Pasar al contenido principal
Tecnológico de Monterrey Tecnológico de Monterrey
SUSCRÍBETE

Código CSS

DONA
  • Inicio
  • Revista
    • Edición actual
    • Ediciones anteriores
    • Todos los artículos
  • Secciones
    • Originales en español
    • Destacados
    • Qué Hay de Nuevo
    • Informe de Campo
    • Estudio de Caso
    • Punto de Vista
    • Investigación
    • Libros
    • Última Mirada
  • Series
  • Multimedia
    • Conversatorios
    • 15 minutos con expertos
    • Documentales
    • Historias sonoras
  • Desafíos
    • Arte y Cultura
    • Ciudades
    • Desarrollo Económico
    • Derechos Humanos
    • Educación
    • Inclusión y Equidad
    • Medio Ambiente
    • Privacidad
    • Salud
  • Soluciones
    • Activismo
    • Colaboración
    • Cultura Organizacional
    • Design Thinking
    • Filantropía y Recaudación
    • Gobernanza
    • Inversión de Impacto
    • Liderazgo
    • Medición y Evaluación
    • Tecnología
  • Sectores
    • Negocios
    • Gobierno
    • Fundaciones
    • ONG’s
    • Emprendimiento
  • Conócenos
    • Suscríbete
    • Acerca de SSIR en Español
    • Acerca de SSIR
SUSCRÍBETE

Código CSS

DONA

Compartir

Fundar un Centro de Reconocimiento de la Dignidad Humana

2025-07-15
Por Felisa González y Perla Salinas
SSIRñ #16
Contenido Regional
Derechos Humanos
Serie dignidad humana
Destacados
Destacados

Vivencias, aprendizajes y desafíos de un centro enfocado en asegurar que las personas en la universidad vivan con dignidad, que existan los medios para ejercerla y convivamos con nuestras diferencias, por más opuestas que sean.

 

En diciembre de 2017, Salvador Alva, el presidente del Tecnológico de Monterrey, y David Garza, actual presidente y en aquel momento rector, me citaron a un reunión para proponerme una nueva idea: la creación de una entidad que tratara temas hoy conocidos como género, diversidad e inclusión. Se estaban gestando coyunturas, tanto a nivel nacional como internacional, que requerían personas capaces de atenderlas. En aquel momento nadie sabía si esta entidad sería un instituto, un centro, un edificio o una silla en una esquina. La idea era contar con un espacio donde se protegiera a las personas independientemente de su identidad, que se escucharan sus voces sin represalias y se garantizaran procesos imparciales y transparentes.  

En mi carrera profesional, yo, Felisa, me he caracterizado por construir proyectos exitosos a partir de ideas incipientes, con recursos casi nulos y con todo en contra. La creación de esta entidad no sería la excepción. El reto se posicionó en mi mente, en mi cuerpo y alma. Sin embargo, me encontraba frente a algo que, desde mi experiencia, podía articular estructuralmente, pero no conocía de los temas ni sabía cómo empezar a abordarlos. Además, me di cuenta de que este espacio provocaría reacciones y polarización en la comunidad, hacia afuera y dentro de la institución. Aun ante la incertidumbre, decidí tomar el reto.  

Lo primero fue establecer cómo se llamaría esta nueva entidad. Comencé a hilar los temas, a juntar los vocablos y a repetirlos en mi mente una y otra vez, argumentando conmigo misma cuáles serían palabras clave que no podía pasar por alto. Relacioné el trato digno hacia las personas con sus derechos y con todo tipo de violencias que vulneran la dignidad de las personas y que, en ese momento, parecían algo nuevo, pero llevaban décadas silenciadas, normalizadas y aceptadas. Había tanto por lo cual trabajar: la violencia de género, psicológica, física, social, estructural, simbólica, entre otras, los cuales siguen siendo retos importantes por enfrentar.  Me negaba a copiar los nombres de otras instituciones donde se enfocaban mayormente en la violencia de género o en la diversidad e inclusión. Esta entidad debía abarcar más que su nombre y trascender en el tiempo, independientemente de las tendencias mundiales. De pronto, de manera casi orgánica, el nombre apareció en mi mente: Centro de Reconocimiento de la Dignidad Humana. 

Entendemos a la Dignidad Humana como aquella cualidad intrínseca de las personas donde se les reconoce independientemente de su origen, género, edad, condición social, capacidades, situaciones o de lo que hayan hecho. Todos los seres humanos merecemos un trato digno. Pero la dignidad es más que esto: es garantizar que las personas vivan con dignidad y asegurar que existan medios para ejercerla. 

Este fue un nombre visionario que con el paso de los años abarcaría temas que antes no habían sido tratados en nuestra universidad de manera sistémica: la violencia y la igualdad de género, los derechos de las personas con discapacidad, el apoyo y reconocimiento a la diversidad sexogenérica, las diferencias socioeconómicas, el respeto por las diferentes culturas, la capacidad de poner a las personas en el centro de cualquier decisión, entre otras.  Así, mi experiencia e instinto me ayudaron a crear un pequeño organigrama que atendería las necesidades de la dignidad humana de la institución.  

Nombre del departamento u oficina 

Objetivo 

Oficina de Género y Comunidad segura. 

