BanQu es una aplicación pionera de cadena de bloques, que no es una criptomoneda, la cual busca ayudar a las personas más pobres en el mundo a que establezcan una identidad económica verificable.
En un viaje a Zambia en 2018, Katie Hoard, directora global de innovación agrícola de Anheuser-Busch InBev (AB InBev por sus siglas), recuerda haber visto que una pequeña agricultora llamada Agnes recibía una serie de mensajes de texto: un recibo por su venta de yuca, confirmación de pago a su cuenta de dinero móvil y una notificación de que su cuenta de energía solar podía ser pagada con los fondos que ahora tenía en su cartera de dinero móvil.
Hoard estaba en Zambia para el lanzamiento de la próxima fase de una plataforma tecnológica que permite a AB InBev, la cervecera más grande del mundo, rastrear sus compras, ayudar a sus agricultores a controlar sus finanzas y a asegurarse de que los comerciantes a quienes compra sus materias primas les paguen a los agricultores la cantidad justa.
La venta realizada por Agnes fue la primera que se había usado para probar el nuevo sistema. Con un simple teléfono móvil, ella no solo registró pruebas de sus ventas mediante el uso de la cadena de bloques —tecnología que hace que los datos sean inmutables, verificables e inmediatamente disponibles para cualquiera que esté en la red— sino que también comenzó a construir el historial necesario para conseguir contratos de suministro y préstamos seguros.
“Fue realmente genial ver que es una parte más amplia del ecosistema digital que estamos tratando de construir -y en la primera transacción que hicimos, vimos prueba de ello,” dijo Hoard.
Un socio tecnológico de AB InBev es BanQu, una compañía de software de cadena de bloques que busca soluciones para la pobreza extrema. Lo están haciendo en dos formas: empoderando a las personas más pobres del mundo al darles una identidad económica verificable; y al vender un servicio de software a compañías globales que buscan reducir los costos de la cadena de suministros, reducir las pérdidas posteriores a la cosecha y mejorar su desempeño social y ambiental en un momento en el que cada vez más consumidores desean comprar productos ecológicos y éticos.
Al inicio de su historia, BanQu recibía una subvención de la Fundación Rockefeller. Sin embargo, BanQu se estableció como una compañía con fines de lucro. Su fundador y director general, Ashis Gadnis, comenta que, para conseguir el progreso social a escala, BanQu podía hacer mucho más como una compañía con fines de lucro.
“Para mí, es mucho más sencillo entrar a la oficina del director general y decirle, ‘puedo lograr un 15% más en su cadena de suministros e impulsar las ventas de su categoría en el lado del consumidor —y, por cierto, hará un bien al mundo,’” comentó. “Además me permite que no sea el humanitario en el cuarto. No necesito la lástima de nadie, porque esa madre en el Congo tampoco la necesita. Ella necesita negocios.”
Ventajas del Blockchain
Fue su experiencia en el sector de desarrollo lo que movió a Gadnis —quien creció en una comunidad pobre en Mumbai, India— a crear BanQu en diciembre de 2015. Tres años antes, en 2012, había terminado una exitosa carrera como emprendedor en tecnología, vendió su última empresa emergente a una firma de consultoría global, y se unió al programa de directores ejecutivos voluntarios de la USAID en la República Democrática del Congo, donde trabajó durante dos años.
Mientras estaba ahí, Gadnis escuchó una conversación entre una mujer agricultora y el gerente de un banco local. “Ella quería abrir una cuenta bancaria, pero el banco local se reusaba porque ella no podía probar su cosecha —no podía probar su existencia en la cadena de suministros,” explicó. El gerente giró hacia Gadnis. “El sujeto dijo, ‘no la puedo bancarizar. Pero te bancarizaré a ti.”
Esto lo mantuvo pensando respecto a lo que impedía que muchas personas salieran de la pobreza. “Hay miles de millones de personas que trabajan en una cadena global de suministros produciendo café, cacao o maíz, o manufacturando tus pantalones y zapatos,” dijo, “a pesar de eso son completamente invisibles.”
