Un posible camino para transformar la educación y potenciar el poder de los jóvenes es promover relaciones auténticas entre alumnos, profesores y funcionarios.
En una calurosa tarde de mayo, dentro de un aula del Instituto Lakewood en Long Beach California, diez personas están sentadas en círculo: ocho son profesores y dos son alumnos. Los profesores hacen preguntas y escuchan las respuestas de los alumnos. No se trata de un examen. El tema de la conversación son las relaciones entre alumnos y profesores, y estos últimos reciben consejos de los estudiantes. La mayoría de los docentes se muestran receptivos, pero uno de ellos expresa sus dudas y frustración.
“Escuchen”, dice uno de los alumnos, “sé que ustedes tienen miedo, pero nosotros también”. A continuación, la conversación se centra en lo que significa ser honestos y abiertos entre ambos, y en cómo construir relaciones sanas.
Esta conversación tuvo lugar en 2021 durante un taller organizado por Californians for Justice (CFJ, por sus siglas en inglés), un grupo de acción comunitaria con sede en Oakland, California, dedicado a fortalecer el poder de los jóvenes marginados en el sistema de educación pública. Durante sus 25 años de activismo en California, CFJ ha aumentado de manera significativa la representación y la voz de los jóvenes en las mesas de toma de decisiones de las escuelas, así como a nivel de distrito y estatal.
A lo largo de su trayectoria, CFJ ha evolucionado de confrontar el sistema a colaborar con él. Se convirtió en un actor integral del mismo, pero sin renunciar a su capacidad de presionar para impulsar cambios.
Esta transformación es una historia de éxito y humildad, una narrativa de evolución constante para servir mejor a la juventud de raza negra y morena. En el centro de esta historia está el enfoque de CFJ para empoderar y generar cambio social a través de las relaciones, impulsado por una herencia de luchas, contratiempos y victorias, y un sentido de comunidad con base en la capacidad de soñar, amar y cuidarse mutuamente.
Su trabajo es prueba del potencial revolucionario para una transformación sistémica al enfocarse en los jóvenes de raza negra y morena, a la vez de establecer relaciones entre estudiantes y personal escolar, así como fomentar la comunidad y dar voz a los marginados.
Poder de oposición
Californians for Justice fue fundada en San José, en 1995, por las activistas Rebecca Gordon y Jan Adams con el apoyo del Center for Third World Organizing (Centro para la Organización del Tercer Mundo, CTWO, por sus siglas en inglés). Su objetivo era fortalecer el poder político de comunidades tradicionalmente marginadas, y luchar contra políticas injustas y poco equitativas. Desde sus inicios, CFJ ha sido una organización multirracial y de alcance estatal. Trabajan con y a través de diversos grupos movilizadores para aumentar el impacto de las campañas electorales en el terreno.
Durante sus primeros años, el CFJ mantuvo una relación de confrontación con quienes ocupaban los puestos de poder tradicionales. A través de campañas de organización en las comunidades de raza negra y morena, intentaron evitar que los responsables de la toma de decisiones aplicaran políticas que consideraban racistas, anti-inmigrantes y perjudiciales para las personas y familias de clase trabajadora.
Las propuestas legislativas a las que se opuso CFJ incluían la Propuesta 209 de California, presentada a los votantes en 1996 para poner fin a las medidas en favor de la igualdad en la Universidad de California y en los organismos estatales, y la Propuesta 21, presentada en 2000 para exigir que jóvenes de tan solo 14 años fueran juzgados y condenados como adultos por una serie de delitos.
Siete años después de su creación, CFJ continuó con su estrategia de confrontación y reacción. Se especializaron en la movilización de campañas de apoyo a la equidad y la justicia.
En 2003, por ejemplo, la CFJ contribuyó con firmeza a que los votantes de California rechazaran la Proposición 54, comúnmente denominada "Iniciativa de Privacidad Racial", por sus defensores, y "Prohibición de la Información" por sus detractores. Esta propuesta buscaba prohibir la recopilación y el uso de datos relativos a la raza y la etnia en la educación, el empleo y la contratación pública.
A pesar de estos triunfos, el propósito original de la organización empezó a evolucionar. El personal y la dirección fueron cada vez más conscientes de que debían dejar de reaccionar y oponerse a las políticas promulgadas para adoptar enfoques alternativos de manera más proactiva.
“Muchos grupos de jóvenes activistas son unidimensionales; se basan en estudios de organizaciones externas y aplican estrategias que, a menudo, no conducen a un cambio sistémico a largo plazo”, afirma Omar Cárdenas, director de organización de CFJ. “Así era en los primeros años de CFJ”.
Constantemente, nos frustrábamos con una ira justificada al tratar de generar cambios y exigir rendición de cuentas a los responsables de la toma de decisiones. Presionábamos de un modo ininterrumpido para que se aprobaran políticas más justas; sin embargo, no nos dimos cuenta de que, sin una transformación en los corazones, las mentes y el espíritu, esas políticas desaparecerían al día siguiente.
De reactivo a proactivo
A mediados de la primera década del siglo XXI, CFJ comenzó a experimentar su primera transformación crítica bajo el liderazgo conjunto de Abdi Soltani, actual director ejecutivo de la ACLU del Norte de California, y Mimi Ho, quien pasó a dirigir importantes organizaciones activistas como la Asian Pacific Environmental Network (Red Medioambiental de Asia y el Pacífico, APEN, por sus siglas en inglés).
CFJ reconoció que la mayor parte de su base de voluntarios estaba compuesta por jóvenes de raza negra, quienes demostraron la mayor pasión y disposición para participar en campañas electorales de oposición durante sus primeros años de lucha política. Por ello, la dirección, el personal y el consejo de CFJ decidieron iniciar un proceso exhaustivo de retroalimentación y reflexión con sus jóvenes miembros. Estas deliberaciones desencadenaron dos cambios críticos: CFJ decidió enfocarse, específicamente, en el sector educativo, que resulta crucial para los jóvenes, y cambiar de una actitud defensiva y de oposición a una más proactiva, colaborativa y pragmática.