Asegurar la existencia de espacios seguros, respetuosos y equitativos que favorezcan el desarrollo integral de todas las personas que conforman el grupo educativo. 

Oficina de Diversidad, Equidad e Inclusión. 

Promover y garantizar la igualdad, la inclusión y el sentido de pertenencia en toda la comunidad universitaria, a través de la implementación de políticas, programas y acciones que prevengan cualquier vulneración a la dignidad humana. 

Dirección de Formación en Dignidad Humana. 

Ser referente estratégico y técnico para la generación de un portafolio de herramientas de diagnóstico, formación y evaluación de acuerdo con las necesidades de cada uno de los públicos del Grupo Educativo del Tecnológico de Monterrey para los temas del Centro de Reconocimiento de la Dignidad Humana 

Dirección de Gestión y Vinculación. 

Impulsar el posicionamiento del CRDH y la estrategia de Dignidad Humana mediante la formación de una red de alianzas estratégicas y colaboraciones clave con las distintas escuelas, departamentos y áreas, así como con actores clave externos. 

 

Después de bautizar al Centro de Reconocimiento de la Dignidad Humana, necesitaba conformar un equipo de trabajo. Dado que yo no sabía nada teórico sobre los temas relacionados con género y diversidad e inclusión, necesitaba contar con personas expertas que supieran tratar con los asuntos específicos de cada departamento. La figura de un Ombudsperson, una persona con un rol ético que se dedica a proteger los derechos de las personas frente a posibles abusos o malas prácticas, se mencionaba constantemente como posible solución. Sin embargo, dado que en ese momento no contábamos con el andamiaje de elementos estructurales, legales y éticos para garantizar que funcionara de manera independiente, justa y útil, finalmente decidimos que no estábamos listos para designar a esa figura.   

El siguiente paso fue solicitar recursos físicos, financieros y humanos para cumplir con nuestra tarea, la cual aún no imaginaba su inmensidad e impacto. En enero 2018, invité a trabajar conmigo a la primera persona que formaría parte del equipo; Karla Urriola, una experta en género e inclusión, quien además tenía experiencia en la lucha por los derechos de comunidades históricamente discriminadas. Por otro lado, era obvio que necesitaba lo más rápido posible a la persona que se encargaría de la Oficina de Diversidad e Inclusión. En junio de ese mismo año decidí contratar a Mariangel García-Guadiana, una colaboradora motivada por la misión de que todas las personas sean vistas y escuchadas sin importar su identidad. 

Después, supe que era urgente dar marcha a la parte formativa. Para este rol, invité a Perla Salinas, coautora de este artículo, experta en modelos educativos para diferentes audiencias. Finalmente, a la Dirección de Redes y Alianzas se sumó Angie Soriano, una mujer que, por su juventud, nos ayudó a visualizar el mundo desde una perspectiva diferente. Así, seleccioné a las primeras cuatro integrantes del equipo. Y digo “las” porque todas eran mujeres. Adicionalmente, no puedo dejar de decirlo, tuvimos la oportunidad de contar con una asesora experta en género, Mariana Gabarrot, cuyas aportaciones han sido muy importantes dentro y fuera del Centro.

Al inicio no contábamos con hombres en el equipo pues era difícil que tuvieran alguna experiencia en los temas pertinentes al Centro. Sin embargo, con el paso de los años, nos dimos cuenta de que había hombres implicados personalmente con los temas, ya sea por pertenecer a alguna minoría o por un proceso de deconstrucción personal. Actualmente hay siete hombres en el equipo. En este proceso, enfrentamos el reto de cambiar nuestra propia de mentalidad y eso nos ayudó a tener perspectivas diferentes. Seguimos encontrando que sigue habiendo una brecha generacional, es decir, es más común que hombres jóvenes se involucren, más que los mayores. Esperemos que esto cambie poco a poco. 

Después de seis años de trabajo, la estructura del Centro cambió. Al tras estudiar el ambiente, las tendencias y las necesidades de las personas, entre otros aspectos, la Oficina de Diversidad, Equidad e Inclusión, ahora bajo el liderazgo de Mayra Rodríguez, agregó la palabra Pertenencia a su nombre, para subrayar la imperiosa necesidad de que las personas se sintieran pertenecientes a la institución. Un año más tarde, esta oficina se fusionó con la de Género y Comunidad Segura para eficientizar recursos y esfuerzos. En estos años, algunas de mis colaboradoras han decidido explorar otras experiencias fuera de la institución. Entre ellas Mariangel García-Guadiana, Angie Soriano y Adriana Rojas, quienes colaboraron aportando todo su esfuerzo. Hoy en día, Natalia Moreno se hace cargo, con gran entusiasmo, apertura, y asertividad, de la Dirección de Gestión y Vinculación.

