Iniciativa Colibrí explora cómo el sector filantrópico puede proporcionar recursos para organizaciones, líderes y movimientos que promueven la justicia climática y migratoria, y, así, beneficiar a las comunidades que atraviesan el continente americano en busca de nuevas oportunidades.
Para nosotres en Hispanics in Philanthropy (HIP), la historia de la migración no es conceptual. A través de nuestro trabajo que construye, financia e impulsa el poder latino, hemos vivido y aprendido de primera mano cuán complicadas pueden ser las experiencias de pérdida y duelo. Es por eso que, a medida que evolucionan las necesidades de las personas en movimiento, también deben hacerlo nuestras estrategias para apoyarlas.
En el 2022, lanzamos la Iniciativa Colibrí: Un Fondo Transnacional de Acción para la Migración Climática para proporcionar tanto un plan como una invitación para explorar cómo el sector filantrópico puede proporcionar recursos a líderes, organizaciones y movimientos de justicia climática y migratoria en los Estados Unidos, el Caribe, y en toda América Latina para abordar este nexo.
En el folclore maya, el colibrí es mensajero de buena suerte y símbolo de migración. Para nosotres es un recordatorio de nuestra cultura y de la importancia de comprometernos con valores que buscan el respeto al medio ambiente y la protección de nuestras comunidades. Esto significa que construimos confianza, desarrollamos agendas comunes para el cambio, especialmente a través de la reforma de políticas. Además, incidimos de forma colaborativa, y usamos nuestra plataforma para compartir historias. Hacemos esto escuchando a nuestras aliadas y permitiéndoles guiar nuestra estrategia filantrópica y participar activamente en la evolución de Colibrí.
Nuestros aprendizajes compartidos son una oportunidad para que el sector filantrópico explore las causas fundamentales locales de la migración y promueva la justicia climática. Nuestro objetivo es trabajar con las comunidades en las Américas afectadas por el cambio climático para, así, pasar de la crisis a la oportunidad.
Conectando los puntos entre cambio climático y migración en América Latina
El Banco Mundial estimó que, para 2050, más de 200 millones de personas podrían migrar debido al cambio climático, de los cuales, 17 millones serían de América Latina. Pero para entender el crecimiento de refugiados climáticos de América Latina, en primer lugar, tenemos que mirar lo que sucedió en toda la región en la década de los 90’s. En ese momento, los gobiernos comenzaron a favorecer estrategias de desarrollo orientadas al crecimiento sin un enfoque de desarrollo humano. Lo que comenzó como un objetivo para financiar programas sociales y eliminar la pobreza, se transformó rápidamente en un ciclo codependiente y tóxico entre gobiernos en América Latina y los inversores extranjeros. Esto fue el neoextractivismo, una estrategia de desarrollo de políticas entre el estado y el sector privado para utilizar los ingresos de los recursos naturales para el desarrollo del país, como programas sociales. Esto atrajo a grandes actores globales a invertir, lo que incrementó la demanda y dependencia de los recursos naturales de América Latina. Esta estrategia ha provocado una intensa explotación de las personas y también del planeta. Ejemplos de esto son la extracción a través de la minería descontrolada, la deforestación y las prácticas agrícolas y ganaderas dañinas que agotan la tierra y contaminan el agua y el aire.
Con el fin de favorecer las ganancias, las corporaciones y los gobiernos han ignorado la protección de la tierra y los derechos humanos. Las personas han sido desplazadas por la fuerza, han perdido sus trabajos y han desarrollado problemas de salud debido a prácticas tóxicas y no reguladas. En Brasil, por ejemplo, “pesticidas arrojados cerca de la escuela Indígena del pueblo Guyraroka en Mato Grosso do Sul condujeron a la hospitalización de niños y adolescentes y la muerte de animales.” A esto se suma la violencia, la corrupción, la discriminación y falta de oportunidades y derechos legales. Estos desafíos se han convertido rápidamente en un catalizador que influye en la decisión de huir de sus países de origen.
