Las mujeres de Medio Oriente que inician empresas sociales enfrentan obstáculos significativos, pero pueden superarlos aprovechando los vínculos sociales.
Omniah se acercaba a los treinta años y tenía un empleo estable en una compañía internacional en Yeda, Arabia Saudita, cuando escuchó por primera vez el término emprendimiento social. Lo escuchó de una amiga que estudiaba en el extranjero una maestría sobre el tema. Después de invertir mucho tiempo leyendo y escuchando videos sobre el asunto, Omniah decidió dar el salto y comenzar una empresa social.
La transición no fue sencilla. Su familia y amigos no sabían qué era un emprendimiento social. Una y otra vez debió explicarles en qué consistía el campo. No podían entender por qué dejaría un empleo con paga estable para empezar lo que ellos veían como una organización benéfica. También tuvo que explicar el término a financiadores e inversionistas potenciales, y encontrar a otros emprendedores sociales para identificar las redes empresariales más adecuadas para unirse.
¿Cómo pueden las emprendedoras sociales aprender a sobrevivir, e incluso prosperar, en contextos no occidentales donde el emprendimiento social aún está consolidándose?
Estudiamos esta pregunta entre 2014 y 2019 para una disertación doctoral en el Departamento de Administración y Finanzas de la Escuela de Estudios Orientales y Africanos de la Universidad de Londres. Investigamos tanto a emprendedoras como a emprendedores sociales en Arabia Saudita y nos enfocamos en su uso de capital social y de wasta —el sistema de patrocinio en Oriente Medio basado en conexiones personales, con frecuencia comparado al favoritismo y nepotismo de Occidente. En 2021, dimos seguimiento a las emprendedoras y los emprendedores sociales que habíamos estudiado.
Encontramos que las emprendedoras sociales sauditas sí enfrentan barreras significativas para desarrollar sus empresas, pero pueden aprovechar algunas ventajas que no poseen sus contrapartes masculinas al navegar profundos vínculos sociales con familiares y amigos cercanos. Nuestra investigación puede ayudar a informar los esfuerzos para apoyar a las emprendedoras sociales del Medio Oriente y el Norte de África (región MENA, por sus siglas en ingles), y también en otros lugares del mundo donde las mujeres enfrentan circunstancias sociales similares.
Wasta y capital social
En Arabia Saudita, la participación en emprendimientos sociales no ha mostrado un aumento significativo en los últimos cinco años: el número de empresas sociales se ha mantenido constante entre, aproximadamente, las 2,597 y 3,000 empresas. Actualmente, Arabia Saudita tiene una organización sin fines de lucro por cada diez mil personas. En contraste, Canadá y Estados Unidos tienen una por cada cincuenta personas, y Francia una por cada doscientas. Sin embargo, Arabia Saudita recientemente ha mostrado un interés por desarrollar el campo. En junio de 2021, el Consejo de ministros de Arabia Saudita aprobó el establecimiento del Centro para el Desarrollo del Sector sin Fines de Lucro (NCNP, por sus siglas en inglés), que servirá como regulador del sector. A pesar de este apoyo del gobierno, las emprendedoras sociales enfrentan obstáculos importantes que comparten entre sus homólogas a nivel mundial.
En específico, encontramos cuatro tendencias generales. Primero, las emprendedoras sociales tienen menos recursos que sus homólogos masculinos debido a su acceso limitado a círculos sociales fuera de la familia. Las mujeres son a menudo excluidas de redes de negocios tradicionales y esto resulta en una falta de acceso a la información de estas redes. Las redes de mujeres parecen incluir, típicamente, a menos emprendedoras y son más homogéneas. Las mujeres también sintieron que debían trabajar más duro para recibir confianza y respeto de sus inversionistas y patrocinadores.
Segundo, el apoyo de vínculos fuertes es vital para el éxito de las emprendedoras sociales. Al decir vínculos fuertes nos referimos a relaciones con amigos cercanos y familiares con quienes las interacciones son habituales, están basadas en la confianza mutua y están cimentadas en una conexión emocional profunda. Los vínculos fuertes pueden proveer fuentes de empleo, acceso informal a capital de amigos y familiares, apoyo social e información sensible que a menudo solo está disponible a través de relaciones con un nivel de confianza alto.