  A través del trabajo de nuestro equipo de directoras, hemos podido compartir nuestras mejores prácticas en congresos nacionales e internacionales. Así mismo, hemos ofrecido asesorías sobre nuestros procesos y experiencias a universidades latinoamericanas, como la Pontificia Católica Universidad de Chile, la Universidad de los Andes, la Universidad San Francisco de Quito y la Universidad de Chile. Además, hemos trabajado en diversos proyectos con organizaciones internacionales como ONU Mujeres, ACNUR, APRU, entre otras, y hemos capacitado en diversos temas a organizaciones privadas y universidades. Hoy en día, el Centro de Reconocimiento de la Dignidad Humana cuenta con un equipo nacional de 13 personas y un equipo local de 33 personas que brinda servicio en los 26 campus del Tec de Monterrey, así como en campus de PrepaTec (preparatorias), distribuidos en 20 entidades federativas y más de 30 municipios de México. 

 

Los retos que enfrentamos  

Hay una realidad latente y punzante: nuestros temas causan controversia. Además, están expuestos al escrutinio de comunidades que sistemáticamente han normalizado las violencias, provocando la exclusión de muchas personas y la falta de reconocimiento a la dignidad humana. Hay mucho por aprender y tanto por hacer que a veces pareciera que avanzamos dos pasos y el mundo nos arroja tres para atrás, como un baile sin ritmo y sin esperanza.  

Hemos visto, con mucho dolor, cómo en muchas partes del mundo se están eliminando los programas de género, diversidad e inclusión. Nos enfrentamos a la inercia cruel de un mundo devastado por la desconexión entre las personas. Por ello, nuestros programas deben ser más cautelosos y hemos encontrado maneras de abordarlos desde perspectivas más empáticas para todas las personas, tales como la dignidad humana, los derechos humanos, la construcción de paz, los sesgos inconscientes, entre otros. Al final, a eso nos dedicamos: a resistir, a defender, a reconocer, a cuidar y a resarcir la dignidad humana de todas las personas. 

En los siete años que lleva el Centro ha habido muchos retos y muchas circunstancias que nos han hecho aún más fuertes. Enlistaremos la mayor parte y profundizaremos en algunas de ellas, porque vale la pena aprender del recorrido. 

 retos y problemáticas dignidad humana

Es importante entender que siempre van a existir los conflictos, porque son parte de las relaciones humanas. Aun así, debemos tomarlos como oportunidades de aprendizaje y de fortalecimiento relacional, porque el conflicto no necesariamente se convierte en violencia, pero la misma violencia a menudo surge de conflictos silenciados. Considerando lo anterior, a continuación, profundizaré en algunos retos y aprendizajes que hemos vivido en nuestra trayectoria 

 

Responder a los movimientos sociales actuales 

En este mundo globalizado, la velocidad y el acceso a la información han hecho que más personas tomen conciencia del profundo malestar que genera vivir en una realidad donde atropellar la dignidad humana forma parte de lo cotidiano. Si bien los movimientos sociales han existido desde siempre, es innegable que en las dos primeras décadas del siglo XXI han alcanzado un auge sin precedentes, impactando la conciencia colectiva, fortaleciendo los activismos y, sin duda, cambiando el rumbo de la historia.  

Desde levantamientos para exigir libertad a regímenes autoritarios, pasando por la conciencia contra la desigualdad económica y la distribución de la riqueza, hasta los movimientos de minorías, estas expresiones colectivas se han convertido en un símbolo poderoso donde todas las personas levantan sus voces, al tiempo que crean consciencia en los demás. El mundo recuerda, por ejemplo, Black Lives Matter, que exige justicia racial; el movimiento feminista Me Too, contra la violencia de género y el acoso sexual; Fridays for Future, en contra de la inacción climática; los movimientos indígenas en Latinoamérica, que buscan derechos culturales y luchan contra el extractivismo; y el performance colectivo “Un violador en el camino”, por mencionar algunos. Todos estos indican un cambio en la balanza mundial, y es muy poderoso pensar que, sin importar la generación, la raza ni el nivel socioeconómico, las personas encuentran eco en estos grupos y comienzan a visibilizar y a señalar los actos discriminatorios.  

Las redes sociales están igual o más polarizadas que nuestro mundo: son tanto impulso como obstáculo en el camino de los cambios sociales. El Centro de Reconocimiento de la Dignidad Humana se crea en medio de este creciente caos, y precisamente esta ambigüedad nos abrió una puerta que, si bien parecía hostil y agotadora, sería la que más cambios traería a nuestro entorno.  

 

El sociólogo noruego Johan Galtung definió las violencias directas, estructurales y culturales. En la directa, las violencias se concretan en comportamientos, mientras que en la estructural atraviesan todas las capas sociales y no permiten satisfacer necesidades, generando desigualdades. Finalmente, en la violencia cultural observamos cómo símbolos, sistemas, creencias y tradiciones reproducen y legitiman las relaciones de poder, justificando así, en un círculo perfecto, las mismas violencias.

Triángulo de la violencia Galtung

Mientras que la violencia directa es un acontecimiento, la estructural nos envuelve en un proceso, y la cultural permanece en nuestras comunidades. Por ejemplo, en el mundo vemos guerras que, aparentemente, surgen de manera intempestiva y sin previo aviso. Sin embargo, es común que estas declaraciones de guerra sean precedidas por viejas rencillas, discriminaciones históricas e injusticias tan normalizadas que, culturalmente, es casi imposible pensar en otra manera de resolver las cosas.