Con este nuevo enfoque estratégico, CFJ inició una serie de campañas educativas que resultaron exitosas y promovieron los intereses de los jóvenes.
Por ejemplo, en 2002, CFJ lanzó la campaña “¿Tan frescos y tan limpios?”, que logró importantes mejoras en las instalaciones de los Distritos Escolares Unificados de Long Beach y Oakland. En 2004, CFJ también apoyó la aprobación del Acuerdo Williams, con el cual se reservaron más de mil millones de dólares estatales para asegurar que todos los estudiantes tuvieran acceso a libros de texto, escuelas más seguras y limpias, y maestros más calificados.
Al colaborar estrechamente durante estas campañas con importantes grupos estatales como InnerCity Struggle (ICS, por sus siglas en inglés) y Public Advocates (PA, por sus siglas en inglés), CFJ no solo amplió su red, también se dio cuenta de que, para fortalecer su impacto y alcance, necesitaba comenzar a involucrar a más grupos de interés; especialmente, legisladores, el consejo escolar estatal y líderes de distrito.
CFJ también se dio cuenta de que debía ser más hábil al integrar a estudiantes y líderes comunitarios en el proceso de toma de decisiones. Aunque las victorias políticas de la década de 2000 habían impulsado a CFJ, sabían que participar en luchas aisladas no sería suficiente para transformar el sistema educativo.
Cambio de cultura
En 2013, con un conjunto más amplio de grupos de interés, CFJ había evolucionado de ser una operación de campaña a una organización centrada en la creación de relaciones. Se formaron sólidas coaliciones con organizaciones locales y estatales, como la California State PTA (Asociación de Padres y Maestros del Estado de California) y The Education Trust-West (Fondo de Educación-Oeste). Se invirtió en establecer conexiones estrechas y obtener el apoyo directo de los responsables de la toma de decisiones legislativas y gubernamentales a nivel estatal, incluidos los miembros clave de la Junta Estatal de Educación, y a nivel de distrito, como los superintendentes y los miembros de la junta educativa del condado local.
Sin embargo, no estaba claro si CFJ contaba con los recursos necesarios para tener éxito. Cuando Taryn Ishida se convirtió en directora ejecutiva en 2013, tras su paso por la Fundación Lucile Packard y después de haber sido miembro de la junta directiva y voluntaria de CFJ durante más de una década, la organización enfrentaba un déficit financiero.
La organización tenía 12 empleados a tiempo completo y dos a tiempo parcial, en su mayoría jóvenes veinteañeros, y necesitaba reducir su plantilla. Bajo la dirección de Ishida, el personal y la junta directiva analizaron de manera cuidadosa cómo lograr el máximo impacto con recursos limitados.
Era necesario atraer aliados y colaboradores, e idear métodos para convertir sus iniciativas de creación de relaciones en desarrollo de capacidades. Las reflexiones que CFJ emprendió para superar esta crisis ayudaron a allanar el camino para los importantes éxitos que lograron en la década siguiente.
Con base en relaciones de CFJ, el próspero enfoque dio sus frutos cuando se unieron con Public Advocates, una firma legal y de defensa sin fines de lucro, para liderar una coalición de organizaciones de derechos civiles, defensores, padres de la comunidad y estudiantes, que presionaban para la aprobación de la Local Control Funding Formula (Fórmula de Financiación de Control Local, LCFF, por sus siglas en inglés).
La LCFF marcó un cambio en California. Se alejó del enfoque tradicional de asignar recursos escolares mediante una fórmula ponderada que considera el número de estudiantes de bajos ingresos, estudiantes de inglés como segunda lengua y jóvenes en hogares de acogida, siempre con el objetivo de establecer un sistema de financiación más equitativo. Además, la legislación otorgaba mayor flexibilidad a las comunidades locales en cuanto a cómo podían utilizar la financiación estatal.
Aun así, CFJ sabía, considerando victorias previas en la política, que la aprobación de LCFF, aunque trascendental, no sería suficiente para transformar la cultura escolar, lo que incluye sus visiones del mundo, dinámicas de poder y relaciones.
Así, CFJ complementó esta victoria con una nueva iniciativa llamada Campaña de la Voz Estudiantil, que contó con el respaldo de más de 30 organizaciones en todo el estado como la ACLU del Norte de California (ACLU) y la Asociación de Profesores de California (CTA, por sus siglas en inglés); ambas representan a más de 850,000 estudiantes en 27 distritos.
La Campaña de la Voz Estudiantil tenía como objetivo asegurar que la implementación de la LCFF no excluyera a los estudiantes y padres de la toma de decisiones.
En noviembre de 2014, la Junta de Educación del Estado de California emitió regulaciones que instruyen a los distritos a incluir las voces de los estudiantes, padres y grupos comunitarios de interés en el desarrollo de los Planes de Control Local y Rendición de Cuentas (LCAP). Los anteriores establecen metas, acciones y directrices de gasto para mejorar los resultados estudiantiles. La Campaña de la Voz Estudiantil fue un éxito.
LCFF se convirtió en un logro significativo para CFJ. Esta victoria legislativa aseguró más recursos para las comunidades desfavorecidas. Los LCAP integraron los valores de las comunidades, así como realzaron la importancia de la voz local en el establecimiento de la dirección y la toma de decisiones.
CFJ se había convertido en un actor crucial en el sistema educativo del estado. Pasó de enfocarse en la movilización de la comunidad y la organización de protestas, a convertirse en una organización con gran alcance de influencia, capaz de formar coaliciones poderosas y con una visión de largo plazo sobre un cambio sistémico profundo.