De acuerdo con Devex, en su Informe de Migración Mundial 2022: “los desastres están impulsando el desplazamiento en América Latina, con Honduras reportando el mayor número de personas desplazadas internamente debido a desastres naturales, con 937,000 en 2020. En Cuba son 639,000, Brasil 358.000 y en Guatemala 339,000. Las tormentas tropicales y los huracanes están causando la mayor interrupción, con 1.7 millones de personas desplazadas por los huracanes Eta e Iota, que azotaron Centroamérica en noviembre de 2020”. Y en Puerto Rico, tras el paso del huracán María, casi 136.000 personas fueron evacuadas hacia los Estados Unidos”.
Lo que es peor es que las personas y comunidades históricamente excluidas de estos desastres naturales, se han visto afectadas de manera desproporcionada. Estas personas enfrentan el impacto del cambio climático más severamente debido a las disparidades socioeconómicas que enfrentan.
Necesidad de responsabilizar: proteger la naturaleza y construir poder
Es grave saber que los efectos del cambio climático están afectando drásticamente la vida de las personas que no son las principales responsables de la contaminación del medio ambiente. Según el último Informe sobre la Brecha de Emisiones, “las naciones desarrolladas, y en particular las personas más ricas, tienen la mayor responsabilidad. Las emisiones combinadas del uno por ciento más rico de la población mundial representan más que las del 50 por ciento más pobre”. Esta codicia por la energía y el desarrollo es la que agrava el cambio climático. Necesitamos encontrar una manera de equilibrar la contaminación a través de la protección y uso sostenible de los recursos naturales.
Algunas corporaciones, por otro lado, han reconocido su papel en la creciente crisis climática pero continúan siendo particularmente mesuradas en sus respuestas. Como informó recientemente Político, "más del 96 % de las 250 empresas más grandes del mundo por ingresos informan su trabajo ambiental, social y de gobernanza (ESG, por sus siglas en inglés), y casi todas han establecido objetivos climáticos basados en objetivos de emisiones globales o nacionales" Sin embargo, "solo el 20% de las 166 principales empresas del mundo por emisiones han establecido objetivos de emisiones basados en la ciencia". Lo que es peor, es que la mayoría de las empresas no están dispuestas a hablar sobre su trabajo ESG o han exagerado su progreso. Este reconocimiento y falta de transparencia de las empresas, plantea preocupaciones sobre la forma de generar verdadera responsabilidad.
A pesar de la abrumadora evidencia, los convocantes ambientales internacionales no han sido efectivos en responsabilizar a las corporaciones y los actores estatales. Por ejemplo, se ha demostrado científicamente que el dióxido de carbono es un contaminante del aire, pero debido a que los actores internacionales lo consideran un gas de efecto invernadero, se ha dejado fuera de las mediciones del cambio climático y, por lo tanto, ha permitido que los mayores contaminadores eviten estar sujetos a más multas por los daños. Además, se han ignorado en gran medida los llamados a la responsabilidad de los mayores contaminadores, como China, que es responsable por las mayores emisiones de carbono del mundo.
Más recientemente, en la COP27, vimos un reconocimiento y acuerdo débil sobre daños y pérdidas. La COP27 tiene una oportunidad para impulsar acciones concretas y eficaces para las comunidades que se han visto más afectadas y garantizar formas para frenar las causas que generan el cambio climático. En corto tiempo, se intentó buscar respuestas que garantizaran el arraigo digno en las comunidades y que las migraciones sean elegidas, justas y con protección de todos los derechos.
El impacto desproporcionado del cambio climático en América Latina, junto con una falta enorme de responsabilidad, tanto de las corporaciones como de los países con mayor interés económico, ha dificultado abordar las causas fundamentales de la migración climática. Todo esto se suma a los contextos sociopolíticos en la región que han resultado en violencia, corrupción y falta de movilidad económica. Devex informó que “una de las principales dificultades en el desarrollo de políticas sobre el clima y la migración es la naturaleza compleja de los temas involucrados. La migración en el contexto de los impactos climáticos adversos es en su mayoría multicausal, ya que la decisión de migrar a menudo está determinada por una combinación de diferentes factores, incluidos los factores climáticos”.
