La Academia Comunitaria Tat Sat aborda la crisis educativa de Uganda con un plan de estudios que se enfoca en las habilidades laborales prácticas, la educación financiera y el conocimiento cultural del entorno.
El sistema educativo de Uganda está plagado de problemas. Casi el 25% de los jóvenes de entre 13 y 18 años han dejado sus estudios, en gran parte debido a la pobreza y al sexismo. Las familias pobres y de bajos ingresos no pueden pagar las cuotas escolares; también, los matrimonios entre menores, embarazos adolescentes y abusos sexuales en los centros educativos constituyen grandes obstáculos para la educación de las niñas.
Considerando que más del 75% de los 47 millones de habitantes de Uganda son menores de 30 años, los funcionarios del gobierno y empresarios se sienten alarmados por la falta de una comunidad educada que pueda sostener la economía. En el entorno rural de Kasasa, los miembros de la comunidad se propusieron transformar los indicadores educativos en beneficio colectivo.
En enero, pusieron en marcha la Tat Sat Community Academy (Academia Comunitaria Tat Sat), una escuela para jóvenes de la localidad donde se imparte una educación asequible y destinada a enriquecer sus conocimientos culturales con el fin de preservar y enorgullecerse de su patrimonio común. La Academia consta de un colegio y del Instituto de Culturas Indígenas y Artes Escénicas (ICPA, por sus siglas en inglés), que funciona como centro de aprendizaje cultural tanto para los estudiantes como para la comunidad de Kasasa.
La escuela es para alumnos de entre 12 y 18 años y tiene una capacidad para 500 estudiantes, quienes pagan por asistir tan solo 50 centavos al día. Según el número de alumnos inscritos en 2023, la academia tiene previsto contratar cerca de 24 profesores este año. La contratación de personal dependerá de la canti- dad de estudiantes matriculados, con el objetivo de mantener la relación profesor-alumno por encima de las normas nacionales. Para 2025, prevén contar con 500 alumnos. También, el plan de estudios, diseñado de acuerdo con las normas educativas nacionales, hace hincapié en las aptitudes prácticas para el trabajo, además de los conocimientos financieros y culturales.
En 2019, los habitantes de Kasasa contactaron a Ronald Kibirige para sugerirle la idea de un proyecto orientado a promover la educación, las finanzas y la cultura en su comunidad. Kibirige, de nacionalidad ugandesa y vinculado a la comunidad de Kasasa por su trabajo sin fines de lucro, es cofundador de InteRoots Initiative, una organización con sede en Denver. Esta se describe a sí misma como una organización filantrópica no colonialista, y cree que las comunidades locales son las más indicadas para resolver sus propios retos y determinar su futuro.
El ICPA consagrará una parte importante de su agenda a documentar y archivar conocimientos culturales, especialmente las expresiones musicales y de danza.
“Se sabe que las tradiciones indígenas de Uganda, como las de muchas otras comunidades africanas, se han transmitido a través de la música y danza típica de cada comunidad”, explica Kibirige, experto en la práctica e investigación de la música y la danza africanas. “La cultura tradicional ha sido el ancla de la mayoría de las actividades comunitarias en África”.
Los miembros de la comunidad han participado en todos los aspectos del proyecto, desde asistir a las reuniones comunitarias hasta crear la visión del proyecto y establecer su consejo comunitario integrado por nueve miembros. El consejo gestiona una Cooperativa de Ahorro y Crédito (SACCO, por sus siglas en inglés), que proporciona apoyo financiero a los estudiantes e imparte educación en materia de finanzas. Según el cofundador y director ejecutivo de InteRoots, M. Scott Frank, la philanthropy es el único patrocinador de la TASCA que ha aportado más de 550 mil dólares a la fecha.
Gracias a la aportación de InteRoots se han construido los edificios de la academia, se ha financiado íntegramente la creación de la SACCO y se ha creado su cartera de inversiones. InteRoots también financió la construcción de un molino de maíz en la localidad y las máquinas necesarias para ponerlo en marcha. Además de recibir una formación subsidiada, los estudiantes también pueden solicitar becas a través del Fondo Empresarial para Graduados. Las becas de este fondo, que se cubren con las cuotas escolares, se otorgan a los estudiantes que presentan un plan prometedor acerca de sus objetivos para el futuro, como seguir estudiando o crear una empresa, luego de que se gradúen.
“Lo más apasionante de TASCA e InteRoots es el hecho de que la alianza está funcionando”, comenta Frank, señalando que el apoyo por parte de los organismos locales y el gobierno, así como la responsabilidad de la comunidad, han contribuido a la eficacia de esta alianza.
El reto, añade Frank, será garantizar que las normas establecidas por la comunidad se mantengan durante las etapas de rápido crecimiento. Con este fin, InteRoots tiene planeado apoyar el proyecto durante los dos primeros años de operación, lo que implicará que sigan recaudando fondos para el mismo. El éxito de TaSCA será el referente para otros dos proyectos educativos comunitarios que ha ideado InteRoots: uno en Atlanta (Georgia) y otro en tierras tribales de la zona de Four Corners, en el suroeste de Estados Unidos, con el fin de atender a las poblaciones tribales de toda Norteamérica.
Autora original:
- Kristi Eaton es una escritora que radica en Oklahoma y se especializa en reportajes orientados a la búsqueda de soluciones.
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Este artículo es contenido original de la revista de Stanford Social Innovation Review publicado en la edición primavera 2023.
- Traducción del artículo A School of Indigenous Knowledge por Jorge Treviño.
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