Llevar alta tecnología al corazón geográfico de comunidades excluidas impulsa el avance económico y desafía normas de inclusión.
Ali1, ingeniero en ciencias computacionales de una familia palestino-musulmana en Israel, vivía lejos del centro económico y geográfico del país. Ali se graduó de una prestigiosa institución académica israelí y fue contratado por una compañía de software bien establecida en Tel Aviv, una excepción en una industria donde solo un mínimo porcentaje de profesionales en tecnología son árabes. La compañía que contrató a Ali no tenía a otros empleados musulmanes o palestinos. Su cultura y su identidad nacional eran inusuales y desconocidas en la oficina. Ali se sentía solo en las festividades musulmanas, por no hablar de en los días festivos nacionales cargados de tensiones políticas, como los días de conmemoración y de la independencia. Además, trabajar en el centro de Israel implicaba viajar diariamente cuatro horas, porque rentar un departamento en Tel Aviv era prácticamente imposible. Ali permaneció en la compañía por menos de un año.
La historia de Ali no es única. Refleja la subrepresentación de las comunidades excluidas en los sectores de crecimiento económico alrededor del mundo, particularmente en la industria de la tecnología. Esta subrepresentación es apenas un componente de la separación y alienación que dichas comunidades experimentan. Cuando sus vecindarios también están segregados geográficamente, la sociedad dominante los considera, en el mejor de los casos, un destino de “turismo exótico” y, en el peor de los casos, como zona prohibida por miedo al crimen o la percepción de otras amenazas. La interacción entre personas de las sociedades dominantes y las excluidas, cuando ocurre, gira en torno a los servicios que estas últimas proporcionan como meseros, encargados de limpieza, albañiles, u obreros, entre otros proveedores de servicios de bajo nivel.
Debido a la poca interacción entre las poblaciones, a la violencia institucional y a la vigilancia excesiva que enfrentan los miembros de las comunidades excluidas, los candidatos potenciales para empleos en la industria de la alta tecnología pueden verse disuadidos de buscar oportunidades profesionales o, incluso, entrevistas de trabajo.
La segregación, por lo tanto, se sostiene a partir de un bucle interno en el que las condiciones sociales mantienen la distancia entre miembros de las comunidades excluidas y la sociedad dominante, aun cuando las empresas no discriminen activamente.
Estos cambios sociales representan barreras para los candidatos que van más allá de los obvios obstáculos profesionales. Como resultado, solo pocas personas excepcionales de las comunidades excluidas eligen estudiar y trabajar en profesiones tecnológicas, y estos se encuentran, con frecuencia, aislados cultural y socialmente. La brecha es a veces tan dramática que estas personas no están conscientes ni de la existencia ni relevancia de estas profesiones tecnológicas. Al tener tan pocos ejemplos, si es que alguno, de personas que logran éxito profesional, se entiende que les cueste trabajo imaginarse a ellos mismos integrándose con éxito a estas profesiones.
Los enfoques más comunes sobre la diversidad, equidad e inclusión en el lugar de trabajo están basados en traer a los miembros de la comunidad excluida a las sedes industriales que ya existen. Bajo el entendido que dicha integración no puede lograrse sin el esfuerzo de los empleadores, las compañías asumen la carga de hacer sus equipos más “diversos” e “inclusivos”. Pueden designar directores a cargo de la diversidad, cambiar sus políticas para garantizar equidad de oportunidades de empleo, asegurarse de que los empleados tomen capacitaciones para evitar sesgos involuntarios, instaurar programas de mentores, formar grupos especiales en pro de la diversidad , y más. Sin embargo, dichas iniciativas para generar diversidad fracasan una y otra vez. Incluso cuando estos esfuerzos son sinceros, la persona buscando trabajo enfrenta barreras para entrar al mundo de las corporaciones tecnológicas y también para sobrevivir allí por un tiempo significativo. Más aún, incluso las iniciativas con las mejores intenciones de integrar a miembros de comunidades excluidas enfrentan una verdad incómoda: no hay suficientes candidatos aplicando a estos puestos, y no todos quienes aplican están calificados.
Las empresas suelen ofrecer formación práctica para hacer frente al problema de la diversidad en la industria de la tecnología, reconociendo las desventajas que tienen los miembros de las comunidades excluidas e intentando crear igualdad de condiciones en términos de experiencia y habilidades. Pero, con frecuencia, estas capacitaciones no generan una participación masiva entre las comunidades que están excluidas de las profesiones tecnológicas. Más allá del conocimiento profesional y la experiencia técnica y de campo que proveen las capacitaciones, las barreras sociales, étnicas y económicas más fundamentales a menudo no son abordadas.
Por lo tanto, surge una situación paradójica: por un lado, algunas comunidades son excluidas de las empresas de alta tecnología y de la movilidad social que estas permiten. Por otro, incluso cuando las compañías con buenas intenciones desean contratar a personas de estas comunidades e implementar medidas de diversidad e inclusión para hacerlo posible, el total de candidatos calificados e interesados suele ser pequeño. Los miembros de las comunidades excluidas siguen desincentivados a estudiar o capacitarse en estas profesiones y a unirse a los sectores de crecimiento económico, en particular, a los de la alta tecnología.
Inclusión Tecnológica, el modelo que proponemos en este artículo, busca desentrañar esta paradoja. Echa una mirada sincera a las barreras sociales y económicas que impide a las comunidades excluidas participar en la industria tecnológica. El modelo sugiere que esta industria puede ser un motor para impulsar la inclusión si giramos de cabeza el paradigma de inclusión. Esto se logra acercando a la industria a la comunidad excluida, en vez de traer a la comunidad excluida a la industria, al mismo tiempo que se cultiva un ambiente de apoyo tanto para los candidatos potenciales como para las empresas.