En particular, el apoyo familiar (en especial de los esposos) afecta fuertemente el éxito de las emprendedoras sociales. Por ejemplo, las fuentes tradicionales de financiamiento para las emprendedoras sauditas son, generalmente, los padres, esposos u otros familiares quienes proporcionan el capital suficiente para iniciar una empresa pequeña. El progreso de las mujeres en la sociedad saudita está, por lo tanto, estrechamente relacionado al rol de apoyo de la familia cercana y extendida.
Paradójicamente, algunas de las encuestadas citaron a la familia como su principal obstáculo de crecimiento, mientras que otras la citaron como el contribuidor más importante. Los roles de género entre las familias dependen de factores como el nivel educativo, la clase socioeconómica y los antecedentes rurales-urbanos. Por ejemplo, dos fundadoras de empresas sociales, una dedicada al desempleo de mujeres y otra enfocada en residuos alimenticios, explicaron que sus familias las habían apoyado en su educación superior para obtener una beca o maestría en emprendimiento social, y se mostraron comprensivos y creyentes en el trabajo de sus hijas como emprendedoras sociales. “Mi familia pensó que era bueno tener a una hija y esposa que ayudara a la sociedad, incluso si no era bien remunerada”, dijo una emprendedora social.
Sin embargo, la experiencia fue la opuesta para otras dos emprendedoras sociales —una enfocada en la juventud y la otra en el desempleo de mujeres—, quienes enfrentaron oposición de sus familias cercanas y dependieron de vínculos más débiles para el financiamiento y otros tipos de apoyo. Como resultado, batallaron más para crecer.
Tercero, las emprendedoras sociales recibieron menos apoyo de sus vínculos débiles en comparación con sus homólogos masculinos. Al decir vínculos débiles nos referimos a grupos diversos de personas que no entran en el círculo de vínculos fuertes, pero que aún así podrían proporcionar capital y apoyo: clientes, proveedores, instituciones financieras, todos aquellos con quienes un individuo interactúa con poca frecuencia, de manera informal e inconsistente. En línea con otros descubrimientos en torno a mujeres emprendedoras, las emprendedoras sociales de Arabia Saudita toman su confianza y apoyo de familiares, al tiempo que siguen enfrentando muchos retos relacionados con el acceso al financiamiento. Los hombres sauditas, en contraste, enfrentan la presión de la familia y las opiniones de la sociedad en torno al emprendimiento social y su incompatibilidad con un empleo rentable para quien se espera sea el proveedor de la familia. Esto sucede porque el emprendimiento social es visto por algunas familias de emprendedores como un trabajo caritativo. “Mi familia no entiende por qué quiero iniciar una empresa social que no será muy lucrativa y está enfocada en el desempleo de mujeres”, nos comentó un emprendedor social. En cambio, para los hombres fue más fácil establecer redes y tener acceso a los vínculos débiles.
Cuarto, el wasta probó ser una forma importante de capital social para las emprendedoras sociales. En la región MENA, el wasta puede anular el sesgo de género en una sociedad dominada por hombres al ofrecer a las mujeres oportunidades de desarrollo. Por otro lado, la falta de wasta puede impedir el éxito de alguien en el Medio Oriente de la misma forma que la ausencia de redes y mentoría puede ser un obstáculo en países occidentales.
Reducir barreras
Con base en nuestras conclusiones, ofrecemos cuatro recomendaciones para apoyar a las emprendedoras sociales de Arabia Saudita, de la región MENA y de otros lugares donde se enfrenten a dinámicas similares. Primero, las aspirantes a convertirse en emprendedoras sociales necesitan desesperadamente redes de apoyo para obtener éxito. Las estructuras sociales de las mujeres, y la forma en que socializan, tienen una influencia importante en los fondos de capital social que las mujeres usan para iniciar sus empresas. La falta de acceso a inversionistas, organismos financiadores, redes empresariales y eventos sociales de networking restringen sus oportunidades de recaudar dinero y otros recursos cruciales para el crecimiento de las empresas. Las personas que construyen ecosistemas pueden y deben impulsar la formación de redes de mujeres enlazándolas a fundaciones e instituciones establecidas, en especial aquellas que consagran el empoderamiento femenino como una meta importante.
