Las políticas de desarrollo convencionales basadas en las necesidades pueden ser perjudiciales para las empresas informales. En su lugar, los profesionales del desarrollo deben adoptar un enfoque basado en los activos, identificando cómo las soluciones colectivas existentes fomentan la resiliencia empresarial.
Las ciudades africanas albergan economías informales prósperas. Vendedores de comida, taxistas, fabricantes de muebles, peluqueros, vendedores ambulantes y recolectores de basura pueblan estos ricos ecosistemas en ciudades que van desde Addis Abeba, en Etiopía, hasta Yaundé, en Camerún. Estas economías representan más de la mitad del empleo en los países de ingresos bajos y medios-bajos, y su importancia aumentará a medida que las ciudades africanas reciban una afluencia prevista de 900 millones de habitantes adicionales para 2050.1
Dado que las actividades económicas del sector informal se desarrollan de forma clandestina (es decir, no están sujetas a impuestos y carecen de protecciones formales), los trabajadores y emprendedores informales suelen ser muy vulnerables a la delincuencia, la corrupción, la explotación laboral por parte de los empleadores y los clientes que eluden el pago. Al mismo tiempo, las economías informales desempeñan un papel indispensable, aunque infravalorado, a la hora de proporcionar un trabajo significativo, fortalecer a las comunidades y crear medios de vida sostenibles tanto para los habitantes de las ciudades, como para los migrantes que luchan por encontrar un trabajo significativo. Por lo tanto, las economías informales urbanas funcionan como redes de seguridad fundamentales que evitan que las poblaciones vulnerables caigan en la indigencia.
Sin embargo, las perspectivas occidentales sobre las economías informales suelen estar dominadas por la idea errónea de que estas economías son espacios caóticos e inmorales que obstaculizan el desarrollo y el progreso económicos. Como académicos de escuelas de negocios que estudian el desarrollo económico en África, hemos aprendido, por el contrario, que estas economías, y específicamente las empresas que las integran, funcionan y se mantienen unidas gracias a un orden social que a menudo se pasa por alto. Más concretamente, nuestra investigación sobre los negocios informales en Kenia y Sudáfrica ha puesto de relieve cómo los acuerdos de cooperación cumplen funciones económicas y de bienestar social cruciales ante la ausencia del Estado. Este orden social se sustenta en normas, valores y relaciones personales arraigados que generan prácticas y comportamientos empresariales notablemente adaptables.2
En un descubrimiento igualmente revelador, aunque preocupante, encontramos que estos acuerdos locales estaban y siguen estando en peligro debido a los paradigmas actuales de las políticas de desarrollo, que pretenden sustituir la informalidad por acuerdos económicos formales al estilo occidental. Gran parte del desarrollo económico convencional se centra en el espíritu empresarial, la innovación, la creación de empleo y el crecimiento, y se orienta hacia la transformación de las economías informales para suplir lo que se percibe como una carencia. Al hacerlo, estas intervenciones corren el riesgo de socavar los sistemas económicos y de bienestar social existentes. Para evitar daños y reforzar lo que funciona, los profesionales del desarrollo deben esforzarse mucho más por comprender la dinámica de las economías informales urbanas. Comenzamos compartiendo las observaciones de nuestra investigación sobre dos de estas economías, una en Kenia y otra en Sudáfrica. Mostramos los órdenes sociales ignorados en estos contextos, cómo corren el riesgo de ser transformados por el desarrollo convencional basado en las necesidades y cómo un enfoque basado en los activos adopta una visión fundamentalmente diferente sobre el fortalecimiento de las economías informales urbanas.
Prosperar a través de la similitud
Los negocios informales siguen un orden social. En Nairobi, estudiamos cómo un barrio llamado Dagoretti Corner se convirtió en la ubicación de 105 negocios de reparación de automóviles.3 Estos negocios parecían rudimentarios desde el exterior, con suelos de tierra compactada, paredes de metal corrugado y una caseta para herramientas. También parecían muy similares en otros aspectos: ofrecían los mismos servicios, estaban situados en el mismo barrio y parecían estar organizados de forma idéntica. A pesar de estas aparentes redundancias, el número de talleres de reparación de automóviles en esta zona creció de forma espectacular, pasando de 12 en 2001 a 105 casi dos décadas después. ¿Cómo se explica la ubicación conjunta de estos negocios a tal escala?
La explicación económica convencional de esta agrupación es que proporciona una ubicación estratégica dentro de una ciudad donde las personas pueden comparar cómodamente las ofertas de un servicio específico. Pero esta explicación no se aplica a este sitio, ya que existen muchos talleres de reparación de automóviles en Nairobi, algunos incluso en las inmediaciones de Dagoretti Corner. Y lo que es más importante, los clientes que necesitaban mantenimiento o reparación de automóviles no solían ir sin previo aviso ni comparar precios. En vez de ello, buscaban la recomendación de un cliente existente que tuviera relación con un taller de reparación de automóviles específico.
A primera vista, se podría suponer que el grupo de negocios de Dagoretti Corner estaba estancado debido a la falta de especialización y diferenciación. Sin embargo, nuestra investigación descubrió que, por el contrario, los negocios sobrevivían y prosperaban gracias a su ubicación conjunta y sus similitudes, lo que les permitía crear un sistema informal de bienestar social. Como colaboraban entre sí en lugar de competir, los propietarios de los negocios se apoyaban mutuamente de formas interesantes. Nos dimos cuenta del orden social de las relaciones de interdependencia entre los negocios (un vínculo mutualista que los une) a pesar de encontrarse en un entorno de delincuencia, corrupción y negligencia gubernamental. Esto creó una solución local para evitar que los emprendedores, sus trabajadores y sus familias cayeran en la pobreza.
Los talleres de reparación de automóviles no competían entre sí, por ejemplo, rebajando los precios. De hecho, la competencia entre ellos era sancionada y controlada por los propietarios de los negocios, uno de los cuales explicó: “Tenemos un código de respeto. No vayas a buscar al cliente de otra persona”. En cambio, ahorraban dinero juntos e invertían juntos. Ofrecían aprendizajes a los jóvenes que habían abandonado la escuela en las zonas rurales de Kenia. Creaban oportunidades de negocio cuando los aprendices se graduaban. Y, quizás lo más importante de todo, proporcionaban un sistema de seguros informal que cubría no solo a los propietarios de los negocios y a los trabajadores de los talleres, sino también a sus familias. En resumen, en vez de solo en ellos mismos, los negocios y las personas que los gestionaban invertían recursos sustanciales en la colectividad. Al hacerlo, tenían la seguridad de que recibirían apoyo siempre que lo necesitaran.