El enfoque de Inclusión Tecnológica en la industria de alta tecnología surge no solo de la exclusión que predomina en la industria, sino también del gran potencial que ofrece: movilidad social y económica independiente del contexto; empleo en áreas distribuidas y, por tanto, en la cercanía de las comunidades excluidas; y una nueva fuente de empleados, especialmente en las economías centradas e tecnología.
Si resulta exitoso, la presencia de un centro tecnológico en un vecindario o pueblo excluido que emplea tanto a miembros de la comunidad local como a profesionales externos, puede sacudir las relaciones de poder, romper estereotipos e impulsar un cambio social.
Inclusión Tecnológica en Israel
Nuestro modelo se origina en una de las sociedades más polarizadas del mundo y en una industria de alta tecnológica excluyente. En 2008, los ciudadanos palestinos en Israel conformaban el 21% de la población del país, pero menos del 0.5% de profesionales empleados en la industria de alta tecnología, el motor principal de crecimiento en la economía israelí.2 Sobra decirlo, estas cifras de empleabilidad no abarcan la amplitud total de los retos que los ciudadanos palestinos de Israel enfrentan para integrarse a la sociedad judío-israelí: los palestinos y judíos viven, mayormente, en barrios separados; la educación pública está segregada étnicamente; además, las barreras lingüísticas y la discriminación persisten en varias áreas de la vida.
En 2007, Smadar Nehab, coautora de este artículo, estaba en una posición única. Como directora experimentada en ingeniera informática, judía israelí y activista con lazos profundos con la comunidad palestina en Israel, Nehab reconoció la severa inequidad de empleo que experimentaban los graduados palestinos de carreras de STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas por sus siglas en inglés ). Además, percibió la oportunidad desaprovechada y el fracaso comercial de la industria. En ese entonces, la industria tecnológica israelí sufría la falta de talento ingenieril, una necesidad que culminó en una escasez laboral de más de 18,500 trabajadores en 20193 , alrededor del 6% de la fuerza laboral de esta industria. Como vicepresidenta de ingeniería en sula startup donde trabajaba anteriormente Nehab ya había enfrentado problemas reclutando ingenieros calificados. Cuando la junta de directores le solicitó que buscara ingenieros extranjeros, ella se preguntó para qué hacer eso si en Israel ya había tantos palestinos calificados y subempleados con un grado universitario. Convenció a Yossi Coten, amiga y experta en gestión de logística de centros tecnológicos, a unirse con ella.
Mientras tanto, Sami Saadi, un ciudadano palestino de Israel que vivía en el norte del país tenía la esperanza de iniciar una aldea tecnológica en la zona para ayudar a construir una economía sostenible para Galilea, una región muy poblada por árabes. Nehab y Coten se asociaron con Saadi y, a inicios de 2008, fundaron Tsofen: una ONG cuya misión es conectar a los ciudadanos palestinos de Israel con la industria tecnológica.
Tsofen se fundó sobre dos pilares: su estructura palestino-israelí y su misión de ayudar a traer las operaciones de la industria de alta tecnología a las proximidades geográficas de la población palestina en Israel. El primer pilar era esencial para los fundadores: no podía lograrse ningún cambio radical a menos de que los miembros de la comunidad palestina se involucraran directamente y de igual forma. Debido a la desigualdad de poder entre los judíos y los palestinos de Israel, también estaba claro que los socios judíos necesitaban hacer uso de su posición privilegiada y ser parte de los esfuerzos. La asociación palestino-judía continuó como una base fundamental para Tsofen.
El segundo pilar fue más desafiante porque requería convencer a las empresas de abrir nuevas operaciones comerciales en núcleos de población palestina. Los profesionales de la industria se mostraron reacios a hacerlo pues, afirmaban, “no hay árabes en el sector tecnológico”. Esta afirmación era parcialmente cierta. Aun cuando en ese entonces miles de palestinos en Israel contaban con títulos universitarios en ciencias duras, solo cientos de ellos estaban empleados en profesiones de alta tecnología, y la mayoría terminaba trabajando como maestros o en tiendas minoristas, en construcción, u otras profesiones que no correspondían a sus grados académicos. Por lo tanto, dadas las poquísimas opciones de empleo que existían para ellos tras graduarse, muy pocos palestinos decidían estudiar algo relacionado con tecnología.
A finales de 2007, mientras Tsofen se preparaba para comenzar sus operaciones, la compañía Galil Software se creó en Nazareth, la ciudad palestina más grande en Israel. Fue fundada por líderes en las comunidades de la industria de alta tecnología y del capital de riesgo en Israel, que compartían la visión de Tsofen de encabezar la integración de los árabes israelíes en la industria tecnológica y, al mismo tiempo, abordar la demanda severa de ingenieros de software en el país. Galil se convirtió en la prueba viviente de que es viable dirigir una operación tecnológica exitosa en un núcleo de población árabe.
Para atraer a más compañías a unirse a Galil y convencerlas de la viabilidad empresarial, Tsofen trabajó para asegurarse subsidios financieros de parte del gobierno israelí. También apoyó a compañías en el proceso de reclutamiento, funcionando como apoyo en la capacitación y en la inserción de candidatos. Estas estrategias hicieron que la oferta de abrir operaciones en Galilea fuera más atractiva para las compañías.
