La Fundación Moisés Itzkowich tiene una propuesta innovadora que aprovecha el impacto colectivo y sistémico, en el cual, las organizaciones de la sociedad civil articulan el cambio comunitario.
**Este artículo es resultado del Segundo Taller de Estudios de Caso y Piezas de Opinión, organizado por SSIR en Español, Tec de Monterrey, Cemefi, Comunalia, fhi360 y USAid.
Cada persona tiene fuentes de inspiración y reflexión: instantes donde se percata de una realidad problemática y decide convertir en su misión de vida el buscar soluciones para resolverla. Para mí, ese momento sucedió en una parada de camión, a hora pico, durante un día de lluvia. Mientras el clima complicaba la disponibilidad del transporte, platiqué con la mujer que estaba delante de mí en la fila. Laura me contó su historia, con los ojos tristes, aunque sin coraje, como si entendiera que así tenía que suceder. Iba de regreso a su pueblo, donde consiguió la “oportunidad” de un “buen” trabajo.
Era el orgullo familiar: gracias al esfuerzo de su madre, una trabajadora del hogar ahorradora y determinada, y a sus propios méritos, logró ser la primera mujer de su familia en graduarse de preparatoria y universidad. Se graduó de la licenciatura con un destacado promedio, buscó el trabajo de sus sueños, dándose cuenta de que la competencia era muy retadora, por lo cual, decidió estudiar una maestría con el apoyo de una beca. Al graduarse de la maestría consiguió un empleo; si bien no tenía la remuneración económica que ella esperaba, le daba la oportunidad de aprender y crecer en su carrera. Pero las oportunidades no estaban disponibles en ese momento: su salario no era suficiente y no tenía acceso a seguridad social.
“El que persevera alcanza” es una frase que aplica únicamente a quienes tienen el lujo de esperar. Este no fue el caso de Laura, quién unos años después, sin lograr crecimiento laboral, regresó a su comunidad. Su madre se enfermó y no había quién la cuidara. Así que Laura consiguió un empleo de limpieza cercano a su pueblo, el cual le permitiría estar cerca de su mamá y los suficientes recursos económicos para pagar los medicamentos.
Esta historia es la de muchas otras personas de Latinoamérica: la hija de una trabajadora del hogar, primera de la familia en graduarse, quien destaca en su licenciatura y maestría, pero regresa en las cercanías del pueblo donde nació, con el mismo tipo de empleo que logró su madre, sin títulos y distinciones académicas. De acuerdo con el CONEVAL, en México, 46.8 millones de personas viven en situación de pobreza. En la región sur de México, 86 de cada 100 personas en la base de la escala social (el quintil más pobre), se quedarán en condiciones de pobreza toda su vida. Existen retos y situaciones que perpetúan la condición de pobreza en las personas. Por ejemplo, el caso de Laura muestra que la falta de oportunidades inmediatas limita el desarrollo profesional y la movilidad social de las familias. Y este fue mi momento reflexión ante una problemática invisible: a partir de la vida de Laura, entendí que (si bien debería ser así), en realidad, el talento por sí mismo no es suficiente para salir adelante mientras el entorno siga restringiendo sus oportunidades y limitando el potencial de las personas.
Hay factores que actúan como un ancla y obligan a las personas a regresar a su punto de partida, perpetuando la pobreza: la inequidad de género, la violencia, la falta de acceso a servicios de salud, la exclusión social, etc. Hemos escuchado el famoso proverbio chino “si das un pescado lo alimentará un día, enseñarle a pescar lo alimentará toda su vida” y cómo se utiliza para condenar la ayuda asistencialista. Si bien, en su momento fue un gran impulso, hoy en día resulta una idea descontextualizada y poco realista. Bajo esta filosofía, hemos apostado por programas para formar “grandes pescadores” y en esa labor hemos descuidado un tema que desde mi experiencia, es central. Mientras no haya entornos adecuados, como ríos o mares donde la gente pueda pescar, enseñar a pescar no es la solución.
Grupo de mujeres que integran la caja de ahorro en Comunidad de Bwitz, Municipio Tenejapa, Chiapas. Este proyecto fue seleccionado como finalista para participar en la primera etapa de los Hubs sOSCiales, que iniciará a finales de 2025.
El dilema de las comunidades hoy en día… ¿importar soluciones o producirlas en casa?