“CFJ se convirtió en algo mucho más parecido al agua”, afirma Cárdenas. “Dejamos de intentar abrirnos paso a la fuerza a través de puntos de resistencia y comenzamos a centrarnos en los puntos donde podíamos ser más efectivos de manera más suave. Como resultado, nos hemos vuelto mucho más influyentes”.
Escuchar a los jóvenes
A finales de 2014, CFJ había consolidado su reputación como una organización con un sólido historial de campañas activistas y procesos bien aplicados para presionar a las personas en el poder.
Además, la infraestructura de CFJ para captar el voto estaba firmemente establecida mediante una sólida base de padres y jóvenes que podían movilizar, así como un conjunto de organizaciones aliadas con las que CFJ trabajaba de un modo eficaz para ampliar su impacto colectivo.
Sin embargo, en su momento de triunfo, los dirigentes y el personal de CFJ también se sentían agotados.
A pesar de los esfuerzos de CFJ por lograr la equidad en las escuelas, la mayoría de los estudiantes de comunidades de escasos recursos no habían visto avances positivos, y los jóvenes seguían estando, en su mayoría, excluidos del poder y la influencia.
“Habíamos conseguido una nueva política, conseguimos financiación del sistema, conseguimos gobernanza y voz en la mesa, pero nada cambiaba realmente. ¿Cómo nos aseguramos de que la visión se haga realidad?”
Además, CFJ escuchaba, en todos los lugares donde trabajaba, cómo bastantes jóvenes se sentían perdidos y privados de sus derechos en las escuelas. La encuesta California Healthy Kids, realizada a 6,2 millones de estudiantes del estado entre 2013 y 2015, puso de manifiesto este hecho.
Llevada a cabo por WestEd bajo contrato del Estado, indicaba que uno de cada tres estudiantes (más de 20 millones de jóvenes) no podían identificar a un solo adulto que se preocupara por ellos en la escuela. Este hallazgo llevó a CFJ a una profunda reflexión y reevaluación de su trabajo.
“Habíamos conseguido una nueva política, conseguimos financiación del sistema, conseguimos gobernanza y voz en la mesa, pero nada cambiaba realmente”, dice Taryn Ishida, ex directora ejecutiva de CFJ. “¿Cómo nos involucramos realmente y nos aseguramos de que la visión se haga realidad?”.
Sin cambios más drásticos en la cultura del sistema educativo, no solo a nivel estatal, sino también en los distritos locales y en las escuelas, los cambios estructurales que estaban logrando no mejorarían de forma sustancial la experiencia cotidiana de los estudiantes.
Estaban decididos a ir más allá de solo construir la voz y la voluntad de los estudiantes, quienes sufren directamente el problema. Debían asegurarse de que todos los demás en el sistema apreciaran de manera genuina a los estudiantes y su bienestar.
Para lograrlo tuvieron que cambiar las percepciones de los adultos (profesores y administradores) sobre la necesidad de centrarse en las voces de los estudiantes de raza negra y morena, así como invertir en su educación, planes y esperanzas de éxito en la vida. También, fue necesario enseñar a los adultos cómo hacerlo.
“Tuvimos que confiar en que los jóvenes realmente sabían cuáles eran los mayores problemas y cuáles eran las soluciones más importantes”, afirma Ishida.
“Y tuvimos que confiar en que eran ellos quienes conocían en profundidad sus necesidades. Esto representó un cambio radical, en especial para los adultos en las escuelas, quienes ocupaban puestos de autoridad y tenían gran poder sobre los alumnos. Para ellos aprender a confiar en la voz y la sabiduría de los alumnos era un desafío arraigado con profundidad”.
A fin de comprender mejor cómo el trabajo de CFJ había influido en la experiencia escolar cotidiana, la organización llevó a cabo en 2015 una encuesta de investigación-acción dirigida por jóvenes que duró 10 meses. En ella participaron más de 2 mil estudiantes y 65 líderes escolares de toda California.
El estudio confirmó que las relaciones profundas y auténticas son fundamentales para el éxito de los estudiantes; particularmente, para los estudiantes de raza negra y morena. En sí, según documenta la Asociación Americana de Psicología, los estudiantes que mantienen una relación positiva con sus profesores obtienen mejores resultados, y muestran mejores aptitudes sociales y emocionales, así como mayor motivación y resiliencia.
Estos resultados coinciden con otros estudios educativos. Por ejemplo, los investigadores en educación Anthony S. Bryk y Barbara Schneider, pertenecientes a la Universidad de Chicago, descubrieron que cuando los alumnos experimentaban una fuerte “relación de confianza” con los administradores y profesores de sus escuelas las posibilidades de mejorar su rendimiento académico aumentaban significativamente un 50%.
Escuelas enfocadas en las relaciones
La encuesta despertó en los jóvenes líderes de CFJ, el personal y la junta directiva la visión de un nuevo enfoque educativo centrado en formar a estudiantes, profesores y administradores para que mantengan relaciones auténticas entre sí. Con el tiempo, esta idea sería conocida como Escuelas Centradas en las Relaciones.
Las Escuelas Centradas en las Relaciones buscan transformar la dinámica de poder en la educación mediante la creación de un sistema que no solo valore la voz de los estudiantes, sino que también la honre y apoye. El proyecto crea espacios para construir relaciones, así como ofrece asesoramiento y formación al personal escolar para que puedan apoyar y conectar mejor con los alumnos. Esta formación incluye estrategias de escucha activa y momentos de reflexión contra los prejuicios.
“El poder y la comunidad están conectados. Entre más comunicación tengo con adultos que suelen intimidarme, más oportunidades tengo de sentir mi poder, en especial cuando siento que les importa lo que tengo que expresar”, dice Melanie Huizar, líder estudiantil de CFJ, sobre las Escuelas Centradas en las Relaciones. “Sin esa sensación, mi voz no es más que ruido”.
