Las fundaciones y organizaciones sin fines de lucro rechazan el cabildeo por considerarlo cuestionable, pero un nuevo movimiento lo reivindica como pieza clave para el cambio social.
Los líderes de las organizaciones sin fines de lucro perciben el cabildeo, tal y como se practica y se entiende en la actualidad, como una conducta corrupta que ejerce una influencia indebida en detrimento de la formulación de políticas justa, imparcial y eficaz. El imaginario popular asocia el cabildeo con tratos sospechosos a puerta cerrada.
Pero el cabildeo puede ser un antídoto contra la negociación secreta. Al ser un derecho garantizado dentro de las democracias, el cabildeo consiste en aportar ideas y compartir preocupaciones con los responsables políticos para que ellos, junto con todo el proceso político, sean más receptivos. Permite que la sociedad enfrente las causas profundas de los grandes retos a los que nos enfrentamos, no sus síntomas. De hecho, el cabildeo es una de las formas más eficaces de impulsar el cambio político, económico y social.
Sin duda, hoy en día los grupos de presión están dominados por grandes empresas e intereses especiales. Bloquean el progreso en numerosas cuestiones críticas, desde la acción climática hasta la regulación de la IA. Solo un puñado de organizaciones sin fines de lucro ejercen presión, y solo unas pocas saben cómo hacerlo con eficacia. En Estados Unidos, sólo el 31% de las organizaciones sin fines de lucro afirman haber participado en actividades de promoción de intereses en los últimos cinco años, menos de la mitad del porcentaje de organizaciones sin fines de lucro que afirmaron haber ejercido presión a favor de intereses determinados alguna vez en el año 2000 (74%).1 En Europa, sólo una ínfima parte de los funcionarios públicos se reúnen con organizaciones sin fines de lucro.2 Al no defender los intereses de las personas más marginadas e infrarrepresentadas dentro de su comunidad, las organizaciones sin fines de lucro renuncian a su derecho constitucional de ejercer presión. Este incumplimiento potencia el impacto de los intereses especiales que ya dominan el proceso político. Además, refuerza las desigualdades políticas al deslegitimar aún más el cabildeo en la mirada del público general y, en última instancia, socava la confianza en el proceso político.
No tiene por qué ser así.
Hoy en día, varios actores, desde las organizaciones sin fines de lucro, empresas sociales e iniciativas de tecnología cívica hasta un puñado de filántropos simpatizantes, empresas e inversores de todo el mundo, están desafiando este prejuicio contra los grupos de presión. El creciente movimiento Lobbying for Good (Cabildeo para el Bien) está creando una nueva comprensión pública de lo que realmente es el cabildeo: la forma más rápida y poderosa de ampliar ideas o programas innovadores para el bien social. En una democracia vibrante, el cabildeo es la forma de hacer que la práctica cotidiana de los gobiernos responda de manera más directa a las aspiraciones populares.
Desmitificar
Las organizaciones sin fines de lucro y otros agentes del cambio social, como empresarios sociales y filántropos, tienen sus razones para mantenerse alejados de los grupos de presión. ¿Cómo podría una actividad como el cabildeo, percibida como egoísta y corrupta, ayudar a promover la misión de una noble organización sin fines de lucro? Resulta revelador que, incluso cuando ejercen presión, las organizaciones sin fines de lucro y las filantrópicas eviten utilizar esta palabra y prefieran “defensa”, la cual tiene una connotación menos onerosa.
En su lugar, el sector social debería reivindicar el cabildeo como una forma legítima de innovación política, definida por Johanna Mair, Josefa Kindt y Sébastien Mena como un “esfuerzo colectivo continuo con base en un compromiso compartido con los principios democráticos y para movilizar una masa crítica de personas e ideas con el fin de lograr un cambio político”.3 Al adoptar el cabildeo para hacer el bien, el sector social puede transformar la manera en que practicamos la democracia y promovemos el cambio social.
Diversas organizaciones ya están intentando desmitificar la práctica del cabildeo y hacerla más generalizada y benigna. La Open Government Partnership (Alianza para el Gobierno Abierto, OGP por sus siglas en inglés), una colaboración única entre gobiernos, órganos legislativos, la sociedad civil y el sector privado que aboga por un gobierno abierto en todo el mundo, es un buen ejemplo. Desde su creación en 2011, la OGP ha defendido el cabildeo como una “actividad legítima, que le permite a diferentes grupos de interés compartirles sus puntos de vista a los funcionarios públicos”. De acuerdo con los 75 países miembros que la conforman, “en una democracia fuerte, esta práctica puede reforzar la calidad de la formulación de políticas y del debate público y apoya la libertad de expresión.”4 Para desmitificar esta práctica, OGP promueve la adopción de normas que aumenten su transparencia y accesibilidad.
