Este artículo es contenido original de la revista de Stanford Social Innovation Review publicado en la edición primavera 2021.
El cofundador de Eastern Congo Initiative (ECI), Ben Affleck (derecha), y el ex miembro del personal de ECI y director de país, Baraka Kasali, inspeccionan los granos en un centro de procesamiento de café.
(Foto cortesía de ECI)
“Me sorprendió que tanta gente estuviera sufriendo y muriendo”, recuerda el actor Ben Affleck, galardonado por la Academia, al conocer la magnitud de los problemas que afectaban a la República Democrática del Congo (RDC) a principios de la década de 2000. Desde entonces, los problemas del vasto país centroafricano han continuado, al igual que la determinación de Affleck de hacer algo al respecto.
La RDC sufre la segunda mayor crisis de hambre del mundo, después de Yemen. El conflicto civil desplazó a unos cinco millones de personas entre 2017 y 2019. El año pasado, mientras el país lidiaba con la pandemia del COVID-19, también sufría su undécimo brote de ébola; intentaba frenar las mortales epidemias de sarampión y cólera, al mismo tiempo que lidiaba con las perennes infecciones de VIH/SIDA, malaria y tuberculosis.
La magnitud de los problemas del país derivan en parte de una guerra que comenzó en 1996, la cual se ha disipado, pero nunca terminado del todo, y que ha resultado en millones de muertos. Sin embargo, estos numerosos problemas tienen sus raíces más profundas en una aterradora historia de brutalidad colonial que comenzó con el violento reinado del rey belga Leopoldo II a principios del siglo XX, durante el cual se calcula que fueron asesinados diez millones de congoleños. Esto sentó las bases para la explotación de las riquezas minerales del país, incluido el mayor suministro del mundo del mineral negro coltán, un componente indispensable en la electrónica.
En 2010, Affleck cofundó Eastern Congo Initiative (Iniciativa para el Congo Oriental, o ECI por sus siglas en inglés) con Whitney Williams, una empresaria proveniente de una prominente familia de Montana vinculada a la política, para socavar estos problemas. La organización concede subvenciones y apoyo técnico a organizaciones benéficas congoleñas y ha desembolsado fondos a 23 organizaciones comunitarias que trabajan en todos los ámbitos, desde la rehabilitación de niños soldados hasta el acceso a la atención sanitaria básica. La organización también facilita las asociaciones público-privadas, incluyendo la conexión de los agricultores congoleños de café y cacao con empresas como Starbucks, Nespresso y Theo Chocolate.
ECI también realiza labores de apoyo y defensa, por lo que Affleck ha testificado ante el Congreso de Estados Unidos en múltiples ocasiones a favor de la RDC. En 2012, por ejemplo, le imploró al House Armed Services Committee (Comité de Servicios Armados de la Cámara de Representantes de Estados Unidos) que influyera en el papel que las Naciones Unidas desempeñan en consolidar la estabilidad del país. En 2014, testificó ante el Senate Foreign Relations Committee (Comité de Relaciones Exteriores del Senado de Estados Unidos) para pedirle a los representantes que presionaran al gobierno de la RDC para que llevara a cabo elecciones libres y justas, que aumentaran el financiamiento estadounidense para el desarrollo económico y que se comprometieran con el entonces presidente Joseph Kabila a reformar el sector de seguridad. Al año siguiente, durante una reunión con el US Senate Committee on Appropriations (Comité de Asignaciones del Senado de Estados Unidos), Affleck pudo convencer al Congreso de Estados Unidos que continuara apoyando a la región africana después de hablar sobre el trabajo de la ECI para revitalizar el sector cafetero del Congo.