En los distritos donde CFJ está presente, el modelo de Escuelas Centradas en las Relaciones se ha convertido en una parte esencial del funcionamiento del sistema educativo y de los valores que promueve.
En términos prácticos, los distritos establecen acuerdos formales con CFJ para que los activistas comunitarios colaboren con educadores, administradores y estudiantes. Así, contribuyen a mejorar las relaciones interpersonales en sus centros educativos.
Lo anterior se logra mediante la aprobación de resoluciones formales por parte de los consejos educativos locales o a través de un Memorando de Entendimiento (MOU) formal. Este acuerdo es firmado por la dirección de CFJ y los consejos educativos locales. A su vez, está estructurado con niveles de flexibilidad que definen la inversión y el compromiso del distrito hacia el cambio.
Estas resoluciones y memorandos no solo definen roles y expectativas para el desarrollo de capacidades en las escuelas, sino que también detallan las expectativas y compromisos para transformar la cultura.
Por ejemplo, los memorandos de entendimiento establecen que ciertas escuelas deben apoyar las redes de aprendizaje profesional (PLN, por sus siglas en inglés). Dichas redes están compuestas por directores o subdirectores, administradores escolares, estudiantes y padres que representan a poblaciones con grandes necesidades, así como entrenadores escolares, administradores, líderes de instrucción y representantes de padres y familias.
El propósito de las PLN no es solo desarrollar programas y estructuras escolares equitativas, sino también asegurar que los diversos niveles de liderazgo e influencia en las escuelas se comprometan, colectivamente, con una transformación personal y profesional, y adopten principios antirracistas.
Para contribuir al cambio en la dinámica de poder en las escuelas, CFJ emplea diversas prácticas como entrevistas de empatía, auditorías de equidad realizadas en colaboración entre estudiantes y educadores, investigación conjunta sobre dilemas de equidad y narración de historias.
Las Escuelas Centradas en las Relaciones reúnen a jóvenes, familias, profesores y administradores para fortalecer sus relaciones y, a su vez, asegurar que los estudiantes se sientan conectados al sistema educativo y capacitados para influir en la cultura del mismo.
Para crear las PLN, CFJ se inspiró en los líderes educativos Shane Safir y Jamila Dugan, quienes señalan en su libro de 2021 “Street Data: A Next-Generation Model for Equity, Pedagogy, and School Transformation” (Datos de la calle: Un modelo de nueva generación para la equidad, la pedagogía y la transformación escolar): “La equidad no es un destino, sino un compromiso inquebrantable con el viaje”. Puede ser fácil centrarse en dónde esperamos llegar y perder de vista las acciones cotidianas que conforman el proceso”.
En la actualidad, CFJ ha firmado memorandos de entendimiento en cuatro distritos para liderar el trabajo dentro de 16 escuelas; contaron con la participación directa de entre 150 y 200 educadores, además de 164 estudiantes. De forma indirecta, esta iniciativa ha beneficiado la vida de al menos 38,000 jóvenes al promover un mayor sentido de pertenencia y desarrollar una cultura positiva en dichas escuelas.
Cambiar de la oposición al sistema a colaborar con él ha sido un desafío. Según Ishida, “el cambio de una relación externa a una interna es una danza muy delicada y compleja”. CFJ ha sido testigo de estas dificultades desde el inicio.
“Una de las escuelas empezó a interactuar con nosotros de forma distinta, porque creían que nos pagaban por prestar un servicio”, explica Ishida. “Sin embargo, les recordamos que veníamos a cambiar las cosas. Estábamos allí porque la comunidad llevaba años exigiendo este cambio para los jóvenes. Estábamos allí porque tanto nosotros como la escuela le debíamos a la comunidad hacer todo lo posible por cambiar”.
Con las Escuelas Centradas en las Relaciones, CFJ comenzó a explorar un enfoque nuevo y más profundo de la dinámica del poder en la educación. Muchas organizaciones de apoyo y movilización construyen el poder al enfocarse en presionar a los responsables de la toma de decisiones. Lo anterior puede llevar a relaciones transaccionales entre los grupos comunitarios y el sistema educativo.
CFJ, por el contrario, está adoptando un enfoque para construir poder que tiene el potencial de ser más inclusivo, impactante y transformador.
Este tipo de prácticas fomentan el desarrollo de valores compartidos entre los grupos de interés; principalmente, se mejora la calidad de sus interacciones y se fortalece la conexión de los jóvenes representados por CFJ con el sistema educativo, que siempre debe estar al servicio de ellos.
CFJ se ha esforzado por mostrar a sus socios y colaboradores cómo se puede cambiar el sistema en la práctica mediante la mejora de las relaciones.
Valerie Cuevas, directora de educación de la California Community Foundation (Fundación Comunitaria de California, CCF, por sus siglas en inglés), ha experimentado este enfoque centrado en las relaciones tanto como colaboradora y financiadora, al igual que en su papel como miembro de la junta directiva de CFJ.
“He formado parte de muchos consejos de administración, y me he ido porque, a menudo, reflejan la jerarquía que la organización intenta desmantelar”, afirma. “Pero cada esfuerzo y estructura de CFJ, incluso en la forma en que nació, demuestra la firme voluntad de la organización de mantener un compromiso profundo con la diversidad, la equidad y la inclusión”.
El impacto de CFJ no se limita a demostrar el poder de la organización y la creación de relaciones, sino que también pueden encapsularlo en un concepto accesible, con principios y prácticas clave, que otros tienen la posibilidad de adoptar. El trabajo de las Escuelas Centradas en las Relaciones adopta diversas formas que, asimismo, dependen de la disposición al cambio de los alumnos y los educadores. Muchas de estas se encuentran detalladas en la página de recursos del sitio web de CFJ.
