Cómo aprovechar una especie invasora de los ríos de México y crear empleos con el "pez diablo".
En el estado de Tabasco, al sureste de México, una especie invasora ha amenazado los medios de vida locales, la diversidad de especies y las condiciones medioambientales. El pez gato acorazado (apodado “pez diablo”) es un habitante de los fondos de agua dulce de estanques y ríos que se reproduce rápidamente y se alimenta de los huevos de otros peces autóctonos. Durante ya varios años, ha sido una plaga para los pescadores de Tabasco.
Francisco Félix Mendoza, un pescador de tercera generación, notó al pez diablo por primera vez durante una inundación en 2015. Dos años después, vio que el pez diablo se había había reproducido, desplazando a las especies autóctonas que él, y otros pescadores vendían a residentes y restaurantes para ganarse la vida.
“Solíamos ganar 700 pesos [35 dólares] al día pescando entre 20 y 25 kilogramos de especies autóctonas, pero una vez que llegó el pez diablo, lo llamamos la plaga que nadie quería”, cuenta Mendoza. “Ahora, un pescador tiene suerte si gana entre 200 y 250 pesos [de 10 a 13 dólares] al día pescando de 5 a 6 kilogramos”.
Mike Mitchell, quien se mudó a Tabasco en 2014 con una beca Fullbright, se enteró del pez gato invasor al entrevistar a pescadores para su investigación sobre el impacto socioeconómico de la pesca a pequeña escala en Tabasco. “Había mucho estigma sobre el pez diablo: desde que fue creado en un laboratorio, hasta que a la gente le crecían branquias después de comerlo”, observa.
En un intento por cambiar actitudes, Mitchell se asoció con la chef local Lupita Vidal para organizar talleres comunitarios sobre cómo se podía cocinar y comer como fuente de proteína. Sin embargo, solo unos pocos restaurantes fueron persuadidos para comprar filetes.
En el verano de 2017, Mitchell y Vidal deshidrataron algunos filetes para convertirlos en cecina, que fue bien recibida por la familia, amigos y conocidos de Mitchell. Poco después de inscribirse ese otoño en un programa de posgrado en estudios de desarrollo en la Universidad de California, Berkeley, Mitchell se asoció con su compañero de clase Sam Bordia para convertir la cecina de pescado en un negocio. La empresa, Acari Fish, nombre que recibe el pez diablo en Brasil, se creó en la primavera siguiente.
El éxito llegó temprano, en el concurso Big Ideas del 2018, en el que los estudiantes de la UC presentan ideas de negocio de innovación social en etapa inicial. Mitchell y Bordia recibieron 7,000 dólares y ocho meses de redes de trabajo y tutoría de empresarios tras haber sido los primeros finalistas. Los cofundadores también recaudaron 100,000 dólares en fondos de arranque entre amigos y familiares.
A finales de la primavera de 2018 surgió un desafío en la cadena de suministro, justo antes de que Acari enviara un cargamento de pez diablo a Chicago para ser procesado. El gobierno estadounidense les notificó que México no estaba autorizado para exportar pez gato para consumo humano a los Estados Unidos.
Para eludir esta restricción, Mitchell y Bordia se lanzaron como empresa canadiense en febrero de 2020. Sin embargo, cerraron la empresa tras no poder ganarse a los consumidores canadienses, ni poder comercializar el producto en persona debido a las restricciones de la pandemia de COVID-19.
Pero ambos resistieron. Cuando se enteraron de que las regulaciones estadounidenses permitían la importación de pez gato de México destinado al consumo animal, reorientaron su negocio hacia la comida para mascotas y relanzaron Acari Fish desde Berkeley, California, en agosto de 2021. La empresa cuenta ahora con una planta de procesamiento en Tabasco atendida por cinco locales, incluido Mendoza, quien dirige la producción. También depende de unos 10 pescadores locales que le suministran peces diablo de los lagos cercanos.
A partir del verano de 2022, Acari ha extraído alrededor de 85 toneladas de peces diablo de los lagos de Tabasco para producir su cecina, además de aderezos en polvo para alimento de mascotas. Ambos se comercializan bajo el nombre de Pezzy Pets y se venden en línea y en algunas docenas de tiendas locales de mascotas.
A pesar de estos avances, la empresa sigue enfrentando diversos retos: la falta de infraestructura en México para ampliar la producción y el escaso financiamiento. A lo largo del próximo año, Mitchell espera recaudar 350,000 dólares de inversores y de un proyecto de Kickstarter, que, en parte, se utilizarán para cumplir con la normativa para una segunda planta de procesamiento que está estableciendo el programa de extensión de la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco, donde los estudiantes trabajarán a cambio de capacitación.
Mitchell prevé un modelo de franquicia para futuras plantas de procesamiento en México.
“Somos agnósticos en lo que refiere a productos”, explica. “Necesitamos ver qué producto venderá más pescado para poder tener el mayor impacto en esta comunidad. El principal factor de motivación detrás de lo que hacemos es conseguir que los pescadores sean autosuficientes y consigan una excelente vida”.
Autores originales:
- Kristine Wong es una periodista multimedia, escritora y editora con sede en el Área de la Bahía de San Francisco. Ha trabajado para The Guardian (Estados Unidos/Reino Unido), Bay Nature, Civil Eats, Sierra Magazine y Modern Farmer.
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Este artículo es contenido original de la revista de Stanford Social Innovation Review publicado en la edición otoño 2022.
- Traducción del artículo Good Overfishing.
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