En 2016, Gadnis y sus cofundadores, Hamse Wafe and Jeff Keiser, comenzaron a desarrollar una tecnología que pudiera proveer a los pequeños agricultores con registros de las transacciones con las que suministran a los compradores globales, lo que les permitiría abrir cuentas bancarias y tener acceso a créditos y otros servicios financieros. La frase “te bancarizo” se convirtió en BanQu.
Gadnis no está solo al tratar de vincular la exclusión financiera y la pobreza. Desde organizaciones sin fines de lucro e instituciones de microfinanzas hasta bancos de desarrollo, se ha dedicado mucho tiempo y dólares para brindar acceso a servicios financieros a aproximadamente 1,700 millones de adultos sin afiliación bancaria en el mundo.
BanQu no es la única compañía que usa la cadena de bloques para incrementar la transparencia de las cadenas de suministros global. Por ejemplo, el protocolo de cadena de bloques que es abierto e interoperable de Minespider, con sede en Alemania, rastrea los envíos de materias primas para asegurarse de que provengan de minas que están libres de trabajo infantil, corrupción, abuso de derechos humanos y degradación ambiental.
“Cualquiera que sea la consigna —ya sea pescado no producido por esclavos o una prenda producida en una fábrica que paga un salario digno— el uso de la cadena de bloques en la cadena de suministros se trata de esta amplia capacidad para tener trazabilidad y transparencia,” dijo Jim Fruchterman, fundador de Tech Matters, la cual ayuda a que las organizaciones del sector social utilicen la tecnología para solucionar los problemas.
Otras tecnologías también tienen un papel. OpenSC, lanzado por el World Wildlife Fund y BCG Digital Venture, el brazo de inversión e incubación de Boston Consulting Group, utiliza tecnologías como sensores y aprendizaje automático para ayudar a compañías y consumidores a verificar si su producto ha sido producido de manera sostenible y con ética.
“La tecnología también puede ayudar a pequeños agricultores a obtener mayores ganancias de sus productos,” dijo Ed Marcum, vicepresidente de inversiones de Humanity United, quien ha invertido en OpenSC por medio del fondo de riesgo de Working Capital que lanzó en 2018.
Para Gadnis, la prioridad primordial era solucionar la carencia de un sistema de identidad para agricultores pobres y otros proveedores. “Y no era un problema de identidad —era una inhabilidad para probar la identidad de su transacción,” comentó.
El poder de la cadena de bloques radica no solo en su capacidad de crear datos inmutables sino también en el hecho de que —a diferencia de una base de datos— todos en la cadena de suministros comparten esa información.
“Una base de datos siempre es propiedad de alguien,” dijo Hoard. “Así que, si cambiamos las regiones de cultivo y, por cualquier motivo, ya no estamos en la cadena de suministros, la base de datos nos acompaña. En cambio, la cadena de bloques se mantiene, y el agricultor siempre tendrá propiedad sobre la información.”
Proveer a los pequeños agricultores con una identidad económica no es la única aplicación en la plataforma de BanQu. Dentro de los clientes que BanQu tiene se encuentra Japan Tobacco International (JTI por sus siglas en inglés), quien está usando la cadena de bloques para rastrear en su cadena de suministros la erradicación del trabajo infantil.
El desafío para JTI era vincular el impacto de su programa ARISE (Achieving Reduction of Child Labour in Support of Education) con los agricultores que proporcionan las hojas de tabaco. ARISE educa a las comunidades sobre la necesidad de acabar con el trabajo infantil, ayuda a las familias a que adquieran las habilidades necesarias para encontrar modos alternativos para ganar dinero, ofrece recursos a las escuelas y capacitación a los profesores, y ayuda a informar a los gobiernos en el diseño y el cumplimiento de las leyes pertinentes.
Por medio del programa, JTI ha removido a cerca de 51,000 niños del trabajo infantil. Sin embargo, querían saber cuántos de ellos eran parte de las familias que conforman su cadena de suministros. Dado que la mitad de su tabaco proviene de países como Tanzania, Malawi y Brazil, obtener documentación como certificados de nacimiento fue un desafío. La cadena de bloques ofreció una solución.
“Con BanQu hemos diseñado el primer sistema completamente digitalizado que puede rastrear dónde un niño es vulnerable al trabajo infantil en nuestra población de cultivo de tabaco y cuándo ese niño está recibiendo un servicio de ARISE,” explica Elaine McKay, director de programas sociales en JTI.