Aunque se trata de una cartera dispersa, Affleck cree que, en su calidad de foráneo con amplios recursos financieros, debe tener una estrategia de inversión que abarque una base extensa, pero que se centre en el ámbito local. “En lugar de imponer un modelo a una comunidad de la que sabemos poco, con la cual tenemos poco contacto y en donde conocemos a pocas personas que trabajen ahí, las organizaciones comunitarias más pequeñas estaban haciendo un trabajo mucho más eficaz”, afirma Affleck. “Los problemas de los países rara vez se han resuelto por extranjeros que llegan a imponerse e insisten en que esos países adopten sus modelos”.
La RDC ha tenido más intervenciones extranjeras que casi cualquier otro país. Williams y Affleck se empeñaron en evitar los fracasos que han caracterizado a estas intervenciones. El país alberga la mayor misión de mantenimiento de la paz de las Naciones Unidas, y una de las más costosas, la cual, en conjunto con el sector de ayuda que ha gozado de buen financiamiento y proliferó durante la guerra, ha producido resultados tan cuestionables que casi un tercio de los congoleños dicen que el país estaría mejor sin la ayuda extranjera y la mitad piensa que las fuerzas de paz deberían marcharse.
“Ves a estas personas increíbles, sobresalientes y resilientes. ... Luego ves este aparato humanitario que no lo entiende: no estaba invirtiendo en la gente local; estaba invirtiendo en grandes ONG internacionales que van y vienen”, expresa Williams.
Affleck y Williams tenían claro que quienes resolverían los intrincados problemas de la RDC a largo plazo serían los líderes de las comunidades que viven en el país, y es precisamente a ellos a quienes la ECI decidió apoyar.
Colaboración en la concesión de subvenciones
Williams y Affleck se conocieron en una pista de aterrizaje en Tanzania, colindante con RDC, en 2006. Affleck se presentó en una rueda de prensa organizada por Williams y sintió que esto representaba la trillada narrativa de Hollywood de visitar África para sacarle algo de provecho a la fama, lo cual consideraba cada vez más frívolo.
En cambio, el enfoque del activismo de Affleck era más que un simple truco publicitario. “En lugar de ser un aficionado e ir al Congo a sostener la mano de alguien en un hospital y tomar una foto, pensé que realmente necesitaba educarme”, explica. “No estaba seguro de poder ser de ayuda. Desde luego, era consciente de que el mero hecho de ser una celebridad no te convierte en filántropo, ni siquiera en alguien útil”.
Esta actitud llevó a la pareja a desarrollar un enfoque de concesión de subvenciones más colaborativo. En lugar de decidir qué querían financiar, les preguntaron a las organizaciones qué necesitaban. Esto ayudó a que Affleck y Williams pudieran atraer a muchos de sus primeros socios congoleños, como Chouchou Namegabe, una periodista congoleña cofundadora de la South Kivu Women’s Media Association (Asociación de Medios de Comunicación de Mujeres de Kivu Sur), cuyo objetivo es formar a periodistas congoleñas para que informen sobre cuestiones relacionadas con los derechos de la mujer.
“Hay muchos donadores que tienen bastante dinero y quieren venir al país sin saber cuáles son las necesidades prioritarias de la gente con la que trabajan”, comenta Namegabe. “Lo que realmente me gustó de la ECI fue que trabajamos como socios para conseguir lo que necesitábamos. Teníamos el sueño de tener una emisora de radio para mujeres y ellos nos ayudaron a materializarlo”.
Otro de los primeros beneficiarios fue la Panzi Foundation (Fundación Panzi), creada por el ginecólogo y pastor congoleño Denis Mukwege, ganador del Premio Nobel de la Paz en 2018 por su labor de prestación de servicios médicos y jurídicos a sobrevivientes de violencia sexual.
“El modelo de ayuda que se suele implementar en lugares como la RDC es un modelo que está diseñado para ayudar en el aquí y ahora. Es casi un cuidado paliativo; son medidas provisionales”, indica Mvemba Phezo Dizolele, escritor y analista de política exterior quien conoció a Affleck desde el inicio de la ECI y ahora forma parte de su junta directiva. “No está diseñado para tomar en cuenta la voluntad de los habitantes locales, ni siquiera considera que la gente probablemente sabe qué funcionaría para ellos y cuáles son las soluciones”.
