Este artículo es contenido original de la revista de Stanford Social Innovation Review publicado en la edición otoño 2020.
Tsewang Dorje creció sin electricidad en la remota aldea de Maan, en el Himalaya, y su vida giraba en torno a la luz solar. La puesta del sol marcaba la hora a la que dejaba de estudiar y se iba a dormir alrededor de las nueve de la noche. Como adulto, la falta de electricidad limitaba sus opciones. Otros jóvenes como Dorje, de 29 años, suelen emigrar a centros urbanos para ganarse la vida.
Para quienes se quedan en Maan y otras aldeas igualmente remotas, la falta de acceso a la luz eléctrica y a fuentes de energía básicas no solo limita la vida. El aceite de queroseno —un combustible fósil— que queman en las lámparas contribuye al calentamiento global y causa problemas de salud.
No obstante, en marzo de 2019, mejoró la suerte de los habitantes de Maan cuando diez viajeros internacionales congregados por la Global Himalayan Expedition (GHE) llegaron e instalaron 35 nanoredes solares, una para cada hogar. “Antes teníamos muy poca luz en nuestro pueblo”, comenta Dorje. “Tener electricidad fue una bendición para nosotros”.
Fundada por el empresario Paras Loomba en agosto de 2013, GHE hace uso del turismo para electrificar las aldeas remotas de la región montañosa de Ladakh, en la India, y equipar los centros educativos con energía solar, computadoras de baja potencia y recursos educativos en línea, así como contenidos personalizados específicos para cada escuela, almacenados en servidores fuera de línea. Loomba, como ingeniero eléctrico, había estado buscando la forma de utilizar la tecnología para promover la sostenibilidad. Encontró la respuesta en un viaje a la Antártida en 2012 con el explorador polar y embajador del medio ambiente Robert Swan. Ese viaje al continente más remoto de la Tierra le hizo darse cuenta de que podía combinar sus conocimientos profesionales con el turismo para mitigar el cambio climático al suministrar energía limpia a las comunidades del Himalaya.
En 2013, Loomba puso en marcha la primera expedición de GHE en Leh, la ciudad más grande de Ladakh, con la ayuda de Swan. El explorador confirió su credibilidad a la misión, ayudó a reclutar voluntarios que pagaron por el viaje y participó en una parte de él. Durante esta expedición de dos semanas, 20 personas de nueve países construyeron un centro educativo de tecnología y sostenibilidad hecho con materiales naturales sostenibles y alimentado por paneles solares. También viajaron a la aldea de Sumda Chenmo para proporcionar e instalar linternas solares. Gracias al esfuerzo de una segunda excursión en 2014 con una veintena de nuevos viajeros, la aldea quedó totalmente electrificada. Ahora que Sumda Chenmo contaba con luz, la noticia del éxito de la misión de electrificación de GHE se extendió rápidamente por toda la región.
De la idea a la inversión
En su primer año, GHE creó una lista de aldeas candidatas para ser electrificadas, a partir de las sugerencias de los líderes de viaje de la empresa y otros expertos. Antes de emprender una excursión, la empresa social con fines de lucro envía a un representante a una aldea para estudiar sus necesidades de electrificación, así como el interés y la capacidad de mantener una fuente de energía. “Una vez que físicamente estás en una aldea, puedes movilizar a la comunidad y crear conciencia”, afirma Loomba. Obtener la confianza de los aldeanos —algunos de ellos nunca han utilizado la electricidad— es esencial para el inicio de cada misión. “Dar luz y electricidad es una cosa, pero también es necesario que la comunidad lo acepte”, explica Loomba. “Es un 95 % de movilización social y un 5 % de tecnología”.
Luego de que los aldeanos aprueban una propuesta para adoptar energía solar, GHE organiza un viaje; la tarifa se basa en los destinos específicos y en el costo de las necesidades de hardware de la aldea. En esta se incluye una combinación de microredes, nanoredes y picoredes, la suma de dos años de mantenimiento, diversos costes relacionados con el mantenimiento y la capacitación, y los servicios turísticos para un viaje de 20 personas. Si no se cubre este cupo, GHE recurre a buscar financiamiento y subvenciones de diversas empresas (a través de compromisos de responsabilidad social corporativa), organizaciones filantrópicas y fundaciones.