Segundo, las emprendedoras sociales y sus partidarias deben tomar un enfoque estratégico frente a los vínculos familiares. La familia constituye una barrera cuando las mujeres no pueden dar el tiempo ni la atención adecuada a la empresa. Tampoco cuando no pueden viajar por compromisos familiares y responsabilidades maternas. Sin embargo, una actitud positiva de familia y cónyuges, así como su apoyo emocional, parece ayudar a las mujeres a conseguir el desempeño y los resultados exitosos.
Tercero, contratar a más mujeres en posiciones relevantes de liderazgo puede ayudar a las emprendedoras sociales a obtener acceso y conexiones para impulsar el apoyo. Tanto emprendedoras como emprendedores sociales batallaron con las barreras socioculturales asociadas a su género, tales como el cuestionamiento de la sociedad sobre si el sector social era apropiado, el acceso al financiamiento y su habilidad para comunicarse con órganos gubernamentales. En general, las emprendedoras y los emprendedores que estudiamos mencionaron en particular cómo su género afectaba su habilidad para desarrollar relaciones con sus bancos, clientes y proveedores.
Las mujeres creyeron que su camino en el sector hubiera sido más sencillo sin tantas barreras culturales. Por ejemplo, se quejaron de que no podían asistir a tantos eventos de networking como los hombres. Para ellas fue más difícil crear redes, dado que muchas de las posiciones más altas en el gobierno y en el sector privado las ocupan hombres. Esto significó que los emprendedores sociales varones tuvieron una mejor oportunidad para acceder a redes más grandes y desarrollar sus vínculos débiles. Si más mujeres estuvieran en posiciones de liderazgo en fundaciones, organizaciones sin fines de lucro y oficinas de gobierno relacionadas a empresas sociales, las emprendedoras sociales podrían navegarlas más fácilmente.
Cuarto, el wasta ofrece una herramienta para superar los desafíos percibidos en torno al emprendimiento social. Dado que para las mujeres fue más sencillo recibir el apoyo de familiares para sus empresas, también se facilitó el acceso a los vínculos fuertes y a familiares que actuaban como intermediarios. Los emprendedores sociales varones, por otro lado, no obtuvieron tanto apoyo de los vínculos fuertes, pero el acceso a los vínculos débiles fue más sencillo, y lo mismo para conseguir intermediarios de vínculos tanto fuertes como débiles. Los emprendedores sociales se sintieron cómodos utilizando su capital social, pues podían entrar a los edificios gubernamentales donde solo había hombres y usar su wasta para terminar más rápido sus asuntos. En contraste, las emprendedoras sociales debían usar el teléfono y el correo electrónico para llegar a los funcionarios varones.
En el mundo árabe, las afiliaciones familiares y de tribus regionales son motores importantes para el wasta. Aunque quienes invierten en crear ecosistemas sociales tal vez no puedan influir en las relaciones entre emprendedoras sociales y sus conexiones personales, crear conciencia en los medios sobre emprendimiento social puede impulsar el wasta de estas mujeres para que reciban mentorías y otros tipos de apoyo.
Autores originales:
- Ghadah W. Alharthi es profesora titular en Central Saint Martins, Universidad de las Artes de Londres. Su investigación actual se enfoca en la cultura, las redes sociales y la innovación social. También es consultora cultural, trabajando en proyectos a gran escala en el Medio Oriente, y asesora joven en Chatham House.
- Tuukka Toivonen es profesor en Creatividad regenerativa en Central Saint Martins, Universidad de las Artes en Londres, donde también dirige el programa de maestría en gestión de la innovación. Su investigación actual examina cómo el mundo está aprendiendo a crear con o para la naturaleza a través de los esfuerzos de emprendedores y diseñadores jóvenes que colaboran con organismos vivos no humanos.
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Este artículo es contenido original de la revista de Stanford Social Innovation Review publicado en la edición Primavera 2023.
- Traducción de Carlos Calles
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