Los autores Michael Lenox y Rebecca Duff exigen innovaciones disruptivas y una reconfiguración radical de las industrias para descarbonizar el planeta para el 2050.
No hay mejor manera de aprovechar el niño que llevamos dentro y comprender la crisis climática mundial que visitar una fábrica de cemento. Enormes en su tamaño, opresivamente calurosas y de complejidad Seussiana (referencia al autor americano Dr. Seuss), las fábricas de cemento son la apoteosis de la era industrial, ya que han hecho posibles todas las obras monumentales de la civilización moderna, desde los rascacielos de Dubai hasta los puentes colgantes de China.
La fabricación de cemento es también uno de los principales responsables del cambio climático, ya que representa el 7% de las emisiones mundiales de CO2. Si la industria del cemento fuera una nación, tan solo China y Estados Unidos generarían más emisiones. Para resolver este problema, los profesores de la Escuela de Negocios Darden de la Universidad de Virginia, Michael Lenox y Rebecca Duff, afirman que hay que encontrar la manera de fabricar “cemento verde”. Esta es solo una de las soluciones ante las docenas de retos técnicos que se examinan en su nuevo y constructivo libro, The Decarbonization Imperative: Transforming the Global Economy by 2050 (La imperativa descarbonización: transformando la economía global para 2050), que presenta un enfoque sectorial para “ofrecer una visión amplia de la disrupción tecnológica... necesaria para descarbonizar la economía mundial de aquí al año 2050”, la fecha que es ampliamente reconocida en la que la sociedad tendrá que conseguir emisiones cero para evitar una catástrofe.
Un dato curioso que los lectores aprenderán en The Decarbonization Imperative es que la mayor parte de las emisiones del cemento no provienen de la enorme potencia térmica utilizada para producir el material, sino de una reacción química en el proceso de fabricación que libera dióxido de carbono. Ya conocía los problemas vinculados al cemento cuando tuve la oportunidad de visitar una planta en las afueras de Pueblo, Colorado, como parte de un Consejo Estatal que trabaja en la lucha contra la contaminación por carbono. Quería entender todas las complejidades del proceso de fabricación para poder elaborar una mejor política al respecto. Luego de una introducción a través de diapositivas, pregunté: “¿Me estás diciendo que la forma de hacer cemento es poner piedra caliza, arcilla y arena en una cubeta y cocinarlo?”. La respuesta corta: “Sí”.
La planta que visité era básicamente un horno gigante construido a propósito junto a una cantera de piedra caliza. ¿Hay algo más irónico? Este es el problema del clima en pocas palabras: seguimos dirigiendo a la sociedad a base de quemar y cocinar cosas que hemos cortado o desenterrado.
Intentar cuadrar ese círculo, descubrir cómo el mundo puede modificar rápidamente 200 años de una economía atrapada en el carbono, es el trabajo que Lenox y Duff se propusieron llevar a cabo. Lo hacen con diligencia, pues no dejan ninguna piedra sin remover. El libro es un manual técnico que evalúa los cinco sectores principales (energía, transporte, industria [bienes de equipo como el aeroespacial, la defensa y la ingeniería], edificios y agricultura) que necesitan descarbonizarse, ofreciendo múltiples soluciones para cada industria.
Por ejemplo, en el análisis que hacen los autores de los eructos de las vacas -uno de los retos climáticos más intrigantes derivados de las industrias láctea y bovina- proponen una ingeniosa solución que utiliza los avances tecnológicos en la producción. “En 2009 se obtuvo la secuencia del genoma del ganado doméstico, lo que proporcionó a los científicos y a los ganaderos la oportunidad de identificar el ganado vacuno y lechero más productivo del rebaño, para poder criar con base en los rasgos deseados”, señalaron. “Uno de esos rasgos podría ser una menor producción de metano”. Las modificaciones genéticas que producen ganado con bajo nivel de metano son solo una respuesta potencial de las muchas que tiene la industria láctea y cárnica.