A nivel internacional, otras organizaciones sin fines de lucro realizan esfuerzos similares. Por ejemplo, la Coalition on Human Needs (Coalición para las Necesidades Humanas) es una alianza de organizaciones nacionales de Estados Unidos que trabajan juntas para promover políticas públicas que respondan a las necesidades de las poblaciones de bajos recursos y otras poblaciones vulnerables. Para ello, invita a los ciudadanos estadounidenses a actuar en algunas de las políticas más urgentes contra la pobreza ayudándoles a comunicarse de forma más persuasiva entre ellos, con los medios de comunicación y con los responsables políticos. Del mismo modo, el Citizens’ Climate Lobby (Lobby Ciudadano por el Clima, CCL por sus siglas en inglés), una organización sin fines de lucro, no partidista y centrada en combatir el cambio climático, alienta a entablar relaciones con los funcionarios electos mediante reuniones con los líderes del Congreso, a publicar cartas y artículos de opinión y a organizarse a través de cientos de secciones locales en todo Estados Unidos y el mundo.
Esta nueva forma de entender los grupos de presión no es una prerrogativa del sector social, sino que se une a ella y, parcialmente, la comparte con el sector privado. Aunque muchas empresas pueden haber concebido el cabildeo como un instrumento privilegiado para promover sus intereses propios y particulares, otras están acatando las expectativas públicas de que ejerzan presión para lograr un cambio social positivo.
“Los clientes exigirán cada vez más responsabilidades a las empresas por su impacto ambiental”, afirma el presidente del Environmental Defense Fund (Fondo para la Defensa del Medio Ambiente), Fred Krupp. “Los directores ejecutivos tienen que reducir la contaminación climática dentro de las operaciones de su propia empresa, y también tienen que dar rienda suelta a la herramienta más poderosa que tienen para luchar contra el cambio climático: su influencia política”.
Las empresas están prestando atención a estas demandas. “Queremos utilizar, y de hecho utilizamos, nuestra voz para defender las políticas que creemos que el mundo necesita”, indica la Directora de Sostenibilidad de Microsoft, Melanie Nakagawa.
Estas empresas y organizaciones ejemplifican una tendencia mundial que reivindica el cabildeo como una actividad legítima abierta a todo el mundo que permite a los distintos grupos de interés comunicar sus opiniones a los funcionarios públicos. Desde su perspectiva, el cabildeo es una práctica democrática fundamental. Primero, puede reforzar la calidad de la elaboración de políticas y del debate público al brindarles abundante información a los responsables políticos para reformar la legislación. Segundo, los grupos de presión también establecen la agenda política al llamar la atención de los responsables políticos sobre problemas pasados y nuevos, así como al compartir posibles soluciones. Tercero, los grupos de presión también desempeñan una función de control democrático al exigir la rendición de los responsables políticos y exhortar a los funcionarios a hacer su trabajo.
Además, el cabildeo ayuda a todos, incluidas las organizaciones sin fines de lucro y los propios ciudadanos, a sentirse y formar parte del proceso político al mantener un canal adicional de contacto entre los representantes electos y el público. Como señaló Amartya Sen, economista y filósofo galardonado con el Premio Nobel, la participación tiene un valor intrínseco para los ciudadanos, que aprenden al estar expuestos a la toma de decisiones colectiva y al formar parte de ella, así como renuevan su sentido de autoeficacia y autonomía.5
Democratizar
Para desentrañar los malentendidos sobre la práctica del cabildeo, debemos hacerla accesible a todo el mundo. Para muchas personas y organizaciones, especialmente las que no están familiarizadas con la forma en la que los funcionarios del gobierno elaboran las políticas en las grandes capitales, desde Washington, DC, hasta Bruselas y más allá, el cabildeo parece ser una actividad fuera de su alcance. Pero una nueva ola de empresas de tecnología cívica ha buscado maneras en que la ciudadanía pueda influir sobre sus representantes.
Por ejemplo, Cicero, que se autodenomina “la base de datos de cargos electos y distritos legislativos más precisa del mundo”; VoteSpotter (Observador del Voto), que rastrea los votos de los cargos electos federales de Estados Unidos y de los funcionarios estatales de determinados estados; y Parliament Watch (Abgeordnetenwatch), que ayuda a los ciudadanos alemanes a ejercer presión sobre sus representantes. Estas iniciativas comparten el objetivo de reconectar y facilitar el acceso de los ciudadanos a sus representantes electos al proporcionarles información indispensable, como su historial de voto en los procesos legislativos en la Cámara de Diputados y Senadores. Otras iniciativas tratan de mejorar el acceso de los ciudadanos al gobierno a través de aplicaciones que facilitan la presentación de solicitudes al amparo de la Freedom of Information Act (Ley de Libertad de Información, FOIA por sus siglas en inglés). Algunos ejemplos son WhatDoTheyKnow (Qué Saben) y AsktheEU (Pregúntale a la Unión Europea) en la Unión Europea.
Han surgido muchos enfoques diferentes para democratizar el cabildeo. CrowdLobby (Grupo de Presión Multitudinario), por ejemplo, utiliza un modelo de financiamiento colaborativo que, según su lema, da “a los estadounidenses comunes acceso a una de las herramientas políticas más eficaces de la historia: el cabildeo”. NOSSAS, una iniciativa brasileña sin fines de lucro que hasta hace poco se llamaba Meu Rio, ofrece asesoramiento estratégico y de incidencia política a los ciudadanos de Río de Janeiro para organizar proyectos de cabildeo dirigidos al gobierno local. The Good Lobby, una organización sin fines de lucro que fundé en 2015 en Bruselas y que tiene oficinas en Madrid, Milán y París, se fundamenta en el intercambio de conocimientos de manera gratuita para poner en contacto a organizaciones sin fines de lucro europeas que necesitan ayuda en la promoción de sus intereses con expertos, como académicos, abogados y cabilderos corporativos.