Dos ejemplos demuestran la importancia de poner en común los recursos. En primer lugar, los negocios de reparación de automóviles de Dagoretti Corner ahorraban e invertían juntos. “Tenemos un grupo que es como una chama [una asociación informal de ahorro y crédito rotatorio] para los propietarios de talleres”, nos contó uno de ellos. “Somos muchos. Alrededor de 50 miembros”. Aunque las asociaciones similares a las chama son comunes en todo el mundo, especialmente en las zonas rurales y entre las mujeres, esta chama era única porque estaba compuesta por propietarios de negocios que se unieron para poner en común sus recursos. Los miembros realizaban contribuciones periódicas, y a menudo sustanciales, a las asociaciones colectivas como forma de aumentar sus recursos, acceder a líneas de crédito entre ellos e invertir en actividades empresariales distintas de la reparación de automóviles, como la compra de bienes inmuebles para aumentar la riqueza colectiva.
En segundo lugar, estas empresas crearon un plan de seguro informal para evitar que los miembros y sus familias cayeran en la pobreza. Las enfermedades, las emergencias médicas y las muertes en la familia eran gastos catastróficos que podían llevar a estas poblaciones vulnerables a la ruina financiera. Dado que los planes de seguro formales eran inasequibles, los mecánicos se ayudaban entre sí, una ética conocida en Kenia como Harambee, que se traduce como “unámonos todos”. El propietario de un negocio nos dijo: “Si llega un libro, sin duda tendremos que contribuir. Hoy les toca a ellos, y mañana te tocará a ti. ... Tú eres el jefe, así que tienes que aportar tu granito de arena”. Un libro era un tipo de registro en el que se anotaban las donaciones de cada taller y que posteriormente se entregaba a los afectados por la desgracia. Este mecanismo de respuesta rápida y puntual daba a los trabajadores acceso a recursos que de otro modo les habrían sido inaccesibles. Los pagos del seguro no eran como préstamos que tuvieran que devolverse con intereses. En vez de ello, se pagaban por adelantado, en el sentido de que los contribuyentes confiaban en que otros aportarían su granito de arena para apoyar la causa si les ocurría una desgracia. Sin esta confianza, el sistema de bienestar social se derrumbaría y, con él, el vínculo mutualista que sostenía a los 105 negocios.
El orden social se generaba de forma autónoma para garantizar la supervivencia y la prosperidad de las empresas, a pesar de las condiciones a menudo difíciles que caracterizan a esta economía informal. No estaba gobernado por una autoridad central, como un jefe o un representante electo, sino que estaba descentralizado y se aplicaba a través de normas mutualistas a nivel de grupo y prácticas de solidaridad entre empresas. 4
Prosperar a través del ocultamiento
Mientras realizábamos nuestra investigación en Dagoretti Corner, estudiamos una economía informal en Delft, un municipio en las afueras de Ciudad del Cabo, Sudáfrica. El objetivo inicial de la investigación era catalogar las empresas que operaban en esta zona y que los censos oficiales pasaban por alto. Los municipios son asentamientos dormitorio en la periferia de las principales zonas urbanas de Sudáfrica, construidos principalmente durante el período del apartheid para alojar a sudafricanos negros y mestizos. Como resultado del legado del apartheid y la continua exclusión socioeconómica, así como de los altos niveles de inmigración procedente de otras regiones de África, muchos empresarios de los municipios se enfrentan a diario a la delincuencia y la xenofobia. Delft figura habitualmente entre los municipios con las tasas de homicidios más altas del país.
A pesar de estas vulnerabilidades, el municipio también cuenta con una economía informal próspera y en crecimiento. En contraste con las desalentadoras cifras de desempleo del censo oficial, Delft South, una gran subdivisión del municipio, cuenta por sí sola con 560 empresas por kilómetro cuadrado, 18 veces más que el área metropolitana de Nueva York. De hecho, entre dos importantes encuestas realizadas en Delft, en 2011 y 2015, el número de microempresas había aumentado a más del doble, pasando de 824 a 1798 en dos kilómetros cuadrados.5 Muchos dueños de negocios dirigían empresas exitosas, algunas de las cuales crecían e incluso se diversificaban hacia otras industrias, pero decidían permanecer en Delft.
En colaboración con la organización sin fines de lucro Sustainable Livelihoods Foundation (Fundación para Medios de Vida Sostenibles, SLF por sus siglas en inglés), con sede en Ciudad del Cabo, estudiamos a 1600 empresarios de las comunidades que operaban en Delft para comprender cómo sus negocios sobrevivían y superaban los considerables retos a los que se enfrentaban.6.La SLF fue pionera en un método denominado “censo de área pequeña”, que combina datos de encuestas, entrevistas, información geoespacial y fotográfica para generar una imagen completa de las economías de las comunidades. La recopilación de datos, realizada en varias oleadas entre 2010 y 2021, reveló dinámicas como la inactividad (los negocios hibernaban durante los periodos de baja demanda hasta que mejoraban las condiciones económicas) y la aparición de nuevas industrias, como el alquiler de alojamientos a corto plazo. Para validar los resultados, los datos fueron recopilados por miembros de la comunidad local o personas con vínculos preexistentes con Delft.
Con esta información, tratamos de documentar cómo era la actividad económica en Delft. Nos sorprendió descubrir que muchos de estos negocios estaban ocultos a la vista del público. Por ejemplo, muchas shebeens (tabernas clandestinas) carecían de letreros y otros indicadores comerciales y, en cambio, se identificaban por la presencia de tapas de botellas en el césped. El ocultamiento era, en cierto modo, sensato para un negocio informal: una mayor visibilidad aumentaba el riesgo de que el negocio se convirtiera en blanco de delincuentes, policías y/o vecinos xenófobos. Pero ¿cómo podían sobrevivir y crecer estos negocios si estaban ocultos?
