Al anochecer, un migrante haitiano cruza el Río Grande desde Ciudad Acuña, estado de Coahuila, en México, hacia Estados Unidos. Él forma parte de las decenas de miles de haitianos que han emigrado a través de América Central y América del Sur desde que, en 2012, sucedió aquel terremoto que causó la muerte de más de 250,000 personas. En lo que va del año, el asesinato por parte de grupos armados del presidente haitiano Jovenel Moïse, el terremoto de 7,2 grados de magnitud y la tormenta tropical Grace, han dejado a Haití inmerso en una confusión política y medioambiental.
Diversas imágenes de la prensa demuestran la gravedad de la crisis de derechos humanos que se vive en la frontera, así como el fracaso de la política de inmigración de EE. UU, entre ellas las de los agentes de la Patrulla Fronteriza de los Estados Unidos, quienes montados a caballo azotan a los inmigrantes que buscan asilo. Harold Koh, alto funcionario del Departamento de Estado, y Daniel Foote, delegado especial de EE. UU. en Haití, presentaron hace poco su renuncia, ya que la política de deportaciones impuesta por el expresidente Donald Trump sigue vigente en la administración de Biden. En su carta de renuncia, Foote declaró que se negaba "a estar relacionado con la decisión inhumana y contraproducente de Estados Unidos de deportar a miles de refugiados haitianos."
Si está interesado en ayudar a los refugiados haitianos, visite el sitio web de Haitian Bridge Alliance: haitianbridge.org