Estos grupos actúan como núcleos de cabildeo positivo que promueven intereses ambiguos o minoritarios y representan las voces de quienes normalmente no podrían participar en el proceso político. Impulsan iniciativas que, de otro modo, no prosperarían, y aportan habilidades y estrategias necesarias para llegar a las autoridades públicas. Suelen generar un esfuerzo o un compromiso más significativo que las plataformas estándar de campañas en línea, ya sea Change.org, Avaaz o GetUp. En lugar de iniciar o apoyar una causa mediante la recolección de firmas en línea, los nuevos núcleos de cabildeo positivo ofrecen a las organizaciones sin fines de lucro y a los ciudadanos la oportunidad de liderar una campaña o contribuir a ella compartiendo sus conocimientos.
A fin de cuentas, estas nuevas organizaciones representan una nueva forma de ejercer presión que no contrata a cabilderos ni moviliza las estrategias de promoción habituales, sino que faculta a las organizaciones sin fines de lucro y a los ciudadanos para que tengan voz en el proceso político. Por ejemplo, organizaciones como WeMove Europe han tenido éxito al impugnar el uso del glifosato, el herbicida más exitoso y controvertido de Monsanto, en toda Europa mediante una combinación poco convencional de peticiones transnacionales y movilizaciones relámpago, mejor conocidas como flash mobs. La organización ayuda a los ciudadanos de la UE a ponerse en contacto con los diputados del Parlamento Europeo a través de interfaces de correo electrónico que son fáciles de usar. Asimismo, este nuevo enfoque de cabildeo ha permitido que otras organizaciones sin fines de lucro como Eurogroup for Animals, una asociación de grupos de presión conformada por más de 60 organizaciones reconocidas por su defensa de los derechos de los animales en Europa, puedan influir en la agenda legislativa, presionando a la Unión Europea para que prohíba el uso de jaulas para los animales de granja y la cría de pieles.
Subir de nivel
Incluso cuando se haya desmitificado y democratizado, la práctica del cabildeo enfrenta nuevos retos. Debido a los prejuicios públicos en su contra, los gobiernos intentan reducir la enorme influencia de unos pocos restringiendo el acceso a los responsables políticos. Por ejemplo, para limitar el acceso, los gobiernos exigen requisitos de registro y suministro de información e imponen restricciones a la capacidad de cabildeo de las organizaciones sin fines de lucro, como la limitación de gastos y otras normas restrictivas.
Nivelar la práctica del cabildeo para garantizar que las organizaciones sin fines de lucro y la ciudadanía también tengan acceso puede ser una mejor estrategia para abordar la desigualdad política, ya que el enfoque actual se limita a restringir la actividad de los grupos de presión.
Aunque quizá sea bienintencionado, este enfoque restrictivo está produciendo algunas consecuencias importantes y no deseadas. En primer lugar, las restricciones a los grupos de presión han ampliado, no reducido, la influencia de las empresas a expensas de otras voces. Cada vez más se considera que las normas sobre el cabildeo violan la libertad de expresión o el derecho de petición al gobierno, porque intrínsecamente restringen la participación política y a veces criminalizan indebidamente las prácticas cotidianas de influencia. El argumento de la libertad de expresión sirvió como fundamento para la decisión mayoritaria del Tribunal Supremo de Estados Unidos en el caso Citizens United contra la Comisión Federal de Elecciones, que invalidó los límites a las donaciones para gastos políticos realizadas en los denominados gastos independientes, es decir, gastos para apoyar o derrotar a un candidato que se realizan fuera del ámbito de los candidatos o partidos políticos. Al hacer que las donaciones políticas de las empresas sean prácticamente ilimitadas, esta sentencia ha otorgado un nivel de influencia empresarial sin precedentes en el gobierno de Estados Unidos y probablemente ha empeorado, en lugar de mejorar, el acceso de las organizaciones sin fines de lucro a los responsables políticos.
Las leyes del cabildeo también van a la zaga de las prácticas de influencia, que evolucionan rápidamente. Los límites y otras restricciones al acceso a los responsables políticos acaban por incentivar y recompensar las prácticas de influencia de las élites, como las campañas pseudoespontáneas, mejor conocidas como astroturfing, que aparentan ser operaciones que surgen desde las comunidades de base, pero realmente son financiadas por empresas y personas privilegiadas.6 Los responsables políticos acaban expuestos a un rango más reducido de intereses a la hora de diseñar nuevas políticas.
En conjunto, esta tendencia restrictiva de los grupos de presión está frustrando los esfuerzos de los gobiernos de todo el mundo por aumentar la participación y el acceso al proceso político. Al disuadir aún más a las organizaciones sin fines de lucro y a los agentes del cambio social de entrar en la arena política, solo se consigue distorsionar la práctica del cabildeo. En respuesta, deberíamos cuestionar e invertir la postura cultural y reguladora dominante hacia el cabildeo.
