Necesitamos una nueva caja de herramientas para servir mejor a las comunidades.
Las organizaciones sin fines de lucro, los gobiernos y las agencias internacionales a menudo recurren al design thinking con el fin de afrontar complejos desafíos sociales y desarrollar soluciones innovadoras junto con (y no para) las personas. El design thinking fue conceptualizado por el diseñador Nigel Cross hace más de cuatro décadas, especialmente en el artículo “Designerly Ways of Knowing” (Maneras diseñadas de conocimiento), publicado en 1982 por Design Studies (Estudios de diseño). Posteriormente, la consultora global de diseño e innovación IDEO presentó el enfoque para el consumo popular. El design thinking se convirtió rápidamente en el conjunto de herramientas de innovación de referencia en el mundo lucrativo y, poco después, en los sectores sociales y de desarrollo internacional debido a su compromiso de centrar a las comunidades en el proceso de diseño colaborativo.
El entonces director general de IDEO, Tim Brown, y Jocelyn Wyatt, quien entonces dirigía el grupo de innovación social de IDEO que posteriormente se convirtió en IDEO.org, defendieron el design thinking para el sector social en su artículo de 2010 de Stanford Social Innovation Review, "Design Thinking for Social Innovation" (“Design thinking para la innovación social”), el cual se ha convertido en un referente importante del design thinking en el sector social. Adoptado por filántropos de alto perfil como Melinda Gates, cofundadora de la Fundación Bill y Melinda Gates, además de Jacqueline Novogratz, fundadora y directora ejecutiva de Acumen, el design thinking ganó popularidad porque prometía un cambio social profundo. Brown incluso afirmó, en un artículo de Harvard Business Review de 2014, que el design thinking podría mejorar el capitalismo democrático.
Sin embargo, el design thinking no ha estado a la altura de tales promesas. En un artículo de MIT Technology Review publicado en 2023, la escritora y diseñadora Rebecca Ackerman afirmaba que, aun cuando “se suponía que el design thinking arreglaría el mundo”, las organizaciones rara vez implementan las ideas generadas durante el proceso de design thinking.
El fracaso en la aplicación de estas ideas fue el resultado de una comprensión inadecuada tanto del problema como de las complejidades de los contextos institucionales y culturales. Uno de los ejemplos de Ackerman es el San Francisco Unified School District (Distrito Escolar Unificado de San Francisco, SFUSD por sus siglas en inglés), que contrató a IDEO en 2013 para rediseñar las cafeterías del distrito escolar. El proceso de design thinking de cinco meses dio lugar a diez recomendaciones, incluida la creación de una cocina comunitaria y el uso de tecnología para reducir las filas en la cafetería. Sin embargo, Angela McKee Brown, la consultora que el SFUSD contrató para implementar las recomendaciones, le dijo a Ackerman que IDEO no tuvo en cuenta las disposiciones operativas y regulatorias necesarias para su implementación.
En lugar de eso, pedimos una postura crítica sobre el diseño, donde crítico significa tanto discernimiento como importancia. Invitamos a los diseñadores a adoptar una postura continuamente reflexiva y cuestionadora, similar a lo que la académica y activista Angela Davis denominó “una forma de pensar, una forma de habitar el mundo, que nos pide ser constantemente críticos, constantemente conscientes”.
Una postura crítica del diseño se basa en un conjunto de valores y compromisos: ser relacional, reflexivo y políticamente comprometido. Esta postura proporciona principios que guían el uso de los métodos del design thinking, al mismo tiempo que permite flexibilidad en cuanto a por qué, cómo, cuándo y por quién deben ser utilizados. Para ilustrar cómo se practica tal postura, examinamos proyectos del sector social que muestran diferentes formas de utilizar el design thinking sin dejar de comprometernos con la postura.
Pensamiento reduccionista
El sector social es intrínsecamente complejo porque está formado por una multitud de actores en diferentes contextos, agendas y realidades políticas. Cualquier enfoque que pretenda resolver fácilmente dicha complejidad tiene muchas probabilidades de ser reduccionista y, por lo tanto, ineficaz. El design thinking tiende a la simplificación excesiva en, al menos, tres formas.
El design thinking es formulista. | El design thinking se presenta generalmente como un conjunto de herramientas singular que proporciona un conjunto de pasos, plantillas estandarizadas y procesos que pueden seguirse, replicarse y convertirse en modelos de consultoría. El número y los nombres de los pasos en cada enfoque varían, pero el objetivo sigue siendo el mismo: proporcionar a diseñadores y no diseñadores una fórmula paso a paso, fácil de seguir, para resolver un problema. El proceso suele incluir una serie de actividades para investigar y definir el problema, seguidas de la generación de ideas, que luego se convierten en prototipos y se prueban repetidamente antes de su implementación. El design thinking recomienda cultivar actitudes como la curiosidad, la positividad y una mentalidad de principiante para estas actividades.
La naturaleza formulista del design thinking sugiere que su aplicación es sencilla. En nuestra experiencia como investigadores, diseñadores y educadores que trabajamos en el sector social desde hace 12 años, hemos observado que las organizaciones tienden a acoger con satisfacción la aparente simplicidad del design thinking, con la esperanza de que les dará soluciones rápidas a sus problemas complejos. Por ejemplo, algunas organizaciones participan en proyectos de design thinking para abordar desafíos multigeneracionales como el acceso a la salud o la discriminación de género, y suponen que pueden desarrollar soluciones en el lapso de unos pocos meses. Empaquetar el design thinking como una fórmula también minimiza la importancia de tener tanto la cultura organizacional como las capacidades adecuadas para practicar el design thinking. Las organizaciones cuyas culturas evitan asumir riesgos, mantienen jerarquías sólidas o asignan la responsabilidad de las nuevas ideas a consultores tienden a tener dificultades con la experimentación, la colaboración y un enfoque centrado en el ser humano que sitúe a los beneficiarios en el centro del proceso de generación de ideas, todos estos componentes esenciales de un enfoque de design thinking.
