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La importancia del lugar para las comunidades

2023-01-28
Por Jennifer Blatz y Geoffrey Canada
SSIRñ #6
Informe de Campo
Serie Transformando el barrio
Colaboración
Desarrollo Económico
Ciudades

Las asociaciones pueden derrumbar la inequidad y los problemas sistemáticos usando el modelo del impacto colectivo: un trabajo en conjunto con la comunidad enfocado en el lugar.

Mediante un estilo de trabajo orientado al lugar y enfocado en la comunidad, se han encontrado nuevas formas de colaborar, recopilar datos e invertir para eliminar las desigualdades estructurales

Sin embargo, han surgido asociaciones orientadas al lugar para abordar y eliminar estas persistentes desigualdades estructurales. Dichas asociaciones reúnen a entidades locales, empresas, departamentos públicos y miembros de la comunidad para hacer frente a profundos desafíos sociales.

Aprovechando las lecciones de los fracasos del pasado, estas asociaciones utilizan los datos para orientar su labor, medir el impacto y procurar una mejora continua. También son conscientes de que las soluciones más eficaces se encuentran dentro de la comunidad y se consideran responsables ante la comunidad del progreso sostenido y generacional.

Como practicantes experimentados en el trabajo orientado al lugar, conocemos el poder de las organizaciones comunitarias que trabajan en conjunto para resolver las cuestiones sistémicas, mismas que bloquean los problemas y limitan las oportunidades. Esta práctica comenzó en 1970 con el Harlem Children’s Zone (Zona Infantil de Harlem), entonces conocido como Rheedlen Centers for Children and Families (Centros Rheedlen para Niños y Familias). Dicho organismo reunió a los miembros de la comunidad para hacer frente a la pobreza intergeneracional en la zona centro de Harlem. Los líderes de la comunidad de Cincinnati, Ohio, perfeccionaron este modelo de colaboración orientado al lugar desde hace 15 años, cuando crearon la StrivePartnership (Asociación Esfuerzo), con la que buscaron impulsar un cambio sistémico que mejorara los resultados educativos de los jóvenes habitantes del núcleo urbano de la ciudad.

En todo el país, los líderes comunitarios se han enfrentado a retos similares gracias a una nueva forma de trabajar juntos. El impacto colectivo, un modelo de trabajo orientado al lugar, se originó en comunidades de escasos recursos y sigue evolucionando para hacer frente a los retos del momento. En la actualidad, StriveTogether (Luchando Juntos) y Harlem Children's Zone trabajan en conjunto a través de su recién creado Instituto William Julius Wilson, donde se brinda apoyo a las asociaciones orientadas al lugar que erradican la pobreza sistemáticamente, y que cierran las brechas de oportunidades en las regiones y los barrios de todo Estados Unidos.

"El impacto colectivo, un modelo de trabajo orientado al lugar, se originó en comunidades de escasos recursos y sigue evolucionando para hacer frente a los retos del momento."

 

Tres lecciones fundamentales

En “Impacto Colectivo”, el innovador ensayo publicado en el 2011 en Stanford Social Innovation Review por John Kania y Mark Kramer de la consultora FSG, se identificaron cinco componentes del modelo del impacto colectivo: una agenda común que todos los participantes adotan como la visión del cambio; sistemas compartidos de evaluación a nivel comunitario para conocer los avances y rendir cuentas entre sí de los resultados; actividades de fortalecimiento recíproco que apoyen a la acción coordinada; comunicación continua para generar confianza y fortalecer las relaciones, y organizaciones de apoyo centralizado que faciliten la colaboración entre los socios comunitarios.

Aunque las distintas comunidades a lo largo y ancho del país tienen diferentes niveles de disposición para este trabajo, hemos aprendido tres lecciones fundamentales que continuamente nos ayudan a enfrentar los retos actuales al reactivar las comunidades a través de esfuerzos orientados al lugar. Estas lecciones, cuando se combinan con lo esencial del impacto colectivo, nos han ayudado a progresar, mientras que muchas otras organizaciones han tenido problemas.

En primera instancia, hay que seguir un marco de trabajo comprobado y flexible para el cambio. Con el paso de los años, StriveTogether recopiló el aprendizaje de toda su red de asociaciones orientadas al lugar y creó la Teoría de la acción. El núcleo de esta teoría se apoya en los cinco componentes del impacto colectivo y ayuda a las comunidades a crear la infraestructura cívica que produce mejores resultados para los jóvenes y las familias. La infraestructura cívica es cuando las personas de una comunidad se unen para asumir la responsabilidad colectiva de transformar los sistemas que afectan a las oportunidades de los jóvenes y sus familias.