 

Reconocer la diversidad generacional y de audiencias 

Desde el inicio contemplamos que el Centro de Reconocimiento de la Dignidad Humana diera servicio a nivel nacional, considerando las tres instituciones del Tecnológico de Monterrey: Tecmilenio, TecSalud y Tec de Monterrey. Actualmente, servimos a más de 180,000 personas, contabilizando los siguientes públicos: 

  • Estudiantes de los tres niveles (preparatoria, profesional y posgrado) 
  • Profesores de planta y de cátedra 
  • Directivas y directivos  
  • Colaboradoras y colaboradores 

Posteriormente, nos dimos cuenta de que era necesario trabajar con madres y padres de familia de PrepaTec, EXATECs (personas que pertenecen a la red de egresados del Tecnológico de Monterrey) e instituciones externas que solicitaban nuestro apoyo. 

La diversidad generacional, es decir, la coexistencia de personas de diferentes edades, características, experiencias, perspectivas, narrativas, habilidades, valores, gustos y tendencias requiere la misma diversidad de servicios. En el Tecnológico de Monterrey conviven diariamente al menos cinco generaciones, (Boomers, Gen X, Millenials, Gen Z y Gen Alfa), todas ellas muy diferentes entre sí. A veces da la impresión de que somos una torre de Babel donde nadie es capaz de entender a la otra persona, y por eso, nos aseguramos de homologar los conceptos, las guías, y las normas básicas que promuevan una convivencia en donde se priorice la dignidad humana. 

Por otra parte, las temáticas que aborda el Centro siempre han sido controversiales. Sin embargo, la parte más complicada de la ecuación son las personas cuyos pensamientos, acciones, narrativas y experiencias las llevan a ser detractoras. No obstante, nosotras partimos de la idea de que nadie quiere dañar a otras personas. Muchas veces la raíz de los malentendidos es precisamente el miedo, la incertidumbre, el desconocimiento, el no cuestionar lo que nos han enseñado o el seguir haciendo las cosas de la misma manera. Pero creemos que es posible convivir con nuestras diferencias y detener los ciclos de las polarizaciones. Por ello, el Centro de Reconocimiento de la Dignidad Humana cuenta con herramientas que nos ayudan a escucharnos, entendernos y llegar a acuerdos como lo son el diálogo sostenido, la comunicación no violenta y la cultura de paz. 

 

Encontrar “puntos de encuentro” 

En un inicio, comenzamos a formar a las personas en temas relacionados con violencia de género y diversidad, equidad e inclusión, dado que era lo más visible y problemático a lo que nos enfrentábamos. No pasó mucho tiempo para entender que la narrativa de la violencia de género erguía muchas más barreras de las que tiraba. Por lo tanto, comenzamos a ver la necesidad de hablar de aquellos puntos en donde todas las personas podíamos coincidir: los “puntos de encuentro”.  

Un ejemplo de “punto de encuentro” son los sesgos inconscientes. Todas las personas tenemos sesgos debido a nuestras narrativas, circunstancias, experiencias, creencias, personalidad, entre otros factores. Estos sesgos influyen nuestra visión de mundo y trato con las personas, y para vivir en un mundo más justo y equitativo es necesario hacerlos conscientes. Nadie se salva de tener sesgos, pero la idea es trabajarlos diariamente. Este concepto incluye a todas las personas y las hace reflexionar de forma profunda 

Así, fuimos encontrando conceptos que se vuelven “puntos de encuentro” tales como: “dignidad humana”, “sesgos inconscientes”, “educación para la paz”, “compasión” y “perdón”. Así, temas que parecían distantes y alejados comenzaron a tener un sentido diferente entre las personas. La siguiente figura resume este camino: 

Puntos de encuentro

 

Romper los silencios  

A pesar de tener protocolos, reglamentos, normativas, equipos de atención a casos, cursos, talleres, libros y un sinfín de recursos al alcance de cualquier persona dentro de la institución, se seguían presentando casos de violencia. En varias ocasiones nos preguntamos dentro del equipo: ¿por qué la cantidad de casos aumentaba considerablemente? No tardamos mucho en entender que, aunque tuviéramos todas las herramientas para erradicar las violencias, todo sería infructífero mientras las personas siguieran guardando silencio ante las injusticias. Una tarde esperando en el aeropuerto a que saliera el avión a visitar uno de los campus, comenzamos a rebotar ideas intentando esquematizar la problemática. El resultado fue el siguiente: 

silencios institucionales

 

Nos dimos cuenta: lo que originaba las situaciones adversas era una tremenda falta de empatía y sesgos inconscientes, que, sumados a la desigualdad de oportunidades, a los privilegios y a las grietas relacionales, nos llevaban a una percepción de desigualdad absoluta. Estas desigualdades se acentuaban más debido a las afectaciones de las víctimas, que resultaban enojo, frustración y resentimiento. Finalmente, el silencio colectivo y la normalización de las violencias sumado al silencio institucional daban pie a las crisis que se seguían presentando. Este modelo fue realizado en el año 2018 y, lamentablemente, sigue vigente con silencios más profundos derivados de violencias aún más sofisticadas a través de medios digitales y la falta de atención a aquello que se calla.  