Mientras tanto, las cosas empezaron a cambiar dentro de la sociedad palestina en Israel. Primero, la sola existencia de Galil Software tuvo un impacto tremendo en la elección de carrera entre los jóvenes palestinos. Al acercarse a ellos través de una compañía local, y establecer un lugar de trabajo donde no eran minoría, se creó el primer conjunto de referentes con los que la juventud palestina podía identificarse.
Galil ayudó a convencer a los jóvenes graduados de que la industria tecnológica era factible para ellos. Pero este despertar se complementó con los esfuerzos adicionales de Tsofen para ganar la confianza de los miembros importantes de la comunidad palestina local: padres y madres de familia, líderes de opinión y dirigentes de comercios locales. Para obtener legitimidad y lograr la participación de la comunidad local, Tsofen realizó eventos que conectaban a la industria tecnológica con la comunidad. Estos incluían reuniones, hackathones y conferencias sobre negocios y tecnología dirigidas al público árabe. Además, Tsofen lanzó cursos de capacitación (lo que hoy conocemos como boot camps) para complementar la educación de los graduados con la experiencia práctica en un centro de trabajo tecnológico.
La realidad de una compañía tecnológica en una ciudad árabe con una mayoría de empleados árabes desafió la noción de que los palestinos no tenían cabida en la industria tecnológica.
El impresionante número de candidatos que acudió al primer curso de capacitación incluía a personas de entre treinta y cuarenta años, quienes habían soñado por años con unirse a la industria, pero que, en cambio, trabajaban como soldadores, tenderos o administradores en empresas. El reclutamiento de candidatos resultó difícil en su momento, así que el primer año solo se organizó un curso. Pero el éxito de inserción laboral tras el primer curso tuvo gran impacto. El segundo año se realizaron dos cursos y, para mediados de 2021, Tsofen celebró el lanzamiento de su quincuagésimo curso, con más de mil participantes.
En los últimos 14 años, la participación palestina en la industria tecnológica israelí ha crecido por encima de los sueños más ambiciosos de los fundadores de Tsofen. En 2008, solo 350 ingenieros árabes estaban empleados en la industria tecnológica de Israel. Para el 2020, este número había crecido a 8,500. En 2008, Galil era la única compañía que había comenzado a operar en una ciudad palestina en Israel. Para el 2020, había más de 40, incluidas compañías globales como Broadcom, Amdocs y Microsoft.
Más allá de los números, la realidad de una compañía en una ciudad árabe con una mayoría de empleados árabes desafió la noción de que los palestinos no tenían cabida en la industria tecnológica. También destrozó el paradigma de que, para trabajar, los palestinos deben trasladarse a espacios judíos, y no al revés.
“Cuando estudié informática, no pensé que alguien me contrataría”, dice Orsan, un graduado de Tsofen. “Y más aún, nunca imaginé que mi lugar de trabajó estaría en mi ciudad natal, Nazareth. Estoy fascinado de poder mostrarle a mi hijo mi oficina en Nazareth, porque sé que él podrá aspirar a lo mismo o más alto”.
El modelo
Aunque desarrollamos el modelo de Inclusión Tecnológica a través de un análisis de Tsofen, su aplicación es más amplia, como demostramos a partir de casos en otros sitios que involucran emprendimiento social en comunidades excluidas. El modelo aborda la paradoja que hemos identificado: las compañías del mercado predominante quieren diversificar su fuerza laboral, pero no están expuestas a candidatos calificados de las comunidades excluidas y, al mismo tiempo, la juventud talentosa de las comunidades excluidas no busca profesiones en la industria tecnológica por factores económicos y sociológicos. Como resultado, la industria que potencialmente ofrece acceso a la movilidad social y económica, permanece cerrada a estas comunidades.
El modelo de Inclusión Tecnológica desentraña esta paradoja a partir de tres principios fundamentales. Primero, busca llevar la industria de la alta tecnología a las comunidades excluidas, en vez de solo llevar a los individuos de estas comunidades a la industria. De esta forma, se desafían los modelos actuales de diversidad, equidad e inclusión. Segundo, se logra una alianza completa y genuina entre miembros de las comunidades dominantes y excluidas. Un cambio radical no puede aplicarse sin la representación de la comunidad excluida, una regla que muy a menudo se ignora.  Tercero, se busca crear un cambio sistémico por medio de un actor de la sociedad civil ––una ONG–– que impulsa el modelo entero hacia adelante, lo que activa a la comunidad local (incluyendo a los  candidatos para trabajos tecnológicos y a los grupos de interés de las comunidades locales), los negocios de tecnología y el gobierno. La ONG puede ayudar a localizar, monitorear y capacitar a candidatos potenciales; a construir confianza dentro de la comunidad; a alentar a las compañías a abrir operaciones en las áreas donde las comunidades excluidas están localizadas; y a obtener el apoyo del gobierno.
Con base en estos tres principios fundacionales, el modelo de Inclusión Tecnológica aplica cuatro componentes accionables:
- Abrir oficinas de las empresas de alta tecnología en el corazón de la comunidad excluida
- Proporcionar capacitación a través de entrenamientos prácticos para los candidatos de la comunida
- Crear conciencia y construir confianza entre la comunidad local sobre las oportunidades y ventajas que las profesiones en tecnología acarrean para las generaciones jóvenes
- Acercarse con el gobierno para que apoyen con el desarrollo de la infraestructura necesaria y con subsidios. Estos componentes deben llevarse a cabo aproximadamente al mismo tiempo para optimizar su impacto.
Considerémoslos uno por uno.
