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Un laboratorio ciudadano transforma a estudiantes y comunidades

2025-07-15
Por Lucía A. Cortés
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SSIRñ #16
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Cuando Lidia Hernández, Adriana de Jesús Hernández y su esposo Francisco Hernández, junto con vecinos de la comunidad Campana-Altamira, se enteraron de una convocatoria para participar en un proyecto social orientado a beneficiar a la comunidad, no dudaron en inscribirse. Movidas por deseo de mejorar su entorno y promover el bienestar colectivo, 61 personas de la comunidad encontraron en este espacio de colaboración una oportunidad para generar ideas de proyectos que respondieran a problemáticas sociales las cuales se habían agudizado y vuelto más urgentes, por ejemplo, vivienda regularizada, la recolección de basura, la falta de cultura de cuidados y la protección ante desastres naturales.  

El polígono de la Campana-Altamira, conformado por 15 colonias, ha sido caracterizado históricamente por presentar altos niveles de rezago social, mismos que se ven reflejados en los niveles de pobreza, rezago educativo, condiciones de vivienda poco digna y percepción de inseguridad (Plan Integral para el Desarrollo del Polígono Campana-Altamira, 2025). 

Esta realidad representó una valiosa oportunidad para implementar un Laboratorio Ciudadano como parte de las estrategias formativas del Programa de Servicio Social del Tecnológico de Monterrey. Sus propósitos fueron fortalecer el desarrollo de competencias disciplinares y transversales de alumnos, así como el compromiso ético ciudadano de las y los estudiantes.  Al vivir una experiencia inmersiva en el polígono Campana-Altamira, junto con habitantes de la comunidad, se desarrollaron prototipos de soluciones que atendían las necesidades sociales de esta. Además de poner su talento y excelencia profesional al servicio de los habitantes de la comunidad, las y los estudiantes integraron conocimientos académicos con los saberes populares y locales, logrando experimentar, crear y desarrollar prototipos.  

Esta estrategia implicó adaptar la metodología del Laboratorio Ciudadano a un contexto académico con un calendario definido, integrando socios formadores como aliados comunitarios, asesoría experta, sesiones formativas y espacios para el trabajo colaborativo. 

El objetivo de un Laboratorio Ciudadano es el intercambio horizontal, la escucha y la construcción de aprendizaje colectivo para llevar a cabo ideas o proyectos que interesan a la comunidad (García 2018). Esto último lo expresa claramente Lidia, al sentirse motivada por participar en este piloto: “Siempre he querido que mi colonia se vea bonita, la verdad, yo creo que uno tiene que ir superándose, y para mí el superarse es que todos nos superemos; es un proyecto para la comunidad, para los niños, y que ellos vean que tienen un lugar…”

Las palabras de Lidia evidencian cómo el sentido de pertenencia y la responsabilidad social pueden canalizarse a través de un Laboratorio Ciudadano, donde las ideas individuales se transforman en proyectos colectivos que fortalecen la comunidad y propician la innovación social.

Vecinos del polígono Campana-Altamira y estudiantes del Tecnológico de Monterrey, que participaron en el taller de prototipado del Laboratorio Ciudadano.

En 2024, en una secundaria pública, estudiantes del Tecnológico de Monterrey, vecinos del polígono Campana-Altamira y organizaciones de la sociedad civil participaron en el taller de prototipado del Laboratorio Ciudadano.  

