Este artículo es contenido original de la revista de Stanford Social Innovation Review publicado en la edición verano 2021.
(Ilustración de Chris Gash)
Cuando el famoso inversor y filántropo Sir John Templeton falleció en 2008, dejó atrás aproximadamente 1,000 páginas escritas a lo largo de 15 ensayos y libros. Su intención era que los documentos sirvieran de guía a los oficiales de la Templeton World Charity Foundation en su largo recorrido. “Ahora y por los siglos venideros, el propósito de los fundadores es ayudar a los humanos a crecer en humildad y a crecer en entusiasmo por la investigación y los descubrimientos,” escribió en su memorando de asociación.
La guía transmitida en estos documentos conforma el núcleo de la intención del donante de Templeton. Tales documentos, que consagran los deseos e intenciones de los donantes, son centrales para el contrato social que sanciona la filantropía. Este contrato social conlleva obligaciones tales como un pago mínimo y el requerimiento de servir a propósitos caritativos públicos. Para el donante, le garantiza derechos como los incentivos fiscales y la libertad para dar de acuerdo con sus intenciones. La cuestión con la intención del donante es particularmente importante a medida que nos embarcamos en una transferencia de riqueza intergeneracional estimada en $68 billones durante los próximos 25 años que acuñará a una nueva generación de filántropos.
La intención del donante se centra en tres cuestiones: ¿Qué constituye a los propósitos caritativos apropiados?, y, ¿cómo nos damos cuenta de un mundo cambiante? En 1601, el Estatuto Inglés de Usos Caritativos definía qué fines se consideraban caritativos, estableció comisionados para asegurar que las organizaciones benéficas fueran manejadas con propiedad y estableció las condiciones bajo las cuales los tribunales podrían desviarse de la intención del donante. Una voluntad podría verse alterada solo si los deseos del donante fueran determinados como ilegales, indefinidos o imposibles de lograr. En contra de estos lineamientos, las organizaciones benéficas y fundaciones han tenido la libertad de operar como entidades voluntarias y privadas por 400 años.
Los escépticos han desafiado la sabiduría de este contrato social. En 1880, el político victoriano reformista Sir Arthur Hobhouse se preguntó en su provocativo título The Dead Hand, “Puede haber momentos de una conciencia abierta y esfuerzo activo, pero la pregunta es si las fundaciones ricas derivadas de origen privado no gravitan invariablemente hacia la pereza y la indolencia.” Hobhouse proponía eliminar por completo los fideicomisos caritativos a perpetuidad.
Esfuerzos de reforma más recientes (y menos drásticos) incluyen el incremento de requisitos de pagos, la limitación de los pagos a familiares y una regulación más estricta de la gobernanza. Algunos críticos también quieren limitar la intención del donante. Por ejemplo, el filósofo Barry Lam del Colegio Vassar, argumenta que la adhesión a la intención del donante es una práctica inmoral que da una preferencia indebida por los muertos sobre los vivos.
Si bien algunas propuestas ameritan una consideración cuidadosa, los intentos por debilitar la integridad y durabilidad de la intención del donante están erradas. Por el contrario, un profundo entendimiento de la intención de donante es esencial para el éxito actual de una filantropía creativa. Durante mi tiempo como presidente de Temple World Charity Foundation, he encontrado que la intención de nuestro fundador —y amplias palabras— nos han ayudado en numerosas formas, desde prevenir el avance de la misión y mantener una perspectiva a largo plazo hasta fomentar la creatividad y la asunción de riesgos en nuestras subvenciones.
Visión de siglos
La guía escrita con claridad ayuda a la administración y a los fideicomisarios a construir una imagen coherente de la cosmovisión subyacente al donante. “Intención” viene del latín intendere, uno de los significados es “estirar hacia”. En este sentido, la intención del donante se trata de aspiración y de futuro, no del pasado. Permite la aplicación de una filosofía o perspectiva central a nuevas circunstancias no previstas por el donante.