El design thinking está descontextualizado. | A pesar de afirmar ser sensibles al contexto, los defensores del design thinking no siempre desarrollan una comprensión sistémica y estructural de cómo los problemas que buscan abordar se arraigan en comunidades más grandes y en sus historias. Este enfoque descontextualizado para la resolución de problemas puede perjudicar involuntariamente a las comunidades y al medio ambiente al interpretar los problemas como fallas individuales, en lugar de sistémicas.
Esta descontextualización también perpetúa el mito de que el design thinking es un enfoque objetivo y apolítico. Dentro de esta ficción, los diseñadores se perciben a sí mismos como agentes imparciales en los proyectos de diseño. Sin embargo, los diseñadores no son neutrales y sus prejuicios y creencias influyen en sus percepciones e interpretaciones del mundo y, por tanto, en su trabajo. En un artículo para la edición especial sobre vigilancia policial de la Design Museum Magazine (Revista Museo del Diseño)1, Sarah Fathallah (coautora de este artículo) ilustra los límites de este enfoque descontextualizado mediante un análisis de varios proyectos recientes de design thinking en los que diseñadores colaboraron con agencias encargadas del orden público. Estos proyectos tenían como objetivo aumentar la confianza de la comunidad en la policía mediante la convocatoria de reuniones comunitarias, oportunidades de “acompañamiento” o el uso de herramientas de realidad virtual para desmitificar el trabajo de los agentes de policía. Todas las soluciones propuestas, afirma Fathallah, suponían que la desconfianza de las comunidades hacia la policía se debía a una falta de empatía o al desconocimiento sobre su campo de trabajo. En cambio, un análisis más exhaustivo habría incluido las fallas sistémicas de la labor policial, como explica Fathallah, que muestran cómo el fondo de la desconfianza de la comunidad radica en “las realidades actuales e históricas de la actuación policial, incluida la violencia rutinaria, la discriminación, la criminalización de la pobreza y el acoso y la violencia sexual”.
La Makeright Initiative (Iniciativa Makeright), un proyecto de investigación que se desarrolló entre 2015 y 2017 en el Reino Unido y la India, demuestra las limitaciones del design thinking cuando no se considera el contexto. En esta iniciativa, 85 reclusos del Reino Unido y 25 de la India participaron en talleres donde aprendieron a fabricar bolsas antirrobo como parte de un proyecto de design thinking. Según Lorraine Gamman y Adam Thorpe, ambos profesores de diseño en Central Saint Martins en Londres e investigadores principales del proyecto, el curso pretendía dar a los presos la oportunidad de desarrollar empatía, colaboración y habilidades de resolución de problemas. En un artículo de 2018 de She Ji: The Journal of Design, Economics, and Innovation (She Ji: la revista de diseño, economía e innovación) sobre la Iniciativa Makeright, Gamman y Thorpe afirman que aprender estas habilidades "podría respaldar las ambiciones [de los presos] hacia un futuro autoempleo", así como puede mejorar su "compromiso social y facilitar su reinserción en la sociedad”.2 Al enmarcar la “integración social” y la “abstinencia de la delincuencia” como cuestiones de desarrollo personal, Gamman y Thorpe pasan por alto las causas profundas que, en primer lugar, contribuyeron al encarcelamiento de las personas y no reconocen los obstáculos estructurales para su reintegración, incluida la forma en que sus antecedentes penales dificultan el acceso al empleo, a la vivienda y a otras necesidades básicas. También describen la delincuencia como una cuestión de malas decisiones individuales, en lugar de considerarla como un conjunto de decisiones políticas dirigidas a atacar y castigar a determinados subconjuntos de la población.
El design thinking es cortoplacista. | Los proyectos de design thinking suelen ser trabajos de consultoría concebidos en plazos cortos, con propuestas como resultados, en lugar de implementaciones. El uso de un modelo de consultoría, junto con los ciclos de plazo fijo de la financiación basada en proyectos en los sectores social y de desarrollo internacional, premian la eficiencia y la brevedad. En Design for Social Innovation (Diseño para la innovación social), los diseñadores y educadores Mariana Amatullo, Bryan Boyer, Jennifer May y Andrew Shea estudiaron 45 proyectos de diseño en múltiples sectores a lo largo de seis continentes para determinar qué dimensiones culturales, económicas y organizativas se necesitan para implementar con éxito el diseño para la innovación social. Descubrieron que el impacto a largo plazo del design thinking depende de múltiples factores, entre ellos un enfoque centrado en la velocidad y una comprensión limitada de los sistemas complejos. Por ejemplo, el proyecto Diva Centres de IDEO.org, en el que los adolescentes aprendían sobre salud reproductiva y acceso a métodos anticonceptivos en salones de uñas en Zambia, no consiguió ampliarse debido a las complejidades del financiamiento de la salud pública y los canales de distribución. Los líderes de IDEO e IDEO.org, Jocelyn Wyatt, Tim Brown y Shauna Carey, reflexionaron sobre este proyecto en un artículo de Stanford Social Innovation Review de 2021 con el fin de especular sobre la evolución del design thinking para la innovación social.3 Admitieron que el proyecto Diva Centers no tuvo en cuenta a los múltiples proveedores de servicios públicos y privados, así como los complejos niveles de financiamiento de la salud pública que hicieron que la ampliación del proyecto fuera “prohibitivamente cara y complicada”.