 

Enfrentarse a una nueva realidad: la pandemia 

Uno de los retos más sórdidos, dolorosos, angustiantes y desgastantes llegó en 2020, con la pandemia. La pandemia dio pie a una nueva era donde las esferas sociales, económicas, políticas, culturales, educativas y de salud no serían las mismas que conocíamos. La salud mental fue uno de los hitos más complejos para abordar y aunque pensábamos que las violencias iban a verse disminuidas por la modalidad de trabajo remoto, nos dimos cuenta de que se incrementaron debido a ambientes familiares no propicios para el desarrollo.  

Mucha gente, en México, sobre todo mujeres y niños, experimentaron violencia física y psicológica, aspecto que mermaba la capacidad laboral, educativa y social de muchas personas. Otros aspectos que aparecieron con mayor frecuencia fueron el burn-out, una consecuencia de la rápida adaptación a los cambios, y las violencias digitales, más sofisticadas de las que habíamos vivido anteriormente y con mucho mayor alcance. 

Nuestros profesores se enfrentaron a nuevos retos:  comenzaron a ser conscientes que las bromas, comentarios, formas de usar el lenguaje e incluso los dichos y expresiones mexicanas, tan utilizados en la comunicación diaria, podían afectar al público estudiantil que ahora estaba mucho más sensible debido a la gravedad de la pandemia. Pronto, se requirieron más herramientas, cursos, talleres y protocolos para dar frente a la creciente necesidad de entender a las nuevas generaciones con las que convivíamos virtualmente. El profesorado comenzó a interesarse, por convencimiento o por necesidad, en los cursos, talleres, protocolos, guías y otras herramientas de apoyo para comprender la situación y que, a la vez, les permitiera seguir con la enseñanza.  

Por contrastante que parezca, la pandemia dio acceso masivo a nuevas formas de relacionarnos con respeto y reconocer la dignidad de las personas. Obligados o no, comenzamos a formar parte del cambio y, más allá de eso, comenzamos a provocarlo. Aprendimos día a día, reconocimos nuevas formas de violencias, y fuimos testigos de malestares y desesperanza; salieron a la luz fortalezas y habilidades que no sabíamos que teníamos, comenzamos a entender la resiliencia y a cultivar la paciencia. Eran escenarios desconocidos, pero ya no había vuelta atrás, entrábamos en una nueva era.  

 

Visibilizar los discursos de odio 

En el Centro nos hemos percatado que, a veces, las personas no se dan cuenta de que sus palabras y expresiones pueden provocar dolor a otras. Hemos normalizado tanto las violencias que a veces se nos dificulta entender cuando violentamos y cuando nos violentan. Estas expresiones de odio ya sean orales, escritas o simbólicas, promueven, incitan o justifican la discriminación y las violencias contra una persona o un grupo.  

Los discursos de odio están mezclados en la cultura: desde el lenguaje ofensivo hasta la estigmatización de colectivos vulnerables o minoritarios, y llevan a la exclusión de personas. En el Centro de Reconocimiento de la Dignidad Humana buscamos defender la libertad de expresión cuidando que esta libertad no se convierta en discursos de odio. La libertad de expresión es un derecho fundamental, pero tiene límites cuando pone en riesgo la dignidad, seguridad o derechos de otras personas. Solo hace falta más que ver el mundo donde vivimos para entender que una sola persona puede incitar a la violencia o, incluso, promover genocidios utilizando discursos de odio.  

En el Centro creemos que es posible convivir con nuestras diferencias y entender distintas posturas, por más opuestas que sean. Entender las diferentes identidades, perspectivas y valores, nos ayuda a detener los ciclos de violencia y dar paso a la creación de nuevas formas de escuchar, expresarnos y habitar el mundo. 

 

Reconocer nuestros logros 

A veces pareciera que no avanzamos, pero al voltear atrás nos damos cuenta de que hemos estado dando pasos constantemente. Este camino no se logra recorriéndolo a pasos agigantados, se logra con paciencia, persistencia, diálogo y procurando la paz. Los cambios en estos últimos siete años han sido muy acelerados, tanto a niveles mundial como nacional, institucional y personal.  

Como Centro de Reconocimiento de la Dignidad Humana buscamos herramientas y caminos que nos ayuden a entender el presente. Una de ellas es el “Modelo del Iceberg y la Realidad Actual” de Presencing Institute (2025). 

modelo del iceberg y realidad actual

La sociedad tiende a repetir patrones del pasado que ya no son suficientes o no son funcionales, y, por eso, nos hemos dedicado a hacer estrategias que apoyan nuestro propósito y que nos han permitido permanecer y seguir adelante ante las adversidades. Lo mejor de todo es que a lo largo de estos casi ocho años también nos ha tocado celebrar. A continuación, enlistamos algunos de los logros que hemos tenido como Centro de Reconocimiento de la Dignidad Humana y profundizaremos en cuatro de ellos.

logros del centro de reconocimiento de la dignidad humana

 

A. Establecer un protocolo de actuación y prevención de la violencia de género | El protocolo surge como una iniciativa de los grupos estudiantiles del Tec de Monterrey, en Monterrey, con la intención de sumarse a los compromisos He for She de ONU Mujeres. En aquel entonces, se necesitaba contar con un protocolo si queríamos firmar los compromisos. Las y los estudiantes llevaron la inquietud a un grupo de profesoras para que se pudiera dar forma al documento.  