La intención del donante tampoco requiere rastrear sus acciones cuando el donante está con vida. La intención se obtiene de las motivaciones y la filosofía del donante; es solo una lista de proyectos fundados en su tiempo de vida. “La intención del donante de Templeton es una tela elástica,” comentó recientemente uno de nuestros fideicomisarios. “Lo que haces depende del juicio de la administración y los fideicomisarios.”
Templeton creía en la expansividad y en el misterio de la condición humana y en la búsqueda del sentido, del propósito y la verdad. En su libro Possibilities for Over One Hundredfold More Spiritual Information del año 2000, él hizo muchas preguntas provocadoras: “¿Está la creatividad acelerando? ¿Hay una razón para pensar que este nuevo mundo de mente y libre albedrío será el fin del progreso? ¿La nueva vista amplificará las posibilidades masivamente? ¿Qué aspectos inesperados de la realidad emergerán a continuación?” Expresó él este profundo entendimiento de nuestro lugar y propósito en el universo en varias formas: progreso espiritual, humildad en la teología y un enfoque humilde, entre otros giros de la frase. En conjunto estas descripciones ofrecen una profunda declaración de intenciones, y Templeton tenía la intención de que la fundación siguiera esta búsqueda durante siglos.
Esta visión de siglos informa cómo nuestra fundación hace planes y decisiones a corto plazo. Por ejemplo, nuestra estrategia de cinco años se enfoca en identificar innovaciones potenciales para el florecimiento humano, el cual creemos puede tomar muchas décadas para llegar a buen término. El florecimiento humano engloba muchas dimensiones de bienestar físico, mental, social y espiritual. Florecimiento connota crecimiento, resiliencia y progreso. Estamos comprometidos a promover aspectos positivos de la vida humana, en oposición a tratar de arreglar problemas específicos como una enfermedad en particular. Consecuentemente, nosotros hacemos investigación en materias como el perdón, conexiones sociales, inteligencia, toma de decisiones moral y consciencia. El hilo en común es la creencia de que la ciencia puede mejorar el entendimiento de estos componentes críticos del florecimiento holístico. A diferencia de los avances médicos o técnicos, estas capacidades individuales no solo pueden nutrirse y cultivarse a lo largo de la vida, si no durante muchas generaciones.
Ya sea por la presión del grupo, la falta de disciplina o la rotación organizacional, muchas fundaciones privadas son arrastradas a un pantano de causas sociales que están de moda. La intención del donante actúa como un baluarte ante ese pensamiento grupal. Por ejemplo, en lugar de abordar directamente cuestiones comprensiblemente importantes como atender el cáncer o el secuestro de carbono, invertimos en enfoques que permitan a los seres humanos estar en su mejor momento. No encontrarás un Objetivo de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas enfocado en el perdón, pero creemos que herramientas prácticas y efectivas que apoyen a las personas en su jornada de perdón tiene múltiples y transformativos beneficios.
De manera más simple, muchas fundaciones se dedican a causas valiosas como investigación de vacunas o acabar con la inseguridad de alimentos, pero hay muy poco financiamiento a investigaciones relacionado con rasgos humanos vitales tales como el perdón o la colaboración, los cuales podrían ayudar a conseguir dichos objetivos. Los escritos de Templeton nos permiten explorar esas áreas subdesarrolladas, particularmente las que versan sobre problemas sociales y éticos los cuales pueden tomar décadas o siglos en desarrollarse.
Este conocimiento nos ayuda a buscar proyectos ambiciosos y de largo término mientras se deja de lado el corto plazo y las presiones para acelerar las donaciones por encima del nivel sostenible. En esta escala, el deseo de lineamientos flexibles se vuelve obvio. Uno de los documentos esenciales de Templeton es simplemente una lista de preguntas, la cual nos permite examinar nuestras suposiciones y pensar de manera creativa a medida que el mundo cambia con el tiempo.
