Este artículo es contenido original de la revista de Stanford Social Innovation Review publicado en la edición Invierno 2021.
Ilustración de Adam McCauley
Omar Wasow fue hijo del movimiento por los derechos civiles. Su madre trabajó en Upward Bound, un programa federal que ayuda a la gente joven, especialmente a la juventud Negra, a ingresar a la universidad. Su padre participó en campañas de registro de votantes en Mississippi como parte de la campaña del Verano de la Libertad, en el mismo grupo en que estaban James Chaney, Andrew Goodman y Michael Schwerner, los activistas asesinados por el Ku Klux Klan en 1964.
Con todo esto, Wasow alcanzó la mayoría de edad en la década de 1980, cuando las políticas punitivas y de orden público acompañaron el aumento histórico de la población penitenciaria en Estados Unidos. Tras lanzar BlackPlanet, una red social Negra que precedió a Facebook, y pasar doce años ahí, Wasow seguía desconcertado por el aumento de políticas hiperpunitivas en Estados Unidos. ¿Cómo se pasó de las victorias en materia de derechos civiles de mediados de 1960 al severo endurecimiento contra el crimen de los 70 y 80?
Para comprender mejor este cambio, Wasow regresó a la escuela de posgrado para estudiar cómo las protestas políticas lideradas por Negros entre 1960 y 1972 moldearon la opinión pública y la de las élites. ¿Por qué algunas protestas generaron una oleada de atención y simpatía mientras que otras, calificadas como crimen y disturbios, recibieron respuestas hostiles por parte de los estadounidenses blancos?
Wasow, profesor de Política en la Universidad de Princeton, recogió 275,000 encabezados de la primera plana de ocho periódicos diferentes de esos 12 años, y revisó cuidadosamente su lenguaje. Por ejemplo, se centró en si una protesta codificada como pacífica predecía un titular posterior que incluía el término derechos civiles. También si una protesta codificada como violenta predecía un titular posterior que utilizaba la palabra disturbio.
“Lo hace, y a la inversa no sucede lo mismo”, dice Wasow. “Una protesta violenta no predice un titular sobre derechos civiles, y una protesta pacífica no predice un titular sobre disturbios. Entonces, de verdad hay algo sobre qué está pasando en el terreno que predice los titulares de las primeras planas”.
En lugar de detenerse en la legitimidad de alguna táctica particular, la investigación de Wasow observa la movilización estratégica, o aquello que obtiene una respuesta de simpatía por parte de la prensa y del público. Los académicos han considerado por mucho tiempo el establecimiento de la agenda (agenda setting) como un proceso dirigido por las élites. “Pero estoy intentando defender lo que llamo pluralismo puntuado: la idea de que hay momentos en los que alcanzan a escucharse voces ajenas”, dice Wasow. Cuando las voces marginales consiguen que sus problemas lleguen a las portadas para que sus preocupaciones sean vistas y llevadas al frente de la conciencia pública del público en general, Wasow lo llama “sembrar agenda” (agenda seeding).
Para medir los efectos de la violencia iniciada por manifestantes, Wasow estudió cuidadosamente la elección presidencial de 1968, y calculó que las protestas violentas influyeron en un estimado de 1.5 % a 7.9 % de los votantes para elegir a Richard Nixon, el candidato por el orden público, sobre su rival Hubert Humphrey, el autor de la Ley de Derechos Civiles de 1964. “Para ser claros: hay mucha violencia por parte del estado contra los manifestantes”, afirma Wasow, “pero mi trabajo se centra en lo que hacen los manifestantes”. En 1968, la actividad de protesta pacífica sembró en las agendas informativas la discusión sobre derechos civiles, y la legislación liderada por las élites impulsó una cobertura mediática incluso más favorable. En función de lo que hacen, los activistas tienen oportunidad de formar opinión pública y narrativas mediáticas, dice Wasow.
Wasow marca una clara línea entre las protestas violentas y el que más votantes prefieran al candidato por el orden público. Él encuentra que la proximidad, tanto temporal como geográfica, también es relevante. Al examinar los patrones de votación a nivel condado, descubrió que los condados a menos de 100 millas de una protesta pacífica votaron más liberalmente en 1964, 1968 y 1972. El mismo efecto fue evidente dos años después de las protestas pacíficas. Lo contrario sucedió en condados cercanos a protestas con violencia iniciada por los manifestantes, donde los votantes se dirigieron más al lado conservador.
“El estudio de Wasow es uno de los primeros en analizar la conmoción de todo el periodo de malestar social a lo largo del país, de una forma que busca identificar el efecto causal de ese malestar político”, dice Ryan Enos, profesor de gobierno en la Universidad de Harvard. La parte causal es fundamental porque en verdad queremos saber si los disturbios por sí mismos, y no otra cosa, tuvieron un efecto en la política”.
El análisis de Wasow prueba que el giro conservador en Estados Unidos en 1968 fue todo, menos inevitable. Tan solo cuatro años antes, la mayoría de los votantes blancos se alinearon con los derechos civiles y apoyaron abrumadoramente a Lyndon B. Johnson. Al extraer lo aprendido de la década de 1960, Enos advierte que es necesario ser cauteloso.
“Las actitudes y políticas raciales hoy en día soy muy diferentes a las de la década de 1960”, dice Enos. “Esos disturbios se desarrollaron en un periodo de tensión racial casi al máximo en los Estados Unidos del siglo XX y en un contexto de cambio demográfico a gran escala, así como una creciente segregación. Además, la destrucción ocurrida en los disturbios de la década de 1960 opacó lo que vemos hoy, lo cual complica la comparación”.
Omar Wasow, “Agenda Seeding: How 1960s Black Protests Moved Elites, Public Opinion and Voting,” (“Sembrar agenda: cómo las protestas Negras de la década de 1960 movilizaron a las élites, a la opinión pública y al voto”) American Political Science Review, vol. 114, no. 3, 2020.
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Traducción del artículo Protests, Violence, and Political Change por Leticia Arlet Neria Durán. Como becaria Conacyt, obtuvo su doctorado por la Universidad de St Andrews, Escocia, con una tesis relacionada con el humor y la resistencia política durante la guerra sucia en México. Sus temas de interés son la argumentación, los estudios culturales, de medios de comunicación y la relación de todos estos con la historia.
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