Este artículo es contenido original de la revista de Stanford Social Innovation Review publicado en la edición Invierno 2021.
Desde el siglo XIX, cuando el movimiento sindical pidió introducir la jornada laboral de ocho horas al día, los reformadores han enfocado su energía en limitar las horas que los empleadores pueden asignar a sus trabajadores. Durante mucho tiempo, los defensores laborales han creído que si los estadounidenses no trabajaran tantas horas, estarían protegidos de la explotación. Más recientemente, economistas y científicos sociales han vinculado la reducción de horas con el aumento en la productividad y la felicidad en los empleados. Algunos países que han probado con semanas laborales de cuatro días con seis horas por jornada, han reportado innumerables beneficios.
Pero una nueva investigación muestra que, cuando se trata de la calidad y felicidad del trabajador, no solo importa el número de horas. Adam Storer, estudiante doctoral de sociología en la Universidad de California, Berkeley; Daniel Schneider, profesor en Políticas Públicas de la Harvard Kennedy School; y Kristen Harknett, profesora de Sociología en la Universidad de California, San Francisco (UCSF), examinaron la planificación precaria, fenómeno creciente en una economía cada vez más de servicios, y cómo la desigualdad racial la agrava.
Una planificación precaria sucede cuando los trabajadores están en horario laboral, pero sin un trabajo específico a realizar y sujetos a cambios de horario de último momento, algunas veces a solo unos minutos de que comience un turno. “Los empleadores hacen un pronóstico para predecir cuántos trabajadores pueden necesitar en cierto horario”, dice Storer. “En los sectores minoristas y de servicios de alimentos, los empleadores han intentado reducir los costos de trabajo tanto como sea posible, al depender de prácticas de planificación de “justo a tiempo”. Algunos empleadores cancelan los turnos de trabajo sin previo aviso si no hay tanto trabajo como se había previsto, o contratan menos trabajadores para un turno, y llaman a empleados al último momento si hay más trabajo de lo esperado”.
Si bien las empresas y directivos de primera línea gozan de una amplia discreción en lo que refiere a las prácticas de programación de horarios, los trabajadores, quienes carecen de autonomía y certidumbre, encuentran difícil (si no imposible) organizar el cuidado de los niños, asistir a la universidad o cumplir con otros compromisos. Storer, Schneider y Harknett destacan cómo la inestabilidad del horario y la precariedad temporal que produce, pueden ser fuente de profundo estrés y dificultad económica, lo cual perjudica la salud y el bienestar del trabajador.
Ilustración por Adam McCauley
Los autores se basan en información reciente del Shift Project, del cual Schneider y Harknett son codirectores. El Shift Project es una iniciativa conjunta entre la Harvard Kennedy School y UCSF, que estudia “las características y las consecuencias del empleo precario en el sector de servicios”, con el objetivo de ayudar a los responsables de políticas públicas y a las empresas, a mejorar la calidad del empleo. Este trabajo genera datos sobre las empresas y gerentes, y al implementar anuncios de Facebook dirigidos a empleadores concretos, los investigadores han encontrado diferentes prácticas entre distintas compañías. La posibilidad de medir si Costco trata mejor a sus trabajadores que McDonald’s, por ejemplo, es particularmente valiosa en Estados Unidos, donde hay una escasez de datos identificados de las empresas.
“Sabemos que los trabajadores blancos reciben mejor salario, más prestaciones y son preferencia para las contrataciones”, dice Storer, “y hay una línea bastante clara en esta investigación para entender cómo la planificación podría jugar un papel”. Storer y sus coautores usaron una muestra de más de 30,000 trabajadores por hora, de las 123 compañías minoristas y de servicios de alimentos más grandes del país, y encontraron que cuando el gerente es de la misma raza que el empleado, este último recibe un mejor horario. Ya que una mayoría contundente de gerentes son blancos (80 por ciento de los trabajadores blancos tienen un gerente que también lo es, comparado con un 30 por ciento de diferente etnicidad), los empleados no blancos están en desventaja cuando se trata de las dimensiones temporales del trabajo: un horario estable y previsible; tener suficientes horas de trabajo para llegar a fin de mes; gozar de tiempo libre; y menos horarios consecutivos de cierre y apertura continuos (clopens). “También hay un trato preferencial a nivel de microinteracción”, menciona Storer, “entre el gerente y la gente a la que coordina”.
“Este estudio destaca la necesidad de investigar elementos no salariales de desigualdad y calidad en el trabajo”, menciona Alex J. Wood, sociólogo de la Universidad de Birmingham. Para Wood, los hallazgos de este estudio demuestran “la necesidad de retar las prácticas de contratación injusta, así como las organizaciones laborales jerárquicas y no democráticas”. Los autores miran entre y dentro de las compañías, y atribuyen el racismo en la programación a las prácticas administrativas discrecionales, así como a la dinámica de las empresas. Los empleados no blancos suelen acomodarse en compañías donde son más comunes los horarios inestables, mientras que los trabajadores blancos tienen más probabilidad de trabajar en empresas donde el cancelar turnos o cerrar y abrir de manera seguida, son la excepción.
Al analizar la intersección entre raza y género, los autores también encuentran que las mujeres de color sufren más precariedad temporal que cualquier otro grupo, y las diferencias entre grupos raciales son más grandes para las trabajadoras que para los hombres.
“Es común decir que la raza, la clase y el género se entrecruzan”, dice Woods, “pero esta investigación destaca algunos de los mecanismos causales por los cuales este proceso sucede realmente”.
Adam Storer, Daniel Schneider y Kristen Harknett, “What Explains Racial/Ethnic Inequality in Job Quality in the Service Sector” (“¿Cómo se explica la desigualdad racial/étnica en la calidad laboral en el sector de servicios?”) American Sociological Review, vol. 85, no. 4, 2020.
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Traducción del artículo Precarious Scheduling in the Service Sector por Leticia Arlet Neria Durán. Como becaria Conacyt, obtuvo su doctorado por la Universidad de St Andrews, Escocia, con una tesis relacionada con el humor y la resistencia política durante la guerra sucia en México. Sus temas de interés son la argumentación, los estudios culturales, de medios de comunicación y la relación de todos estos con la historia.
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