Desde 2015, IEEE Smart Village, una organización que brinda apoyo a comunidades sin electricidad, ha ayudado a financiar el modelo de electrificación de GHE al brindar soporte de hardware. “Hay tres pilares en nuestro programa –electrificación, educación y desarrollo empresarial– que GHE también considera fundamentales para el éxito de lo que estamos tratando de hacer”, asevera Mike Wilson, director del programa de IEEE Smart Village.
La rentabilidad del turismo –en aumento a nivel mundial, hasta que arrasó la pandemia por COVID-19– atrajo a los inversores al proyecto. “Buscábamos abrirnos paso en un campo que no estuviera saturado ni en términos de financiamiento ni de otro tipo de apoyo del mundo corporativo”, declara Vikrant Kalra, quien conoció a Loomba y se enteró de la existencia de GHE en 2017 cuando trabajaba en Aon, en la India, una empresa de servicios profesionales que apoya a GHE.
La dirección de Aon se interesó por el modelo sostenible de GHE para proporcionar electrificación, acceso a educación digital y formación a través del turismo, el cual podría dar lugar a oportunidades de generación de ingresos a través de ofertas turísticas adicionales. “El hecho de que GHE colaborara para poner estas aldeas en el mapa del ecoturismo fue lo que nos convenció”, expresa Kalra.
El componente turístico no solo ayuda a financiar la organización, sino que les deja un recuerdo duradero a los viajeros. “Se puede lograr un gran impacto si se piensa de forma sencilla y a menor escala”, dice Rolf Palgaard, un danés que viajó con GHE en 2014. Palgaard fue jefe de equipo en las caminatas de 2015 a 2018 y sigue siendo embajador de la empresa. Viajeros como Palgaard han ayudado a GHE a electrificar más de 100 aldeas en Ladakh, todas ellas sin electricidad de red anteriormente.
“No solo les damos luz. Les damos electricidad”, sostiene Loomba. “La luz es un simple foco. La electricidad significa que no solo tienes un foco en cada habitación, sino que también tienes luz en la calle y electricidad para hacer funcionar una televisión”. En las comunidades electrificadas, la productividad y la sociabilidad aumentan; la gente puede trabajar más horas, estudiar hasta más tarde y ver la televisión juntos.
Más que luz
La electrificación también ha mejorado la vida cotidiana en las aldeas remotas de Ladakh, cuyos residentes han disfrutado de mayores fuentes de empleo e ingresos. Además de electrificar las aldeas, GHE ha creado centros de servicio que emplean a personas de la localidad a quienes GHE capacita como ingenieros en energía solar y, que su vez, pueden darles mantenimiento a los paneles solares. Al hacer que este conjunto de habilidades se tenga en las aldeas se garantiza que la instalación y el funcionamiento sean sostenibles.
“Estas microredes llevan en las comunidades más de cinco, seis o siete años y siguen funcionando porque la comunidad es la propietaria”, dice Vilayat Ali, quien creció en Ladakh. Ali, administrador de una empresa de turismo regional, señala que ha visto fracasar proyectos similares en la región cuando organizaciones externas les donan productos a las comunidades sin proporcionarles la formación necesaria para mantenerlos. “[GHE] quiere reactivar a la economía y comunidad locales, las cuales pueden perderse al buscar el desarrollo”, indica.
En 2017, GHE ayudó a establecer Mountain Homestays, una iniciativa de turismo comunitario que invita a los viajeros a alojarse en las casas de los residentes de las comunidades electrificadas por GHE. “El modelo financiero es único, ya que no hay forma de que los aldeanos puedan pagar la electricidad por sí mismos”, afirma Wilson. Las fuentes tradicionales de ingresos de los aldeanos, como la agricultura, son limitadas debido al terreno y al clima, pero la electrificación de las aldeas satisface las necesidades de los viajeros en la región, al mismo tiempo que ofrece una nueva oportunidad para el flujo de dinero. El año pasado, 1,440 turistas participaron en el programa, y con ello inyectaron recursos financieros en comunidades que no contaban con el estímulo económico del turismo antes de la electrificación.