Si el sistema político favorece a los privilegiados, entonces nivelar la práctica del cabildeo con el fin de que las organizaciones sin fines de lucro y la ciudadanía también tengan acceso puede ser una mejor estrategia para abordar la desigualdad política, ya que el enfoque actual se limita a restringir la actividad de los grupos de presión. De hecho, este razonamiento ha motivado algunas reformas, por las que han abogado varias organizaciones e iniciativas líderes, que pueden mitigar y potencialmente superar el estigma contra el cabildeo. Cada vez son más los gobiernos que invitan a todas las partes interesadas a presentar sus puntos de vista sobre la elaboración de políticas. En Estados Unidos, tres cuartas partes de todas las ciudades han creado oportunidades para que los ciudadanos y las organizaciones sin fines de lucro participen en la planificación estratégica. La Unión Europea también ha creado múltiples oportunidades de consulta y participación pública. Estas incluyen la European Citizens’ Initiative (Iniciativa Ciudadana Europea), un mecanismo que permite a un mínimo de siete ciudadanos de siete Estados miembros diferentes de la UE proponer nuevas ideas políticas a la European Commission (Comisión Europea) siempre y cuando consigan las firmas de al menos un millón de ciudadanos de la UE. Además, están las asambleas de ciudadanos, donde reúnen a un grupo de ciudadanos seleccionados al azar para asesorar a las instituciones de la UE sobre las iniciativas nuevas o que ya están en progreso. Para apoyar la participación comunitaria a nivel internacional, el Banco Mundial ha invertido 85,000 millones de dólares en la última década.
Los reformistas sugieren ideas aún más radicales. Robert Reich, ex Secretario de Trabajo en Estados Unidos y experto en políticas públicas, propone la introducción de vales de cabildeo con cargo al erario para dar a los ciudadanos un papel más directo y equitativo en la configuración de las políticas públicas y las decisiones legislativas. Con este sistema, los votantes recibirían una cierta cantidad de vales que podrían asignar a organizaciones sin fines de lucro a las que favorecieran o podrían canjear mediante trabajo voluntario dentro de las mismas organizaciones (por ejemplo, 100 dólares al año por persona).7 Al brindarle recursos a las personas para apoyar las causas que les preocupan, los vales de cabildeo podrían diversificar el abanico de voces que participan en la práctica del cabildeo y reducir la influencia desproporcionada de los intereses adinerados.
Otra idea que he estado promoviendo es la ayuda a los grupos de presión.8 Del mismo modo que el Estado devenga los honorarios de un abogado para aquellas personas que necesitan representación legal ante un tribunal pero no pueden pagarlo, el gobierno también podría contratar a un cabildero profesional para que represente una causa determinada. El gasto podría pagarse con los ingresos generados por un impuesto a los grupos de presión análogo al propuesto por la senadora estadounidense Elizabeth Warren cuando se presentó a las elecciones preliminares del partido Demócrata en el año 2020. Según su propuesta, las empresas que tuvieran un gasto mayor a un millón de dólares anuales en actividades de cabildeo tendrían una tasa impositiva del 60% sobre su gasto en cabildeo, y las que superaran los cinco millones de dólares tendrían una tasa impositiva del 75 %.
Mientras tanto, varias empresas han estado experimentando con formas de permitir que los empleados participen en actividades de promoción política y cabildeo en nombre de organizaciones sin fines de lucro que apoyan. Una de ellas es el tiempo libre cívico, por el que las empresas permiten que sus empleados tengan tiempo libre remunerado para realizar una serie de actividades y tareas cívicas. Por ejemplo, los empleados pueden usar este tiempo durante el día de las elecciones o para ser voluntarios en una organización que defienda su causa favorita. La organización estadounidense sin fines de lucro Time To Vote (Tiempo de Votar) ha reunido a cientos de empresas, entre ellas Abercrombie & Fitch y Google, para ampliar el tiempo libre remunerado a sus más de dos millones de empleados estadounidenses. Como reconoce la Cámara de Comercio de Estados Unidos, el tiempo libre cívico tiende hoy a trascender la votación al permitir a los empleados participar como voluntarios en actividades electorales no partidistas, como la defensa de organizaciones en las que depositan su confianza.
Otra práctica en auge es la iniciativa de consultor voluntario, en la que los empleados ponen sus habilidades de defensa, como el trabajo jurídico, al servicio de organizaciones sin fines de lucro de forma voluntaria. Este tipo de trabajo permite a los profesionales influir positivamente en la sociedad al compartir sus conocimientos, por ejemplo, a través de grupos de presión, con quienes de otro modo no tendrían oportunidad de establecer contacto. Por ejemplo, los miembros de la Global Pro Bono Network (Red Global Altruista) son proveedores de servicios gratuitos que coordinan proyectos de voluntariado para compartir conocimientos en 36 países. La red también promueve el compromiso cívico con el fin de hacer frente a los acuciantes retos mundiales y responder a las necesidades de la comunidad. Algunos ejemplos son la promoción de los intereses de las generaciones futuras ante las autoridades de la Unión Europea y la defensa ante las autoridades locales de la India de las personas huérfanas, las personas viudas, las personas con discapacidad y los hijos monoparentales.