La respuesta estaba en el apoyo de la comunidad. Los propietarios de los negocios que se ocultaban podían permitírselo porque habían establecido relaciones profundas en sus comunidades geográficas, étnicas y religiosas y no necesitaban promocionar sus negocios. Solían ser sudafricanos de edad avanzada que habían vivido en Delft durante la mayor parte de su vida y, por lo tanto, estaban integrados en sus barrios. También solían ser mujeres, que tenían menos posibilidades de aventurarse fuera de Delft para establecer su negocio debido a las tareas domésticas y a la amenaza de la violencia de género. Estos propietarios de negocios operaban empresas viables pero ocultas (principalmente desde sus hogares), evitaban los letreros, mantenían horarios más cortos y tenían pocos o ningún empleado. Lo más importante es que podían depender de su comunidad no solo para obtener clientela, sino también para protegerse de la delincuencia y la corrupción. De esta manera, los propietarios de negocios en un entorno peligroso creaban medios de vida sostenibles porque estaban arraigados en una estructura comunitaria que los ocultaba y protegía.
Por ejemplo, una mujer sudafricana mestiza a la que entrevistamos dirigía desde su comedor y sin letrero un negocio de alquiler de artículos para bodas, en Delft South. Tenía casi 60 años y manejaba su negocio junto con su marido y sus hijos. También se encargaba de un comedor social semanal en su casa, abastecido con verduras que cultivaba en su patio trasero, y era miembro activo de la comunidad ismaelita (una rama del islam chií) de Delft. Como pertenecía a estas comunidades y redes, no necesitaba buscar clientes. “A través del boca a boca, la gente de la comunidad oye hablar de mí”, dijo. “Siempre estoy ocupada con eventos los fines de semana”.
Las relaciones eran de fundamental importancia entre los negocios más sólidos de Delft. Un mecánico sudafricano de edad avanzada al que entrevistamos no tenía escasez de clientes porque él y sus hijos eran muy conocidos dentro de la comunidad del spinning (el spinning es un deporte automovilístico muy popular en Sudáfrica). Sus clientes se ponían en contacto con él a través de grupos de spinning en WhatsApp, así como a través de la iglesia adyacente a su negocio. Del mismo modo, un popular pastor de Delft administraba una panadería, una sastrería y un centro tecnológico dentro de su iglesia, negocios que no estaban señalizados en el exterior, pero que eran conocidos y frecuentados por sus feligreses. En todos estos ejemplos, la integración en la comunidad era fundamental para apoyar los negocios y reducir el riesgo.
Aquellos que no contaban con el apoyo de la comunidad eran más vulnerables a los robos de delincuentes de poca monta, a la confiscación de productos por parte de la policía o a la extorsión de las bandas. Un migrante nigeriano que tenía un puesto en una calle muy transitada vendía artículos diversos, como calcetines, ropa interior y cortauñas. Su única comunidad era una iglesia evangélica de otro barrio. Intentaba que su negocio fuera visible para los clientes, pero se sentía expuesto a los ataques o los robos: “Solía pagar a un miembro de una banda [dinero para protección]. Si no pagaba, me quitaba los productos. ... Lo mataron [recientemente], pero cualquiera podría ocupar su lugar en cualquier momento”. Mientras tanto, la ubicación de su negocio, con mucho tránsito peatonal, le reportaba entre 2 y 5 dólares diarios.
A diferencia de Dagoretti Corner, donde las relaciones entre los negocios crearon un sistema de bienestar social, los acuerdos en Delft entre los empresarios y sus respectivas comunidades sociales, religiosas y geográficas protegían a los negocios de las amenazas externas. A pesar de la menor visibilidad, la integración de estos propietarios garantizaba un flujo constante de clientes, lo que permitía a los empresarios crear medios de vida para ellos y sus familias, mientras se minimizaba la atención indeseable.
Inconvenientes de los enfoques convencionales
Nuestros hallazgos en Dagoretti Corner y Delft indicaron que estas economías informales funcionaban dentro de órdenes sociales que los profesionales del desarrollo convencionales solían ignorar. Lo que facilitaba su existencia no eran tanto las acciones de los propietarios de negocios individuales como lo que había entre ellos: sus relaciones con otros negocios y las comunidades en las que estaban integrados. En las economías informales, el apoyo mutuo y la integración en la comunidad creaban una capa protectora alrededor de los negocios y sus propietarios, lo que les permitía sobrevivir y prosperar.
Estas ideas nos enseñaron que estos sistemas estaban y siguen estando en conflicto con las políticas de desarrollo dominantes de los gobiernos, las agencias de ayuda y los actores con fines de lucro, y corren el riesgo de ser alterados por ellas. Estos enfoques se basan en las normas y medidas occidentales de progreso socioeconómico. Las intervenciones se dirigen principalmente a los empresarios y sus negocios y tienen como objetivo inducir el crecimiento empresarial, la diferenciación y la formalización con la esperanza de permitir un desarrollo económico más amplio y, a través de los ingresos fiscales, el desarrollo social. Aunque bienintencionadas, estas aspiraciones tienden a basarse en supuestos implícitos sobre cómo deberían y podrían ser las actividades económicas en estos contextos y qué déficits hay que subsanar para que dichas aspiraciones se hagan realidad. Estos enfoques basados en las necesidades también pasan por alto el tejido social de las economías informales, lo que puede erosionar los lazos simbióticos y comunitarios que protegen a los trabajadores informales y a los propietarios de negocios.