Para contribuir al cambio en la dinámica de poder en las escuelas, CFJ emplea diversas prácticas como entrevistas de empatía, auditorías de equidad realizadas en colaboración entre estudiantes y educadores, investigación conjunta sobre dilemas de equidad y narración de historias.
Las entrevistas de empatía son conversaciones individuales donde se emplean preguntas abiertas para obtener experiencias e historias personales. El objetivo es mejorar la capacidad de escucha activa, así como profundizar en la comprensión y las conexiones entre personas con diferentes orígenes y roles.
Las auditorías de equidad suelen ser llevadas a cabo de manera conjunta por profesores y alumnos, e incorporan herramientas que ayudan a las escuelas a eliminar los prejuicios inconscientes y abordar las desigualdades estructurales. Una de estas herramientas es el Student Voice Continuum (Continuum de la voz estudiantil), que incluye directrices desarrolladas por CFJ para evaluar la profundidad y el alcance de la participación de los estudiantes en la toma de decisiones.
Los dilemas de equidad son investigaciones colaborativas entre alumnos y profesores (o administradores) sobre las narrativas ocultas que perpetúan las desigualdades sufridas por los alumnos marginados.
Su objetivo es eliminar las barreras que obstaculizan el éxito, explorar la identidad personal y los prejuicios para asegurar una distribución equitativa de los recursos, y fomentar una cultura centrada en los puntos fuertes dentro de las escuelas. El arte, así como ejercicios de respiración y movimiento corporal, suelen emplearse en la narración de historias —destinadas a cambiar las relaciones de poder— para involucrar la mente, el corazón y el espíritu. El propósito es abrir el espacio para la salud colectiva.
El enfoque de CFJ al fomentar el poder de las relaciones y el poder colectivo aspira a que la transformación sea responsabilidad de todos. “Cuando nosotros, como sistema, nos comprometemos a atender a quienes no han sido bien atendidos por nosotros, fortalecemos el sistema para todos, de modo que nadie sale perdiendo”, afirma Tiffany Brown, superintendente adjunta del Distrito Escolar Unificado de Long Beach (LBUSD, por sus siglas en inglés).
“El sistema no es un pastel en el que dar más a unos significa quitarles a otros. Es más como un río que necesita cambiar de curso y fluir según donde estén las oportunidades y los desafíos”.
Los educadores han encontrado en CFJ un socio de confianza y apoyo que puede ayudarles a desmantelar el racismo sistémico de un modo en que no pueden hacerlo solos.
CFJ ha ayudado a los profesores a cambiar su forma de conectar con los alumnos; en especial, con aquellos de raza negra. Esto implica romper viejos estereotipos, aquellos donde los profesores son vistos a modo de poseedores de autoridad y conocimiento, para establecer un nuevo enfoque en el que los docentes son aliados, así como catalizadores de las fortalezas y conocimientos propios de los estudiantes.
Autenticidad y pertenencia
Si bien el trabajo de las Escuelas Centradas en las Relaciones favorece el progreso académico de los estudiantes, CFJ también considera que la cultura predominante en las escuelas privilegia, a menudo, las formas tradicionales de éxito estudiantil por encima de otras maneras de superación de los alumnos. Por ello, CFJ se enfoca en otras formas de desarrollar un sistema educativo más justo y liberador, que permita a los estudiantes crear sus propias narrativas personales y asistir a escuelas que reflejen sus realidades.
Según CFJ, las Escuelas Centradas en las Relaciones promueven “una nueva narrativa sobre la raza y las relaciones que humaniza a los estudiantes, las familias y los educadores, permitiendo a nuestras comunidades trabajar juntas para crear las escuelas que nuestros estudiantes merecen”.
Por ejemplo, CFJ organiza actividades con alumnos y profesores que les ayudan a comunicar y aclarar lo que deben aprender, siempre para compartir la carga y las recompensas de la transformación.
Esta construcción de relaciones promueve valores como la esperanza y el amor. “Cuando era joven, mi activismo nacía de la rabia”, afirma Jamila Rice, quien trabajó en CFJ como directora de desarrollo de capacidades. “Mi transformación en CFJ fue aprender a soltar y vivir con la idea de que podemos crear nuestras propias narrativas y nuestra propia realidad. Y esa liberación es hermosa”.
Las Escuelas Centradas en las Relaciones no solo se centran en los estudiantes, sino también en los padres, profesores y administradores del sistema escolar. Están transformando la manera en que el estado de California promueve la equidad en la educación al enseñar cómo los jóvenes y los adultos pueden establecer conexiones interpersonales más profundas y, de esta forma, colaborar en la construcción de confianza e inclusión, sin importar sus diferencias.
Lo anterior no implica que todo sea negociable o que todos los obstáculos puedan superarse.
Algunos de los valores de CFJ son esenciales para su labor. En ciertas ocasiones, CFJ ha establecido límites para proteger estos valores y su identidad. Así, incluso cuando eso implicaba poner a prueba las relaciones hasta su límite, demostraron fuerza y convicción.
En estos casos, a fin de desarrollar una sólida confianza y respeto, el trabajo continuo de CFJ con todos los grupos de interés en el sistema ha sido fundamental para superar estas tensiones.
Por ejemplo, después del asesinato de George Floyd por la policía de Minneapolis el 25 de mayo de 2020, CFJ reafirmó de manera pública su postura antirracista. A través de redes sociales, protestas, marchas y cartas abiertas, CFJ expresó su solidaridad con las comunidades afroamericanas y latinas; se alineó de manera estrecha con organizaciones activistas como Movement for Black Lives (Movimiento por la vida de las personas de raza negra) y BYP100. También, ayudó a organizar protestas en escuelas, además de reforzar su respaldo a iniciativas para convertirlas en espacios libres de policías.