Los reformistas defienden otras ideas para mitigar las disparidades de poder en el cabildeo. Algunos de ellos se están replanteando el diseño y el acceso a las consultas públicas, una vía fundamental para presionar a los gobiernos. Por ejemplo, los expertos en políticas públicas Lee Drutman y Christine Mahoney proponen un nuevo sistema de consulta pública que denominan “POST-MAP-ASK” (POSTEAR-MAPEAR-PREGUNTAR).9 Este sistema permite a todos los grupos de presión presentar sus posiciones y documentos políticos para que se publiquen en el sitio web de la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos (POST/POSTEAR), encomienda a la Biblioteca del Congreso la creación de una herramienta para que las oficinas del Congreso y el público general encuentren estas posiciones y naveguen por la posición de los grupos (MAP/MAPEAR), y permite a los comités pertinentes del Congreso solicitar comentarios a los grupos y partidos que falten (ASK/PREGUNTAR). Del mismo modo, propuse medidas concretas para diversificar y ampliar la participación al invitar directamente a las partes interesadas específicas identificadas como infrarrepresentadas a contribuir a la consulta.10 De este modo, el sistema de grupos de presión podría ser más abierto, contribuir a informar las políticas públicas y mejorar la práctica democrática. Al fin y al cabo, el nuevo poder del cabildeo sólo funcionará bien si tiene unos límites claros.
Recabar fondos
Para que el cabildeo se convierta en una práctica participativa democrática socialmente aceptada, inclusiva y vibrante en las formas que hemos descrito, requiere apoyo tanto financiero como a través de otros medios disponibles. Aunque se tiende a describir a las organizaciones sin fines de lucro como crónicamente carentes de personal y de recursos, la realidad es más variada.11 Con demasiada frecuencia, las organizaciones sin fines de lucro optan por no ejercer presión, no por falta de recursos, sino porque desean destinarlos a otras áreas. La mayoría de las fundaciones, a su vez, tienden a mantenerse al margen del cabildeo porque no quieren ser percibidas como demasiado orientadas a la política. Además, las entidades filantrópicas a menudo interpretan erróneamente la legislación sobre organizaciones sin fines de lucro para disuadir a sus propios beneficiarios de utilizar sus fondos de una forma que pueda interpretarse como cabildeo. Por ejemplo, las fundaciones añaden a sus acuerdos de subsidio cláusulas que prohíben a la organización sin fines de lucro beneficiaria realizar actividades de cabildeo u otros tipos de promoción.
Esta restricción lleva paradójicamente a las fundaciones, que se consideran a sí mismas partidarias del cambio sistémico frente a la mera prestación de servicios, a renunciar a uno de los mecanismos más eficaces de los que disponen para impulsar el cambio sistémico. Este error no sólo puede hacer que sus beneficiarios fracasen en sus propias misiones, sino que también limita su capacidad para maximizar el impacto social global de sus inversiones.
Carecemos de datos suficientes sobre cuánto dinero destinan las fundaciones a apoyar los esfuerzos de cabildeo de los beneficiarios. Sin embargo, destacan algunos ejemplos notables. La Bill & Melinda Gates Foundation (Fundación Bill y Melinda Gates) cuenta con equipos de cabildeo y concede subsidios a diversas organizaciones sin fines de lucro, como Malaria No More (No Más Malaria), y a redes mundiales, como la RBM Partnership to End Malaria (Asociación para Erradicar la Malaria RBM), para reforzar el esfuerzo de cabildeo mundial contra la malaria. Las Open Society Foundations han apoyado históricamente a múltiples grupos de presión, recientemente para promover la igualdad de acceso a las vacunas COVID-19. Entre otras cosas, han proporcionado apoyo financiero a la People’s Vaccine Alliance, una coalición de organizaciones y activistas que hacen campaña por la equidad en las vacunas.
La incidencia política parece ser una vía prometedora para que las organizaciones sin fines de lucro y las fundaciones alcancen sus objetivos. La cuestión es si el movimiento Lobbying for Good y su ethos de cambio sistémico impulsado por el impacto pueden superar la tradicional reticencia de las organizaciones filantrópicas a apoyar la labor de cabildeo y encontrar espacio en las teorías del cambio y en los marcos de impacto de los donantes. Puede que se resistan debido a la tensión inherente entre el horizonte a corto plazo de los subsidios y la naturaleza a largo plazo del ejercicio de presión. El cambio político lleva tiempo, es caótico y no es lineal, lo que dificulta los esfuerzos por evaluar la promoción y el cabildeo con parámetros fiables.12
La restricción hacia la práctica del cabildeo lleva a las fundaciones, que se consideran a sí mismas partidarias del cambio sistémico en lugar de meras proveedoras de servicios, a renunciar a uno de los mecanismos más eficaces para impulsar el cambio sistémico.
¿Cómo establecen las fundaciones una relación causal entre un esfuerzo de cabildeo y un resultado político? ¿Cómo atribuyen el éxito de un proyecto de cabildeo a una organización o red de organizaciones concreta? Un enfoque cuantitativo, con base en el número de reuniones y otras interacciones con los responsables políticos, no puede captar el valor añadido de los esfuerzos de cabildeo. Aunque este enfoque basado en la representación funciona bien para evaluar los programas de prestación de servicios, como los bancos de alimentos, no hace justicia a todos los beneficios potenciales derivados de un esfuerzo de promoción y corre el riesgo de dar crédito a los resultados producidos por otros. En resumen, este enfoque puede ser demasiado reducido y amplio al mismo tiempo.
