El académico Christopher Paul Harris reimagina la historia de los movimientos de protesta de las personas de raza negra e impulsa una “política del despertar” basada en el dolor, la alegría y el cuidado.
Durante la última década, fotos y videos de personas Negras* asesinadas por policías se han vuelto omnipresentes en las redes sociales. Esta proliferación de dolor negro en exhibición pública ha llevado a una consideración más amplia sobre lo que significa ser testigos de violencia anti-negra, sin perder la habilidad de imaginar un futuro para las personas negras que no esté marcado por la brutalidad. ¿Cómo imaginamos un futuro feliz entre siglos de violencia?
*Nota del editor: la palabra suele capitalizarse en inglés a fin de connotar un uso político y reconocer la historia de las personas de raza negra.
En To Build a Black Future: The Radical Politics of Joy, Pain, and Care (Construir un futuro negro: las políticas radicales de la alegría, el dolor y el cuidado), el académico y activista Christopher Paul Harris argumenta que, para crear este tipo de futuro negro, primero debemos reconocer el “dolor negro, abogar por la alegría negra y practicar una ética del cuidado radicalmente inclusiva”. Para Harris, el cuidado es una “fuerza contracivilizatoria que nos aleja de las relaciones sociales liberales y capitalistas”. Es decir, se trata de una forma de considerar a las personas no como unidades de trabajo o peones en nuestro avance personal, sino como seres humanos con dignidad. Una dignidad que merece nuestro respeto.
En primera instancia, depender del dolor, la alegría y el cuidado para especular sobre el futuro negro puede parecer abstracto y, quizá, poco serio para los lectores. Sin embargo, la fortaleza del libro está en cómo sitúa estos componentes en momentos culturales específicos y en tradiciones negras que plantean una crítica al capitalismo y a la anti-negrura. A través de los movimientos de liberación negra, Harris analiza el trabajo de activistas y organizaciones influyentes para demostrar cómo estos tres factores se han formado en los movimientos de protesta negra y se han materializado recientemente en la época de #BlackLivesMatter y, sobre todo, el Movement for Black Lives (Movimiento por las Vidas Negras, M4BL, por sus siglas en inglés). Esta última es una gran red de organizaciones, activistas y trabajadores culturales, incluida Black Lives Matter, que están comprometidos con abolir todas las instituciones racistas y, en específico, mediante un enfoque anticapitalista para la liberación de las personas negras.
Actualmente, Harris es profesor adjunto en estudios globales e internacionales en la Universidad de California, Irvine, y antes pasó más de tres años como organizador de base del grupo de defensa Black Youth Project 100 (BYP100, por sus siglas en inglés). Su experiencia como organizador sienta las bases para su teoría de "la política del despertar", lo que él denomina "una estrategia emergente que marca los contornos de la coyuntura actual en el desarrollo político negro" hacia la abolición de todos los sistemas de opresión: desde las prisiones hasta la vigilancia policial y estatal habilitada por la tecnología.
Una “política del despertar” exige que las personas “habiten conscientemente el clima total de anti-Negrura y forjen nuevas maneras de ver y hacer que informen y reconstituyan nuestras prácticas críticas alejadas de la huella histórica de la esclavitud y hacia no solo imaginar, sino también buscar un mundo diferente”. Esta exigencia consiste en un esfuerzo deliberado para reconocer y aprender del pasado a fin de liberarse de él, no en el sentido de borrar y olvidar cómo siglos de esclavitud y otras formas de racismo han informado el actual momento de violencia anti-negra, sino que este pasado no impida un futuro de alegría negra. Es en dicha capacidad que la abolición resulta una figura central en la política de liberación negra de Harris.