Para que los diseñadores vayan más allá de las buenas intenciones, también deben rendir cuentas ante ellas. Invitamos a los lectores a considerar la relacionalidad, la reflexividad y el compromiso político al momento de desarrollar su postura crítica del diseño.
El deseo de acelerar la innovación ha dado lugar a la proliferación de eventos con plazos determinados, como hackatones y retos de innovación abierta que a menudo emplean el design thinking. Estos eventos de corto plazo se centran en la generación de ideas, pero a menudo no consideran lo que ocurre después con ellas. Estudios recientes, entre ellos uno de 2023 en Organization Science de la coautora de este artículo, Anne-Laure Fayard, han demostrado que los hackatones y los retos de innovación abierta tienen éxito en crear nuevas ideas, pero no en generar prototipos e implementarlas.4 Los organizadores y patrocinadores deben considerar cómo pueden apoyar a los individuos o equipos una vez que un reto o hackatón haya finalizado oficialmente para fomentar la creación de prototipos y la implementación de las ideas generadas, con el fin de producir un impacto a largo plazo. Del mismo modo, los diseñadores y profesionales del sector social deberían basar sus cronogramas en los valores que desean que guíen su trabajo. Por ejemplo, esto podría significar dedicar tiempo a la creación de relaciones y confianza con las comunidades, o permitir que los miembros de la comunidad determinen cómo y cuándo el proyecto puede alinearse con las prioridades e hitos de la comunidad.
Adoptar una postura crítica
Así como los retos de la innovación social son complejos, también deberían serlo las formas en que se abordan. Proponemos que los diseñadores abandonen la idea de basar el design thinking en un conjunto singular de herramientas y, en su lugar, cultiven, junto con otras partes interesadas, una postura crítica sobre el diseño que guíe su uso de formas más matizadas y duraderas.
Una postura crítica del diseño se basa en el rico linaje de tradiciones y pensadores del diseño que abogan por la integración y el diálogo con las comunidades y los sistemas. En Design, When Everybody Designs (Cuando todos diseñan), el experto en diseño Ezio Manzini aboga por abrir el diseño a quienes no son diseñadores, así como invitar a los diseñadores a convertirse en facilitadores de conversaciones y conectores de recursos para las comunidades. Por ejemplo, Manzini sugiere que los diseñadores que trabajen en el tema del aumento de la población de edad avanzada deberían invitar a las personas mayores a convertirse en agentes de cambio mediante el reconocimiento de sus necesidades y habilidades, e involucrándolos en la cocreación de servicios que respondan a sus necesidades. El incluir a las personas mayores en el proceso de diseño, explica Manzini, dio lugar a la creación de programas intergeneracionales de vivienda compartida, como el programa Take Me Home (Llévame a casa) de la organización sin fines de lucro Meglio Milano, con sede en Milán, el cual pone en contacto a personas mayores propietarias de viviendas con estudiantes que buscan habitaciones para alquilar, lo que reduce el costo de vida y el aislamiento social tanto para personas mayores como para estudiantes.
La capacidad de las comunidades para desarrollar sus propias soluciones con el apoyo de los diseñadores, quienes pueden proporcionar los recursos y las condiciones necesarias para implementar estas soluciones, es lo que el antropólogo Arturo Escobar llama la “reorientación del diseño”.5 Para que los diseñadores estén al servicio de las comunidades y los movimientos sociales, y vayan más allá de las buenas intenciones, como sostiene la diseñadora Sasha Costanza-Chock, también deben rendir cuentas ante ellos.6 Al igual que estos pensadores nos invitan a reorientar la práctica del diseño, nosotros invitamos a los lectores a considerar tres valores a la hora de desarrollar su postura crítica del diseño: relacionalidad, reflexividad y compromiso político.
Relacionalidad: Según la sabiduría indígena, todos los seres vivos (humanos, animales y el medio ambiente natural) existen y se definen en relación con los demás. Los investigadores y diseñadores que trabajan en metodologías de diseño indígenas y decoloniales han demostrado que esa visión relacional desafía las distinciones occidentales entre quienes saben (los “expertos”) y quienes no saben, entre sujeto y objeto, y entre humanos y no humanos. En el contexto del diseño, una perspectiva relacional reconoce que las actividades fundamentales detrás del diseño (los actos de investigar, imaginar y crear) no son dominio exclusivo del diseñador profesional. Adoptar una postura relacional significa preguntarse de quién es la experiencia, las habilidades y los conocimientos que se incluyen o se excluyen, se distorsionan o se tergiversan, se silencian, se infravaloran o se desconfían. Más importante aún, exige que el diseñador asuma el papel de oyente y facilitador y actúe desde un lugar de reciprocidad con los miembros de la comunidad así como de respeto por el conocimiento y la experiencia de cada uno en el proceso de reflexión sobre el diseño.
Reflexividad: Los diseñadores se aportan a sí mismos (sus suposiciones y posicionamientos) en su trabajo, lo que afecta la forma en que se relacionan con las comunidades y cómo participan en el proceso de diseño. La reflexividad (la capacidad de ser consciente y examinar la propia identidad, perspectiva y suposiciones) puede ayudar a cuestionar el mito de la neutralidad de los diseñadores y empujarlos a plantearse preguntas, reconocer su posición y responsabilizarse de su trabajo. Para construir esta conciencia crítica, la reflexividad debe entenderse como una práctica continua y evolutiva que va más allá de un puñado de acontecimientos o comprobaciones para examinar una amplia gama de preguntas. Por ejemplo, en Power and Participation: A Guidebook to Shift Unequal Power Dynamics in Participatory Design Practice (Poder y participación: una guía para cambiar las dinámicas de poder desiguales en la práctica del diseño participativo), la investigadora de diseño Hajira Qazi invita a los diseñadores a considerar cómo su posición opera en diferentes dinámicas de poder y, potencialmente, crea conflictos de intereses en su trabajo.