Las organizaciones filantrópicas podrían encontrar un enfoque más prometedor al interpretar el cabildeo no como una actividad que deben realizar sus beneficiarios, sino más bien como una capacidad que deben fomentar. Así, por ejemplo, las fundaciones pueden esperar que sus beneficiarios tengan la capacidad y la habilidad de elaborar planes de incidencia política con objetivos intermedios, incluida la preparación de un mapa de las partes interesadas de todos los actores fundamentales, ya sean oponentes presentes o futuros aliados en el panorama de incidencia política del beneficiario, para que este los incluya en la creación de coaliciones y en las estrategias de comunicación. De esta manera, las fundaciones pueden evaluar la calidad, viabilidad y ejecución de dichos planes para alcanzar sus objetivos o, al menos, ajustarse al propósito para el que fueron formulados.
Sin duda, medir la capacidad de cabildeo, a diferencia de medir los resultados, plantea sus propios retos metodológicos, pero proporciona una base conceptual nueva y necesaria para evaluar los esfuerzos de las organizaciones sin fines de lucro y las fundaciones que llevan a cabo el cabildeo positivo. Además, hoy en día, las pruebas de si el desarrollo de capacidades puede, per se, conducir a una mejora duradera para el beneficiario, y de qué manera, siguen siendo limitadas. Sin embargo, sólo un mayor énfasis en él, mediante inversiones sostenidas y experimentación en materia de cabildeo, podrá permitirnos recopilar más datos y mejorar nuestra comprensión sobre cómo el desarrollo de capacidades contribuye realmente a la formación duradera de una organización para efectuar cambios.
Rendir cuentas
El movimiento Lobbying for Good fue y sigue siendo impulsado en gran medida por el sector sin fines de lucro. No obstante, la comunidad empresarial se enfrenta a presiones para que reconsidere sus propias prácticas de cabildeo y quizá se una al movimiento, ya que el público cuestiona cada vez más a los cabilderos corporativos que se centran en las causas que favorecen a unos cuantos. Pensemos en los más de 50 bancos que firmaron compromisos de cero emisiones netas en el marco de la Alianza Financiera de Glasgow para el Cero Neto 2023 (GFANZ, por sus siglas en inglés), sólo para ser sorprendidos concediendo préstamos a empresas de combustibles fósiles para su expansión mientras no se desprendían de sus inversiones existentes en proyectos de combustibles fósiles. Actualmente, los inversores, empleados y clientes examinan cada vez más a las empresas en las que invierten, para las que trabajan o a las que compran, haciendo un seguimiento no sólo de su huella medioambiental y social, sino también, y cada vez con mayor frecuencia, de su huella política, sus grupos de presión, sus donaciones políticas y otras formas de influencia en el gobierno. Estas huellas sirven para revelar la ruptura entre lo que las empresas dicen que quieren y lo que defienden.
La idea de que las empresas puedan intentar influir en la normativa para favorecer sus resultados no es nueva.13 Ahora bien, lo que es nuevo es la creciente concientización pública de que esa disociación entre las actividades de sostenibilidad de las empresas y su comportamiento como grupos de presión podría ser la causa subyacente de la falta de avances en numerosas cuestiones críticas, como la inacción ante la emergencia climática o los modelos económicos extractivos. A medida que varias partes interesadas se han dado cuenta de que la forma en que una empresa se comporta políticamente es tan importante como sus operaciones,14 está surgiendo un creciente ecosistema de rendición de cuentas dentro del cabildeo.
Mientras las empresas asumen compromisos medioambientales, como los objetivos de cero emisiones netas, InfluenceMap, la principal base de datos del mundo sobre grupos cabilderos empresariales en favor de la política climática en todo el mundo, hace que las grandes empresas rindan cuentas al supervisar si sus actividades de presión se ajustan a esos compromisos o los contradicen. ClimateVoice proporciona información similar a los empleados de las multinacionales para ayudar a los trabajadores a catalizar una defensa audaz y crear un punto de inflexión para el cambio político.
Estas iniciativas sin fines de lucro comparten la determinación de poner de relieve el modo en que las empresas ejercen presión sobre la política climática. Esto, a su vez, las hace responsables ante el público de la forma en que ejercen su poder de presión y puede llevarlas a apoyar, o al menos a no oponerse, a objetivos políticos ambiciosos. En resumen, instan a las empresas a ejercer una presión positiva como la forma más eficaz de alcanzar sus objetivos autoimpuestos.
Sin embargo, el ecosistema actual de rendición de cuentas de los grupos de presión va mucho más allá de la política climática y se extiende a otros objetivos de sostenibilidad y más allá. Un abanico de iniciativas de terceros exige no sólo una mayor transparencia y rendición de cuentas, sino también sostenibilidad en la forma en que las empresas ejercen sus actividades de cabildeo. Algunas de las iniciativas son de carácter comercial, como los proveedores de datos y calificaciones en los criterios ambientales, sociales y de gobernanza (ASG). Por ejemplo, Sustainalytics, S&P, Moody’s, RepRisk y MSCI. Otras son sin fines de lucro, como las normas de elaboración de informes de sostenibilidad. Por ejemplo, Global Reporting Initiative 415 y Corporate Disclosure Project. Otras más son iniciativas que ofrecen orientación sobre cómo debe ser el cabildeo positivo de las empresas, como los Organisation for Economic Co-operation and Development (OECD)/UN Principles for Responsible Investment and the World Benchmarking Alliance (Principios para la Inversión Responsable de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE)/ONU) y la World Benchmarking Alliance. En conjunto, estos esfuerzos ayudan a las partes interesadas, entre los que se encuentran inversores, empresas, asociaciones comerciales y organizaciones sin fines de lucro, a trazar un camino hacia una mayor responsabilidad política y sostenibilidad de las empresas en todos los ámbitos políticos. En última instancia, ninguna empresa puede declararse sostenible si no tiene plenamente en cuenta su impacto medioambiental y social, así como su huella política.