La “nueva manera” en que Harris cuenta la historia de los movimientos de protesta para idear su “política del despertar” está arraigada en la experiencia colectiva de siglos de protestas negras. Invoca la tradición radical negra, un término que toma prestado del politólogo y profesor de estudios sobre la comunidad negra Cedric Robinson, quien en Black Marxism (Marxismo Negro) lo definió como “el desarrollo continuo de una consciencia colectiva informada por las luchas históricas para la liberación, y motivadas por el sentido de obligación compartido de preservar el ser colectivo de todas las personas negras”. El desarrollo en curso de la consciencia colectiva es la idea esencial detrás de la premisa de la política del despertar de Harris, pues es esta consciencia colectiva la que une siglos de activismo y protestas negras. También, representa el cambio de mentalidad que Harris plantea: la de reconocer y habitar un mundo saturado y estructurado por la anti-Negrura para ir más allá de la violencia sistémica y cultural.
Harris también conversa y desarrolla sobre el trabajo de otros académicos, pensadores y productores culturales negros de todo el mundo —Saidiya Hartman, Aimé Césaire y Frantz Fanon— para demostrar cómo los organizadores negros de hoy son la más reciente iteración de una tradición que abarca siglos de protesta negra a nivel mundial. Harris sitúa a M4BL dentro de la tradición radical negra para resaltar dos principios importantes de los movimientos de protesta: que la protesta negra, históricamente, es un esfuerzo colectivo que depende de la producción de conocimiento como parte integral del proceso de supervivencia negra. Así, Harris retrata a M4BL como la versión actual de la tradición radical negra cuando afirma que "M4BL ha creado un terreno ideológico para que las personas se muevan según este rechazo (a ignorar el dolor negro), y acepten y sean partícipes, al mismo tiempo, de las contradicciones que subyacen en la Vida Negra, el pensamiento y el movimiento".
Este terreno ideológico engloba el amplio rango de fuentes que combaten la percepción negativa sobre la negritud. En contraste con las formas académicas tradicionales, las fuentes de Harris salen de la cultura negra: memes, música, arte visual, partidos y moda. Harris pone en práctica el enfoque de la tradición radical negra de valorar el conocimiento que surge en la protesta para desafiar cómo la producción de conocimiento negro, históricamente, ha sido subvalorada y desacreditada.
La cultura constante y generalizada de la anti-Negrura es la razón por la que las expresiones de alegría negra son actos de rebelión.
A pesar de la clara reverencia por los movimientos de protesta negra del pasado, To Build a Black Future no teme señalar sus deficiencias históricas. Harris expone cuidadosamente las contradicciones de los movimientos entre buscar la libertad y acciones que limitaron el acceso a esa misma libertad para ciertas personas negras: mujeres, homosexuales, gente de bajos ingresos y personas negras con discapacidades. “El pensamiento político negro siempre ha puesto en el centro a los marginados”, explica. “Pero lo ha hecho, principalmente, de manera paternalista, reproduciendo su estatus marginal al adoptar y transformar marcos ideológicos occidentales que, en última instancia, refuerzan las jerarquías supremacistas en lugar de corregirlas”. Como ejemplo, Harris describe cómo la clase media negra adoptó una política de respetabilidad, “la creencia de que la educación y la autoayuda eran rutas para ser reconocido como un ciudadano de valor”, en respuesta a la creencia paternalista de los blancos abolicionistas sobre la inferioridad negra.
La política de la respetabilidad cambió conforme los movimientos siguieron bajo la dirección de hombres heterosexuales cisgénero, quienes buscaban probar su igualdad de condición y valía a los hombres blancos. Para desplazar y descentralizar esta política de respetabilidad, Harris eleva el trabajo de productores culturales, quienes han sido excluidos, históricamente, de las narrativas establecidas sobre los movimientos de derechos civiles negros.
La exclusión histórica de ciertos grupos de personas negras dentro de los movimientos liberadores más amplios ofrece lecciones para aquellos que realizan el trabajo de justicia e inclusión. Las perspectivas históricas son explícitas sobre cómo los movimientos negros de resistencia han fallado y continúan fallando a mujeres, personas de bajos recursos y a la comunidad queer. Como fuente de reflexión sobre nuestra propia complicidad e inspiración para romper con ella, Harris cita a la poeta y activista lesbiana Audre Lorde, quien en un discurso dentro la Universidad de Harvard, en 1982, le preguntó a su audiencia: “¿De qué manera contribuyo a la subyugación de aquellos a quienes defino como mi gente?”.