Los autores evitan caer en la trampa que atrae a los que buscan soluciones al problema del clima, y que consiste en identificar y promocionar erróneamente las soluciones al problema del clima porque se ven impulsados por la esperanza y no por los hechos. Su sección sobre el carbono del suelo abarca todos los enfoques convencionales que han acaparado mucha atención en la última década, muchos de los cuales, resultan estar sustentados en datos científicos poco fiables. Los autores concluyen justamente que “la descarbonización de la agricultura es improbable para el 2050”.
Asimismo, se muestran igualmente pragmáticos ante la realidad de los vehículos eléctricos.
“Parece que la disrupción sostenible del transporte es inminente”, comentan. “La cuestión importante, sin embargo, puede que no sea si se producirá esta disrupción, sino durante cuánto tiempo. El tiempo es esencial. Incluso si todas las ventas de vehículos nuevos en el mundo fueran eléctricas, todavía se necesitaría una década, como mínimo, para que la rotación de las flotas de vehículos existentes descarbonicen por completo el transporte.”
He experimentado esta discrepancia de tiempo, entre la urgencia de la acción necesaria y el tiempo que lleva implementar el cambio, en mi propio trabajo como responsable de la política climática en Colorado. Hemos luchado a través de demandas, tortuosas reuniones públicas y enormes retrasos burocráticos para conseguir la aprobación de una política de vehículos eléctricos que exigiría que solo el 6% de las ventas fueran eléctricas, algo difícilmente revolucionario.
Saber cuándo una tecnología empieza a reducir las emisiones puede ser una de las interrogantes más importantes en la elaboración de políticas climáticas. Ayudar a encontrar una respuesta ha sido el papel que han jugado los modeladores climáticos como los de la organización sin fines de lucro Climate Interactive (Clima Interactivo). Sus simulaciones muestran que los pequeños reactores nucleares modulares, favorecidos por Bill Gates y mencionados brevemente como una tecnología prometedora en este libro, no empezarán a reducir las emisiones hasta el 2053. Esto indica que la próxima generación de armas nucleares es mucho menos importante (y posiblemente irrelevante) si se compara con las tecnologías que detendrán la combustión de combustibles fósiles hoy en día.
Los respectivos conocimientos de los autores sobre el emprendimiento y la innovación contribuyen a sus análisis en The Decarbonization Imperative. Al principio del libro señalan que “el fracaso en la adopción de una tecnología limpia... habitualmente refleja la realidad del mercado de que la tecnología limpia no es tan deseable como las tecnologías alternativas en las dimensiones de interés existentes”. Aunque los autores no sugieren en absoluto que la innovación nos salvará (de hecho, expresan con firmeza la necesidad de soluciones normativas).
Esta observación pasa por alto el hecho de que nuestra economía del carbono se construyó intencionadamente a lo largo de décadas de influencia gubernamental por parte de la industria de los combustibles fósiles, el oscurantismo científico y las subvenciones heredadas.
En un entorno así, quizá no se adopte una mejor tecnología.
Hay una razón por la que la camioneta Ford Ranger de hoy en día consigue recorrer casi el mismo kilometraje que hace 25 años, y esto no se debe al hecho de que una versión más eficiente no sea deseable.
La verdad sobre la crisis climática es que, con algunas excepciones, siempre hemos sabido cómo resolver el problema de manera técnica. También conocemos, por lo general, el conjunto de políticas necesarias para implementar esas tecnologías.
Este libro es una visión magistral de esas soluciones y forma parte de una creciente y también necesaria nueva literatura que incluye publicaciones de la organización sin fines de lucro Project Drawdown (Proyecto Reducción), el libro de Bill Gates How to Avoid a Climate Disaster (Cómo evitar un desastre climático), en el que se olvida por completo de las políticas como solución esencial, y el que es quizás el más cercano en alcance y ambición, el libro de Saul Griffith, Electrify (Electrizar). Pero el problema al que se enfrenta la sociedad no consiste tanto en qué soluciones tecnológicas o normativas se deben implementar, sino en cómo ponerlas en marcha.