 

 

El Tecnológico de Monterrey junto con socios formadores como Iniciativa Campana Altamira, LABNL Lab Cultural Ciudadano, Promoción de Paz y Servicio Social campus Monterrey, Marcos García (uno de los impulsores de esta metodología) y estudiantes del Tec de Monterrey y CBTIS 99 (quienes realizaban su servicio social), pusieron en marcha la primera edición del Laboratorio Ciudadano en febrero de 2024, el cual tuvo los siguientes objetivos: 

  • Vincular a jóvenes estudiantes con las realidades sociales de México y sus comunidades, donde la cooperación y la creatividad colectiva se convirtieron en uno de los principales motores de transformación.
  • Realizar actividades de servicio social como una experiencia de co-creación, donde las y los estudiantes, en colaboración con las y los vecinos y expertos en alguna temática (y que no necesariamente habitan en la comunidad), se suman al diseño de prototipos que representan soluciones innovadoras a problemáticas locales, superando los esquemas asistencialistas tradicionales.
  • Fomentar en los alumnos habilidades de escucha activa, aprendizaje situado y mediación, esenciales para desarrollar el sentido humano y facilitar procesos participativos a fin de construir propuestas con un impacto social real y sostenible.

En el encuentro participaron personas con diferentes saberes, culturas y generaciones, quienes se distribuyeron en cinco equipos, logrando el desarrollo estratégico de cinco prototipos:

  1. Aprendiendo a Cuidarnos: se creó un kit de emergencia en forma de mochila con insumos básicos para enfrentar situaciones de riesgo.
  2. Mi Barrio Limpio: se elaboró una maqueta y presupuesto de una reja contenedora de basura para facilitar el análisis colaborativo sobre su diseño y ubicación.
  3. Buscando Esperanza: se desarrolló un collage visual que representa el diseño y ubicación de un mural comunitario en una calle de alto tránsito peatonal.
  4. Juez de Barrio: se implementó una brigada durante una campaña de salud para facilitar trámites como comprobantes de domicilio; 50 personas fueron beneficiadas al recibir su ratificación oficial.
  5. Recuperación de la Memoria Histórica y Cultural: se lanzó el sitio web Cuéntame, que recopila testimonios, fotografías, un blog y un mapa interactivo con sitios emblemáticos de la comunidad.

Naomi Andrade (estudiante del Tec de Monterrey) reflexionó respecto a su participación en el Laboratorio Ciudadano, “te adentras mucho en la comunidad y en la problemática que estás intentando resolver y por ello toma más importancia para ti. Al estar tan en contacto con los vecinos, con lo que ellos viven, lo que necesitaban, lo que les dolía, esa parte de colaboración y tener presente a los demás [...] y las diferentes perspectivas, funcionó para que llegáramos a un muy buen resultado”.

Este testimonio, reafirma el objetivo de esta metodología que es conectar ideas de proyectos que surgen desde la comunidad para construir prototipos que atiendan necesidades identificadas por la misma comunidad. Entre los aprendizajes obtenidos durante la implementación destacan:

  • La sensibilización del estudiantado respecto a la implementación de la metodología (abierta) del Laboratorio Ciudadano en un contexto académico (calendarizado). 
  • El valor de la comunicación cercana y constante con la comunidad para construir confianza, mantener la participación y fortalecer tanto la colaboración como el tejido social de la comunidad.

El principal reto que enfrenta este proyecto a futuro es asegurar la continuidad de los prototipos, considerando su aceptación comunitaria y los recursos disponibles. 

 

Agradecimientos 

Agradecemos a Marcos García Cristóbal, asesor en Laboratorios Ciudadanos a Víctor González, coordinador de Vinculación Social, a Nancy Catalina Rivas Moreno, coordinadora del equipo guía de la primera edición del Laboratorio Ciudadano, a Promoción de Paz y LabNL por su valiosa participación en la planeación, desarrollo e implementación del proyecto. 

 

Autora original:

  • Lucía A. Cortés es Coordinadora de Diseño de Experiencias para la Transformación Social ​en el Tec de Monterrey. Licenciada en Pedagogía por la UANL, y maestría en Tecnología Educativa por el Tecnológico de Monterrey, ha colaborado como diseñadora instruccional, arquitecta pedagógica y coordinadora de diseño de experiencias para la transformación social. 

 

Este artículo es contenido original de la revista de Stanford Social Innovation Review en Español #15

Editado por: Andrea González

 

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