El marco de la Teoría de la Acción está en constante evolución y no se vale de una receta fija para el cambio. En su lugar, utiliza objetivos graduales. En las primeras fases de trabajo, las asociaciones identifican los indicadores básicos para mejorar los resultados desde la infancia hasta los estudios universitarios como, por ejemplo, la preparación para la educación preescolar, concluir la escuela secundaria y luego el ingreso a la universidad. Para monitorear su progreso, las asociaciones desglosan los datos relevantes por raza, género, ingresos y otros aspectos demográficos prioritarios para luego compartirlos públicamente. Después utilizan los datos para moldear su trabajo a través de múltiples sectores. Esta estrategia permite a los socios modificar las políticas, las prácticas, los recursos y las estructuras de poder para obtener mejores resultados.

En segundo lugar, utilizar deep data (datos profundos) para poner a prueba las iniciativas a pequeña escala y ver qué es lo que funciona. La deep data es información tanto cuantitativa como cualitativa. Esta información se desglosa para replantear las prácticas, los recursos, las políticas y el poder hacia un enfoque equitativo que permita profundizar en las raíces de los sistemas de desigualdad. Al utilizar datos profundos y emplear las tácticas adecuadas para transformar estos sistemas, es posible conservar las soluciones.

Por ejemplo, en Memphis, Tennessee, Seeding Success (Sembrar el Éxito) ha utilizado los datos históricos de desalojos para abordar los problemas estructurales de la vivienda. Esta asociación, que busca mejorar las historias de vida de los niños desde la infancia hasta su carrera, ideó este estudio en conjunto con una autoridad local de vivienda como parte de una estrategia educativa más amplia. Contar con una vivienda estable ha sido siempre fundamental para el éxito y la salud de los estudiantes, y a raíz de la pandemia COVID-19, el tema de la vivienda se convirtió rápidamente en un problema de salud. Seeding Success está aprovechando este momento para reestructurar los sistemas de forma constructiva y a largo plazo. Esta asociación ha creado una nueva política de apoyo a temas críticos e interconectados como el aprendizaje de los estudiantes, la vivienda, el cuidado de los niños y vigilar que el camino de los estudiantes se mantenga activo hasta la educación superior. Además, contribuyeron respaldando una legislación impulsada por un equipo de trabajo estatal sobre el cuidado de los niños, para reestructurar la manera en que Tennessee gestiona la calidad y el acceso a esos recursos fundamentales. La asociación también desarrolló una estrategia de vivienda y educación en tres comunidades de Memphis en apoyo a las familias con niños, donde se enfrentan a factores desestabilizadores de vivienda, y por último identificó las escuelas comunitarias como sistema clave para ampliar la lucha contra el aumento de la violencia juvenil.

En tercer lugar, crear tejido comunitario para dirigir el trabajo en las comunidades. Cuando hablamos de comunidad, en realidad estamos hablando de una red de asociaciones orientadas al lugar que se nutren y desafían mutuamente, además de crecer en conjunto. Desarrollar las capacidades de los miembros de la comunidad beneficiará a las asociaciones orientadas al lugar para garantizar que las estrategias para resolver los problemas sistémicos estén centradas en la comunidad, y que los recursos se dirijan a donde más se necesitan con un impacto a largo plazo. Entre estas capacidades se encuentran: liderazgo y talento; datos e información; recursos sostenibles; políticas y promoción; comunicación y compromiso; aceleración y mejora de las prácticas, y equidad. En StriveTogether, reunimos y asesoramos a las comunidades para ayudarles a desarrollar este tejido. También recopilamos el aprendizaje de toda la red e invertimos en las comunidades para acelerar el progreso.

 

Cuatro prioridades para un futuro mejor

El trabajo orientado al lugar tiene éxito porque se enfoca en la comunidad a la que se pretende brindar un beneficio. Si los programas que se implementan sin evaluar las necesidades reales o el contexto de la comunidad realmente resolvieran los problemas, no nos enfrentaríamos a los mismos retos de generación en generación. Ese tipo de iniciativas no solo son ineficaces e insostenibles, sino que también son injustas. Debemos mirar más allá de los programas de solución rápida y tener el valor de abordar las causas de fondo. Tenemos la misma responsabilidad por los que sufren estos problemas hoy, que por los que los sufrirán mañana.