La construcción de “necesidades” en una economía informal crea una base para la intervención externa (por ejemplo, las teorías del cambio de los especialistas en desarrollo). Los beneficiarios previstos de estas iniciativas suelen ser los empresarios individuales y sus negocios.7 Por ejemplo, los programas de desarrollo empresarial liderados por el Banco Mundial se centran en identificar fórmulas escalables, considerando a los propietarios de negocios informales como empresarios que necesitan identificar oportunidades de negocio y diferenciar sus ofertas para poder emplear a más personas y generar mayores ventas y beneficios.8 Las mediciones del éxito tienden a limitarse a indicadores como los cambios en la mentalidad individual y el crecimiento de los ingresos empresariales del negocio.9
Los efectos de estas intervenciones en las relaciones entre las empresas y con sus comunidades, rara vez se miden y, por lo tanto, no se comprenden suficientemente. A menudo se considera que estas relaciones son un obstáculo para el progreso, ya que impiden que las personas se orienten hacia el mercado y sean competitivas. En cambio, los ensayos controlados aleatorios (el estándar de referencia de los economistas del desarrollo) asignan apoyo o intervención a algunos propietarios y empresas y no a otros. Aunque este método tiene sentido desde la perspectiva de quienes prueban la eficacia de las intervenciones, el grupo de control soporta el costo social de no recibir apoyo y de quedar potencialmente rezagado. Además de las posibles divisiones sociales que esta dinámica puede causar en la comunidad, las empresas que permanecen ocultas para garantizar el éxito de sus operaciones pueden no recibir nunca apoyo, ya que los agentes del desarrollo simplemente desconocen su existencia. Como resultado, estas intervenciones bienintencionadas corren el riesgo de fracturar el orden social entre las empresas, ya que introducen asimetrías socioeconómicas antes invisibles.
Más allá de estas cuestiones, los esfuerzos a gran escala para formalizar las empresas e introducir normas como los derechos de propiedad pueden ser perjudiciales. Por ejemplo, un estudio sobre los ocupantes ilegales argentinos a los que se les concedieron títulos de propiedad (es decir, derechos de propiedad) de forma aleatoria reveló que estas personas eran más propensas a desarrollar creencias individualistas y materialistas sobre el mercado (por ejemplo, que se puede tener éxito sin el apoyo de una comunidad) en contraste con los ocupantes ilegales que no recibieron dichos títulos.10 En otras palabras, el espíritu colectivista en este contexto se vio erosionado por la introducción de normas e instituciones de mercado orientadas al individuo, como los derechos de propiedad.
Del mismo modo, en las zonas urbanas de Ghana, el desarrollo de una infraestructura de mercado moderna está desplazando a la institución tradicional de las reinas del mercado ghanesas, mujeres que regulan sectores que van desde los tomates hasta los textiles.11 La creación de puestos de mercado formalizados ha provocado escasez, lo que ha limitado el número de participantes que pueden operar en el nuevo mercado, dispersando a los vendedores por múltiples ubicaciones y, al hacerlo, socavando la capacidad de las reinas para gobernar a sus comerciantes. Del mismo modo, la estrategia de las empresas multinacionales de formalizar los mercados de telecomunicaciones y bienes de consumo en las zonas rurales de Ghana ha desplazado a los intermediarios locales del mercado informal que vendían minutos de telefonía móvil o artículos de consumo individual.12 Por lo tanto, un problema crucial es la propensión de las intervenciones de desarrollo externas a pasar por alto y socavar las soluciones colectivas desarrolladas localmente que permiten a las empresas y los trabajadores de la economía informal funcionar eficazmente.
Dagoretti Corner y Delft son igualmente vulnerables a las intervenciones de desarrollo. Con sus 105 talleres de reparación de automóviles ubicados en el mismo lugar, Dagoretti Corner parece, desde una perspectiva occidental, estar organizado de manera ineficiente y carecer de dinámica competitiva. Basándose en los principios de los manuales de organización industrial y gestión estratégica, la solución convencional consistiría en indicar a los mecánicos que se distribuyan de forma más uniforme por la ciudad para evitar la competencia directa, que quizá se fusionen y desarrollen economías de escala, o que se especialicen en un servicio o fabricante de vehículos concreto para diferenciarse de otros mecánicos. Impulsar la diferenciación, ya sea en términos de experiencia en marcas de automóviles o de costos, podría sentar las bases para la especialización, la eficiencia y, en última instancia, la rentabilidad y el crecimiento, generando una posible vía para salir de la pobreza. Aparentemente, formalizar el clúster también contribuiría a este objetivo, ya que proporcionaría acceso a financiamiento para el crecimiento o transmitiría una mayor legitimidad a los clientes potenciales. Sin embargo, impulsar una agenda de desarrollo tan amplia probablemente destruiría el sistema informal de bienestar social, junto con sus garantías económicas y sociales. Si bien unos pocos mecánicos podrían beneficiarse de este acuerdo, la mayoría correría un alto riesgo de caer en la pobreza personal.
Riesgos similares se aplican a las empresas de Delft, donde un enfoque basado en las necesidades confundiría la falta de visibilidad de los negocios con una ausencia total de actividad empresarial. Las intervenciones que promueven la formalización serían potencialmente contraproducentes. Por ejemplo, la formalización en los municipios implica costosos trámites burocráticos, como la recalificación de terrenos y la aprobación de construcciones, que hacen que el negocio sea más visible para el Estado.13 El proceso también envía una señal a otras partes interesadas (por ejemplo, a los competidores) de que el empresario tiene suficiente éxito como para asumir los costos administrativos de salir de la economía informal. Se plantean cuestiones similares con las recetas para el crecimiento: perseguir el crecimiento (por ejemplo, buscando más clientes o contratando más personal) aumentaría la atención de los vecinos envidiosos, así como de las partes interesadas que se dedican a la extracción de recursos, como los delincuentes o los funcionarios corruptos, que podrían exigir dinero a cambio de protección. Tales intervenciones generarían una atención indeseable y empeorarían la situación de los propietarios de las empresas.
Dadas las desventajas de un enfoque del desarrollo basado en las necesidades que se centra en el individuo y la empresa, ¿qué pasaría si nos centráramos en el término medio, es decir, en el tejido relacional que existe no solo entre las empresas, sino también entre estas y sus comunidades?
Hacia un enfoque basado en los activos
Una visión basada en los activos ofrece una alternativa convincente.14 Desde su aparición en el ámbito del desarrollo comunitario a principios de la década de 1990, este enfoque ha cuestionado la perspectiva predominante de que los barrios estadounidenses están llenos de víctimas y problemas que hay que solucionar. En cambio, los defensores de la visión basada en los activos adoptan un enfoque centrado en esta pregunta: ¿qué ha hecho la comunidad para mejorar las cosas? Plantear esta pregunta cambia el enfoque de una problematización de fuera hacia dentro (lo cual crea una base para la intervención de actores externos), hacia una perspectiva de dentro hacia fuera, que identifica y aprovecha las fortalezas, los recursos y las capacidades existentes dentro de las comunidades. El enfoque se ha aplicado en todo el mundo para abordar cuestiones que van desde la delincuencia hasta el deterioro urbano.15
Aunque existen múltiples tipos de recursos infravalorados dentro de las comunidades (por ejemplo, el capital humano individual, las historias y los espacios), la perspectiva basada en los activos se centra en el capital social, es decir, en la creación y el fortalecimiento de las relaciones y la confianza entre los miembros de la comunidad. La formación de redes y asociaciones comunitarias es lo que permite a los habitantes abordar los problemas en sus propios términos. Cuando la atención se centra en las relaciones en lugar de en los actores individuales, el papel de la intervención externa pasa de la imposición directa a la facilitación y el apoyo de los acuerdos e iniciativas sociales existentes.