Componente 1: Fundar una empresa de alta tecnología en el corazón de la comunidad excluida |
Al establecer una operación en el corazón de una comunidad excluida, basada en el empleo de sus miembros, se demuestra a la viabilidad del empleo tecnológico a la comunidad y a la industria por igual y, por extensión, al gobierno y potenciales grupos de interés. Este es el punto arquimédico del modelo y su componente más innovador. Sirve como punto de partida para la participación total de la comunidad excluida en la industria en general.
Establecer una operación tecnológica dentro de una comunidad excluida debe basarse en tres fundamentos, todos igual de importantes, aunque no necesariamente compatibles: el valor del negocio, el valor social y el profesionalismo tecnológico. La elección de un enfoque tecnológico debe basarse en la identificación clara de una necesidad de mercado suficientemente grande, basada en un mapeo creativo de necesidades de empleo y potencial de empleabilidad. Lo anterior debe conducirse por los empresarios de tecnología que han establecido la operación o la ONG. La necesidad más obvia suele ser de servicios de software que no requieren forzosamente una educación superior para realizarlos, como de garantía de calidad (quality assurance, QA, por sus siglas en inglés) o atención al cliente. Al mismo tiempo, el enfoque tecnológico también debería mostrar las oportunidades que las profesiones en empresas de alta tecnología abren a la comunidad excluida, en términos de mejor empleo y movilidad económica. Por lo tanto, es preferible enfocarse en operaciones que requieran capacidades técnicas de desarrollo de software. En última instancia, las consideraciones comerciales y sociales tal vez no entren en conflicto en el largo plazo, ya que impulsar a una comunidad excluida a participar en empresas de alta tecnología a través de servicios de software de bajo nivel puede conducir, con el tiempo, a que participe en trabajos más profesionales y rentables. Sin embargo, estimar ambas consideraciones es una base importante.
Aquí debemos de enfatizar que el modelo no debe confundirse con el conocido modelo de deslocalización (offshoring), que busca costos laborales más bajos en otros lugares. Bajo el modelo de Inclusión Tecnológica, los empleados viven dentro de sus mismos sistemas económicos y están sujetos al mismo sistema de remuneración que la sociedad predominante. La razón de ubicar los lugares de trabajo en las proximidades de la comunidad excluida no es para sacar ventaja de los salarios bajos, es, más bien, para impulsar la industria desde el interior de la comunidad.
A las compañías pioneras en este modelo muy seguramente se las asociará con líderes de negocios que creen en el valor social y económico de integrar a las comunidades de bajos recursos. Dado que establecer una nueva operación siempre es difícil, e incluso más en un área tecnológica no tradicional tal como los barrios de comunidades excluidas, estos empresarios deben también ser profesionales experimentados en los negocios tecnológicos.
Siraj Technologies Ltd. (Tecnologías Siraj Sociadad Anónima), fundada por Khader Al-Sheikh y Giora Yaron, ofrece un excelente ejemplo de cómo implementar la tecnología en el corazón de una comunidad. A mediados de 2016, Al-Sheikh, un empresario de la comunidad beduina en Israel conoció a Yaron, uno de los fundadores de la industria de alta tecnología en Israel. Ambos estuvieron de acuerdo en que algo debía de hacerse para conectar a la comunidad beduina con el floreciente sector tecnológico de Israel. En estas etapas, cuando la integración general de la sociedad palestina en Israel ya se aceleraba, la sociedad beduina en el sur del país no se había beneficiado de ese proceso. Su situación económica y social estaba peor y tenían un porcentaje más bajo de graduados de STEM, tanto de nivel medio superior como universitario. Al-Sheikh y Yaron decidieron iniciar una compañía de alta tecnología en el sur de Israel que emplearía sobre todo a ingenieros beduinos, intentando abordar la escasez de talento en la industria tecnológica de Israel y el bajo número de beduinos participando en ella.
Primero, reunieron a un consejo directivo pequeño pero eficiente, que incluía a ejecutivos de empresas de alta tecnología con mucha experiencia y vinculaciones. Estas personas eran tanto judías como beduinas, así como sobresalientes referentes académicos de la comunidad beduina.
En 2017, con tan solo cuatro ingenieros, lanzaron una empresa emergente de tecnología, Siraj Technologies Ltd., enfocada en el Internet de las cosas (Internet of Things, IoT por sus siglas en inglés). La elección de un enfoque tecnológico fue premeditada. Primero, un pequeño, aunque muy talentoso, grupo de candidatos se presentó desde el interior de la comunidad. Un equipo de este tamaño no hubiera resultado atractivo para propósitos de subcontratación de bajo nivel ni para control de calidad, pero fue adecuado para el desarrollo tecnológico, el cual puede comenzar con un número limitado de ingenieros talentosos. Segundo, el trabajo de desarrollo de más alto nivel implica salarios más altos, lo que hace más atractiva la profesión para los candidatos y más prestigiosa para la comunidad en general. Tercero, una empresa de productos en un ámbito tecnológico de vanguardia, como el Internet de las Cosas, tiene mayor exposición en el mercado y en la percepción pública con la comunidad y con el gobierno. Por último, la Internet de las cosas es un campo en rápido crecimiento que requiere de servicios complementarios que permitan la inclusión de muchos empleados auxiliares.
Con frecuencia, los miembros de una comunidad excluida no saben lo que es una industria de la alta tecnología, no pueden nombrar a ninguna de las empresas y no conocen a nadie que trabaje en la industria.
Los fundadores de Siraj decidieron abrir la compañía cerca de la comunidad beduina del sur de Israel. Eligieron Beerseba —la ciudad más grande en el desierto del Néguev y conocida popularmente como la capital de la región—, que tenía un parque de alta tecnología inaugurado recientemente. La ciudad es conocida por la comunidad beduina y es hogar de muchos de sus miembros.