La historia crítica de Harris ilustra las contradicciones de lo que las comunidades pretenden hacer y lo que realmente hacen por los miembros más marginados en ellas. Como muestra Harris: “el pasado es una fuente de orgullo y un ejemplo admonitorio que debe informar nuestro desarrollo actual, y construir un futuro mejor y diferente”. Estudiar el pasado — en específico, las contradicciones presentes en los movimientos de protesta — resulta esencial en la creación de una ética del cuidado que pueda ayudar a definir un futuro negro para las personas negras.
El aspecto más intrigante de la “política del despertar” es el estudio hecho por Harris sobre la alegría negra, que define como “un sentimiento y una práctica dirigida a crear espacios para dialogar sobre cómo todas las personas negras pueden, deben y viven a pesar de la larga sombra de la esclavitud, así como los posibles futuros que podríamos construir a través de ese diálogo”. Su definición destaca la imposibilidad, en apariencia inherente, de la alegría negra.
Sin embargo, es dentro de esta historia de dolor y muerte que surge la alegría. De hecho, Harris argumenta que “la alegría negra es ilegible si no se reconoce la fuerza incisiva de la violencia racial en todas sus formas”. La cultura constante y generalizada de la anti-negrura es la razón por la que las expresiones de alegría negra, ya sea en la música, la literatura, el arte o los medios de comunicación, son actos de rebelión. Son formas activas de presencia en un ambiente hostil. Como sostiene Harris, estas expresiones de alegría negra son "expresiones de presencia negra y un preludio que pronostica el futuro aún por llegar".
Pero, si la alegría negra es un preludio tan entrelazado con el dolor de manera intricada, ¿qué tipos de alegría están disponibles para las personas negras? Tal vez este paradigma refleje el pragmatismo que implica ser historiador y organizador. Me pregunto qué perdemos, qué pierden las personas negras, en este marco. Dicha pregunta se conecta con una crítica más amplia del libro de Harris: la labor intelectual de crear la política del despertar (el trabajo interno que conlleva entender la dinámica entre el dolor y la alegría negra) no está delineado para los lectores de forma completa. Yo interpreto lo anterior a modo de una consecuencia del enfoque disciplinario del libro en la historia. Así pues, el énfasis de Harris en el desarrollo de una conciencia crítica se encuentra subdesarrollado y, por lo mismo, no resulta persuasivo en su totalidad.
Finalmente, To Build a Black Future es una conversación de Harris con personas negras sobre otras personas negras, que están haciendo el trabajo de resistencia y el trabajo de alegría. Harris llama a una revisión de los sistemas capitalistas existentes para lograr una ética del cuidado. “Los llamados a la empatía y el reconocimiento dentro del orden actual de las cosas no nos salvarán”, advierte. “En cambio, los legados históricos y espaciales de la cultura anti-negritud deben ser deshechos, lo cual requiere un deseo colectivo de abolir todos sus vestigios y, en su lugar, reconstituir la comunidad”. El argumento de Harris es bello por su fuerza. Un futuro negro está garantizado solo si estamos dispuestos a desmantelar los sistemas opresivos al usar todas las herramientas a nuestra disposición, incluidos nuestro dolor y nuestra alegría.
To Build a Black Future: The Radical Politics of Joy, Pain, and Care por Christopher Paul Harris. 272 páginas, Princeton University Press, 2023.
Autora original:
- Geraldine Mukumbi es una educadora zimbabuense. Actualmente, realiza un doctorado en estudios de currículo y educación docente en la Escuela de Graduados de Educación de Stanford.
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Este artículo es contenido original de la Revista Stanford Social Innovation Review publicado en la edición invierno 2024.
Traducción del artículo Finding Black Joy in Pain por Carlos Calles.
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