Las estrategias prometedoras que recomiendan Lenox y Duff no podrán llegar si no hay un movimiento ciudadano mucho más fuerte en apoyo de una acción climática agresiva. La verdad es que ningún sector de la sociedad estadounidense se preocupa lo suficiente por el clima como para convertirlo en una prioridad nacional. Por ejemplo, la prensa, que influye en la opinión pública. El canal de negocios CNBC (Canal de Noticias de Consumo y Negocios, Consumer News and Business Channel, por sus siglas en inglés) recientemente ha creado una mesa de diálogo sobre el clima, pero, como tuiteó en agosto el escritor especializado en energía, David Roberts, si quieres ver “cómo es cuando los medios de comunicación estadounidenses se preocupan realmente por algo [,] es algo como la cobertura de Afganistán”. Nunca ha existido una cobertura mediática tan intensa sobre el clima.
La falta de atención a este tema por parte de los legisladores, el público y los medios de comunicación es la razón por la que creo que incluso los manuales técnicos como el de Lenox y Duff necesitan adentrarse en la cuestión de cómo exactamente sus soluciones tecnológicas y sus propuestas normativas obtienen la suficiente fuerza política como para llevarse a cabo. Este tema (el trabajo preliminar de organizaciones sin fines de lucro como Extinction Rebellion, 350.org, POW y el Sunrise Movement) será probablemente el tema de la próxima serie de libros sobre el clima, como el libro de Paul Hawken, Regeneration: Ending the Climate Crisis in One Generation (Regeneración: Terminar con la crisis climática en una generación), que intenta combinar la justicia, el clima, la biodiversidad y la dignidad humana en un plan para reducir las emisiones en casi un 50% para el año 2030.
Las ideas de los autores sobre cómo progresar, por ejemplo, consisten en mejorar los acuerdos climáticos mundiales que, desde la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro de 1992, se han centrado “en gran medida en objetivos nacionales de emisiones individuales que pocos países han podido cumplir con éxito”, señalan. “Una perspectiva de innovación tecnológica sugiere otro enfoque. En lugar de centrarse en los objetivos de emisiones, hay que centrarse en los cambios tecnológicos”. Posteriormente, recomiendan una serie de enfoques, de los cuales el más interesante es la idea de crear una coalición de naciones y fabricantes de aviones (el duopolio de Boeing y Airbus produce el 91% de los nuevos aviones) orientada hacia la descarbonización. Esta idea es a la vez refrescante y realista, ya que resulta desalentador salir de cada cumbre mundial sobre el clima con una caja llena de objetivos que no son vinculantes y, a la vez, son imposibles de cumplir.
Otra forma de hacer crecer el movimiento es asegurarse de que los libros sobre el tema sean apasionantes. Aunque en The Decarbonization Imperative encontramos un recurso educativo increíble, y gran parte de él resulta fascinante para un experto como yo, puede que no sea tan cautivador para los lectores ajenos a este campo. No obstante, la escritura académica no tiene por qué ser aburrida. Una prosa brillante puede ofrecer la oportunidad de impulsar e inspirar a los lectores, y los que se dedican a resolver el problema del clima, un grupo universalmente abatido, desaliñado y depresivo, necesitan toda la positividad a su alcance. El carácter académico del libro influye no solamente en el estilo de la escritura, sino también en la disposición de los autores para divertirse un poco. En su capítulo sobre la energía, por ejemplo, Lenox y Duff mencionan de pasada las “turbinas eólicas flotantes” y luego abordan rápidamente a otro punto, como si fueran padres despreocupados. Pero ¿turbinas eólicas flotantes? Esta es una oportunidad para alegrar un poco una batalla sombría e ilustrar la asombrosa creatividad y el virtuosismo tecnológico que hay en el núcleo de muchas de las soluciones climáticas.
Pero estas críticas son meras nimiedades. The Decarbonization Imperative es una guía vital para la transición más importante en la historia de la humanidad. El libro debería estar en todos los escritorios como un recurso para los académicos, legisladores y ciudadanos por igual, para inspirar y ayudar a hacer realidad los sueños de un planeta más saludable.
Autores originales:
- Auden Schendler es vicepresidente Senior de Sostenibilidad de Aspen Skiing Company (Compañía de Esquí de Aspen) y presidente del consejo de administración de la organización sin fines de lucro Protect Our Winters (Protejamos Nuestros Inviernos). Es también ex comisario de control de la calidad del aire de Colorado, y es autor del libro Getting Green Done (Hacer realidad lo verde).
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- Traducción del artículo Getting to Zero por Jorge Treviño.
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