“Es hermoso ver el momento en que estudiantes y profesores finalmente bajan la guardia, empiezan a confiar mutuamente y comprenden cuánto se necesitan para seguir creciendo juntos”.
Después del trágico incidente en el que la estudiante Manuela (Mona) Rodríguez fue asesinada a tiros por un oficial de seguridad escolar del Distrito Escolar Unificado de Long Beach (LBUSD) el 27 de septiembre de 2021, en el estacionamiento de la Escuela Secundaria Millikan, los líderes de CFJ firmaron una carta de apoyo a Black Lives Matter (BLM, por sus siglas en inglés). En esta carta, también se hizo un llamado para eliminar a los oficiales armados en las escuelas.
Sin embargo, antes de hacer pública la carta, CFJ sostuvo un diálogo con los líderes del LBUSD donde expresaron su comprensión por las posibles tensiones que la carta podría generar en la relación con la dirección escolar.
Es crucial destacar que CFJ también explicó por qué era fundamental respaldar las demandas de BLM, que incluían la eliminación de todas las armas de fuego en las escuelas, capacitación adicional del personal para manejar situaciones difíciles, revisión y reforma de prácticas punitivas, y promoción de métodos restaurativos.
Este compromiso con la autenticidad es un valor fundamental de CFJ, que proviene no solo de sus raíces en la organización comunitaria, sino también de la manera en que construye relaciones diarias a fin de respaldar su trabajo.
Por ejemplo, sin importar la formalidad o la urgencia de la ocasión, CFJ inicia cada reunión con ejercicios simples como preguntas para verificar cómo se siente cada persona. Este enfoque fomenta la intimidad en la conversación y fortalece los lazos interpersonales, sin importar las funciones o las posiciones de autoridad.
“Hay que reconocer que hace dos años pensaba: '¿Qué es esto?' No hago esto en ninguna reunión a la que voy”, dice Melanie Brown, superintendente adjunta del LBUSD. “Pero, ahora, sus reuniones son sin duda mis favoritas, pues insisten en dar prioridad a las relaciones, y esto hace que quieras mantener una relación con ellos”.
El enfoque de CFJ para fomentar interacciones auténticas, profundas y sostenidas puede no satisfacer a aquellos que valoran un cambio rápido y revolucionario.
La paradoja en este caso es que CFJ trabaja dentro de Escuelas Centradas en las Relaciones para cambiar el sistema, que es un enfoque muy lento y gradual. Una vez que empiecen a capacitar al personal de las escuelas a mayor escala, aumentará el desafío de mantener conexiones profundas y transformadoras. Con esta paradoja, CFJ expresa su confianza en desacelerar el ritmo de trabajo a fin de volverlo transformador.
Lidiar con la paciencia puede ser complicado, sobre todo para quienes tienen un sentido urgente de cambio. Najla Gómez Rodríguez, directora de capacitación de CFJ, describe los desafíos de cultivar dicho valor tanto entre los jóvenes como el personal.
“Llegan al activismo comunitario con mucho entusiasmo y con ganas de que las cosas avancen a cierta velocidad, de combatir la injusticia actuando con urgencia, ¡porque es urgente!” Sin embargo, Rodríguez relata cómo esta resistencia inicial se disipa una vez que los jóvenes y el personal son testigos de la consolidación de los cambios en las escuelas, y de que estos perduran a pesar de los cambios estructurales y de liderazgo. Pero, por supuesto, la verdad a la hora de provocar el cambio social es que, como bien sabe Rodríguez, hay que ir lento para avanzar rápido.
Sanación, amor y esperanza
En la actualidad, muchos jóvenes, sin importar la comunidad o el país en que vivan, han experimentado traumas desde antes de entrar a la escuela secundaria.
Los jóvenes pueden ser víctimas de abusos por parte de sus padres u otros familiares, haber sido testigos de violencia, o haber estado expuestos a tragedias desgarradoras como presenciar un tiroteo en la escuela o la sobredosis de un amigo. Además, los jóvenes de raza negra suelen enfrentar el peso adicional del racismo por parte de otras personas.
Aunque los eventos traumáticos pueden haber ocurrido en el pasado, siguen afectando el cuerpo y el espíritu del joven si no cuenta con recursos o apoyo para sanar. En comunidades con escasos recursos, siendo el caso de muchas de las atendidas por CFJ, estos recursos están considerablemente menos disponibles.
Para empeorar el problema, el trauma no resuelto en una persona debido a la falta de atención y cuidado puede transmitirse con frecuencia a sus hijos o nietos, lo que se convierte en un trauma intergeneracional.
Muchos de los jóvenes a los que atiende el CFJ llegan a la escuela con traumas significativos sin resolver, y pasan la mayor parte del día en un entorno escolar que no está preparado de la forma adecuada para ayudarles a sanar. En concreto, la mayoría de los enfoques educativos no toman en consideración los efectos del trauma, y los educadores y profesores suelen estar demasiado ocupados o agotados como para fomentar una cultura de sanación.
Como parte de su labor, el CFJ asiste a estudiantes y adultos al adoptar nuevas narrativas y actitudes que les ayuden a sanar los traumas experimentados. Un aspecto central de esta labor es empoderar a los jóvenes para que se sientan más seguros y tengan mayor control sobre su entorno, además de fomentar relaciones enriquecedoras y de confianza entre ellos y los adultos.
“Para que podamos empezar, en realidad, a romper los círculos de violencia y los ciclos de trauma, debemos invertir en círculos de sanación, empoderamiento y amor", afirma Cárdenas. “Mi deseo es que sigamos rompiendo los círculos del trauma mediante el acercamiento de adultos comprensivos y afectuosos a los jóvenes, quienes desean verlos prosperar y están dispuestos a ayudarlos a sanar”.