Las organizaciones de la sociedad civil (OSC) surgen ante la falta de cobertura de las soluciones públicas y privadas hacia realidades no atendidas. Todas ellas están integradas, en su mayoría, por personas que decidimos transformar nuestra misión de vida en trabajar para resolver una problemática. Somos parte de instituciones con un gran valor social, pero de alcance limitado. Por necesidad y por costumbre, nos convertimos en un sector centrado en los donantes: buscamos que un externo “importe” nuestras soluciones y las fondee, con tiempos limitados y un conocimiento descontextualizado sobre las propias comunidades.
Las OSC nos enfrentamos a situaciones extremadamente difíciles en las causas que atendemos y, además, vamos a contracorriente de los conceptos instalados o las ideas equivocadas sobre el sector. Por ejemplo, muchas OSC desafían la idea de que los donantes deben ser quiénes toman las decisiones, o bien, que el talento debe ser voluntario o de baja paga. Sin embargo, desde hace más de diez años, han surgido conceptos innovadores que proponen soluciones desde otras perspectivas.
Una de ellas es la conversación sobre conceptos como “impacto colectivo”, el cual impulsa el compromiso de actores de distintos sectores con un programa común para resolver un problema social específico (Kania y Kramer 2021). El impacto colectivo aún está siendo explorado y se han aprendido lecciones muy valiosas en sus iteraciones, así como se han obtenido casos de éxito y conceptos generalizables.
Sin embargo, aún no se ha replicado con éxito de manera sistémica, porque al momento de implementarse dentro de una comunidad, se encuentra con diferentes retos, tales como fallas en la sostenibilidad de las alianzas, la falta de una identidad que de sostén a los esfuerzos o falta claridad en las operaciones y responsabilidades. Esto limita sus beneficios. Al comprender las limitantes del “impacto colectivo”, surge la pregunta: ¿hay espacio para hacer algo diferente y alcanzar resultados replicables y sistémicos?
Los hubs sOSCiales como una solución
Para nosotros, en Fundación Moisés Itzkowich, A. C. (Fundación M I), la respuesta se encuentra en los Hubs sOSCiales: una apuesta por los enfoques sistémicos y colectivos, y una forma diferente de abordar los retos prácticos. Desde su origen, soy parte de la Fundación M I: una organización de apoyo económico dedicada a fondear proyectos de salud, educación y necesidades básicas. Esta organización nació en 2018 como medio para institucionalizar la voluntad filantrópica de su fundador, Moisés Itzkowich, y dar continuidad a su legado y a los valores en su familia. Buscamos atacar a los perpetuadores de pobreza; es decir, a las condiciones del ecosistema comunitario que generan dinámicas cíclicas (como la de Laura) que perpetúan la desigualdad, y de las cuales es muy difícil salir.
Para la Fundación M I, los Hubs sOSCiales son una estrategia colectiva en la que las OSC fungen como concentradores, potenciadores y articuladores de diversos actores. Las tres ideas centrales en las que se basa esta estrategia son:
1) La comunidad conoce mejor sus problemáticas, pero no necesariamente tiene las herramientas para resolverlas
2) Los esfuerzos de las OSC, al ser aislados, quedan muy limitados
3) Los recursos entregados para ejecutarse en un año se quedan cortos para resolver problemas profundos. Por ello, pensamos que las alianzas a largo plazo y el fortalecimiento de varias organizaciones dentro de una comunidad son determinantes para ofrecer una solución real y sostenible de estos perpetuadores de pobreza.
Un Hub sOSCial es un ecosistema dinámico, intencionalmente diseñado, creado y cuidado para provocar el cambio comunitario. Está compuesto por múltiples partes interconectadas, mismas que aprovecha y fortalece, con el fin de impulsar la disrupción de los perpetuadores de pobreza en la comunidad. Este esfuerzo busca preparar a las organizaciones de la sociedad civil para potenciar y articular la participación ciudadana. A partir de la generación de estructuras, la ciudadanía sabe cómo pedir y exigir, tanto a las autoridades como a los intermediarios y a otros jugadores del sector privado, lo que les corresponde por derecho.
Además, Los Hubs sOSCiales se alinean al impacto colectivo, ya que entienden el potencial de las soluciones locales y multi actor. La meta es construir soluciones dentro y desde la comunidad para que puedan aplicar y desarrollar una metodología que sume aliados de los tres sectores con el fin de aprovechar el conocimiento y las fortalezas de cada uno. El Hub invita a aquellos que quieren donar, a nivel personal u organizacional / chico o grande, a entender que las organizaciones requieren de recursos a través de los años para concretar los cambios profundos en sus comunidades. Por lo tanto, propone una cuidadosa selección de aliados y de un proceso continuo de mejora y fortalecimiento para ellos.