Estímulo al riesgo
Un claro entendimiento de la intención del donante también hace más sencillo tomar riesgos. Tal como ha advertido el científico político Rob Reich de la Universidad de Stanford, porque las fundaciones pueden operar en un horizonte de tiempo tan prolongado, uno de sus propósitos centrales debería ser tomar riesgos en “la experimentación y la innovación de políticas sociales que no deberíamos ver habitualmente en el sector comercial o estatal.” Un buen ejemplo de cómo la intención del donante permite una toma de riesgos estratégica es en nuestra iniciativa Global Innovations for Character Development, cuyo objetivo es financiar innovaciones científicamente sólidas que promuevan y midan el desarrollo del carácter.
En este portafolio, requerimos que la subvención vaya directamente a una institución en un país de ingresos bajos o medios. En contraste, casi 90% de los fondos de la filantropía global pasa por intermediarios que cobran los gastos generales y actúan como intermediarios de quienes realmente hacen el trabajo en el campo. En esos países, los donantes suelen ver como un riesgo a la pequeña infraestructura administrativa de las instituciones. Pero Templeton tenía una perspectiva explícitamente global que nos ha animado a tomar estos riesgos percibidos. Dos de sus trabajos, The Essential Worldwide Laws of Life y Wisdom form World Religions, se relacionan con los grandes depósitos del conocimiento y la perspicacia humanos sin importar el credo o la nación. Las palabras de nuestro fundador y su cosmovisión expansiva nos ayudaron a tomar riesgos informados en la búsqueda de innovaciones que permitan el florecimiento humano.
Claro que es fácil elogiar la intención del donante en teoría, pero es más difícil darle seguimiento en la práctica. El mundo real es desordenado, e incluso los documentos realizados con mayor cuidado pueden tener dificultades para dar cuenta de eso. Algunas veces el cambio es necesario porque nuestra sociedad evoluciona para lo mejor. Tanto mi esposa como yo fuimos ganadores de la beca Rhodes —un ejemplo perfecto de una institución que desesperadamente necesitaba un cambio cuando finalmente aceptó a las mujeres en 1977. Cambiar la confianza de Cecil Rhodes requirió una ley del parlamento. Este cambio legal permitió un mayor cumplimiento de su intención de utilizar las becas como un medio para “pelear la lucha del mundo”.
La visionaria mente de Sir John Templeton y el sofisticado encuadre de su intención tal vez sea una excepción si se juzgan por estándares históricos. Sin embargo, dada la inminente transferencia masiva de riqueza intergeneracional, tal vez su enfoque de la intención del donante debería convertirse más en la regla. Pensar cuidadosamente en la intención de un donante proporciona incentivos para que los donantes donen, al mismo tiempo que garantizar que los futuros fideicomisarios y gerentes tengan la libertad de actuar creativamente, asumir riesgos y adaptarse para enfrentar los desafíos de un mundo cambiante.
Los nuevos filántropos quienes apenas están iniciando a deliberar sobre cómo asignar su dinero deberían prestar atención a varias lecciones importantes de nuestra experiencia en Templeton World Charity Foundation. La primera es registrar su intención. Si bien no tiene que ser tan voluminosa como lo son los textos de Templeton, un proceso de escritura riguroso no solo será útil para documentar sus deseos, sino para clarificar lo que son y las implicaciones que habrá en el futuro. Del mismo modo, los filántropos deberían pensar menos en términos de instrucciones específicas, las cuales pueden distorsionarse por las circunstancias y costumbres cambiantes, y pensar más en términos de valores y principios subyacentes. Finalmente, deberían considerar cómo los mecanismos y procesos de la toma de decisiones puede dar cuenta de un mundo cambiante.
Así como el soneto requiere de la constricción de la métrica y la rima para ejecutar su particular magia, una fundación —grande o pequeña— requiere de la inspiración y la guía de sus fundadores para darle dirección. Si bien no debemos seguir esa intención servilmente, debemos reconocerla por lo que es: una herramienta esencial para crear un mundo mejor.
- Andrew Serazin es president de la Templeton World Charity Foundation y ex director del programa Global Health Discovery & Translational Science en la Fundación Bill & Melinda Gates. En 2019, fue nombrado Joven Líder Global por el Foro Económico Mundial.
- Traducción del artículo Donor Intent Is Critical to Strategic Philanthropy por Rodrigo Navarro.