El enfoque basado en los activos es una lente generativa que permite evaluar cómo se sostienen las economías informales urbanas y las empresas que las constituyen. Aplicada a entornos como Dagoretti Corner y Delft, la perspectiva basada en los activos nos anima a reconocer y aprovechar las soluciones existentes y a revelar los órdenes sociales que dan forma a los negocios en estos contextos. Por ejemplo, las prácticas empresariales únicas que garantizan la supervivencia en las economías informales urbanas no deben conceptualizarse simplemente como obstáculos para el crecimiento, sino que deben considerarse como posibles salvaguardias que pueden evitar que las personas caigan en la pobreza, incluso en las condiciones más duras. Del mismo modo, una perspectiva basada en los activos examina cómo los emprendedores se ven favorecidos, en lugar de limitados, por su integración en la comunidad. Cuando nos alejamos de “lo que debería ser”, surge una apreciación más profunda de “lo que es”.
En la práctica, un enfoque basado en los activos evaluaría y luego intervendría en Dagoretti Corner de una manera fundamentalmente diferente a un enfoque más convencional, basado en las necesidades. Las metodologías centradas en la comunidad podrían identificar cómo operan las empresas en Dagoretti Corner para captar de manera integral los vínculos asociados creados por los negocios y luego identificar formas en las que estos podrían fortalecerse aún más. Un enfoque basado en los activos reconocería que los negocios de reparación de automóviles crecen juntos y que, por lo tanto, cualquier intervención para mejorar las habilidades de organización y comercialización debería garantizar que las normas anticompetitivas entre las empresas se mantengan intactas y que todas las empresas se beneficien. Las intervenciones podrían tener como objetivo reforzar los planes de seguros informales para aumentar su capacidad de apoyar rápidamente a los propietarios de negocios en dificultades, a los mecánicos y a sus familias. Esta prestación informal de bienestar social es especialmente importante, dados los recientes experimentos que demuestran que los kenianos no utilizan las políticas sanitarias formales, incluso cuando se ofrecen de forma gratuita.
Un enfoque basado en los activos también podría ayudar a las empresas a identificar sus propias vulnerabilidades, así como a encontrar formas de lidiar con los oportunistas que explotan el sistema de bienestar social o los clientes que se aprovechan de los mecánicos de automóviles. La reputación, por ejemplo, es un arma de doble filo en Dagoretti Corner: los mecánicos son muy eficaces a la hora de tratar y juzgar colectivamente las conductas indebidas, que van desde el robo hasta los trabajos de reparación de mala calidad o los mecánicos ebrios, con el fin de proteger la reputación de Dagoretti Corner como refugio seguro para la mano de obra de alta calidad. Sin embargo, los mecánicos suelen tener coches abandonados en sus talleres, cubiertos de gruesas capas de polvo, que a veces ocupan más de la mitad de su espacio de trabajo. Estos coches suelen repararse, pero sus propietarios nunca los recogen. Dada la naturaleza relacional con sus clientes, los propietarios de los negocios son reacios a vender estos coches, a pesar de que pueden hacerlo legalmente. Un enfoque basado en los activos propondría el desarrollo de una norma colectiva para deshacerse de dichos vehículos de manera que se preserve la reputación, la legitimidad y la integridad de Dagoretti Corner.
En Delft, un enfoque basado en los activos se centraría en fortalecer el tejido social y económico existente, en lugar de mejorar la viabilidad económica de los empresarios y las empresas individuales. Por ejemplo, se formó una asociación de vigilancia vecinal llamada Community Policy Forum (Foro de Políticas Comunitarias, CPF por sus siglas en inglés) para patrullar las calles de Delft por la noche y garantizar que cualquier conflicto se calmara antes de que derivara en violencia. En las entrevistas, los miembros del CPF comentaron que eran menos propensos a ser objeto de robos en sus casas porque los delincuentes de Delft los conocían y respetaban. Estos mecanismos de justicia y gobernanza basados en la comunidad tienen el potencial de recibir más apoyo y ampliarse.
Una visión del desarrollo basada en los activos se centra en trabajar con las fortalezas existentes de las economías informales, en lugar de contra ellas. Esto significa valorar y mejorar las capacidades colectivas de resolución de problemas, los mecanismos informales de seguro y las estructuras de apoyo comunitarias ya existentes. También implica apreciar que el éxito empresarial es a menudo un logro colectivo, más que individual. Al seguir un enfoque basado en los activos, las agendas de desarrollo deben garantizar que comprenden plenamente estos activos colectivos.
Una agenda basada en los activos
Un enfoque basado en los activos evita las innovaciones radicales que prometen sacar rápidamente a las personas de la pobreza. En su lugar, el enfoque identifica y refuerza (y, en algunos casos, fomenta mejoras incrementales) las prácticas, los procesos y los acuerdos locales en curso que ya están permitiendo la resiliencia a gran escala. A continuación, indicamos cómo un enfoque basado en los activos ofrece oportunidades para replantearse el desarrollo económico actual en las economías informales urbanas. Al hacerlo, buscamos reforzar la capacidad existente de estos entornos para salvaguardar las actividades económicas y generar medios de vida para sus habitantes.
Oportunidad 1: Reorientar el enfoque de cartera. | En los últimos años, la práctica del desarrollo económico ha comenzado a adoptar un enfoque de cartera, que consiste en implementar múltiples intervenciones en paralelo, en lugar de centrarse en un único punto de cambio.16 Este enfoque reconoce que las economías informales son sistemas dinámicos e interconectados, únicos en cada entorno, y que la participación de la comunidad local es fundamental para el proceso de cambio. Esta perspectiva, aunque se encuentra en una fase incipiente, es acorde con el enfoque basado en los activos, que reconoce que las empresas y las comunidades de las economías informales son interdependientes y que la experiencia vivida da forma a la actividad empresarial.