El enfoque del CFJ en la construcción de relaciones comienza y termina con amor., Enraíza a estudiantes y adultos en una conexión que fomenta la cercanía y crea oportunidades para un propósito colectivo.
Los métodos del CFJ ayudan a recordar a profesores y alumnos que los pequeños gestos de conexión, como el contacto visual, la atención plena a las emociones o la práctica de hábitos inclusivos —similares a los círculos o los registros—, son fundamentales para demostrar el cuidado mutuo. Al experimentar el amor a través de relaciones auténticas entre ellos y con los adultos, los estudiantes pueden comenzar a vislumbrar esperanza en el futuro.
“Es hermoso ver el momento en que estudiantes y profesores finalmente bajan la guardia, empiezan a confiar mutuamente y comprenden cuánto se necesitan para seguir creciendo juntos” afirma Jasmine Ramírez, becaria de CFJ para el desarrollo de capacidades. “Esos son los momentos que te hacen sentir esperanza. Te hacen sentir querido. Te hacen creer que todo va a salir bien”.
CFJ considera que comprometerse con este espíritu de amor, en especial, con aquellos que tienen perspectivas diferentes, requiere una inversión continua en transformación personal y resiliencia.
De tal forma, CFJ también promueve la restauración dentro de su personal, al igual que lo hace con los jóvenes en las escuelas, mediante prácticas somáticas como ejercicios de respiración, meditación y yoga. Además, fomentan la creación de obras de arte colectivas para expresar metas y aspiraciones compartidas, así como la conexión y experiencias de sanación a través de la música, la danza y otras formas de expresión.
“Al trabajar con personas dentro de un sistema en el que reflejan parte de toda la opresión que tiene lugar en nuestra sociedad... no podemos renunciar a estas personas aunque nos traten mal”, afirma Ishida. “Así que tenemos que hacer lo posible por seguir con el trabajo, el duro trabajo de transformación, todos los días”.
Poder de transformación
Desde su creación, el objetivo principal de CFJ ha sido empoderar a los jóvenes. Sin embargo, la forma precisa en que CFJ ha abordado este empoderamiento ha evolucionado con el tiempo. CFJ y muchas otras organizaciones dedicadas a la creación de poder están descubriendo que en un sistema no hay un solo núcleo de poder. El poder es fluido, colectivo, relacional y está repartido en muchos puntos.
El poder no tiene por qué ser un asunto transaccional donde la ganancia se reduce a cero. Sin embargo, para que el poder sea transformador, debe centrarse en todo el sistema de relaciones, y no solo en algunas partes del sistema. Esta orientación hacia el poder otorga mayor importancia a la calidad de las interacciones entre distintas personas, y a los valores que sustentan y nutren dichas interacciones.
Al principio, CFJ identificó tres condiciones para lograr el éxito con las Escuelas Centradas en las Relaciones, según Geordee Mae Corpuz y Saa'un Bell, ex líderes del equipo de CFJ: “La primera condición sería una estrategia para cambiar la cultura de los adultos en las escuelas. La segunda, implicaría que los organizadores [de CFJ] incorporaran a la práctica la justicia racial. Por último, la tercera exige una estrategia 'interna' a fin de transformar las relaciones y construir una base sólida dentro de las escuelas [comprometidas con el CFJ]”. En su labor sobre las Escuelas Centradas en las Relaciones, CFJ reconoce la cualidad colectiva, relacional e interactiva del poder, y cómo se ejerce en un sistema en conjunto.
CFJ no solo ha transformado las condiciones y las relaciones entre estudiantes y educadores a nivel escolar, sino que también ha establecido relaciones, así como ampliado su influencia con legisladores y funcionarios políticos a nivel de distrito y estatal. De este modo, han impactado en la dinámica del poder en mayor y menor medida.
“Realmente, CFJ ha transformado la cultura de las reuniones del consejo de educación estatal. Ahora se espera que los jóvenes y sus familias estén presentes y compartan sus historias”, afirma Angelica Jongco, abogada adjunta de Public Advocates.
“Aún recuerdo el día en que Skye Lowe, quien en ese entonces era la organizadora estudiantil del CFJ, invitó a todos los presentes de una reunión estatal sobre educación a cerrar los ojos y revivir su experiencia como estudiantes. Recordaron lo que significaba que un miembro del personal o un profesor los notara y les preguntara, genuinamente, cómo estaban. Pudieron evocar el impacto de esa relación en su trayectoria escolar. Este ejercicio logró conectar con los encargados de la toma de decisiones de una manera muy diferente a la de nuestras cartas de sensibilización con palabras escritas en una hoja de papel”.
“Un elemento fundamental para promover un cambio de perspectiva entre quienes ejercen el poder es lograr que los dirigentes educativos se convenzan, a través de su propia experiencia, de que otra realidad es posible”.
“Por ejemplo, el CFJ ha logrado convencer a los dirigentes de distritos y escuelas para permitir que los estudiantes dirijan el desarrollo profesional: una medida muy poco habitual en la mayoría de los sistemas escolares”.
En la experiencia del CFJ, cuando los líderes escolares participan en estos talleres, que son dirigidos por estudiantes, su perspectiva sobre los alumnos y sus capacidades suele cambiar. En lugar de limitarse a hablar sobre la voz y la participación de los estudiantes, estos líderes se sienten motivados a involucrarlos como compañeros en igualdad de condiciones para mejorar las escuelas.
Por ejemplo, después de participar en un taller dirigido por estudiantes, el director de la escuela podría comprender mejor cómo la inclusión de un alumno en el comité de selección aportaría una perspectiva nueva al evaluar a un candidato para el puesto.