Para mantener su licencia para operar, cada vez más se pide a las empresas no sólo que reevalúen sus prácticas de lobby, sino también que cambien hacia formas autoimpuestas de buen lobby.
Como resultado, un universo cada vez mayor de normas e iniciativas “lobbying for good” incentiva a las empresas a compartir información más allá de la divulgación legalmente obligatoria, como las que suelen imponer las normativas sobre el cabildeo. De este modo, el mercado puede adelantarse al Estado a la hora de comprender la realidad de los grupos cabilderos empresariales. De hecho, estas iniciativas exigen que las empresas proporcionen información más detallada sobre sus actividades políticas corporativas que la exigida por ley en Estados Unidos, la Unión Europea o los países miembros de la OCDE. Al actuar como organismos de normalización del movimiento Lobbying for Good, estas iniciativas dan forma a las mejores prácticas que, en conjunto, definen lo que el movimiento representa y conlleva.
Primero, prácticamente todas las iniciativas exigen que las empresas compartan más información de lo que revelan actualmente, ya sea sobre sus gastos en actividades de cabildeo, donaciones políticas u otras formas indirectas de influencia, como su pertenencia a asociaciones comerciales. A pesar de esto, sólo unas cuántas cumplen más allá de estas obligaciones de procedimiento para imponerles restricciones más sustantivas. Por ejemplo, Standard & Poor’s exige que las empresas divulguen y publiquen sus posiciones de cabildeo antes de relacionarse con el gobierno. Esta norma permite a todas las partes interesadas, no sólo a los gobiernos, saber qué posición adopta una empresa sobre una política determinada.
Segundo, aunque la mayoría de las iniciativas se centran en una mayor transparencia y rendición de cuentas, algunas de ellas promueven un enfoque de cabildeo basado en principios. Así, por ejemplo, iniciativas como los Principios del Instituto Erb para la Responsabilidad Política de las Empresas de la Universidad de Michigan ofrecen un enfoque congruente que alinea la política y los asuntos públicos con los compromisos de propósito y sostenibilidad. No sólo exigen que las empresas se esfuercen por alinear sus actividades políticas (incluidas las de asociaciones comerciales y otras terceras partes que influyen en su nombre) con sus compromisos de propósito, valores, objetivos declarados y partes interesadas, sino también que, en palabras de los líderes de la iniciativa, Thomas P. Lyon y Elizabeth Doty, “garanticen que sus actividades políticas no causan ni contribuyen a causar impactos adversos en la sostenibilidad medioambiental, los derechos humanos o el bien público”.15 Del mismo modo, los Principios de Inversión Responsable sobre el Cabildeo Corporativos para el Cambio Climático orientan a los inversores que desean involucrar a las empresas de su cartera en sus prácticas de cabildeo directo e indirecto relacionadas con la política climática. Para comprender mejor estos esfuerzos, hemos creado recientemente The Good Lobby Tracker, que recopila todas las iniciativas que asesoran a inversores y empresas sobre responsabilidad política corporativa y sostenibilidad en todos los ámbitos políticos.
El surgimiento de estas iniciativas sugiere que, para mantener su licencia de funcionamiento, las empresas están siendo exhortadas cada vez más no sólo a reevaluar su práctica de cabildeo, sino también a cambiar hacia formas autoimpuestas de cabildeo positivo. A medida que los reguladores de muchas jurisdicciones, desde Estados Unidos y el Reino Unido hasta la Unión Europea y Japón, contemplan la integración de normas obligatorias para la presentación de informes ASG en los informes financieros convencionales, estos gobiernos también pueden imponer la divulgación de información corporativa relacionada con la política. Tanto la guía de divulgación relacionada con el clima de la Comisión del Mercado de Valores de Estados Unidos publicada en marzo de 2022 como la EU Corporate Sustainability Reporting Directive (Directiva de la UE sobre informes de sostenibilidad corporativa) publicada en abril de 2021 se pueden considerar los mejores ejemplos de una nueva oleada de normas de divulgación ASG. El movimiento del cabildeo positivo puede afianzarse legalmente.
Cabildear para lograr un cabildeo positivo
Cualquiera que se dedique al cambio social debe comprender la importancia de influir en las políticas públicas y adoptar el cabildeo como instrumento democrático fundamental del cambio social y político. De eso trata el movimiento Lobbying for Good. Los participantes pretenden crear un proceso político transparente y responsable en el que cada voz cuente y la influencia no esté restringida por la riqueza, el nacimiento o la posición social.