Sin embargo, incluso en este paradigma, la filosofía subyacente del enfoque de cartera se basa en necesidades insatisfechas, en las que las economías informales se consideran sistemas problemáticos y deficientes que requieren múltiples intervenciones. Aunque la comunidad local participa, el agente externo sigue siendo el protagonista que se dedica, por ejemplo, a realizar etnografías rápidas (es decir, observaciones de campo breves que tienen lugar durante unas pocas semanas, en lugar de los meses o años que suelen durar las etnografías típicas) con el objetivo de lograr un cambio transformador.
Reformular el enfoque de cartera para que se base en los activos en lugar de centrarse en los problemas, abre la oportunidad de identificar una serie de soluciones colectivas que ya existen en una economía informal. Tomemos como ejemplo el acceso al crédito para el crecimiento empresarial, un problema antiguo y bien establecido en las economías informales. Un enfoque de cartera convencional abogaría no solo por el acceso a las instituciones financieras, sino también por la formación en materia financiera y contable de los empresarios. Por el contrario, un enfoque basado en los activos reconocería que ya existen soluciones financieras locales, como las asociaciones rotativas de ahorro y crédito (ROSCA por sus siglas en inglés), que son comunes en varios países africanos (en Kenia se denominan chamas y en Sudáfrica, stokvels). A pesar de los altos tipos de interés de algunos de estos acuerdos, muchas de las comunidades con las que nos encontramos los prefieren a las cuentas bancarias formales, principalmente debido a la desconfianza hacia las instituciones financieras formales.17
Por lo tanto, en lugar de crear nuevas facilidades de crédito, una perspectiva basada en los activos para el acceso al financiamiento comenzaría por reforzar los acuerdos financieros existentes y encontrar formas productivas de interactuar con ellos. Las intervenciones en este ámbito podrían centrarse en identificar y probar estructuras de gobernanza más sólidas que mejoren la capacidad de las ROSCA para satisfacer las necesidades financieras de sus miembros, al tiempo que se reducen los riesgos y, por extensión, los tipos de interés. Por otra parte, en países como Kenia, donde existe una mayor confianza en las finanzas móviles, las tecnologías digitales pueden desempeñar un papel importante al permitir a los miembros supervisar los pagos en una cuenta bancaria móvil común, lo que requiere controles y contrapesos para las retiradas de fondos y, por lo tanto, genera más seguridad para todos los miembros de las ROSCA. En este caso, las intervenciones de desarrollo interactúan con los acuerdos existentes, en lugar de sustituirlos.
Además, en lugar de eludir los activos existentes canalizando el financiamiento y el desarrollo de capacidades a través de entidades creadas por separado, los activos preexistentes pueden utilizarse de una manera igualmente eficaz, si no más. Un ejemplo de ello es el sistema hawala, un sistema informal de distribución de dinero muy utilizado entre la población musulmana, que las agencias de ayuda aprovecharon para desembolsar grandes sumas de dinero en Afganistán, en lugar de desarrollar sus propias capacidades y requisitos de información.18 El rico ecosistema de sistemas preexistentes de puesta en común y distribución de dinero que rige las economías informales urbanas puede, en lugar de ser sustituido por completo, reforzarse al reducir las oportunidades de aprovechamiento indebido y robo.
Oportunidad 2: Reconocer el desarrollo humano en las economías informales. | Un enfoque basado en los activos proporciona una base útil para comprender cómo las economías informales mejoran las habilidades de quienes se incorporan a ellas. Dagoretti Corner representa un acuerdo informal que lleva décadas absorbiendo y formando a un gran número de migrantes no cualificados procedentes de zonas rurales, ofreciéndoles oportunidades para crear y mantener nuevos negocios. El crecimiento de este barrio se debe en parte al sistema de aprendizaje a través del cual las personas de las zonas rurales se conectan con los mecánicos de automóviles de Nairobi. Aquí, las redes informales de familias extensas tienden a facilitar la conexión entre la mano de obra no cualificada y las oportunidades de formación. Los aprendices se forman en el puesto de trabajo durante dos o tres años, preparándose para poner en marcha su propio negocio o convertirse en mecánicos en otro taller. En Delft existen redes similares para ciudadanos extranjeros, como los somalíes, que utilizan las redes de parentesco para crear puestos de aprendizaje para los somalíes recién llegados o construir cadenas de suministro de bajo costo.19
Reforzar la capacidad de las economías informales urbanas para absorber la gran afluencia prevista de migrantes a las ciudades africanas puede significar investigar los sistemas de aprendizaje informales e identificar formas de mejorar su capacidad para formar y acoger a más trabajadores. Este concepto es especialmente importante porque las barreras de entrada al sector formal son elevadas y las oportunidades de empleo son escasas. Una forma de mejorar la capacidad podría ser el apoyo a oportunidades de formación in situ que se adapten a los aprendices allí donde se encuentran, en lugar de crear costosas escuelas técnicas y hacer que se matriculen en ellas. En las economías informales, el aprendizaje se produce “haciendo” el trabajo, no “enseñando” conceptos en un entorno educativo desconocido. Llevar los conocimientos a los aprendices y a los lugares donde trabajan podría ser un modelo de bajo costo para profundizar y mejorar los conocimientos a gran escala.
A nivel elemental, un enfoque basado en los activos podría hacer un balance de las capacidades, habilidades y otros activos de una economía informal antes de lanzar cualquier tipo de intervención. SLF lo ha hecho reuniendo a empresarios de Delft para participar en un ejercicio de mapeo manual, en el que los participantes trazan sus manos y escriben en cada dedo de una mano cinco habilidades y, en la otra, cinco valores que ayudan a su negocio. A través de este ejercicio, reflexionan sobre los activos, las habilidades y los valores que poseen, en lugar de sobre lo que les falta. Estas prácticas ayudan a reforzar la confianza de los emprendedores en lo que están haciendo y que está funcionando.