“Documentamos eso en cadena de bloques y ARISE nos dirá qué servicios se han ofrecido a un niño y si el niño ha estado en la escuela en los últimos 10 días,” comentó ella. “Y el hecho de que el sistema sea inmutable significa que sabemos con seguridad que ningún proveedor está tratando de cambiar la realidad en el campo.”
Negocios para el cambio social
Mientras que los esfuerzos por reducir la pobreza y atender los abusos a los derechos humanos han sido tradicionalmente dirigidos por fundaciones, organizaciones sin fines de lucro y por instituciones internacionales de desarrollo, Gadnis cree que las cadenas de suministro del sector privado ofrecen la escala y la rapidez necesaria para alcanzar a millones de personas pobres y marginadas.
“[las organizaciones sin fines de lucro están] haciendo un trabajo sorprendente. Es solo que ellos no pueden hacer un cambio social lo suficientemente rápido,” dice Matt Swenson, director de producto para Chameleon Cold-Brew, una empresa de café liderada por valores la cual recientemente firmó un contrato para trabajar con BanQu en Guatemala.
Además, a medida que aumenta la demanda de productos sostenibles por parte de los consumidores, el argumento comercial para actuar de manera responsable es cada vez más convincente. “Ya estás viendo algunos cambios en los consumidores,” dice Swenson. “Están votando con sus dólares.”
Usar los negocios para ayudar a solucionar grandes problemas globales es una idea con la que Gadnis está firmemente casado. Y su experiencia como emprendedor en tecnología ha determinado la forma en que ha desarrollado el modelo de ingresos de BanQu, el cual es similar al de empresas de software como servicio tales como Salesforce, SAP y Oracle.
“Vendemos una tarifa de licencia anual para la suscripción a la marca,” explicó. “Y la marca nos paga por la conexión de puntos en la cadena de suministros, ya sea en el lado del suministro o en el lado de la distribución.”
La compañía tiene dos métricas de medición: ingresos recurrentes anuales (ARR) y el número de personas en la “última milla” —los pequeños agricultores, mineros y otros trabajadores al final de la cadena de suministros global— que están conectados a su tecnología. Su meta es alcanzar la marca de los 100 millones para ambos en 2023.
Aunque ambiciosa, la trayectoria actual de BanQu sugiere que no será imposible. Para el final de 2017, un año posterior a su lanzamiento, la compañía tenía $100,000 en ARR y 3,000 personas conectadas en la última milla. En 2018, esto incrementó a $706,000 con 145,000 personas conectadas. Y para 2020, con alrededor de 500,000 personas conectadas, Gadnis estaba prediciendo ingresos de $3 a $4 millones.
Además, a los inversores convencionales les atrae el modelo de BanQu. “Hemos cerrado tres rondas de financiación y recaudamos $4.5 millones en los pasados tres años,” dijo Gadnis. “Y han sido principalmente inversores institucionales y privados quienes creen que el retorno de la inversión con un propósito es la manera de hacerlo.”
De hecho, Gadnis es inequívoco en su creencia de que aprovechar el poder del sector privado puede acelerar el cambio social. “Quiero establecer una nueva tendencia, honestamente,” dijo. “Quiero que seamos una compañía de $100 millones; es decir, una compañía con fines de lucro que ha permitido a 100 millones de personas salir de la pobreza —eso es algo que nunca se ha hecho antes.”
Sarah Murray (@seremony) es una periodista independiente que escribe con regularidad para el Financial Times y el Economist Group. También ha escrito para muchas otras publicaciones, como The New York Times, South China Mourning Post y The Wall Street Journal.
Los agricultores de cebada de Uganda aprenden a usar la aplicación de cadena de bloques BanQu en sus teléfonos móviles.
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Sarah Murray (@seremony) es una periodista independiente que escribe regularmente para Financial Times y The Economist Group. También ha escrito para muchas otras publicaciones, como The New York Times, South China Morning Post y The Wall Street Journal.
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Este artículo es contenido original de la revista de Stanford Social Innovation Review publicado en la edición verano 2020. Traducción del artículo Bank You por Rodrigo Navarro Hernández.