Compromiso político: El diseño siempre se sitúa dentro de las agendas políticas. Si no se reconoce el papel político del diseño, los diseñadores pueden contribuir al statu quo. Estar comprometido políticamente significa nombrar los puntos de vista políticos del trabajo y de quienes participan en él, en lugar de ocultarlos tras un espejismo de “objetividad” o “neutralidad”. Estar comprometido políticamente también puede significar adoptar una serie de objetivos políticos que se alineen con las metas de las comunidades y los movimientos sociales.
De hecho, el diseño tiene una larga historia de compromiso político. La escuela de diseño escandinava de los años sesenta se fundó con la misión política de involucrar a las personas en la mejora de su entorno laboral y en un compromiso con la democracia en el lugar de trabajo. Esta orientación política continuó con el trabajo de diseñadores que se centraron en la sostenibilidad y la justicia, así como hablaron de las intersecciones del diseño y proyectos políticos liberadores específicos, como la descolonización, el anticapitalismo y la abolición.7
Una postura crítica del diseño cuestiona si el priorizar la novedad satisface las necesidades y deseos de la comunidad. El impacto no requiere necesariamente el desarrollo de servicios novedosos, pero puede ser el resultado del aprovechamiento de los servicios.
Pensar críticamente
Una postura crítica del diseño no es prescriptiva. En lugar de restringir el enfoque y los resultados de un proyecto de diseño específico, la postura puede ayudar a iluminar e informar sobre qué enfoque implementar. Los siguientes ejemplos intentan abordar las decisiones de diseño, como la participación, la compensación, la escala, el impacto y la financiación, de manera más crítica. Cabe señalar que no deben interpretarse como un “estándar de oro” o prescriptivo, ya que una postura crítica del diseño puede llevar a los diseñadores a tomar decisiones en función de sus contextos y circunstancias específicos.
Pensar críticamente sobre la participación. | Es tentador para los diseñadores que desean adoptar una postura relacional el querer invitar a miembros de la comunidad a participar en el proceso de diseño. Sin embargo, un error recurrente de esta estrategia es involucrar a miembros de la comunidad como participantes en el diseño sin analizar ni deshacer los daños potenciales de esa participación. Cuando las comunidades sienten que se les pide repetidamente que cuenten sus experiencias sin ser testigos de los cambios prometidos por las organizaciones que les piden sus historias, la participación se vuelve simbólica, extractiva y desencadenante. La participación por el simple hecho de participar, sin ninguna acción, devalúa la sabiduría de las personas y causa fatiga por el compromiso y el trauma.
Los miembros de la comunidad asumen varios costos por participar en un compromiso de diseño. En cuanto a los recursos materiales, pueden incurrir en gastos y costos de oportunidad, como el tiempo no dedicado al cuidado de los hijos o al trabajo, además de no recibir reembolso por esos gastos ni compensación alguna. Cuando se trata de extracción de conocimientos, los miembros de la comunidad pueden compartir sus historias e ideas, pero no ser informados de lo que se hace con esa información. Puede que interactúen con diseñadores y profesionales, pero nunca se les enseña ninguna de sus habilidades. En cuanto a los posibles perjuicios, los miembros de la comunidad pueden encontrar su participación emocionalmente agotadora. Para garantizar que los miembros de la comunidad participen de forma significativa y responsable, los diseñadores deben equilibrar estos costos con beneficios como compensar a los participantes por su tiempo y experiencia, brindarles recursos y oportunidades a los que de otro modo no podrían acceder, y desplegar prácticas informadas y sensibles al trauma para proteger a los miembros de la comunidad.8
Los proyectos de diseño también pueden adoptar un enfoque participativo que no consiga involucrar a los miembros de la comunidad de forma que les brinden capacidad de acción y poder de toma de decisiones en el proceso de diseño. El diseñador Victor Udoewa fue invitado por una organización sin fines de lucro que trabaja con el distrito escolar público de Washington, DC, para rediseñar el plan de estudios del programa internacional de aprendizaje-servicio de verano del distrito para estudiantes de bachillerato. El proyecto utilizó un enfoque de diseño participativo radical, en el que los miembros de la comunidad participaron en todas las fases del proceso de diseño. El equipo del proyecto estuvo integrado por dos diseñadores y cuatro estudiantes del programa. Sin embargo, el proyecto fracasó, como explicó Udoewa en un artículo de 2022 del Journal of Awareness-Based Systems Change, cuando la organización sin fines de lucro rechazó las decisiones de los estudiantes. El proyecto creó un espacio para que los estudiantes participaran, pero no les cedió poder de decisión sobre las soluciones que se iban a implementar, lo que dejó a los estudiantes desilusionados con el proceso.