Oportunidad 3: Crear y colaborar con organizaciones comunitarias que den prioridad a la investigación. | Las iniciativas convencionales de recopilación de datos han sido implementadas principalmente por agencias estatales o consultores expertos contratados, lo que implica entradas muy visibles en zonas empobrecidas (por ejemplo, en SUV con seguridad armada) o la retirada de los participantes en la investigación de su barrio. Sin embargo, estos enfoques son problemáticos, dado que los habitantes de las economías informales suelen estar marginados y son vulnerables, por lo que desconfían mucho de los forasteros, especialmente de aquellos que consideran posibles representantes del Estado. Por lo tanto, descubrir las soluciones existentes en estos entornos requiere nuevos tipos de colaboración.
Vemos una oportunidad para desarrollar la capacidad de investigación a largo plazo a través de organizaciones comunitarias impulsadas por la investigación. Por ejemplo, a diferencia de las organizaciones sin fines de lucro, limitadas por los ciclos de propuestas estrechos y a corto plazo de las agencias donantes, SLF comenzó estudiando de forma inductiva la dinámica de la economía de los municipios, libre de las agendas de los donantes. La organización sin fines de lucro adoptó métodos cuidadosos de entrada en los municipios con su censo de áreas pequeñas, contratando y formando a lugareños para realizar un trabajo de campo sistemático, calle por calle.20 Incluso los pequeños detalles, como la forma en que SLF entró en el terreno, fueron importantes: sus investigadores realizaron encuestas en bicicleta y vistiendo ropa de SLF para no parecer amenazantes a los encuestados. Es importante destacar que muchos de los programas posteriores de SLF se crearon activamente en colaboración con los habitantes de los municipios, en consonancia con el espíritu de respetar los conocimientos y la experiencia locales, lo que permitió a los miembros de la comunidad definir lo que constituye una “solución” o un “éxito”.
SLF no solo identificó los activos existentes de Delft, sino que también cocreó nuevas soluciones que la población de Delft consideró valiosas. Por ejemplo, SLF participó en un proyecto llamado Safe Shebeens, en el que colaboró con los propietarios de tabernas para abordar el problema de la delincuencia y la violencia provocadas por el alcohol en los shebeens (por ejemplo, redactando normas internas y asignando a cada norma un símbolo fácilmente identificable). En consonancia con los objetivos del enfoque basado en los activos, los propietarios de tabernas que participaron en el proceso también desarrollaron un sentido de solidaridad (al compartir las mejores prácticas empresariales) y de responsabilidad colectiva (al hacerse responsables mutuamente del mantenimiento del orden en sus respectivos shebeens).
El trabajo de SLF en múltiples municipios revela que no hay dos economías informales urbanas iguales. Esta observación contrasta con gran parte del trabajo de desarrollo y la investigación que se centra en la colaboración con laboratorios de investigación altamente cualificados para llevar a cabo ensayos controlados aleatorios, con el objetivo de generar conocimientos que puedan generalizarse en todos los entornos. Un enfoque basado en los activos redirigiría parte de este esfuerzo para apoyar a las organizaciones comunitarias impulsadas por la investigación; en este caso, el objetivo sería revelar conocimientos específicos del contexto sobre el orden social de las economías informales urbanas. Dado que ya existen muchas organizaciones de este tipo en todo el continente africano, los esfuerzos de desarrollo deben apoyar a estas organizaciones en la creación de capacidad de investigación inductiva, lo que puede ser más rentable que las intervenciones amplias y en múltiples sitios y, lo que es más importante, puede generar conocimientos críticos e inesperados.
Oportunidad 4: Delimitar la formalización, la profesionalización y el crecimiento. | Un enfoque basado en los activos no está necesariamente peleado con la formalización, la profesionalización empresarial o el crecimiento. Más bien, estas transformaciones deben producirse sin socavar los sistemas de apoyo social y económico existentes. Las investigaciones realizadas en el mercado de La Salada, en Buenos Aires, Argentina, han demostrado que el mercado está estructurado para ofrecer a los recién llegados no solo una barrera de entrada baja, sino también vías para ampliar sus negocios hacia estructuras cada vez más formales.21 Se delimitan áreas específicas para los negocios de mayor rendimiento, que disfrutan de una mayor visibilidad y un mayor tráfico de clientes.
En Dagoretti Corner, los propietarios de negocios que buscaban crecer abandonaron la zona para establecer sus propios negocios formalizados. Del mismo modo, en Delft, los emprendedores orientados al crecimiento buscaron clientela fuera del municipio. Por ejemplo, entrevistamos a un carpintero que había salido recientemente de prisión y que publicaba y vendía sus productos en Facebook Marketplace. Una artesana que fabricaba joyas con pedrería decidió abandonar Delft para vender sus productos los fines de semana en un paseo marítimo de Ciudad del Cabo. Estos ejemplos ilustran vías de crecimiento que ya existen y que no desafían las normas colectivistas, sino que se ajustan a ellas. Cuando se refuerzan estas vías, la transición hacia el crecimiento resulta más fácil para las empresas informales y los sistemas de bienestar existentes permanecen intactos.
Un cambio de mentalidad
La filosofía del desarrollo basado en las necesidades se basa en la idea de “elevar el techo”, es decir, eliminar las limitaciones que impiden a las personas emprendedoras salir de la pobreza. Por otro lado, el enfoque basado en los activos parte de reforzar el suelo, es decir, mejorar las salvaguardias que evitan que las poblaciones vulnerables caigan en la pobreza. Estos enfoques no son mutuamente excluyentes y pueden aplicarse de forma conjunta. Por ejemplo, prevemos un enfoque por fases en el que los enfoques de desarrollo comiencen preguntándose: “¿De qué manera las personas y las empresas se protegen mutuamente de los peores efectos de la pobreza?”.
Este cambio analítico invita a apreciar cómo las empresas y las comunidades en las que están integradas facilitan la supervivencia y la prosperidad en condiciones difíciles. Una vez que se desarrolla una comprensión integral y sensible al contexto de las soluciones preexistentes, y se prueban medidas que pueden fortalecer aún más estas soluciones, las políticas de desarrollo convencionales pueden identificar enfoques para facilitar la movilidad ascendente y la acumulación de recursos. Por lo tanto, el trabajo para fortalecer las economías informales urbanas comienza por aumentar la resiliencia de las redes de seguridad y los sistemas de bienestar existentes, antes de emprender intervenciones para sacar a las personas de la pobreza.