El Hub permite la integración de distintas OSC que a lo largo del tiempo van fortaleciéndose en los mismos sistemas con programas lúdicos y personalizados. A partir de diagnósticos participativos llevados a cabo en conjunto con las propias comunidades, surgen áreas adicionales para trabajar en las necesidades prioritarias comunitarias, tales como: clínicas de salud, acceso al agua potable, continuidad educativa, y reactivación económica.

Beneficiarios del proyecto “Emprendiendo desde mi Comunidad” en taller de manejo del pollo y práctica de pododermatitis en Comunidad de Chila de Juárez, Municipio Honey, Puebla, finalista de la primera etapa de los Hubs sOSCiales, que iniciará a finales de 2025.
La apuesta a largo plazo de fundación M I
En la Fundación M I, a través de la experiencia y los resultados de investigaciones, optamos por relaciones multilaterales y de largo plazo, en las que buscamos trabajar, de manera escalonada, hasta 6 años con diversas organizaciones, y quedarnos en las comunidades un total de 9 años. Hemos visto avances importantes con la estrategia multianual, sobre todo en la capacidad de ejecución de nuestros aliados.
El objetivo principal es que al final de la relación, las OSC estén especializadas para resolver problemas comunitarios por sus propios medios, así como a conseguir participación adicional de otros sectores sobre las líneas fuera de sus capacidades. Los Hubs sOSCiales son una propuesta aterrizada para aprovechar el impacto colectivo, pero de una forma práctica, moviendo poco a poco los engranajes necesarios para lograr transformaciones sistémicas y profundas que permitan superar los perpetuadores de la pobreza. En nuestra experiencia, aunque el contenido de cada fase debe ajustarse a los contextos específicos, estas son las 5 fases centrales que hemos tomado en cuenta para iniciar, participar y desarrollar proyectos de Hubs sOSCiales:
Inicia con un aliado comunitario | Es fundamental buscar alianzas con una OSC comunitaria y trabajar en un proceso multianual para robustecer la relación, la confianza mutua, y a la par, fortalecer las capacidades de desarrollo en la propia comunidad. Este aliado es clave para abrir las puertas y entrar a una comunidad. Por lo tanto, debe ser una institución conformada por personas de la comunidad, que compartan las problemáticas y cuyas voces se escuchen mutuamente.
Entiende la problemática como un sistema y no como la suma de partes aisladas | Los Hubs buscan entender problemas comunes, y con ello, alinear a los actores para que puedan sumarse, con sus propias fortalezas, a la solución del problema comunitario. Es otras palabras, no se busca que una organización trabaje un asunto y canalice a sus beneficiarios hacia otras instituciones, sino más bien, busca hacer un diagnóstico comunitario con participación de diversos actores para entender los problemas de la comunidad y, a partir de eso, proponer soluciones integrales y sumar aliados en distintos momentos de la implementación de soluciones.
Inspira y genera identidad | La base de la duración de un Hub es la identidad compartida. Se requiere movernos de una lógica basada en el “qué hacemos y cómo”, a una lógica del “porqué hacemos las cosas y luego entonces cómo y qué hacemos” (Sinek, 2009). Las OSC y las personas de la comunidad deben formar parte del Hub porque creen en el proyecto y comparten los objetivos del mismo, más allá del recibir un donativo o la invitación a participar en un taller. Para ello, podemos implementar ejercicios específicamente orientados a generar unión y reflexión, así como la definición conjunta de los objetivos hacia una meta compartida.
Involucrar a a otros actores por etapas y con procesos de fortalecimiento | Desde Fundación M I invitamos a participar a una OSC tras un periodo de 3 años de trabajo conjunto, con la confianza establecida y fortalecimiento compartido. Después del diagnóstico participativo, invitamos a otras 2 o 3 organizaciones locales más a sumarse, cada una resolviendo la parte del problema donde puede sumarse, y siguiendo el mismo proceso de fortalecimiento que el aliado inicial.
Coordina los esfuerzos | Se requiere que una persona o grupo lidere el Hub sOSCial, así como que sostenga su mantenimiento y cohesión a lo largo del tiempo. Para esto, sugerimos que estas personas que tienen el rol de coordinadores pertenezcan a la comunidad y no a las organizaciones participantes, ya que esto puede generar cierta parcialidad y, en muchos casos, dichas instituciones no tienen la capacidad operativa para absorber completamente las responsabilidades que esto implica. Los alcances y las limitaciones del coordinador deben ser claros, y es relevante que, al menos durante el arranque, tenga recursos reservados para hacer frente a costos administrativos.