Los desequilibrios de poder también obstaculizan el potencial de participación. Una postura crítica del diseño invita a los diseñadores a abordar la relacionalidad no solo invitando a los miembros de la comunidad a contribuir, sino cuestionando reflexivamente los roles que desempeñan en el proyecto y las formas en que cada actor se relaciona con los demás. Este compromiso es esencial para tomar conciencia y contrarrestar las posibles consecuencias negativas de la participación. Para examinar quién tiene un poder significativo y quién no, el inversionista de impacto Chicago Beyond anima a las organizaciones comunitarias, los investigadores y los financiadores a reflexionar sobre varios factores, como quién determina el proceso, quién tiene acceso a las personas y a la información, quién tiene la capacidad de asignar validez y valor a los hallazgos e ideas, quién recibe crédito y reconocimiento por la autoría, y quién es responsable ante las comunidades.9
Pensar críticamente sobre el problema. | En el proceso de design thinking, la organización que inicia el proyecto o los diseñadores profesionales que trabajan en él suelen enmarcar el problema al principio. Sin embargo, los actores externos que no experimentan el problema directamente se basan en suposiciones para determinar la precisión, validez o importancia relativa del problema. Si nadie cuestiona las hipótesis al comienzo del proceso de diseño, el resto del proceso puede terminar siendo insignificante para las comunidades en el mejor de los casos y perjudicial para ellas en el peor.
Una forma de cuestionar tales suposiciones es invitar a las personas más afectadas por un problema a definirlo en sus propios términos. Por ejemplo, el Mahali Lab, un programa del International Rescue Committee (Comité Internacional de Rescate, IRC por sus siglas en inglés) y con el que Fathallah ha trabajado, invitó a refugiados sirios y jordanos vulnerables a desarrollar soluciones para los retos de su comunidad. La premisa del laboratorio era simple: cada decisión fue impulsada por la comunidad en cada paso del proceso. Durante 18 meses, entre 2017 y 2018, el laboratorio brindó a los participantes de la comunidad un espacio de coworking; apoyo financiero; y acceso a mentores y expertos para ayudar a fortalecer sus ideas a través de investigación estructurada, la creación de prototipos y la planificación de la implementación. Luego, el IRC proporcionó financiamiento y apoyo para ampliar las ideas consideradas más prometedoras por los miembros de la comunidad y los expertos. Lo más importante es que el laboratorio comenzó su labor con una serie de exploraciones de tres meses para que los miembros de la comunidad pudieran definir sus problemas más urgentes. Este proceso comenzó con un trabajo de divulgación que identificó a enlaces que eran líderes en sus propias comunidades y tenían acceso a redes en las tres localidades con altas concentraciones de refugiados urbanos en Jordania: Amán, Irbid y Mafraq. Posteriormente, realizó entrevistas abiertas semiestructuradas y debates de grupos de discusión con miembros de la comunidad. Las entrevistas iniciales fueron realizadas individualmente por los enlaces en los hogares de los miembros de la comunidad, antes de convocar a grupos de discusión más amplios que involucraron al resto del equipo de Mahali Lab. Luego, el equipo sintetizó los problemas identificados por los miembros de la comunidad y se los presentó para su validación y priorización, tanto en persona como en línea a través de grupos de WhatsApp y Facebook de sirios radicados en Jordania. Los problemas que parecían más apremiantes para la comunidad (generación de ingresos, servicios de apoyo y aprendizaje infantil) fueron los que finalmente se convirtieron en el ámbito de trabajo de Mahali Lab.
Pensar críticamente en la innovación. | Cuando llega el momento de seleccionar ideas para crear prototipos y ponerlas a prueba en proyectos de design thinking, se suele dar prioridad a su “novedad” u “originalidad”. Sin embargo, al interpretar la “innovación” como “novedad” se corre el riesgo de dar credibilidad a ideas que parecen nuevas a expensas de las que tal vez no lo sean, pero que se ha demostrado que funcionan.
Una postura crítica del diseño cuestiona si priorizar la novedad sirve a las prioridades organizativas y a la libertad creativa de los diseñadores por encima de las necesidades y deseos de la comunidad. El impacto no requiere necesariamente desarrollar servicios o productos novedosos, sino que puede resultar del aprovechamiento de recursos para apoyar las iniciativas de las comunidades, como se dio cuenta la organización gubernamental local Southwark Council (Consejo de Southwark) en Londres después de trabajar con la consultora Engine Service Design (Diseño de servicio de motores) en 2009. Engine colaboró con el consejo y los ciudadanos en la búsqueda de soluciones en temas relacionados con la salud y el entorno doméstico. Para sorpresa del equipo de Southwark, que pensaba que los residentes solicitarían nuevos servicios o tecnología, varias de las ideas de los residentes se basaban en expertos y recursos comunitarios ya disponibles. Por ejemplo, una idea proponía utilizar muchos de los espacios y edificios de Southwark para actividades de desarrollo comunitario como cenas y actividades deportivas. Otra idea reconocía la presencia de expertos locales en alimentación y salud y recomendó que estos expertos asesoraran a las familias sobre cómo preparar comidas saludables. En ambos ejemplos, los miembros de la comunidad no querían novedades sino acceso a los recursos existentes para alcanzar sus objetivos comunitarios.10
Pensar críticamente sobre la responsabilidad comunitaria. | Los diseñadores que se comprometen con la responsabilidad comunitaria pueden necesitar alinearse con objetivos políticos que no son populares entre las partes interesadas de la industria. En 2021, Think of Us (Piensen en nosotros), una organización sin fines de lucro dedicada al bienestar infantil, llevó a cabo un proyecto de investigación de diseño que analizaba las experiencias de los jóvenes en hogares de acogida que fueron colocados en instituciones como hogares y residencias grupales. Se descubrieron inquietantes preocupaciones sobre los internamientos en las instituciones y sus prácticas punitivas, traumáticas y perjudiciales, como la restricción física y el maltrato hacia los jóvenes, la coerción para que tomaran medicamentos psicotrópicos o la prohibición de comunicarse con amigos y familiares. En consecuencia, el equipo de Think of Us se negó a recomendar soluciones como mejores camas y más salidas para mejorar las experiencias de los jóvenes en estos internamientos institucionales. Como señaló el equipo en el informe que resume los hallazgos de la investigación, “si bien algunas de estas mejoras harían que el entorno fuera más habitable, pocos de estos cambios habrían mejorado significativamente las condiciones materiales y los resultados de vida de los jóvenes al salir de esas colocaciones institucionales”. 11 En cambio, el equipo pidió la eliminación de las colocaciones institucionales. Este resultado se alineó con un movimiento cada vez mayor de actores comunitarios, incluidas madres y familias afectadas por el sistema de cuidado y acogida, organizaciones de acogida de jóvenes y defensores de la comunidad de justicia para personas con discapacidad, que pedían una reducción o el cese de la institucionalización de centros de acogida. A pesar de ciertas reacciones negativas de los medios, el proyecto dio lugar a que varios estados se comprometieran a reducir o eliminar las colocaciones institucionales, cuyos procesos se están diseñando, probando e implementando actualmente.