Por supuesto, comenzar a trabajar dentro del sistema en lugar de contra él puede no agradar a algunas personas. Najla Gómez Rodríguez cuenta cómo, cuando CFJ adoptó un enfoque centrado en las relaciones, muchos comenzaron a decir: “¡Eso no es activismo! Están pasando a formar parte del sistema”. En cambio, CFJ ha demostrado a través de las Escuelas Centradas en las Relaciones cómo es posible transformar el sistema educativo público desde dentro.
““Ha sido un reto para las organizaciones colegas (incluso, para parte del personal interno de CFJ) hacer ese cambio, y comprender y valorar lo mucho que podemos progresar con este planteamiento de hacer las cosas juntos en lugar de obligar a los demás a hacer lo que nosotros queremos que hagan", afirma Rodríguez. Sin embargo, creo que la gente está empezando a percibir el impacto y apreciar los resultados, lo que despierta más curiosidad por nuestros métodos”.
Su objetivo es reformular los valores y las esperanzas del sistema, reorientar las ideas y los corazones, romper los ciclos de trauma y establecer las bases de la esperanza y la liberación.
CFJ está desempeñando un papel cada vez más importante a nivel estatal. El año pasado, el Consejo de Educación del Estado de California seleccionó a CFJ para formar parte del comité estatal, junto con la Oficina de Educación del Condado de Alameda, el Centro de Educación Comunitaria de la UCLA y la Asociación Nacional de Educación. Este comité está encargado de la administración de los compromisos multimillonarios del estado en apoyo al Programa de Asociación de Escuelas Comunitarias de California, una iniciativa de 3 mil millones de dólares que prioriza las Escuelas Centradas en las Relaciones y en la Justicia Racial.
Esta participación de CFJ confirma el valor de su liderazgo juvenil y su labor en favor de la equidad racial a lo largo de los años. Hace 27 años, pocas personas se habrían imaginado que esta pequeña organización de movilización comunitaria, dedicada a apoyar a los jóvenes afroamericanos y de ascendencia latina en California, estaría liderando una iniciativa estatal a gran escala para transformar el sistema educativo del estado.
Solidaridad, no caridad
CFJ está bien posicionado para continuar este trabajo en el futuro. En la década desde que Ishida asumió el cargo de director ejecutivo, CFJ ha evolucionado desde depender completamente de la filantropía para sus ingresos hasta adoptar un modelo que combina donaciones e ingresos por consultoría. Lo anterior ha sido posible gracias al enfoque de desarrollo de capacidades de CFJ centrado en las relaciones dentro de las escuelas.
A su vez, el aumento de la financiación ha permitido a CFJ invertir en el desarrollo de su estructura interna al poner énfasis especial en el bienestar de sus empleados y de los jóvenes con los que trabaja. La organización mantiene a sus empleados informados y los capacita de manera periódica en estrategias de autocuidado. Asimismo, prioriza el tiempo que el personal dedica a apoyarse, mutuamente, como equipo.
CFJ ha mejorado, en toda la organización, la capacidad del personal para contar su experiencia: un factor importante que respalda el trabajo con base en las relaciones dentro de las escuelas y que, también, es fundamental para aclarar e ilustrar su labor a los inversionistas. Gracias a su éxito en la última década, el CFJ puede presentar a los contribuyentes una visión más amplia de su impacto.
“Como directora ejecutiva, siempre he sentido la presión de tener que demostrar resultados de las donaciones y de nuestro trabajo en general”, afirma Ishida.
Naturalmente, un cambio sistémico en la dirección de la equidad y la justicia no ocurre de manera lineal ni puede predecirse en una línea de tiempo específica. Además, la evaluación de los progresos requiere una interpretación matizada de las dinámicas involucradas. La capacidad de colaborar con los donantes en aspectos más amplios del cambio sistémico como la transformación de visiones del mundo, dinámicas de poder e influencia relacional, es un resultado directo de cómo CFJ ha evolucionado con su trabajo en beneficio de los jóvenes afroamericanos y de ascendencia latina.
Un aspecto fundamental en la creación de poder entre los jóvenes es reconocer que se trata de un proceso y no solo de resultados. La manera en que las personas se relacionan entre sí constituye el trabajo en sí mismo, no un simple medio para alcanzar un fin. CFJ no se conforma con generar cambios graduales en las escuelas.
Su objetivo es reformular los valores y las esperanzas del sistema, reorientar las ideas y los corazones, romper los ciclos de trauma y establecer las bases de la esperanza y la liberación.
Esta transformación es posible, como CFJ ha demostrado, cuando se logra reducir el temor de las personas a ser percibidas a modo de vulnerables por los demás, y se rompen los hábitos y la inercia que obstaculizan la colaboración para el beneficio de una sociedad mejor.
Ello implica crear un espacio donde las personas aprendan a reconocer y aceptar que su bienestar individual depende del bienestar colectivo, y que las decisiones de ayudar a los demás deben tener en su base la solidaridad y no la caridad.
“CFJ nos insta a crear un sistema que refleje nuestros corazones, almas, mentes y nuestra conexión espiritual, para ver la naturaleza humana con el mismo nivel de dignidad y respeto”, afirma Valerie Cuevas, de la California Community Foundation. "CFJ siempre ha estado a la vanguardia recordándonos eso”.
Autores originales:
- Juanita Zerda es directora del Laboratorio de Cambio Colectivo. Ha desempeñado roles directivos en varias organizaciones gubernamentales y de justicia social. Actualmente, es miembro del consejo de UTEC.
- John Kania es fundador y director ejecutivo de Collective Change Lab. Anteriormente, fue director general mundial de FSG, donde sigue siendo miembro del consejo de administración.
|
Este artículo es contenido original de la Revista Stanford Social Innovation Review publicado en la edición invierno 2024.
Traducción del artículo The Power of Relationships to Transform Systems por Jorge Treviño.
|