- Referencias:
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1 OCDE/CEA/BAfD, Africa’s Urbanisation Dynamics 2022: The Economic Power of Africa’s Cities (Dinámica de la urbanización en África 2022: El poder económico de las ciudades africanas), París: Publicaciones de la OCDE, 2022.
2 Paul C. Godfrey, “Toward a Theory of the Informal Economy” (“Hacia una teoría de la Economía informal”), Academy of Management Annals, vol. 5, n.º 1, 2011.
3 Tim Weiss, Michael Lounsbury y Gary Bruton, “Survivalist Organizing in Urban Poverty Contexts” (“Organización de supervivencia en contextos de pobreza urbana”), Organization Science, enero de 2024.
4 Mary Njeri Kinyanjui, African Markets and the Utu-ubuntu Business Model (Los mercados africanos y el modelo de negocio Utu-ubuntu), Ciudad del Cabo: African Minds, 2019.
5 Andrew J. E. Charman y Leif Petersen, “Temporal and Spatial Enterprise Change in a Township Informal Economy: A Resurvey of Micro-enterprises in Delft South” (“Cambio temporal y especial de las empresas en la economía informal de un municipio: nuevo estudio de las microempresas en Delft South”), REDI3x3, febrero de 2017.
6 Robert S. Nason et al., “Sight Unseen: The Visibility Paradox of Entrepreneurship in an Informal Economy” (“Sin verlo: la paradoja de la visibilidad del emprendimiento en una economía formal”), Journal of Business Venturing, vol. 39, n.º 2, 2024.
7 Susan Watkins, Ann Swidler y Thomas Hannan, “Outsourcing Social Transformation: Development NGOs as Organizations” (“Externalización de la transformación social: las ONG de desarrollo como organizaciones”), Annual Review of Sociology, vol. 48, n.º 1, 2012.
8 Alexandria Valerio, Brent Parton y Alicia Robb, Entrepreneurship Education and Training Programs Around the World: Dimensions for Success (Programas de educación y formación en emprendimiento en todo el mundo: dimensiones para el éxito), Washington, DC: Banco Mundial, 2014.
9 David McKenzie et al., “Training Entrepreneurs” (“Formación de emprendedores”), VoxDevLit, vol. 1, n.º 3, 2021.
10 Rafael Di Tella, Sebastián Galiant y Ernesto Schargrodsky, “The Formation of Beliefs: Evidence from the Allocation of Land Titles to Squatters” (“La formación de creencias: evidencia de la asignación de títulos de propiedad a ocupantes ilegales”), The Quarterly Journal of Economics, vol. 122, n.º 1, 2007.
11 Arielle B. Newman y Jay B. Barney, “Entrepreneurial Political Action in the Informal Economy: The Case of the Kumasi Petty Traders” (“Acción política emprendedora en la Economía informal: el caso de los pequeños comerciantes en Kumasi”), Entrepreneurship Theory and Practice, vol. 48, n.º 1, 2024.
12 Stephanie Decker y George Obeng Dankwah, “Co-opting Business Models at the Base of the Pyramid (BOP): Microentrepreneurs and Multinational Enterprises in Ghana” (“Cooptando modelos de negocio en la base de la pirámide (BOP): microempresarios y empresas multinacionales en Ghana”), Business & Society, vol. 62, n.º 1, 2023.
13 Andrew J. E. Charman, Leif Petersen y Thireshen Govender, Township Economy: People, Spaces and Practices (Economía de los municipios: personas, espacios y prácticas), Ciudad del Cabo: HSRC Press, 2020.
14 John Kretzmann y John P. McKnight, Building Communities from the Inside Out (Construyendo comunidades desde adentro), Chicago: ACTA, 1997.
15 Alison Mathie y Gord Cunningham, “From Clients to Citizens: Asset-Based Community Development as a Strategy for Community-Driven Development” (“De clientes a ciudadanos: el desarrollo comunitario basado en activos como estrategia para el desarrollo impulsado por la comunidad”), Development in Practice, vol. 13, n.º 5, 2003.
16 PNUD, System Change: A Guidebook for Adopting Portfolio Approaches (Cambio de sistema: guía para la adopción de enfoques de cartera), Bangkok: PNUD, 2022.
17 Sustainable Livelihoods Consultants, El estado de la participación financiera entre los residentes de los municipios: una investigación cualitativa (The State of Financial Participation Amongst Township Residents: A Qualitative Investigation) (informe no publicado), Ciudad del Cabo: FNB SLC, 2019.
18 Charles-Antoine Hofmann, “Cash Transfer Programmes in Afghanistan: A Desk Review of Current Policy and Practice” (“Programas de transferencia de efectivo en Afganistán: revisión documental de la política y la práctica actuales”), documento de referencia, Londres: Humanitarian Policy Group, 2005.
19 Andrew J. E. Charman, Leif Petersen y Lawrence Piper, “From Local Survivalism to Foreign Entrepreneurship: The Transformation of the Spaza Sector in Delft, Cape Town” (“Del supervivencialismo local al emprendimiento extranjero: la transformación del sector spaza en Delft, Ciudad del Cabo”), Transformation: Critical Perspectives on Southern Africa, vol. 78, n.º 1, 2012.
20 Andrew J. E. Charman et al., “Small Area Census Approach to Measure the Township Informal Economy in South Africa” (“Enfoque del censo de áreas pequeñas para medir la economía informal de los municipios en Sudáfrica”), Journal of Mixed Methods Research, vol. 11, n.º 1, 2017.
21 Silvia Dorado y Pablo Fernández, “An Institutional Framework to the Scaling Up of Inclusive Social Innovations: The Case of La Salada” (“Un marco institucional para la ampliación de las innovaciones sociales inclusivas: el caso de La Salada”), en Gerard George et al., eds., Handbook of Inclusive Innovation, Cheltenham, Inglaterra: Edward Elgar Publishing, 2019.
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Autores:
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Este artículo es contenido original de la revista de Stanford Social Innovation Review publicado en la edición invierno 2025.
- Traducción del artículo Strengthening Africa’s Urban Informal Economies por Leticia Neria, con apoyo de DeepL.
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