Pensar críticamente sobre la escala y el impacto. | Las organizaciones sin fines de lucro y los emprendedores sociales deben mostrar a los posibles financiadores que pueden ampliar su impacto para asegurar la financiación. Esta visión de la ampliación está arraigada en una lógica capitalista que busca aumentar continuamente el número de beneficiarios, del mismo modo en que las plataformas tecnológicas persiguen el crecimiento de usuarios. Sin embargo, una postura crítica del diseño podría cuestionar si la ampliación debería equipararse con el aumento del número de beneficiarios. ¿Podría tratarse más bien de consolidar o mejorar lo que hace una organización al servicio del mismo grupo de personas? En nuestras conversaciones con organizaciones sin fines de lucro y emprendedores sociales, la necesidad percibida de escalar ha creado una presión significativa para “mostrar impacto” a través de cifras, en lugar de “hacer impacto” al crear un cambio en las vidas de los beneficiarios.
Una organización que optó por mostrar el impacto de manera diferente es Amartha, una plataforma de préstamos entre iguales para micro, pequeñas y medianas empresas dirigidas por mujeres en las zonas rurales de Indonesia. Amartha se fundó en 2010 en un pequeño pueblo de Bogor, Java Occidental, y fue concebida como una empresa de microfinanciación tradicional. Durante los primeros cinco años, Amartha decidió centrarse en profundizar su relación con los clientes existentes porque quería crear una cartera de alta calidad con sus recursos limitados. Durante este tiempo, el fundador de Amartha, Andi Taufan Garuda Putra, se dio cuenta de que podía brindar más servicios a las prestatarias, así como a sus familias, pero que la joven organización tenía fondos limitados y luchaba por satisfacer la demanda de préstamos: Amartha tenía una tasa de retención del 90% y la mayoría de sus prestatarias solicitaban un préstamo mayor. En su lugar, Putra decidió desarrollar servicios más integrales, incluida la educación para las mujeres a las que Amartha ya atendía, antes de trasladarse a otras regiones de Indonesia. Luego exploró modelos de mercado que atrajeran a más inversores minoristas y bancos, y finalmente transformó a Amartha en una plataforma de préstamos entre pares en 2016. Tras profundizar con éxito sus servicios en varias aldeas de Java Occidental, Amartha consiguió expandirse a otras partes del país. En lugar de centrarse en demostrar el impacto con el aumento en el número de beneficiarios, Amartha optó por centrarse en un impacto profundo al hacer más por las mismas comunidades en una región.
Pensar críticamente sobre la financiación y los plazos. | Al evaluar los proyectos a financiar, incluidos los proyectos piloto y las intervenciones resultantes de proyectos de design thinking, los financiadores suelen utilizar criterios que definen el éxito como crecimiento lineal, mientras que los proyectos de diseño en el desarrollo internacional y el sector social evalúan el éxito según los cambios de desarrollo y comportamiento de las personas, así como de los cambios sociales a largo plazo. En su trabajo con profesionales que utilizan el diseño para la innovación social, Joyce Yee, profesora de Diseño e Innovación Social de la Northumbria University (Universidad de Northumbria), descubrió que los profesionales encuentran una desconexión entre los criterios de evaluación predefinidos por los financiadores (basados en modelos de costos, eficiencia y números) y el trabajo que realizan con las comunidades.12 Defendió el enmarcar las evaluaciones no como estrictas medidas de éxito sino como oportunidades de aprendizaje en las que los resultados del proyecto puedan redefinirse y crearse continuamente de forma conjunta con las comunidades. En la práctica, esto significa proporcionar una financiación más flexible y no vinculada a resultados predeterminados, lo que haría que los informes de evaluación fueran menos agobiantes y permitiría una mayor agilidad y capacidad de respuesta ante las circunstancias cambiantes.
Las estructuras de financiación en el sector social y el desarrollo internacional no propician una participación comunitaria sostenida. Una postura crítica del diseño reconoce la necesidad de generar confianza y construir relaciones en el trabajo con las comunidades. Por ejemplo, Dalberg Design y Project Concern International India colaboraron en dos programas para aumentar la participación de los hombres en la planificación familiar y la nutrición. Los proyectos comenzaron en enero de 2020 y duraron más de dos años. El programa piloto, compuesto por 2,000 hogares en Bihar, un estado del este de la India, demostró el impacto potencial de la diversidad dietética de los niños, el uso de anticonceptivos modernos y el aumento de la participación de los hombres en labores que suelen estar relacionadas con el género, como alimentar a los niños. Si bien el cofundador de Dalberg Design, Robert Fabricant, observó que "es esencial establecer asociaciones a largo plazo con organizaciones comunitarias", también señaló que "mantener esas asociaciones con un equipo pequeño y recursos limitados no es fácil". El compromiso y la confianza sostenidos con la comunidad requieren amplios recursos que no todas las organizaciones sin fines de lucro tienen.
