La gobernanza paliativa es lo mínimo que puede hacer un estado que no tiene los medios para cuidar de personas en condiciones vulnerables.
Los sociólogos sostienen dos teorías sobre la forma en que la sociedad capitalista neoliberal maneja a sus miembros más pobres. La primera es la forma punitiva, donde la policía, los tribunales y otras oficinas gubernamentales castigan a la gente de bajos recursos para mantenerlos en orden. La segunda es la forma paternalista, en la que los organismos públicos y las organizaciones sin fines de lucro tratan a los pobres como niños descarriados a quienes hay que decirles cómo comportarse.
Sin embargo, en un artículo reciente, un joven sociólogo explica una tercera forma, compatible con las dos primeras, en la que la sociedad administra a los pobres: la gobernanza paliativa. Tras 15 meses de investigación etnográfica en un programa de intercambio de agujas que, desde una camioneta en Los Ángeles, proporcionaba suministros limpios a usuarios de drogas — muchos de ellos sin hogar— se descubrió que, a menudo, lo que intentan el gobierno y las organizaciones sin fines de lucro es simplemente evitar que los pobres mueran, en vez de resolver sus problemas o abordar fallas estructurales del sistema.
El autor del artículo, Anthony DiMario, candidato a doctorado en sociología por la Universidad del Sur de California, pasó más de un año como voluntario en la iniciativa Mobile Exchange of Los Angeles (Intercambio móvil de Los Ángeles), observando cómo los trabajadores del intercambio interactuaban con los clientes. Lo que encontró fue un programa que funcionaba dentro de una telaraña de iniciativas gubernamentales y sin fines de lucro, diseñado para evitar que los clientes sufrieran una sobredosis o contrajeran enfermedades transmitidas a través de las agujas. Lo que el programa no hizo, porque no tenía los fondos ni la misión para hacerlo, fue intentar resolver los demás problemas inabordables que coexisten con la pobreza de manera frecuente. Los clientes acudían al intercambio de jeringas, recibían estas ya limpias y medicamentos contra la sobredosis, tal vez se comían una dona, y regresaban, como en muchos casos, a las calles.
Basándose en esta investigación, DiMario describe la gobernanza paliativa como una forma de interactuar con los pobres, cuyo objetivo es conseguir que la gente no muera; es lo mínimo que puede hacer “un estado que no tiene ni los medios ni la voluntad de cuidar a la gente”, dice. En su artículo, compara esta estrategia con los otros dos modelos establecidos de gobernanza de la pobreza, la gobernanza punitiva y la parental, y explica cómo los tres operan de manera conjunta para supervisar y controlar a los pobres, sin cambiar su suerte ni las deficiencias estructurales que los mantienen en la pobreza.
“Este artículo desarrolla la teoría de la gobernanza paliativa para describir formas de regulación que ni castigan ni protegen, sino que simplemente intentan mantener vivos a los individuos más pobres a través de una serie de medidas provisionales”, escribe DiMario. “El análisis de la gobernanza paliativa amplía nuestra comprensión de la forma en que las instituciones interactúan con los sujetos y entre sí, revelando las formas paradójicas en que los estados exponen y protegen la vida en la calle”.
El interés de DiMario sobre la interacción de las fuerzas gubernamentales con la vida de las personas en dificultades comenzó, según recuerda, cuando crecía en las afueras de Boston en medio de una ola de adicción a la heroína y los opiáceos. Durante sus años de estudiante en la Universidad de Vermont, varios chicos de su ciudad natal sufrieron una sobredosis, mientras que otros fueron encarcelados por vender drogas. La experiencia le dio la oportunidad de contrastar las “representaciones mediáticas de las crisis de las drogas” con la forma en que las personas atraviesan estos problemas.
Durante la maestría, estudió diversas políticas de drogas y trabajó con programas de reducción de daños realizados en el campo de acción en Los Ángeles. “Estaba interesado en las redes civiles de respuesta a emergencias”, dice. “No son solo las sobredosis; ese es un factor importante, pero los riesgos de estar en las calles involucran mucho más que eso”. Es de su tesis de maestría que surgió este artículo.
Lo que descubrió a lo largo de su trabajo etnográfico fue que el “hospicio como política social” se estaba arraigando en las agencias gubernamentales. Aquellas que supervisaban tanto los servicios sociales para poblaciones vulnerables —por ejemplo, las personas sin hogar y las personas adictas a las drogas— como a las organizaciones sin fines de lucro que realizan la difusión. Un fenómeno análogo, dice, podrían ser las intervenciones humanitarias en el sur del planeta, donde los donantes extranjeros envían medicamentos y fondos para mantener viva a la gente. Sin embargo, tales intervenciones rara vez elevan el estándar de vida de los beneficiarios de forma significativa o les permiten vivir dignamente.
“La gobernanza de la pobreza paliativa representa un conjunto único de comportamientos institucionales con motivaciones distintas a las de los modelos desarrollados anteriormente”, dice Lindsey Richardson, profesora asociada de sociología de la Universidad de la Columbia Británica. “DiMario identifica las relaciones entre los modos punitivos, paternalistas y paliativos de la gobernanza de la pobreza para comprender las dinámicas existentes y los diferentes tipos de acciones institucionales dentro de cada categoría”.
El documento describe una tercera categoría de gobernanza de la pobreza, las “intervenciones minimalistas” de las agencias oficiales y los grupos sin fines de lucro, cuya finalidad es que los pobres apenas sobrevivan, dice.
“DiMario ha mejorado nuestra comprensión de las iniciativas institucionales para la ‘gestión’ y ‘mitigación’ de la pobreza de una forma que está empíricamente justificada y teóricamente bien razonada, y que representa el desarrollo de un avance en el subcampo”, dice Richardson.
Anthony DiMario, “To Punish, Parent, or Palliate: Governing Urban Poverty through Institutional Failure” (Castigar, Paternalizar o Mitigar: Gobernando la pobreza urbana a través del fracaso institucional), American Sociological Review, vol. 87, no. 5, 2022, pp. 860–88.
Autora original:
- Chana R. Schoenberger es una peri- odista radicada en la Ciudad de Nueva York. Escribe sobre temas de negocios, finanzas e investigación académica. Encuéntrala en Twitter: @schoenberger.
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Este artículo es contenido original de la revista de Stanford Social Innovation Review publicado en la edición primavera 2023.
- Traducción del artículo Discipline, Punish, and Palliate por Leslie Cedeño.
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