En 2017 emergieron algunos movimientos estudiantiles que demandaban atención a casos de violencia de género, lo que promovió un nuevo esfuerzo para retomar e institucionalizar el protocolo de actuación para la prevención y atención de violencia de género. Para 2018 comenzó la documentación de casos en la plataforma oficial de denuncias del Tecnológico de Monterrey y se creó el primer comité de género para la atención de casos, que operaría a nivel nacional. Ese mismo año se abrió el primer Punto de Atención de la Dignidad Humana en campus Monterrey. En 2019 firmamos los compromisos He for She en alianza con ONU Mujeres, que a través de nueve compromisos nos abrió la puerta para realizar una serie de acciones que darían pie a decenas de estrategias del Centro de Reconocimiento de la Dignidad Humana.  

Posicionar el protocolo a nivel nacional fue un gran logro, ya que alzaba la esperanza de que las voces de personas violentadas fueran escuchadas a través de un instrumento avalado por la institución. El hecho de tener cero tolerancia a la violencia, nos ayudó a posicionar el protocolo y a comenzar a trabajar en el cuidado y resarcimiento de la dignidad de las personas.  

 

B. Crear el Comité Impulsa | Una de las primeras encomiendas del Centro fue la creación de un comité consultivo capaz de reconocer las problemáticas de la institución en materia de igualdad de género y con el objetivo específico de que existieran más mujeres en puestos de toma de decisiones en el Tecnológico de Monterrey. En febrero del 2018 se creó el Comité Impulsa. Las fundadoras de este esfuerzo éramos mujeres en puestos de liderazgo de algunos campus del Tec de Monterrey, cuyas experiencias y autoridad aprovechamos para implementar los cambios requeridos.  

A lo largo de estos años, el Comité ha tenido varios logros entre los cuales destacan los siguientes:  

  • Acciones institucionales para desarrollar talento de mujeres en el Tecnológico de Monterrey 
  • Incremento del 32% de mujeres en puestos directivos 
  • Creación de la Red Impulsa y Summit Impulsa 
  • Capacitación en el programa Mujeres en Educación y Liderazgo para mujeres de alto potencial de desempeño (Women in Learning and Leadership, WILL, por sus siglas en inglés).  
  • Mentoría de el Programa de Mujeres en Liderazgo de Asia Pacífico (APWiL, por sus siglas en inglés), la cual busca impulsar el cambio en la equidad de género, considerando los diversos contextos de las universidades miembros. Con esta colaboración, fomentamos la generación de espacios internacionales para el empoderamiento, el crecimiento profesional y el desarrollo de mujeres en posiciones académicas.  
  • Creación de un task force en diversas áreas de la institución que desarrollara nuevas iniciativas para Impulsa 

 

 

C. Promover iniciativas estratégicas frente a cambios institucionales | En 2020 se creó la Vicepresidencia de Inclusión, Impacto Social y Sostenibilidad del Tecnológico de Monterrey, la cual abarcaría temas transversales para el desarrollo de las personas y sus comunidades. Inés Sáenz fue nombrada para el cargo y se convirtió en la primera vicepresidenta del Tecnológico de Monterrey. Esto nos enorgulleció a todos, pero debo decir que mucho más a las mujeres: ahora se podía ver un camino claro y posible para que llegáramos a ocupar los puestos más altos en la institución.  Inés es una mujer valiente, disruptiva, resiliente, carismática y con amplias capacidades para relacionarse. Estas características facilitaron que nuestros esfuerzos tuvieran aún mayor proyección.  

En ese año nos dimos cuenta de que, si queríamos llegar sistemáticamente a las instituciones del grupo educativo del Tecnológico de Monterrey (TecMilenio, TecSalud y Tec de Monterrey), sería necesario incluir los temas de Dignidad Humana en todas las normas y los reglamentos. Así, en 2021, comenzamos a gestar el Proyecto de Diversidad, Equidad e Inclusión (DEI), en sus inicios bajo el liderazgo de Zinia Padilla, con el objetivo de crear entornos seguros y plenos para la inclusión y desarrollo de todas las personas. En este proyecto sistematizamos procesos formativos, realizamos guías de inclusión, aprobamos lineamientos para que los espacios físicos fueran accesibles e inclusivos, entre otros.  

En 2023 el Proyecto de Diversidad, Equidad e Inclusión cambió su nombre a el Proyecto de Diversidad, Equidad, Inclusión y Pertenencia (DEIP), cuyo enfoque era catapultar proyectos en la PrepaTec y TecMilenio. Además, abarcamos las temáticas DEIP en la renovación de los planes de estudio 2026 para estudiantes de profesional.  

En 2024, observando el nuevo entorno y necesidades de las personas dimos pie al Proyecto de Dignidad Humana cuya aspiración es: “Fortalecernos como un grupo educativo que respeta y reconoce la dignidad humana; en donde se valoran la identidad, la diversidad y la multiculturalidad de nuestra comunidad, y se identifican como componentes indispensables para favorecer entornos seguros, inclusivos y libres de violencia, que propicien el desarrollo individual y colectivo, el bienestar y la pertenencia de todas las personas.  