Practicar su postura
Las críticas al design thinking no son nuevas, y se han propuesto varias alternativas, como el design thinking de sistemas, incluso en esta publicación.13 Estas alternativas se basan en críticas similares a las nuestras, pero sostienen que lo que se necesita es un conjunto de herramientas metodológicas nuevas o mejoradas.
En cambio, instamos a quienes practican el design thinking a fundamentar su práctica en una postura crítica del diseño y a ser reflexivos y deliberados sobre las intenciones, acciones y efectos de su trabajo. Para comenzar este trabajo, lo invitamos a considerar las siguientes preguntas y recomendaciones:
¿Quién está involucrado en el proyecto y en calidad de qué?
- Asegúrese de definir qué aspecto tiene la participación en su trabajo y cómo se involucran y comprometen las comunidades en el proceso.
- Desafíe el mito de que los diseñadores son agentes neutrales. Reconozca y aborde las dinámicas de poder desiguales y reflexione sobre sus posicionamientos, suposiciones y prejuicios, así como la forma en que pueden afectar su trabajo y sus relaciones con las comunidades.
- Sea consciente de la carga que supone para las comunidades participar en el trabajo e implemente prácticas de respuesta al trauma para minimizar los posibles daños.
- Procure mejorar las condiciones materiales de las comunidades con las que trabaja. Asegúrese de que todos reciban una compensación justa por participar en el trabajo al incluir una compensación adecuada en el presupuesto de su proyecto.
¿Quién debe examinar y delimitar el proyecto?
- Asegúrese de que todas las partes interesadas, especialmente los miembros de la comunidad, participen en la determinación del marco y el alcance del proyecto, y prevea el tiempo necesario para garantizar su participación.
¿Qué resultados deben priorizarse?
- Asegúrese de no embarcarse en un proyecto que busque la innovación por el simple hecho de innovar. Esté abierto a resultados que, aunque no sean novedosos, sean eficaces para las comunidades.
¿A quiénes debe rendir cuentas el proyecto?
- Investigue a los actores y a las partes interesadas con quienes trabaja para comprender qué motivaciones tienen y cómo se beneficiarán del proyecto. Determine si el proyecto puede legitimar sistemas que perjudiquen a los más marginados.
- Esté preparado para la posibilidad de que su proyecto apunte en una dirección que no debería seguirse si no está alineado con los objetivos de la comunidad. Establezca medidas de rendición de cuentas para evitar que se consideren o apliquen resultados que no estén en consonancia con los objetivos de la comunidad.
¿Cómo debe medirse el impacto del proyecto?
- Considere cómo sería el éxito de su proyecto al equilibrar el impacto profundo con los conceptos de escala basados en el mercado. Revise sus definiciones de impacto y escale en consecuencia, y alinee sus decisiones con esas definiciones al determinar dónde invertir sus recursos.
¿Qué mecanismos de financiamiento y cronogramas podrían apoyar un impacto sostenido?
- Considere estructurar el financiamiento y los cronogramas con fechas de finalización más flexibles para tener en cuenta las realidades cambiantes de la implementación y permitir la agilidad y la capacidad de respuesta correspondientes.
- Invierta en construir relaciones con las comunidades. Identifique y trabaje en solidaridad con organizaciones comunitarias e incluya en su proyecto de cronograma el tiempo para establecer relaciones y generar confianza. Priorice el gasto de energía y esfuerzos en la creación de asociaciones a largo plazo que duren más que el ciclo de vida del proyecto.
Para profundizar aún más su postura crítica del diseño, lo invitamos a aprender más y a centrar su trabajo en prácticas y movimientos de diseño liderados por la comunidad, decoloniales y otras prácticas del diseño liberadoras y antiopresivas, como la justicia del diseño, el diseño descolonizador y el diseño pluriversal. 14
Esperamos que continúe viendo más allá de la naturaleza prescriptiva de las herramientas y los métodos, así como en los valores que pueden fundamentar su trabajo y su compromiso con las comunidades a las que sirve.
- Notas
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NOTAS
1 Sarah Fathallah y A.D. Sean Lewis, “Abolish the Cop Inside Your (Designer’s) Head: Unraveling the Links Between Design and Policing,” (Abolir al policía dentro de su cabeza (de diseñador): desentrañar los vínculos entre diseño y vigilancia) Design Museum Magazine, vol. 18, 2021.
2 Lorraine Gamman y Adam Thorpe, “Makeright—Bags of Connection: Teaching Design Thinking and Making in Prison to Help Build Empathic and Resilient Communities,” (Makeright —bolsas de conexión: enseña el design thinking y la fabricación en prisión para ayudar a construir comunidades empáticas y resilientes) She Ji: The Journal of Design, Economics, and Innovation, vol. 4, no. 1, 2018.
3 Jocelyn Wyatt et al., “The Next Chapter in Design for Social Innovation,” (El siguiente capítulo del diseño para la innovación social) Stanford Social Innovation Review, vol. 19, issue 1, 2021.
4 Anne-Laure Fayard, “Making Time for Social Innovation: How to Interweave Clock-Time and Event-Time in Open Social Innovation to Nurture Idea Generation and Social Impact,” (Hacer tiempo para la innovación social: cómo entrelazar la hora y el momento en la innovación social abierta para fomentar la generación de ideas) Organization Science, September 28, 2023.
5 Arturo Escobar, “Designing as a Futural Praxis for the Healing of the Web of Life,” (El diseño como praxis futura para sanar la red de la vida) en Design in Crisis: New Worlds, Philosophies and Practices, (El diseño en crisis: nuevos mundos, filosofías y prácticas) editado por Tony Fry and Adam Nocek, London: Routledge, 2020.