Esta iniciativa empresarial también les dio a los jóvenes una razón para quedarse o regresar a sus pueblos de origen. “La idea de la migración, que al principio se producía porque no había trabajo ni infraestructura básica, empezó a ocurrir en orden inverso dado que el turismo generó una derrama económica para los propietarios de casas de hospedaje, y este dinero está regresando y ayudando [a los jóvenes] a obtener ingresos”, sostiene Loomba. “La luz es un derecho humano básico, y con la luz, [los aldeanos] pueden hacer volver a los jóvenes también”.
Al capitalizar las casas de hospedaje, estos jóvenes han puesto en marcha sus propios proyectos empresariales, como la venta de regalos y el transporte de viajeros. “Los jóvenes acostumbraban ir a Leh a trabajar como guías, ayudantes o cocineros, y ahora pueden ganar bastante dinero con el hospedaje en casa”, opina Dorje. En Maan, Dorje y cuatro mujeres ofrecen experiencias de astroturismo para mostrar el cielo nocturno del Himalaya.
Centrarse en una región le ha permitido a GHE perfeccionar su modelo, desde el acceso a la energía y la movilización de las comunidades hasta la creación de casas de hospedaje. Sin embargo, Loomba desea ampliar la empresa social más allá de Ladakh. Una vez transferidos los materiales y los conocimientos a la población local de Ladakh, GHE está considerando la posibilidad de expandirse a otros lugares que necesitan electrificación, entre los que se encuentran otras regiones del noreste de la India, Nepal e Indonesia.
“Estamos utilizando el acceso a la energía como herramienta para crear nuevos destinos turísticos que los operadores turísticos locales puedan utilizar”, afirma Loomba. Palgaard añade que para ampliar la empresa de manera que un mayor número de viajeros puedan participar es necesario hacerla más asequible. Si bien una mayor asequibilidad ampliaría el grupo demográfico, también suscita cierta preocupación: “Se necesita gente que vea esto como algo más que una aventura, que de verdad [le] apasione [la misión de GHE]”, explica Palgaard.
La pandemia podría tener un impacto positivo para la misión del GHE, sugiere Palgaard, puesto que puede hacer que la gente sea más consciente de cómo sus acciones afectan a los demás. Ahora, plantea, “pensamos un poco más en la necesidad de viajar y, si lo hacemos, ¿tiene un propósito? ¿O solo lo hacemos para nosotros mismos? En este caso, GHE podría estar en una buena posición”.
A pesar del confinamiento por el coronavirus, la empresa no ha bajado el ritmo. Aunque GHE ha pospuesto la mayoría de las expediciones hasta 2021 (Women Leaders Expedition [Expedición de Mujeres Líderes], una expedición exclusiva para mujeres, está programada provisionalmente para octubre de 2020), sigue apoyando a los pueblos electrificados. Lo hace de dos maneras principales: por un lado, con el reforzamiento de sus infraestructuras y, por otro, con el suministro de equipo médico básico, así como de un procedimiento normalizado de operación para las casas de hospedaje, de modo que cuando el turismo se recupere, estas zonas no sean vulnerables a las infecciones.
Gracias a GHE, más de 55,000 personas de las aldeas remotas de la India cuentan con luz, electricidad, acceso a la educación digital, generación de ingresos y, para gente como Dorje, una razón para volver a casa. “Muchos jóvenes de la aldea se sienten entusiasmados por esto”, comenta Dorje. “Tenemos confianza cuando hablamos con los turistas. Estamos conociendo a gente de todos los rincones del mundo”. GHE ha hecho esto posible, un viajero a la vez.
- Joanna Haugen es escritora, oradora pública y fundadora de Rooted, una plataforma de narración en la intersección de los viajes sostenibles, la conservación del medio ambiente y las iniciativas comunitarias.
- Traducción del artículo Smart Tourism por Leticia Neria.