La gente y el planeta exigen que construyamos una visión para la filantropía, que dejemos las prácticas que ya no nos sirven y que creemos otras nuevas que nos hagan avanzar.
Estamos viviendo cambios catastróficos: una pandemia global que causa más de seis millones de muertos; incendios, hambrunas, heladas e inundaciones; bandas de extrema derecha que amenazan a trabajadores electorales y funcionarios de salud pública; y amenazas a la democracia en todas partes. El orden mundial parece estar desmoronándose. No obstante, también se han producido avances monumentales que los expertos y la lógica lineal no habrían predicho: las mayores protestas continuas en la historia de Estados Unidos tuvieron lugar durante la pandemia, con todas las razas y creencias religiosas proclamando “Black Lives Matter” (Las Vidas de las Personas Negras Importan); la legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo en los 32 estados mexicanos; la rápida creación y distribución global de vacunas eficaces contra el COVID-19; y la elección y nombramiento de las primeras mujeres negras como vicepresidenta de los Estados Unidos y como jueza de la Corte Suprema de este país.
Dado el alcance de los desafíos que se avecinan y la posibilidad de crear un cambio real, ahora es un momento poderoso para que discutamos cómo debe cambiar la filantropía para enfrentar el pasado y ser una fuerza activa que doblegue el arco de la historia hacia la justicia. Ya no hay lugar para las situaciones de siempre. La gente y el planeta exigen que construyamos una visión para la filantropía, que dejemos las prácticas que ya no nos sirven y que creemos otras nuevas que nos hagan avanzar.
De la extracción a la regeneración. La obsesión de la sociedad con métricas como el PIB (Producto Interno Bruto) refuerza el mito de que el crecimiento eterno es posible, o incluso deseable. Las estaciones, por el contrario, nos enseñan el ciclo natural de la vida y la muerte. Cosechar y sembrar, y nunca tomar más de lo que se puede reponer. Vivimos en un planeta que es capaz de volver a crecer, por lo que la abundancia solo es posible si limitamos nuestra codicia e invertimos en lo que se renueva. Las comunidades del infame Callejón del Cáncer en el estado norteamericano de Luisiana están luchando contra las empresas de combustibles fósiles que insisten en la falsa opción de empleos o aire limpio. ¿No debería la filantropía ocuparse en proporcionar a David un megáfono y al menos una honda en la lucha contra Goliat?
De lo individualista a lo interconectado.Tener una gran cantidad de dinero puede aislar, y quizá por eso tantos donantes ricos se aferran a la ilusión de la importancia de la autosuficiencia. Irónicamente, la forma en que se percibe la filantropía tradicional distancia aún más a los donantes adinerados de las comunidades a las que buscan servir a través de su filantropía. La filantropía basada en la confianza, practicada cuidadosamente a lo largo del tiempo, ayuda a los donantes a estrechar lazos con las comunidades que trabajan hacia objetivos compartidos de equidad e imparcialidad.
De lo objetivo a lo experimentado. Al principio de mi carrera, cuando a menudo era la primera o la única persona negra en una junta directiva, los dirigentes de las fundaciones solían preguntarse si podía ser objetiva al recomendar subvenciones para la comunidad negra. En esa época, se pensaba que las personas blancas eran las únicas que poseían esa habilidad esencial que supuestamente se requería para revisar las propuestas: un escrutinio impasible que no se viera alterado por la familiaridad, el contexto o la experiencia. Es apenas en los últimos años que la filantropía se ha percatado de la sabiduría de preguntar y hacer partícipes a las personas más afectadas por un problema sobre cuáles creen que deberían ser las soluciones. Cuando lo hacemos, surgen ideas brillantes, como dar a las personas pobres dinero en efectivo en lugar de servicios, gastar los fondos escolares en almuerzos en lugar de detectores de metales, abrir piscinas, parques y bibliotecas y dotarlos de personal, en lugar de hacerlo con cárceles y centros de detención, o proporcionar vivienda permanente a las personas sin hogar en lugar de ponerlas en refugios temporales.