Hemos podido avanzar al aplicar un marco flexible y ajustable en función del contexto, pero aún queda mucho por hacer. Específicamente, el campo debe perseguir cuatro prioridades. Número uno, debe aspirar a transformar los sistemas de manera equitativa. Debe realizar cambios fundamentales e institucionales en las políticas, las prácticas, la asignación de recursos y las estructuras de poder para promover resultados equitativos, situando en el centro a las poblaciones más vulnerables.

La verdadera transformación de los sistemas requiere la colaboración de todos los sectores de la comunidad: el sanitario, el educativo, el de seguridad pública, entre otros. Esta infraestructura de colaboración entre sectores crea la base para el cambio de los sistemas, que debe ser liderado por las personas que integran la comunidad, en particular las personas de color y aquellas en situación de pobreza. La labor normativa resulta más efectiva cuando se desarrolla como parte de un plan comunitario integral para la transformación de los sistemas.

Número dos, el campo debe enfocarse en los indicadores de sistemas. Cuando nos centramos únicamente en los resultados individuales, no siempre observamos la imagen completa. Es decir, no observamos las normas, las políticas y prácticas arraigadas en los sistemas (instituciones y organizaciones) donde los jóvenes viven, aprenden y crecen. Pasamos por alto el papel que desempeñan los sistemas complejos a la hora de propiciar la desigualdad racial en la educación, salud, riqueza y movilidad social. Las organizaciones deben medir los indicadores de sistemas que estén vinculados con resultados individuales significativos, como los fondos por alumno, cuando se trata de transformar la educación.

Número tres, el campo debe pensar y apostar a lo grande. Para transformar los sistemas, los financiadores deben reconocer su propio papel en la propagación de los problemas, lo cual sucede al no invertir en programas eficaces y ampliables con enfoques a largo plazo que generen cambios a nivel poblacional. Cada vez más, los inversionistas hacen "grandes apuestas", asumiendo compromisos millonarios por varios años con aquellos que tienen el valor de emprender soluciones sistémicas e integrales que parten del nivel comunitario. Aquellos que trabajan en el campo buscan nada menos que acabar con la pobreza generacional y salvar el país. Esta meta no es una exageración: cualquier propuesta que no sea la de servir a los niños desde la infancia hasta los estudios universitarios, simplemente no es lo suficientemente ambiciosa.

Número cuatro, el lugar debe codificar sus lecciones. Harlem Children’s Zone nos demuestra cómo es que la codificación y la ampliación del aprendizaje permiten que el impacto se extienda con mayor rapidez y eficacia. El año pasado, a través del Instituto Wilson, logramos colaborar con tres asociaciones nacionales —NAACP (La Asociación Nacional para el Progreso de las Personas de Color, por sus siglas en inglés), StriveTogether y PolicyLink— así como también colaboramos con seis prestigiosos aliados de la comunidad para replicar a mayor escala un plan emergente y de recuperación en respuesta a la COVID-19 en Harlem. Enfocados en proteger a los más vulnerables, reducir la brecha digital, prevenir la pérdida de aprendizaje, mitigar la crisis de salud mental, implementar medidas de socorro y recuperación económica, los socios trabajaron juntos para recopilar y compartir las mejores prácticas en las comunidades de todo el país.

Si bien las crisis pueden revelar nuevas oportunidades para abordar los retos, no debemos esperar a la próxima pandemia o recesión económica para examinar cómo estamos atendiendo los problemas sociales. Hemos experimentado el poder del impacto colectivo en las asociaciones orientadas al lugar con el fin de impulsar el cambio social a gran escala. Hemos visto cómo un marco flexible, los datos profundos y el tejido comunitario nos han preparado para hacer frente a una de las mayores amenazas a las que se enfrenta nuestro país. Pero también sabemos que hay un largo camino por delante, y los líderes deben entender que el futuro de este trabajo consiste en transformar los sistemas para conseguir resultados equitativos y duraderos. Con esto en mente —y sin importar lo que venga— estaremos listos.

 

Autores Originales:

  • Jennifer Blatz es presidenta y directora general de Strive Together.
  • Geoffrey Canada es presidente de Harlem Children's Zone.

Este artículo es contenido original de la revista de Stanford Social Innovation Review publicado en la edición primavera 2022.

  • Traducción del artículo The Importance of Place por Jorge Treviño

 

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