Siraj se enfrentó a un gran reto a la hora de captar clientes. Típicamente, las empresas emergentes se enfrentan a este problema. Sin embargo, el obstáculo fue mayor para Siraj ya que la empresa se basaba en una nueva fuente de talento. Los fundadores sabían cómo usar el aspecto social a su favor al acercarse a gente de negocios motivada socialmente. Aquí, su sagacidad fue muy valiosa: sin una red de negocios inicial, identificar a los primeros clientes hubiera sido imposible.
Conforme Siraj Tecnologies se expandía, la escasez de candidatos beduinos empezó a impedir el progreso. Por eso, un año después de su lanzamiento, la compañía fundó una organización sin fines de lucro, Siraj ONG, que ahora provee a Siraj Technologies de apoyos esenciales como servicios de identificación, capacitación e inserción pensados específicamente para las necesidades y tecnologías de la empresa. Ahora, con la ayuda de la ONG, los candidatos se capacitan para trabajar con la tecnología específica que utiliza la compañía. La ONG también prepara a los estudiantes de educación superior para la industria través de mentorías; vincula a los estudiantes de educación media superior los con la industria, y promueve la industria de alta tecnológica dentro la comunidad adulta.
Hoy en día, la importancia de Siraj es clara. Casi cinco años después de su creación, Siraj Technologies ha empleado a 24 ingenieros, la mitad del total de empleados beduinos en empresas de alta tecnología en Israel. Siraj le presentó a la comunidad una oportunidad de empleo concreta que antes no existía y que incluye a referentes de la propia comunidad. Para ampliar el éxito de Siraj, la ONG realiza eventos comunitarios, como reuniones, hackatones, visitas escolares y más. El contacto directo con ingenieros de Siraj, quienes fácilmente podrían ser primos o hermanos de los participantes, tiene un impacto que ninguna campaña publicitaria o esfuerzo de relaciones públicas podría tener.
Una reunión universitaria para estudiantes beduinos, realizada en 2020, ilustra lo atractivo y beneficioso que puede ser la operación de una empresa de alta tecnología en los alrededores de una comunidad, al menos en las etapas tempranas de integración de la comunidad con la industria. Dos líderes del ramo tecnológico, uno de Siraj y otro de la sede central israelí de Apple, encabezaron el evento. En el cierre, la audiencia se aglomeró en torno al representativo de Siraj para preguntar sobre oportunidades de empleo en la compañía. A pesar de la oportunidad lucrativa que Apple representa para muchos en el mundo, el nivel de atracción para la joven audiencia beduina fue limitado. Siraj representa una oportunidad realista y bienvenida: un asunto nada trivial si se trata de los primeros pasos colectivos de inclusión en la industria tecnológica.
Componente 2: Fortalecer habilidades a través del entrenamiento práctico |
Contar con candidatos calificados es un prerrequisito para iniciar una industria. Con esto nos referimos no solo a grados académicos, sino que también al conocimiento del modus operandi de la industria. Para la programación, por ejemplo, la velocidad del desarrollo suele ser más importante que su sofisticación; las soluciones en equipo y los enfoques de ensayo y error son preferidos; y en la solución de problemas del día a día, los programadores prefieren discutir los problemas en vez de dar o recibir respuestas definitivas.
Para los miembros del grupo dominante, las competencias sociales requeridas suelen adquirirse a través de actividades extracurriculares o la participación en círculos sociales afuera de la escuela y el trabajo, por ejemplo, clubs y programas juveniles, así como fraternidades prestigiosas. Pero son precisamente estos círculos los que, con mucha frecuencia, están cerrados a los miembros de comunidades excluidas.
El componente de desarrollo de capacidades de Inclusión Tecnológica atiende este problema al suplementar los estudios universitarios u otras formas de educación formal con los conocimientos prácticos y sociales necesarios en la industria. Esta experiencia se implementa a través de boot camps dirigidos por empresas, en los que las empresas participantes definen la formación profesional que necesitan, las metodologías que utilizan y los rasgos que valoran. El boot camp se organiza para simular el trabajo en equipo, usando la metodología de la compañía para desarrollar un proyecto muestra relacionado con la tecnología y el producto de la compañía. Idealmente, la empresa después entrevistará a los graduados del curso y contratará a algunos de ellos. Pero incluso si ninguno es contratado, los participantes obtuvieron valiosa experiencia práctica a lo largo del boot camp, que les ayudará a dar mejores entrevistas y a hablar sobre tecnología y situaciones reales de programación en futuras entrevistas. Además, una vez contratados, esta experiencia los ayuda a aclimatarse más rápidamente a su nuevo ambiente de trabajo.
Estos boot camps pueden compararse algunas veces con la capacitación en el trabajo (on-the-job training, OJT, por sus iniciales en inglés), una práctica usada por empresas que desean cambiar tecnologías y necesitan educar al personal para ponerlos al corriente. El modelo de Inclusión Tecnológica sugiere que los practicantes no solo deberían obtener experiencia con la nueva tecnología, sino también deberían adquirir una noción de las normas de trabajo en la industria. Por ejemplo, en vez de ser evaluados con exámenes, los empleados reciben retroalimentación de su rendimiento y sus resultados diarios o periódicos. En entornos reales de trabajo en empresas de alta tecnología, el error de una persona puede significar el fracaso de un proyecto entero. Los empleados de empresas de alta tecnología deben aprender a lidiar con esta presión, la cual experimentan de primera mano en los boot camps y en la OJT.