A los largos de todos estos cambios fue importante establecer metas como estas que propusimos para 2024:  

  • Meta 1: Estrategias de Consolidación Institucional en temas DEIP 
  • Meta 2: Estrategias de vinculación y alianzas nacionales, internacionales e institucionales 
  • Meta 3: Estrategias de prevención y fortalecimiento de espacios seguros e inclusivos 
  • Meta 4: Estrategias de Formación en Dignidad Humana 

 

D. Vivir un Modelo Vivencial de Dignidad Humana | Desde la creación del Centro consideré necesario entender lo que en el Tecnológico de Monterrey significaba la Dignidad Humana con el fin para ser congruentes con el nombre y abarcar ampliamente los temas. Así, formamos un equipo de académicos que, en conjunto con el Centro, construiría un modelo que reconociera la dignidad de todas las personas, entendible para todos los públicos y adaptable a las necesidades institucionales.   

De este esfuerzo, en 2019, surgió el Modelo de Dignidad Humana, el cual cuenta la visión occidental histórica, psicológica, antropológica y sociológica de la dignidad humana desde tiempos de los grandes pensadores griegos. Su parte medular fue llamada “los nueve mínimos nodales”, en otras palabras, lo mínimo que las personas debíamos tener para reconocer y respetar la dignidad de las personas.  

Pronto nos dimos cuenta de que el modelo seguía teniendo un lenguaje demasiado elevado para entendido de una manera homóloga por todas las personas. Por lo tanto, nos dimos a la tarea de proponer un modelo que pudiera vivirse en cada momento y en cualquier situación. De esta manera, considerando autores clásicos y modernos, en 2024 surgió lo que llamamos “Modelo Vivencial de la Dignidad Humana” cuya definición es la siguiente: 

“La Dignidad Humana es una cualidad intrínseca e incondicional del ser humano que demanda su reconocimiento en toda circunstancia. Las personas somos valiosas, tenemos una historia, una vida que importa, que es única e irrepetible. ​Nuestro valor no viene dado de fuera, sino que deriva de una serie de atributos humanos entre los cuales destacamos la posibilidad de pensar por nosotras y nosotros mismos; de tener autoconciencia; de sentir; de dialogar, elegir, trazarnos un plan de vida; ser personas imaginativas, creativas y transformar nuestro entorno”. 

Este modelo aporta los siguientes objetivos: 

  • Educación centrada en la dignidad humana, que promueva su reconocimiento y transformación hacia el florecimiento humano. 
  • Políticas y normativas institucionales que promuevan la vivencia de la dignidad humana, para que las personas cuenten con un entorno de seguridad que propicie las condiciones para su prosperidad. 
  • Iniciativas estratégicas de investigación, liderazgo, emprendimiento e innovación hacia el reconocimiento de la dignidad humana. 
  • Una cultura organizacional basada en el reconocimiento, cuidado y resarcimiento de la dignidad humana. 

Cabe aclarar que el modelo no es exhaustivo, es adaptable y contiene diversos enfoques y disciplinas; sin embargo, para su creación nos centramos en las siguientes consideraciones: 

consideraciones del modelo vivencial de dignidad humana

El reto al que nos enfrentaremos próximamente con el Modelo Vivencial de la Dignidad Humana es lograr su despliegue en toda nuestra institución y para todos los públicos.  

 

Aprendizajes en el camino 

A veces es necesario desprendernos de lo aprendido y cuestionar aquello que hemos normalizado.  El nuestro ha sido un recorrido largo con muchos obstáculos, pero lleno de satisfacciones. Todos los días despertamos con esta esperanza: si somos conscientes y nos empeñamos, podemos cambiar la vida de al menos a una persona, y nuestra intención es hacerlo siempre para un bien mayor. Sabemos que estamos ante un cambio acelerado en todas las esferas de la humanidad, pero también sabemos que podemos construir en colectivo entornos seguros y sociedades inclusivas para reconocer la dignidad de todas las personas. A continuación, compartimos algunos de los aprendizajes más significativos que hemos tenido a lo largo de estos años: 

  • Es indispensable mantener una conexión constante con el entorno que nos permita ser flexibles y adaptativos. 
  • Es posible convivir con nuestras diferencias y entender distintas posturas, por más opuestas que sean. Entender las diferencias de identidades, perspectivas y valores nos ayudará a enfrentar los conflictos y vivirlos sin violencia.  
  • No podemos dar por sentado los derechos que tenemos, tenemos que luchar por ellos todos los días. 
  • Es necesario visibilizar cada una de las situaciones para poder lograr su reconocimiento y cambio necesario. 
  • Las personas buscan ser escuchadas, y escuchar implica entender de dónde vienen sus inquietudes, sus narrativas, sus experiencias, sus circunstancias; es decir, cómo habitan el mundo.  
  • Si guardamos silencio ante la violencia, somos parte del problema.  
  • Todo es sistémico: estando dentro de un sistema violento, somos violentos, pero si estamos en un sistema de amor, ese sentimiento destaca.  
  • Si no alzamos la voz, así sea por una sola persona, las cosas siempre seguirían igual. 
  • ¿Cuántas personas vulneradas en su dignidad necesitamos para hacer cambios? Con una persona es suficiente, 
  • Por más polarizado que se presente un entorno, siempre se puede llegar a puntos de encuentro y es nuestro deber buscarlos. 
  • Podemos cambiar la realidad de una persona con una sola decisión.  
  • Todo ser humano tiene un propósito único e irrepetible, por lo que el valor de las personas no puede estar en tela de juicio. 
  • Para disminuir situaciones de violencia, necesitamos hacer un esfuerzo en prevención, formación y sensibilización, no solo un esfuerzo reactivo. 
  • Los ojos de las personas nunca mienten. 

