anonymous para obtener información sobre cómo el grupo tomaba decisiones.
“Con un estudio inductivo de campo y de archivo de siete años, entendimos cómo los activistas del colectivo Anonymous organizaron 70 acciones de protesta mientras porfiaban por integrar a los recién llegados y coordinar actividades cada vez más complejas”, escriben.
Aunque Anonymous es amorfo, sí tiene una estructura, según descubrieron Massa y O’Mahony. El grupo tiene diferentes canales en línea con moderadores, cada uno de los cuales dirige una sala de chat específica. En lugar de un control normativo, que Massa y O’Mahony caracterizan como uno donde “todo el mundo comparte las mismas ideas sobre hacia dónde van, qué está bien y qué no lo está”, Anonymous funcionaba como un control arquitectónico, en el que “las reglas y las normas están integradas al software que controla a la gente”. Un grupo estructurado de esta manera necesita un líder o un equipo de liderazgo que predetermine las reglas y configure el software. Una vez establecidas las salas de chat, los nuevos miembros del grupo pueden autoseleccionarse en estas salas “para que sientan que todavía tienen algo de control”, menciona Massa.
Las conclusiones de los investigadores pueden generalizarse para estudiar otros grupos similares. La Revolución de los Paraguas de Hong Kong y el movimiento Black Lives Matter (Las Vidas Negras Importan) también utilizan algunas características de esta arquitectura, en la que los participantes son canalizados hacia intereses y tareas específicas. Esto permite a los partidarios de los Paraguas cierto desentendimiento y “proporciona una capa de protección contra las responsabilidades de las acciones de las personas dentro de tu laberinto”, dice Massa.
“Además de proporcionar una descripción detallada del funcionamiento interno específico de Anonymous, el artículo también proporciona una visión teórica más amplia sobre cómo los colectivos autoorganizados son capaces de coordinar sus actividades, incluso cuando la organización crece sin una autoridad jerárquica formal”, dice Michael Y. Lee, profesor adjunto de Comportamiento Organizacional en el INSEAD de Francia.
La importancia del artículo, menciona Lee, radica en su explicación de cómo Anonymous fue capaz de conseguir que sus partidarios trabajaran por el interés del grupo al pasar de los controles normativos a los controles arquitectónicos a medida que el movimiento se hizo más grande.
“Lejos de carecer de estructura y ser anárquicos, los colectivos autoorganizados que prosperan exitosamente son capaces de utilizar la estructura en los lugares adecuados para mantenerse sincronizados”, afirma Lee.
Felipe G. Massa y Siobhan O’Mahony, “Order from Chaos: How Networked Activists Self-Organize by Creating a Participation Architecture” (“Orden a partir del caos: cómo los activistas en red se autoorganizan mediante la creación de una arquitectura de participación”), Administrative Science Quarterly, próximo a publicarse.
Autores originales:
- Chana R. Schoenberger (@cschoen- berger) es una periodista radicada en Nueva York. Escribe sobre negocios, finanzas e investigación académica.
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Este artículo es contenido original de la revista de Stanford Social Innovation Review publicado en la edición otoño 2021.
- Traducción del artículo How Anonymous Self-Organized por Leticia Neria.
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