Una ONG fundada con este propósito puede ayudar a identificar, seleccionar y capacitar a candidatos potenciales. Además, podría involucrar a las compañías tecnológicas si invitara a sus líderes técnicos a dar clases y talleres, o si se averiguaran las necesidades particulares de las empresas y ajustara la capacitación para satisfacerlas.
Per Scholas es un buen ejemplo de desarrollo de habilidades a través de la capacitación práctica. La organización, que se fundó en 1995 en el South Bronx y opera hoy en catorce ciudades a lo largo de Estados Unidos, ofrece cursos de tecnología gratuitos a adultos desempleados o subempleados para que inicien o desarrollen carreras como profesionales de TI. También busca atender la escasez de empleados calificados en tecnología (estimada en un millón de empleos en Estados Unidos en 2020), fomentar la diversidad en la industria de la tecnología e incrementar el número de candidatos relevantes que procedan de comunidades excluidas. La herramienta principal de Per Scholas son los cursos de capacitación personalizados, definidos en conjunto con los socios comerciales. Los cursos son vivenciales, prácticos y relacionados a profesiones bien definidas en la industria, con un énfasis en la coordinación con compañías que potencialmente los contratarían, enseñándoles según los requisitos de dichas compañías y usando sus ejemplos. A lo largo de los años, Per Scholas ha entrenado a más de 14,000 graduados que han iniciado una carrera en el ramo tecnológico.
Componente 3: Construir un ecosistema y convencer a la comunidad local de la relevancia de las profesiones tecnológicas |
Uno podría pensar que la comunidad local sería la primera en sumarse a apoyar las nuevas y lucrativas oportunidades de empleo que ofrecen las empresas de tecnología. Sin embargo, ese no suele ser el caso. Cuando hablamos con miembros de las comunidades excluidas, con frecuencia escuchamos afirmaciones sobre cómo la industria tecnológica es “para ellos, no para nosotros”. Dichas afirmaciones reflejan la alienación de las personas excluidas ante la sociedad dominante y la incredulidad al pensar que los miembros de su comunidad puedan buscar ese tipo de oportunidades.
A los miembros de las comunidades excluidas también les falta conocimiento y familiaridad con las profesiones, compañías y referentes en el ramo tecnológico. Con frecuencia, los miembros de una comunidad excluida no saben qué es la industria de la alta tecnología, no pueden mencionar nombres de las empresas y no conocen a nadie que trabaje en la industria, ya sea de su comunidad o externa a ella. Hablamos con una joven ingeniera de software en una de las principales compañías globales en su ramo, quien explicaba que sus padres estaban preocupados de su futuro financiero al compararla con sus hermanas, quienes tenían puestos de trabajo estables: una como maestra y la otra como cajera de banco.
El modelo de Inclusión Tecnológica enfatiza que, para fomentar la participación masiva en profesiones tecnológicas, la sensibilización y el apoyo de la comunidad son críticos. Para que la gente joven se sienta atraída a elegir una nueva profesión como su carrera, esta debe ser reconocida por la comunidad, así como bien pagada, prestigiosa y estable. Este alcance incluye a la generación de jóvenes en varias etapas de elegir una carrera, a sus padres o familias extendidas y a líderes comunitarios, incluidos los líderes empresariales.
Para este propósito, la ONG central puede organizar diferentes eventos para diferentes círculos comunitarios, todos incluyendo una interacción social y tecnológica directa con la industria. Para los alumnos en escuelas de nivel medio superior, los referentes son esenciales para crear consciencia de las profesiones en tecnología. Más allá del papel jugado por las compañías pioneras con operación local (del primer componente del modelo), los hackatones auspiciados por las compañías y los talleres liderados por personas de la industria que sirvan de ejemplo a seguir s on más convincentes que cualquier otra capacitación educativa. Otra práctica efectiva es llevar a los estudiantes del nivel medio superior a visitar empresas de tecnología y a reunirse con empleados locales. Estas visitas ayudan a los jóvenes a visualizarse como parte de la industria.
Tanto para estudiantes como para graduados de programas tecnológicos, algunas prácticas apropiadas pueden incluir eventos de networking social enfocados en oportunidades tecnológicas y de empleo, como pueden ser reuniones, hackatones y ferias de empleo. Dichas oportunidades educan a los estudiantes y graduados acerca de las compañías y tecnologías existentes, sirven para aprovechar a los referentes de la comunidad y conectan a los futuros candidatos con los líderes empresariales. Más allá de obtener un sentido profundo del campo tecnológico e inspirarse por las historias locales de éxito, los candidatos que asisten experimentan una sensación de “descubrimiento” y confianza en sí mismos. En dichas ocasiones, cuando interactúan por primera vez con destacadas figuras de la industria y de compañías a las que antes no tenían acceso, los candidatos profesionales de las comunidades excluidas se vuelven conscientes del talento que hay dentro de ellos.
Involucrar a los líderes comunitarios locales es importante por su influencia en la opinión pública. Su participación se puede lograr a partir de reuniones uno a uno; al invitarlos a think tanks donde pueden conectar con personas influyentes del ramo tecnológico; al invitarlos para que actúen como conferencistas en eventos y participen en comités gubernamentales relevantes, y mediante la integración de áreas de alta tecnología con otras áreas de negocios más clásicas que figuran en los eventos sociales y de negocios.
La aceptación por parte de la generación de los padres es otro paso crítico antes de que se adopten masivamente las nuevas profesiones tecnológicas. En las comunidades excluidas, la generación de los padres ha sido típicamente menos expuesta a los cambios económicos y tecnológicos. Al mismo tiempo, la figura de los padres y madres en las comunidades migrantes o de minorías tiene, tradicionalmente, un rol más dominante en la decisión del futuro laboral de los hijos. Por lo tanto, informar a los padres de la comunidad es crítico, pero esto podría ser más complicado y, por ello debe basarse en evidencia inicial y en la aceptación de otros grupos de interés. Este paso casi siempre viene después de que el liderazgo local se haya sumado y las empresas pioneras ya estén trabajando en el plano local.