Yo, Felisa, estoy convencida que el camino que estamos recorriendo aporta un paso más a la posibilidad de un mundo diferente para las generaciones que nos siguen. En este camino he vivido muchas experiencias, tomado muchas decisiones y aportado un granito de arena al cambio de cultura con la que siempre he soñado, una donde todas las personas seamos reconocidas y respetadas considerando las diferentes identidades. En estos casi ocho años me doy cuenta de que soy una persona diferente a la que inició con este reto. Hoy soy muchos roles: esposa, madre, abuela, directiva, compañera, amiga, y lo único que busco es allanar el camino para que todas las personas alcancen su máximo potencial, para que nadie tenga que abandonar sus sueños, para no tener que renunciar a ninguna identidad y para que todas las personas podamos sentir que cabemos en este mundo.  

Yo, Perla, inicié el camino atravesada en el cuerpo por los temas y movida desde las entrañas. Sin embargo, me di cuenta de que, para que adquiera verdadero significado para otras personas, es necesario profundizar, abordar las temáticas desde distintos ámbitos y llevarlas a la vivencia. Solo así podremos estar inmersos en un mundo donde sea posible transformar la manera en que nos relacionamos y mantener la esperanza. Hoy reconozco el valor de las identidades diversas y busco transformar las relaciones y las estructuras que siempre nos han ceñido a espacios determinados. Observo el entorno y entiendo que la diversidad es nuestra mayor fortaleza y que cada persona es valiosa solo por el hecho de serlo. Entiendo que a lo largo de la vida habrá momentos en que se abran muchas puertas y podamos confrontar y exigir, pero habrá otros (espero los menos) donde nos tenemos que replegar, luchar por consolidar lo logrado y, sin lugar a duda, resistir.  Aun así, no me cabe la menor duda de que habitar el mundo con nuestras propias identidades es una experiencia que vale la pena vivir. Para mí es importante proponer nuevas maneras de construir entornos de sana convivencia en espacios seguros. Ya no soy la misma, nunca más permitiré que alguien decida cómo debo habitar el mundo, esa es mi ganancia, y esa es la ganancia que ofrezco a los demás.

 

Referencias

Borges, H. (2021, junio 2). Leading in modern times: The blind spot of leadership. Medium. https://helio-borges.medium.com/leading-in-modern-times-the-blind-spot-of-leadership-919964764e24 

Galtung, J. (1990). Cultural violence. Journal of Peace Research, 27(3), 291–305. https://doi.org/10.1177/0022343390027003005 

Presencing Institute. (2021). Tool: The Iceberg Model [PDF]. https://www.presencing.org/assets/tools/2021-06-Iceberg-Model.pdf 

Autora original: 

  • Felisa González es la Directora del Centro de Reconocimiento de la Dignidad Humana del Tecnológico de Monterrey. Asimismo, es fundadora del Comité Impulsa en 2018, dirigiendo esfuerzos encaminados a la igualdad de género. Por más de 30 años ha sido colaboradora de esta institución, tiempo en el que se ha dedicado a la docencia y dirección de diversas entidades a nivel nacional. 
  • Perla Salinas es Directora de Formación en Dignidad Humana en el Tecnológico de Monterrey. Ha impulsado la calidad académica y la innovación educativa en programas educativos de posgrado, además del desarrollo de profesores en el área de formación y desarrollo docente. Le gusta la investigación, la innovación, el desarrollo y la docencia. 

Este artículo es contenido original de la Revista Stanford Social Innovation Review en Español #16

Edición por Andrea González

 

Recomendado para ti

Nuevos enfoques para sanar

La escasa confianza y la insatisfacción afectan los servicios de asistencia médica. Para mejorar la experiencia del paciente e impulsar resultados de equidad en la salud, las organizaciones y los proveedores deben adoptar un enfoque que atienda a el contexto cultural de sus pacientes.  

Buscar la alegría en el dolor

El académico Christopher Paul Harris reimagina la historia de los movimientos de protesta de las personas de raza negra e impulsa una “política del despertar” basada en el dolor, la alegría y el cuidado.

¿Te gustan nuestras historias?

Dona para seguirlas disfrutando de forma gratuita.

🇲🇽 DESDE MÉXICO
🌎 DESDE EL RESTO DEL MUNDO

 

lee la nueva edición

 

 

Compartir

Logo Footer Tecnológico de Monterrey
  • SUSCRÍBETE
  • PATROCINA CONTENIDO
  • AVISO LEGAL
  • POLÍTICAS DE PRIVACIDAD
  • AVISO DE PRIVACIDAD
  • SOBRE EL SITIO

 

Logotipo Stanford Social Innovation Review Tecnológico de Monterrey

 

Copyright © 2021 Stanford University.