Cuenta con flexibilidad conceptual y puntos de revisión metodológicos | La flexibilidad conceptual parte de la idea de que no se trata de una receta única para el éxito. Dependemos del contexto y diferentes variables para la correcta implementación de los Hubs. Es por esto que el estar abiertos a construir junto con la comunidad para hacer frente a los retos que van surgiendo es un punto central de esta propuesta. Adicionalmente, se requiere de una revisión metodológica y periódica que permita hacer ajustes necesarios sobre la marcha y no esperar los 9 años para poder hacer cambios. Esta metodología incluye evaluaciones intermedias, seguimiento del desempeño tanto de las organizaciones participantes como de la ejecución de los proyectos, monitoreo constante y, a largo plazo, una evaluación de impacto.
Para garantizar el éxito de estas acciones, es indispensable una participación comprometida de todos los jugadores para transformar las comunidades y que la sociedad civil organizada tome un rol de liderazgo compartido en este proceso. Para los donantes esto implica comprometerse en alianzas de largo plazo en las que se tenga una buena relación con la comunidad. La mayoría de las veces, los proyectos de corto plazo ayudan, pero no transforman. Por ello, hay que reflexionar y explorar la posibilidad de sumarse a proyectos multianuales y encontrar organizaciones talentosas a las que puedan fortalecer y, posteriormente, confiar en su capacidad de gestión.
Es importante mencionar que esto no tiene que ser un salto de fe ni un acto de valor: se vale exigirle a las OSC resultados, e incluso detonar procesos, según se vaya avanzando en el tiempo y la generación de entregables. Para la sociedad civil organizada es fundamental entender que los donantes también rendimos cuentas y requerimos de un proceso de transparencia de su parte. A través de ejercicios de rendición de cuentas y uso de herramientas de análisis apropiadas, deben evidenciar que cuentan con los conocimientos, las capacidades y la creatividad necesaria para generar soluciones a sus problemas.
Mujeres de la comunidad de Chojolhó transportando materiales para el mejoramiento de sus gallineros en Chojolhó, Municipio Chenalhó, Chiapas, otro proyecto finalista para participar en la primera etapa de los Hubs sOSCiales.
Los retos hacia el futuro
Los Hubs sOSCiales son primeros pasos hacia la transformación comunitaria, son un medio para empoderar a las comunidades y que ellas empiecen a construir las soluciones desde dentro. Los Hubs son habilitadores para que las comunidades busquen soluciones creativas coordinadas y colectivas para los problemas que ellos entienden mejor que nadie, preparando no solo a su gente, sino también a su entorno. Por supuesto, incluso una vez en marcha, un Hub debe mejorarse constantemente. Los cambios de las autoridades locales y los liderazgos comunitarios son un reto para mantener su impacto a lo largo del tiempo.
La implementación del Hub representa una apuesta de largo plazo, y los resultados se irán apreciando conforme vayan pasando distintas etapas de fortalecimiento de la confianza y las capacidades. Si bien los retos pueden ser grandes, los avances que hemos obtenido apuntan a la importancia de darle a la sociedad civil la oportunidad de participar en sus propias decisiones y de responsabilizarse. Esto permite desarrollar soluciones diferentes y contextualizadas y trabajar colectivamente por el bien común. La ventaja de este enfoque es que, en el corto y mediano plazo, se van dando mejoras.
No tenemos que esperar 9 años para evaluar su funcionamiento, obtener los beneficios o ajustar lo que sí y lo que no funciona. Como reflexión final, es sumamente importante encontrar el balance, no perder de vista la necesidad de seguir desarrollando pescadores mientras habilitamos entornos de pesca. Apostar solo por un lado de la moneda, lejos de ayudar, perpetúa la pobreza. Nuestro objetivo hacia el futuro es seguir trabajando colectivamente, de forma sistémica y desde diversos sectores, para lograr un país y un continente cuyos entornos comunitarios habiliten el crecimiento y, cada vez menos, se repitan historias como la de Laura.
Autores originales:
- Ilana Ostrosky Frid es apasionada del sector social, directora de Fundación Moisés Itzkowich, así como voluntaria, consejera en distintas organizaciones sociales, profesora de cátedra en el Tecnológico de Monterrey y mamá de un niño de 2 años. Es maestra en administración y emprendimiento social y especialista en innovación.
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Este artículo es contenido original de la revista de Stanford Social Innovation Review en Español #15 |