MolenGeek, una organización sin fines de lucro basada en Molenbeek, Bruselas que busca hacer accesible para todos al sector tecnológico, da una idea de cómo crear un ecosistema tecnológico entre comunidades excluidas. Molenbeek es uno de los barrios más pobres en Bruselas, la región capital de Bélgica. Su población consiste, predominantemente, de inmigrantes de tercera y segunda generación del norte de África (principalmente Marruecos), y 40% de sus residentes están desempleados.
La actividad actual de MolenGeek une diversas funciones bajo un mismo marco: empresarios de la comunidad son invitados a usar el espacio de trabajo colaborativo y disfrutar de un servicio de oficina al nivel de la industria tecnológica, al que de otra forma no tendrían forma de acceder. Programas de capacitación a corto y largo plazo se llevan a cabo en ese mismo espacio. También se realizan eventos tecnológicos dinámicos, como hackatones y charlas de tecnología, dirigidos a los participantes de MolenGeek, pero además (y significativamente) a la comunidad en general de Molenbeek.
El espacio local para trabajos colaborativos, capacitaciones y eventos tecnológicos también crea conciencia dentro de la comunidad sobre las oportunidades que las profesiones en el ramo pueden ofrecer. Los habitantes se percatan de los signos físicos del espacio de colaboración en su propio vecindario; corre la voz sobre los jóvenes locales y los emprendedores del área que participan; y los jóvenes, líderes empresariales y demás interesados de la localidad tienen la oportunidad de aprender sobre la industria de la alta tecnología en las reuniones. Más aún, los eventos tecnológicos atraen a un amplio espectro de visitantes a las instalaciones, lo que crea conciencia entre la gente de la industria sobre las capacidades del talento local.
Componente 4: Conseguir apoyo del gobierno |
Finalmente, el modelo de Inclusión Tecnológica también requiere conseguir apoyo gubernamental para hacer a la inclusión en la industria tecnológica sostenible social y económicamente. El involucramiento activo por parte del gobierno, especialmente para financiar los esfuerzos iniciales de integración, es crítico para alentar a las compañías tecnológicas a tomar las medidas adicionales necesarias para contratar a empleados sin experiencia de la comunidad excluida. Contratar a ingenieros nuevos tiene costos y riesgos: el costo del periodo de aprendizaje no productivo y el riesgo de perder a una porción de los candidatos. Estos costos son incluso mayores cuando la alienación, o incluso la hostilidad, existe entre las sociedades excluidas y las dominantes. Dado que la filantropía no suele subsidiar los costos extra ni los riesgos de los negocios privados, el único cuerpo externo al negocio que puede asumir dichos subsidios es el gobierno.
El gobierno está muy interesado en motivar la participación masiva de las comunidades excluidas. El esfuerzo es una causa social justa que también trae beneficios económicos al corregir una falla severa del mercado: la siempre creciente escasez de empleados en tecnología y la existencia de un gran número de ciudadanos subempleados. La alternativa de externalizar el trabajo al extranjero no genera la reserva de talento local que satisface el interés nacional.
Los gobiernos comúnmente subsidian la capacitación y los servicios de inserción laboral, pero rara vez apoyan las etapas iniciales de inserción. Un informe de trabajo realizado por el Center for International Development at Harvard University (Centro para el Desarrollo Internacional en la Universidad de Harvard), examina un amplio corpus de políticas laborales activas y muestra que solamente el 10% de las políticas incluían subsidios para los salarios.4 Aun así, según la investigación, estos subsidios son la intervención gubernamental más efectiva para incrementar el acceso a nuevos empleos y mejores sueldos: más allá del apoyo que proveen a los negocios, también aumentan los resultados económicos para los empleados recién integrados en aproximadamente un 11%. En comparación, los servicios de inserción y consultoría aumentan las capacidades para aumentar los ingresos de la población meta en un 2%, mientras que la capacitación vocacional las aumenta un 6.7%.5
Para reclutar el apoyo del gobierno se necesita creer en la viabilidad del programa, lo que se logra mejor estudiando el éxito de las empresas pioneras (componente 1). El gobierno debe estar informado y participar en actividades destinadas a crear conciencia (componente 2), en las cuales los representantes también puedan familiarizarse con el gran potencial que ofrecen los esfuerzos de inclusión. Ambas acciones aumentan las posibilidades de involucrar al gobierno para subsidiar programas de entrenamiento y de inserción (componente 3), al igual que para proveer subsidios para los costos laborales de las empresas.
Impulsar la participación masiva de las comunidades excluidas no puede, a fin de cuentas, lograrse sin la implementación de cada uno de los cuatro componentes. Mientras que otros modelos suelen idear etapas de trabajo o varios componentes independientes operando en sinergia, el de Inclusión Tecnológica requiere un enfoque holístico. Aplicar uno, o varios, de los componentes puede traer un éxito limitado, pero no la transformación a gran escala que el modelo está diseñado para crear.
Por suerte, las empresas de tecnología no son homogéneas en cuanto a sus requisitos de talento, e incluso lo serán menos conforme la tecnología y la automatización se acelere.
Los emprendedores sociales y empresariales podrían intentar la implementación de todos los componentes del modelo de Inclusión Tecnológica desde cero. Alternativamente, podrían analizar los esfuerzos locales existentes, identificar los componentes que ya se están implementando y los que faltan, y llenar los huecos para aumentar y optimizar los procesos existentes.