Para tener éxito, el movimiento debe cambiar la narrativa pública sobre el cabildeo, mejorar la capacidad de defensa del sector no lucrativo y hacer que los grupos de presión empresariales sean más transparentes, responsables y conscientes de sí mismos. Aunque históricamente las organizaciones filantrópicas se han mostrado reticentes a apoyar la labor e incidencia política de sus propios beneficiarios, deben darse cuenta de que el cabildeo podría ser una de las herramientas más poderosas disponibles para lograr el cambio sistémico que dicen promover. Aunque es posible que en el pasado las empresas hayan centrado sus actividades de cabildeo a reducidos intereses lucrativos, hoy se enfrentan a un público que les exige mayor responsabilidad política a la hora de relacionarse con los gobiernos, así como divulgar más información sobre sus actividades de cabildeo y redirigirlas hacia el interés público.
En consecuencia, el movimiento se propone, a través de cambios en las normas sociales, compromisos voluntarios y reformas legislativas, hacer del cabildeo una herramienta esencial para el cambio social. Para lograrlo, esta práctica debe ser accesible para muchos y no solo para unos pocos, y debe ser ejercida con mayor transparencia, rendición de cuentas y responsabilidad personal por parte de todos. De esta manera, los grupos de presión pueden convertirse en un enfoque indispensable para el cambio sistémico. Ha llegado el momento de que todos cabildeemos a favor de un buen cabildeo.
- Notas
-
1 Lewis Faulk, Mirae Kim y Heather Maclndoe, The Retreat of Influence: Exploring the Decline of Nonprofit Advocacy and Public Engagement [El retroceso de la influencia: exploración del declive en la incidencia de las organizaciones sin fines de lucro y la participación pública], Independent Sector, julio de 2023.
2 Transparency International, Lobbying in Europe: Hidden Influence, Privileged Access [Cabildeo en Europa: influencia oculta, acceso privilegiado], abril de 2015.
3 Johanna Mair, Josefa Kindt y Sébastien Mena, “The Emerging Field of Political Innovation” [El campo emergente de la inno|vación política], Stanford Social Innovation Review, primavera de 2023.
4 Sarah Dickson, “Common Challenges in Lobbying Transparency: Lessons from Europe” [Desafíos comunes en la transparencia de los grupos de presión: lecciones desde Europa], Open Government Partnership, 8 de junio de 2021.
5 Amartya Sen, “Democracy As a Universal Value” [La democracia como un valor universal], Journal of Democracy, vol. 10, núm. 3, julio de 1999.
6 Edward T. Walker, Grassroots for Hire: Public Affairs Consultants in American Democracy [Contratación de esfuerzos comunitarios: los consultores de asuntos públicos en la democracia estadounidense], Cambridge, Inglaterra: Cambridge University Press, 2015.
7 Robert Reich, Supercapitalism: The Transformation of Business, Democracy, and Everyday Life [Supercapitalismo: la transformación de los negocios, la democracia y la vida cotidiana], Nueva York: Alfred A. Knopf, 2007.
8 Alberto Alemanno, Lobbying for Change: Find Your Voice to Create a Better Society [Incidencia para el cambio: encuentra tu voz para crear una sociedad mejor], Londres: Iconbooks, 2017.
9 Lee Drutman y Christina Mahoney, “POST-MAP-ASK: Towards a More Democratic, Modern Lobbying Process” [POST-MAP-ASK: hacia un proceso de incidencia política más democrático y moderno], New America, marzo de 2016.
10 Alberto Alemanno, “Levelling the EU Participatory Playing Field: A Legal and Policy Analysis of the Commission's Public Consultations in Light of the Principle of Political Equality” [Igualdad de condiciones para la participación en la UE: análisis jurídico y político de la Comisión de Peticiones a la luz del principio de igualdad política], European Law Journal, vol. 26, 2020.
11 Rachel Fyall, “The Power of Nonprofits: Mechanisms for Nonprofit Policy Influence” [El poder de las organizaciones sin fines de lucro: mecanismos de influencia política de las organizaciones sin fines de lucro], Public Administration Review, vol. 76, núm. 6, 2016.
12 Alnoor Ebrahim, Measuring Social Change: Performance and Accountability in a Complex World [Medición del cambio social: evaluación del desempeño y rendición de cuentas en un mundo complejo], Stanford, California: Stanford University Press, 2019.
13 Daniel Carpenter y David A. Moss, eds., Preventing Regulatory Capture: Special Interest Influence and How to Limit It [Evitar la captura regulatoria: la influencia de los intereses particulares y cómo limitarla], Cambridge, Inglaterra: Cambridge University Press, 2013.
14 Luigi Zingales, “Towards a Political Theory of the Firm” [Hacia una teoría política de la empresa], Journal of Economic Perspectives, vol. 31, núm. 3, 2017.
15 Thomas P. Lyon y Elizabeth Doty, “The Erb Principles for Corporate Political Responsibility” [Los principios del Instituto Erb sobre la responsabilidad política de las empresas], Harvard Law School Forum on Corporate Governance, 4 de abril de 2023.
Autores originales
- Alberto Alemanno es profesor titular de la Catedra Jean Monnet en Derecho en la HEC Paris (Escuela de Estudios Superiores de Comercio en París) y fundador de The Good Lobby.
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Este artículo es contenido original de la Revista Stanford Social Innovation Review publicado en la edición invierno 2024.
- Traducción del artículo The Lobbying for Good Movement por Ángela Mariscal.
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