6 Sasha Costanza-Chock, Design Justice: Community-Led Practices to Build the Worlds We Need, (Diseño de la justicia: prácticas comunitarias para construir los mundos que necesitamos) Cambridge, Mass.: MIT Press, 2020.
7 Hay varios teóricos y profesionales del diseño cuyo trabajo podría citarse aquí. En aras de la brevedad, proponemos tres. Sobre sostenibilidad, véase Victor Papanek, Design for the Real World: Human Ecology and Social Change, (Papanek, diseño para el mundo real: ecología humana y cambio social) Nueva York: Pantheon Books, 1971; sobre descolonización, véase Elizabeth Tunstall, Decolonizing Design: A Cultural Justice Guidebook, (Descolonizando el diseño: una guía de justicia social) Cambridge, Mass.: MIT Press, 2023; sobre el anticapitalismo, véase Matthew Wizinsky, Design After Capitalism: Transforming Design Today for an Equitable Tomorrow, (El diseño después del capitalismo: transformar el diseño hoy para un mañana igualitario) Cambridge, Mass.: MIT Press, 2022.
8 Sarah Fathallah, “Why Design Researchers Should Compensate Participants,” (Por qué los investigadores de diseño deberían compensar a los participantes) Notes Off the Grid, Medium, Abril 7, 2020; Sarah Fathallah, “Confronting the Power Designers Wield.” (Enfrentar el poder que ejercen los niseñadores) UX Collective, Septiembre 10, 2021; Sarah Fathallah, “Trauma Responsiveness in Participatory Research,” (Capacidad de respuesta al trauma en la investigación participativa) Think of Us, Septiembre 9, 2022; Sarah Fathallah, “An Ethic of Care for Research Participants as Trauma Survivors,” (Una ética de la atención para los participantes de la investigación como sobrevivientes del trauma) Think of Us, Abril 3, 2023.
9 Chicago Beyond, Why Am I Always Being Researched?, (¿Por qué siempre me están investigando? Equity Series, vol. 1, 2018.
10 Véase Anne-Laure Fayard et al., “Designing Services at Engine (B): Co-designing for Health and the Domestic Environment,” (Diseño de servicios en el motor (B): codiseño para la salud y el entorno doméstico) Caso de referencia 411-021-1, the Case Centre, 2011.
11 Sarah Fathallah y Sarah Sullivan, Away From Home: Youth Experiences of Institutional Placements in Foster Care, (Lejos de casa: experiencias juveniles de colocaciones institucionales en hogares de acogida) Think of Us, July 21, 2021.
12 Joyce Yee et al., “Measuring Impact,” en Design for Social Innovation: Case Studies from Around the World, (Diseño para la innovación social: estudios de caso de todo el mundo) editado por Mariana Amatullo et al., New York: Routledge, 2022.
13 Thomas Both, “Human-Centered, Systems-Minded Design,” (Diseño centrado en el ser humano y orientado a sistemas) Stanford Social Innovation Review, Marzo 9, 2018.
14 Además de las referencias mencionadas a lo largo de este artíuclo, ofrecemos los siguientes trabajos para su exploración: Arturo Escobar, Designs for the Pluriverse: Radical Interdependence, Autonomy, and the Making of Worlds, (Diseños para el pluriverso: interdependencia radical, autonomía y la creación de mundos) Chapel Hill, N.C.: Duke University Press, 2018; Batya Friedman y David G. Hendry, Value Sensitive Design: Shaping Technology with Moral Imagination, (Diseño sensible al valor: dar forma a la tecnolofía con imaginación moral) Cambridge, Mass.: MIT Press, 2019; Kat Holmes, Mismatch: How Inclusion Shapes Design, (Desajuste: cómo la inclusión da forma al diseño) Cambridge, Mass.: MIT Press, 2020; Claudia Mareis et al., eds., Design Struggles: Intersecting Histories, Pedagogies, and Perspectives, (Luchas del diseño: intersección de historias, pedagogías y perspectivas) Amsterdam: Valiz, 2021; Ron Wakkary, Things We Could Design for More Than Human-Centered Worlds, (Cosas que podrías diseñar para más que mundos centrados en el ser humano) Cambridge, Mass.: MIT Press, 2021; y op. cit. Papanek’s Design for the Real World (Diseño para el mundo real) y Fry y Nocek’s Design in Crisis (El diseño en crisis).
Autores originales
- Anne-Laure Fayard es titular de la Cátedra ERA de Innovación Social en la NOVA School of Busines and Economics (Escuela de Negocios y Economía NOVA) y profesora visitante de investigación en la New York University (Universidad de Nueva York, NYU por sus siglas en inglés). Es coordinadora del Design for Social Innovation and Sustainability Lab (Laboratorio de Diseño para la Innovación Social y la Sostenibilidad) de NOVA SBE y miembro fundador del cuerpo docente del Design Lab en NYU MakerSpace y Design for America de NYU.
- Sarah Fathallah es una diseñadora social, investigadora y educadora que escribe y habla sobre la ética y la capacidad de respuesta al trauma de la investigación y el diseño. Es investigadora sénior en Think of Us y forma parte del cuerpo docente del California College of the Arts, UC Berkeley Extension School (Facultad de Artes de California, Escuela de Extensión de UC Berkeley) y Pratt Institute.
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Este artículo es contenido original de la Revista Stanford Social Innovation Review publicado en la edición invierno 2024.
- Traducción del artículo Design thinking misses the mark por Leticia Neria.
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