Un lugar para comenzar
Un lugar para comenzar es aumentar la recopilación y el análisis de datos culturalmente competentes de lo que está sucediendo. Como nos ha compartido el activista Alejandro Daly, “es imperativo que la construcción de una narrativa global que fortalezca la comprensión de la migración climática como un tema crítico sea liderada por los migrantes”. En la misma línea, como señaló Grist, “si los países no saben quiénes son los migrantes climáticos, qué necesitan, de dónde vienen, o por qué se fueron, no podrán ayudarlos ni evitar nuevas migraciones desde las mismas áreas”. Se deben asignar recursos para comprender y abordar las causas fundamentales y la legislación debe reflejar esos hallazgos para ir más allá de las constantes luchas de respuesta rápida.
Los gobiernos pueden incorporar un mayor número de variables a sus sistemas de registro y análisis de la información de su población y explorar y proponer mecanismos eficientes de protección, por ejemplo, en los casos de migraciones climáticas. Esto evita que las personas afectadas en movimiento sean bloqueadas innecesariamente o se enfrenten a la violencia sancionada por el Estado a lo largo de sus rutas hacia la búsqueda de seguridad. Algunos países, como Panamá, Colombia, Ecuador y Bolivia, ya han tomado medidas lideradas por comunidades Indígenas para garantizar los derechos legales de la naturaleza.
También, debemos apoyar la oleada de defensores de los derechos humanos y ambientales que arriesgan sus vidas al hablar sobre este trabajo de activismo. Especialmente en América Latina, donde se registra la mayor cantidad de ataques y, de acuerdo con una investigación, debido a la impunidad, se registran solo “el 20% de los casos perpetrados durante la última década”. Environment Rights explica que a medida que “la demanda de productos como la madera, los minerales y el aceite de palma continúa aumentando, los gobiernos, las empresas y los delincuentes están explotando la tierra con poca consideración por las personas que viven en ella”. Las comunidades Indígenas y sus defensores, especialmente las mujeres, tienen más probabilidades de enfrentar el riesgo de violencia o muerte. Tan solo en 2021, “los países con mayor número de muertos fueron Colombia, México y Brasil”.
Nuestro derecho a un medio ambiente limpio y seguro es un derecho humano fundamental. Y las políticas, las prácticas para proteger y obtener alimentos, agua limpia, vivienda adecuada y educación, son indispensables para asegurar que nuestros derechos sean protegidos.
El clima es un tema multidimensional: la filantropía necesita un enfoque holístico
La naturaleza no tiene fronteras con respecto a los desastres que ocurren. El sector filantrópico debería actuar con una filosofía similar. En HIP, construimos la Iniciativa Colibrí porque detectamos la necesidad de un espacio nuevo para construir un ecosistema de apoyo vibrante y próspero en América Central y del Sur, México, el Caribe y los Estados Unidos. Las personas líderes de justicia climática y de las migraciones han estado aisladas y buscaban compartir sus experiencias y proponer soluciones a la comunidad global.
Nuestra responsabilidad es movilizar recursos, no solo dinero, y reunirnos para desarrollar habilidades, trabajar en coaliciones, compartir ideas, y crear oportunidades de apoyo. También, para garantizar que estas oportunidades estén disponibles para las organizaciones que defienden la justicia climática y el derecho a migrar. Debido a que el cambio climático es un problema multidimensional, las financiadoras deben ser proactivas para aprender cómo el clima afecta a sus comunidades y sus habitantes, independientemente del área del problema.
