¿Qué se necesita en un kit de herramientas para que cualquier persona interesada en abordar problemas sociales pueda generar una solución? Este software es un gran primer paso.
Alejandro Crawford y Tuba Erbil pusieron en marcha RebelBase en 2020. Crawford, quien se desempeña como director general, tiene formación en educación y Erbil, quien funge como directora de operaciones, en ingeniería química. “La razón por la que creamos RebelBase fue porque el emprendimiento social no es una herramienta sofisticada que aprendes en el segundo año de tu programa de maestría en administración de empresas, más bien, se trata, simplemente, de la oportunidad de hacerlo y de hacerlo con una estructura y una red que te apoyen”, afirma Crawford.
Un conjunto de módulos llamados “constructores de proyectos” ayudan a los usuarios del software —a quienes se les conoce como “rebeldes”— en el proceso de ideación, descubrimiento de soluciones, validación y prototipado, manejo de finanzas, presentación de ventas, retroalimentación y atracción de inversionistas.
Crawford lo llama un sistema de aprendizaje experimental, en el cual el usuario organiza a los creadores de proyectos por orden de fecha o secuencia y recibe crítica constructivas de otros miembros de la comunidad RebelBase.
“Le destinamos mucho tiempo al problema, y desde el principio nos preguntamos qué está subdesarrollado y qué no funciona. Los rebeldes revisan el mapa de sistemas, identifican los puntos débiles y luego elaboran un panorama competitivo”, apunta Eliza Edge, directora de contenidos y comunicaciones de RebelBase.
Este enfoque guiado y escalonado ha acumulado una base de usuarios en todo el mundo, entre los que se encuentran SPINteams, un proyecto de formación empresarial, RiseBoro Community Partnership (Asociación Comunitaria RiseBoro) en Brooklyn, Nueva York y la Open Society University Network (Red Universitaria de la Sociedad Abierta), una red mundial de instituciones educativas.
Las organizaciones se suscriben a RebelBase para que sus miembros puedan disponer de la plataforma. RebelBase cuenta con una versión gratuita, la cual permite el acceso a cinco constructores de proyectos y puede ser utilizada sin afiliarse a las organizaciones suscritas. Las suscripciones se dividen en niveles —desde $9,500 dólares anuales hasta más de $48,000— en función del número de usuarios y características adicionales. Existen tarifas personalizadas para un gran número de usuarios.
“Ya sea un proyecto medioambiental, de género, de educación,cualquier tipo de proyecto,— puedes aplicarlo en RebelBase. Y ya seas un experto en emprendimiento o un principiante, te educa”, dice Dalia Najjar, co-instructora del programa de emprendimiento social de Al-Quds Bard College (AQB) en Palestina. Najjar ha trabajado en la plataforma durante los dos últimos años en calidad de usuaria, profesora y formadora. “Está dando acceso a emprendedores de todo el mundo que realmente no tienen acceso. Puedes presentarle esta plataforma a inversionistas y financiadores cuando tu proyecto esté listo o darles acceso a miembros del equipo para una función específica y crear un equipo”, añade.
Una de las historias de éxito de la plataforma es la de Ahmad Hijaw, estudiante de AQB, creador de CleanPalCo, un proyecto para abordar el problema de la contaminación y la falta de suministros para la construcción en Palestina a partir del uso de neumáticos desechados, residuos de piedra y agua para fabricar productos como ladrillos, azulejos y pisos vinílicos. El proyecto, construido en RebelBase, ganó el premio a la Mejor Empresa Estudiantil 2021 en el concurso regional árabe INJAZ (que significa “logro” en árabe) y fue nominado para competir a nivel internacional, con lo cual atrajo inversores y capital inicial para crear una empresa.
“RebelBase es ampliamente aplicable más allá de la educación tradicional: su enfoque colaborativo e iterativo significa que puede utilizarse para todo tipo de proyectos de aprendizaje”, indica Barclay Palmer, inversionista y usuario de RebelBase.
La empresa también se está dirigiendo a pequeños inversionistas institucionales y donantes para obtener financiamiento. El producto mínimo viable se construyó con el aporte de mano de obra. Cuando RebelBase tuvo su lanzamiento comercial, la primera inversión de 50,000 dólares fue de un familiar que había colaborado con Crawford en publicaciones sobre educación y fuerza laboral. El desarrollo adicional del software se financió a través de una deuda convertible con inversionistas como Palmer, capital de mano de obra formalizado a través de un plan de opciones sobre acciones y los primeros ingresos obtenidos.
Recientemente, RebelBase presentó una propuesta de un millón de dólares como parte de sus planes de crecimiento futuro. La propuesta fue desarrollada por un grupo de trabajo de emprendimiento social convocado por la Red Universitaria de la Sociedad Abierta, en colaboración con miembros de la Talloires Network of Engaged Universities (Red Talloires de Universidades Comprometidas). En un plazo de cinco años, RebelBase aspira a prestar su servicio a más de 1,500 organizaciones.
“Gran parte de la educación es muy vertical, y eso es un poco engañoso porque en el mundo de los negocios, la inversión y el espíritu empresarial, hay diferentes maneras de hacer las cosas", opina Palmer, que se refiere a RebelBase como una franquicia para dummies de la era digital. “RebelBase encapsula eso de una manera que no es amenazante, sino colaborativa y orientada al espíritu de equipo. Es una especie de cultura, y no solo un montón de instrucciones”.
Autores originales:
- Ruskana Hussain es una periodista independiente ubicada en Los Ángeles, California.
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Este artículo es contenido original de la revista de Stanford Social Innovation Review publicado en la edición verano 2022.
- Traducción del artículo Democratizing Social Entrepeneurship por Ángela Mariscal.
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