Prerrequisitos para el éxito | Si el modelo de Inclusión Tecnológica va a generar un cambio social significativo, deben darse algunas condiciones. Primero, debe haber una escasez significativa de empleados en el sector tecnológico. Este es el punto focal para el modelo, que se reduce a identificar y abordar el val or y las necesidades reales de las empresas.
En segundo lugar, el porcentaje de graduados STEM de nivel medio superior en las comunidades excluidas debe ser significativo. Para el punto de partida del proyecto, también debe haber por lo menos un pequeño grupo de graduados subempleados con una educación universitaria STEM. Estos serán los candidatos para trabajar en las compañías pioneras. El caso de Tsofen es un excelente ejemplo en el que el alto subempleo de graduados de STEM coincidió con la necesidad extrema de talento por parte de la industria. Sin embargo, cuando las industrias locales de tecnología no tienen altas barreras educativas, esta condición deja de ser importante.
Por suerte, las empresas de tecnología no son homogéneas en cuanto a sus requerimientos de talento, e incluso lo serán menos conforme la tecnología y la automatización se acelere. La industria emplea a un gran número de personas que realizan trabajos menos especializados que no requieren una educación académica y, sin embargo, en promedio les pagan más que a los miembros de las comunidades excluidas. Esto incluye roles de control de calidad y apoyo técnico, al igual que de desarrollo y monitoreo de contenido web. Las instituciones financieras y de gobierno requieren grandes cantidades de empleados para mantener sus sistemas automatizados. En medio de la automatización de las industrias tradicionales, dirigir un área de producción se ha convertido en una profesión cualificada que no requiere de un grado académico. En algunos contextos, por lo tanto, el modelo de Inclusión Tecnológica puede funcionar muy bien cuando las industrias locales de tecnología no tienen altas barreras educativas.
Tercero, el modelo funciona bien para las comunidades excluidas que están concentradas en un área geográfica. Qué tan cerca habitan entre sí las personas de una comunidad excluida amplifica el impacto de las herramientas para crear conciencia . Esto aplica tanto para para los miembros jóvenes de la comunidad, estudiantes y graduados universitarios y estudiantes de nivel medio superior , como para sus padres y la comunidad en general.
Asimismo, la ONG designada debe contar con personal de base de la industria tecnológica. A menudo, una ONG bien intencionada se pone en contacto con compañías, pero no logra abordar sus preocupaciones empresariales y tecnológicas, o establecer la necesaria afinidad profesional y social. Los fundadores y miembros del consejo de la ONG con acreditaciones tecnológicas y empresariales pueden acercarse a compañías de TI a través de contactos personales y del networking, apoyándose en una confianza ya establecida para involucrar a las compañías. Que la ONG tenga en su equipo a personal experto en empresas y tecnología, también le permite hacer las adaptaciones necesarias en sus actividades de inserción y capacitación.
El modelo de Inclusión Tecnológica es instrumental para impulsar la inclusión de las comunidades excluidas en la industria de la alta tecnología. Una vez que la inclusión se expanda, no todos los componentes del modelo serán igual de necesarios. Por ejemplo, bajarán las barreras para que los candidatos se unan a empresas establecidas fuera de los barrios. Avanzar sin problemas a las siguientes fases de integración requiere una masa crítica de empleados de tecnología provenientes de la comunidad y, al menos, un pequeño número de compañías operando dentro de la comunidad. Estos dos factores harán que siga creciendo la confianza que la comunidad tiene en el potencial de la industria tecnológica y preservará el cambio en enfoques y esquemas educativos.
El modelo de Inclusión Tecnológica no puede transformar sociedades por sí solo. Problemas relacionados a la inequidad y exclusión demandan soluciones sistémicas que van más allá del modelo. Sin embargo, en áreas con industrias tecnológicas prósperas, este modelo permite que más poblaciones compartan la riqueza que estas industrias permiten. Además, ofrece una forma de trabajar en contra de la brecha creciente entre la pobreza paralizante de las comunidades excluidas y la riqueza fenomenal que produce las industria de tecnología.
Notas
1 Los nombres de todos los participantes en este artículo han sido cambiados para proteger sus identidades.
2 Israel Central Bureau of Statistics (Oficina Central de Estadísticas de Israel), “ICT Sector Estimate for 2015,” (Estimado para el sector de Tecnologías de la información y comunicación, 2015), septiembre 7, 2016.
3 Israel Innovation Authority y Start-Up Nation Central (Organismo de innovación israelí y Central de la nación de empresas emergentes), High-Tech Human Capital Report 2019 (Reporte de capital humano de la industria de la alta tecnología).
4 Eduardo Levy Yeyati, Martín Montané, y Luca Sartorio, “What Works for Active Labor Market Policies?” (¿Qué funciona para las políticas de empleo en activo?) Center for International Development at Harvard University, Informe de trabajo de la facultad No. 358, 2019.
5 La  efectivdad de los subsidios al sueldo está  recibiendo un aumento de reconocimiento. Un  tuit  de septiembre 21, 2021, de la OCDE Social (@OECD_Social), por ejemplo, anunció que un tercio de los países de la OCDE ha introducido o aumentado los subsidios de contratación para ayudar  a las compañías a reclutar más gente joven.
Autores originales:
- Linda Jokob Sadeh
- Smadar Nehab
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Este artículo es contenido original de la revista de Stanford Social Innovation Review publicado en la edición verano 2022.
- Traducción del artículo Tech inclusion for excluded communities.
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