No podemos aislar aún más a las mismas comunidades que esperamos apoyar esperando que las personas enmarquen su realidad para que se ajuste a la forma en que opera la filantropía convencional. Este tipo de aislamiento conduce no sólo a la disminución de la experiencia vivida, sino que facilita que los donantes perpetúen soluciones limitadas a problemas complejos.
Un lugar para comenzar es la guía reciente de Candid, Centrar la equidad y la justicia en la filantropía climática. El recurso destaca la perspectiva de la equidad y la justicia para abordar la crisis climática. Explican que “menos del 2% de las donaciones globales se destina a mitigación del cambio climático,” y de eso, solo una fracción de ese financiamiento llega a organizaciones en el sur global que consideran muchas veces son “infra-financiados, subrepresentados y, en la mayoría de los casos, vuelto invisibles.” En los Estados Unidos, un reporte por Comité Nacional para la Filantropía Responsable (NCRP) notó la decepcionante realidad que las tendencias de “las donaciones locales y nacionales para la justicia de inmigrantes y refugiados no se mantuvieron al mismo ritmo de crecimiento general de las donaciones en el sector filantrópico.”
Otro gran paso es apoyar el ecosistema de activistas por la justicia climática y las organizaciones de primera línea que apoyan a las personas en movimiento, quienes tienen una gran experiencia de primera mano. Desde la política hasta el cambio de narrativas, entienden y pueden elevar qué defender y proteger, y cómo debe hacerse. Por último, hay muchas oportunidades para financiar investigaciones innovadoras, recopilar datos para estudiar las tendencias de la migración climática, abordar las causas fundamentales, y responsabilizar a la filantropía, los gobiernos y las corporaciones.
Los filántropos necesitan despertar y actuar. Estamos cansadas de ver las mismas noticias una y otra vez– de ver las mismas imágenes de personas que sufren. Y sabemos que tú también lo estas. Debemos tomar medidas para hacer crecer un movimiento vibrante, con todos los recursos, interseccional e intergeneracional.
En este esfuerzo por transformar la visión filantrópica del clima y migración nuestra Iniciativa Colibrí establece las cuatro siguientes estrategias de acción principales:
Convocar y conectar | Nos centraremos en crear espacios de diálogo y aprendizaje intergeneracional e intersectorial para construir ideas y soluciones. En estos espacios invitamos a líderes comunitarios para elevar las voces y narrativas compartidas que conocen profundamente los problemas que enfrentan sus comunidades y que informarán el desarrollo de la estrategia.
Crear nuevas subvenciones u movilización de recursos | Nuestro enfoque será para apoyar las organizaciones de primera línea dirigidas por jóvenes, aquellas que centren las soluciones de los pueblos indígenas y que ya están enfocadas en la defensa de la justicia climática y/o pro-inmigrante, la construcción de movimientos, y los servicios directos.
Desarrollar Narrativas | Identificaremos y comunicaremos las verdades basadas en las experiencias de las comunidades afectadas. Este es un esfuerzo de colaboración para combatir la información errónea y la desinformación sobre las comunidades afectadas.
Compromiso de los financiadores | Vemos este compromiso como la pieza final para cerrar la crear brecha y espacios colaborativos entre líderes comunitarios y financiadores. Esto implica una responsabilidad de parte de los financiadores para apoyar en el desarrollar conocimientos, estrategias y recursos colaborativos para las organizaciones de primera línea.
En fin, esperamos que nuestras estrategias aporten a disminuir la presión para migrar, apoyen el mayor respeto e implementación de acciones holísticas de justicia climática, y empoderen a quienes definen estrategias de incidencia colectiva con el potencial de informar y cambiar la política local e internacional sobre los derechos de los migrantes climáticos.
Autores originales:
- Andrea Villaseñor de la Vega es directora de Migración y Desplazamiento Forzado de Hispanics in Philanthropy.
- Hilda Vega es directora de Práctica Filantrópica en Hispanics in Philanthropy.
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Este artículo es contenido original de la revista de Stanford Social Innovation Review en Español #6. |
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