De lo mecánico a lo orgánico. Las fábricas revolucionaron la producción al hacer que cada tarea fuera mecánica y replicable. Las líneas de montaje ordenadas codificaron procesos que garantizaban la producción a escala. Con demasiada frecuencia, la filantropía replica erróneamente ese modelo, con la esperanza de que un proceso simplificado y eficiente funcione para abordar problemas sociales complejos de la misma manera que funciona para producir computadoras o automóviles. Pero no es así. Mucha gente adinerada se aferra al sueño de que una única solución resolverá múltiples problemas. Se sorprenden cuando un nuevo software de matemáticas no transforma a los niños hambrientos o sin hogar en los mejores estudiantes. La eficacia no es una fábrica de resultados, sino un bosque de raíces y resiliencia. Unas manos solidarias pueden tejer múltiples soluciones en una red de seguridad comunitaria. No hay balas de plata.
De la dominación a la reciprocidad. La filantropía es una calle de doble sentido. Los donantes dan, pero también reciben. Son solo los hábitos de opresión los que alientan a los donantes a verse a sí mismos como dadores y a los demás como receptores. Recibir un regalo no hace que quien lo recibe sea menos que quien lo da. Dar no es una conquista, es una relación de reciprocidad y de igual a igual. La filantropía tradicional suele ser una pésima socia. ¿Cómo adquirimos la autoconciencia de que estamos recibiendo al mismo tiempo que estamos dando?
Del odio al amor. En un viaje reciente del Democracy Frontlines Fund (Fondo Democracia en Primera Línea) al Memorial por la Paz y la Justicia de la Iniciativa de Justicia Igualitaria (Equal Justice Initiative’s Peace and Justice Memorial Center), un comentario de la socia donataria Ash-Lee Woodard Henderson me sorprendió. Ella dijo: “Hoy, mientras conducía hacia Montgomery [Alabama, Estados Unidos] me pregunté si debería haber traído un escolta de seguridad conmigo”. Recientemente, Highlander Research and Education Center (Centro de Educación e Investigación Highlander) habían sido incendiados por supremacistas blancos. Las amenazas contra activistas negros, morenos, asiáticos, LGBTQ e indígenas son graves y generalizadas. Sin embargo, cuando escucho a Woodard Henderson hablar de su compromiso de luchar por la liberación de todos en los Apalaches y el sur de Estados Unidos, incluidas las personas blancas, no puedo evitar sentirme inspirada por el amor que impulsa su organización.
Con demasiada frecuencia, el odio y la violencia de los extremistas de derecha se excusan con el “miedo”, pero las personas que han sufrido daños y amenazas reales son las que difunden el amor. Invirtamos en amor.
De las mentiras a la verdad. El mito de que “la educación es tu boleto para salir de la pobreza” niega la realidad abrumadora de deuda estudiantil de muchas personas. “Trabaja duro y ascenderás por la escalera del éxito” ignora 30 años de estancamiento del crecimiento salarial, socavado por el aumento del poder y la riqueza de las empresas. “Sé un ciudadano respetuoso de la ley y no tendrás nada que temer de la policía” es una frase que ya no pueden pronunciar las personas negras que han muerto a manos de la policía, como Breonna Taylor y George Floyd. Debido a que muchas de las personas que trabajan en el aire enrarecido de las fundaciones provienen de entornos privilegiados, la filantropía tradicional ha actuado como si sus experiencias personales fueran verdades universales. Y sencillamente no lo son. Para muchas personas son simplemente mentiras. La filantropía organizada —si pretende ser verdaderamente eficaz y relevante— tiene un papel vital que desempeñar para ayudar a desmantelar estos sistemas entrelazados de opresión a través de la verdad, la reconciliación y la reparación.
Estos son algunos de los grandes cambios que debemos hacer en nuestro trabajo como filántropos en los próximos años si queremos lograr el futuro solidario, multirracial e inclusivo que queremos para nosotros y para nuestras comunidades. No hay atajos ni soluciones rápidas para forjar este futuro. La única manera de cruzarlo es atravesándolo. Juntos.
Autores originales:
- CRYSTAL HAYLING es directora ejecutiva de la Fundación Libra y fundadora de Democracy Frontlines Fund (Fondo para las Primeras Líneas de la Democracia)
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Este artículo es contenido original de la edición Primavera 2023 de la revista de Stanford Social Innovation Review en Inglés
- Traducción de Leticia Neria
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