La capacidad de concretar estos ideales nobles se debió en gran parte al capital y la cobertura periodística que tanto la celebridad de Affleck como las conexiones de alto perfil de Williams aportaron. Entre los primeros donadores a la organización se encuentran Cindy McCain, viuda del difunto senador estadounidense John McCain, Paul Allen, el cofundador de Microsoft, y Howard G. Buffett, quien dirige la fundación que lleva su nombre y es hijo del inversor multimillonario Warren Buffett.
Fusión estratégica
Tras más de media década de funcionamiento, la ECI se dio cuenta de que financiar a organizaciones locales podría no ser lo suficientemente determinante para crear un cambio duradero. Fue entonces cuando Affleck consideró la posibilidad de fusionar la ECI con alguna organización local con el fin de lograr sus objetivos más ambiciosos.
En 2018, después de visitar a la empresa comunitaria Asili en la región de Kabare, supieron que habían encontrado la organización que buscaban. La empresa de servicios de agua, agricultura y salud se creó gracias a la colaboración entre Alight (previamente conocida como el American Refugee Committee [Comité Estadounidense de Refugiados]), el estudio de diseño sin fines de lucro IDEO.org, la United States Agency for International Development (Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional o USAID por sus siglas en inglés), y los residentes de la localidad en donde Asili tenía previsto operar.
La empresa comenzó a operar con una donación filantrópica inicial que fue desembolsada por la USAID y un grupo de donadores religiosos llamado Asili Faith Partners (Asili y Compañeros de Fe) para construir tuberías de agua potable y una clínica de salud. Los habitantes de la zona circundante pagan una pequeña cuota cada vez que acceden a estos recursos. Los pagos hacen que el sistema sea sostenible y accesible para aquellos que no puedan pagar. Actualmente, 150,000 personas a través de seis zonas son clientes de los servicios de agua y las clínicas de salud de Asili.
El propósito de la empresa es ofrecer servicios de alta calidad y priorizar las necesidades de las personas en la forma en la que se diseñan y prestan estos servicios. “Creo firmemente que una mentalidad empresarial que considera a las personas tanto como propietarios como clientes genera un ambiente de mayor empoderamiento que si las considerara solo como beneficiarios”, asevera Abraham Leno, quien era el director nacional de Alight cuando ayudó a crear Asili.
Leno lo sabe por sus propias experiencias. Tenía 16 años cuando estalló la guerra en Sierra Leona, su lugar de nacimiento, por la cual él y su familia tuvieron que huir a Guinea, un país vecino. Pasaron gran parte de la década de 1990 en un campo de refugiados. Recuerda que las raciones de comida se retrasaban durante meses y, en una ocasión, una entrega llegó infestada de insectos, lo cual provocó un brote de diarrea en el campamento.
“Creo que se piensa que cuando recibes no puedes elegir, así que debes tomar lo que te damos, aunque no sea lo correcto ni lo mejor para ti”, observa Leno. “No quiero que me llamen beneficiario nunca más en la vida, porque sé lo que eso me hizo”.
Leno considera que Asili puede ofrecer un tipo de filantropía que sea autosuficiente y proporcione servicios de primera clase. “El modelo es revolucionario”, dice Affleck. “Reinventa la ayuda humanitaria como capital inicial”.
En agosto de 2020, Asili se fusionó con la ECI y Leno fue nombrado director ejecutivo de la ECI. Aun cuando esta continuará su labor de concesión de subvenciones a otras organizaciones, Affleck declara que reservarán la mayor parte de su energía para Asili. Sus planes son ampliar los servicios de agua y atención sanitaria a medio millón de personas a través de diez zonas durante los próximos tres años, todo ello financiado con el dinero de los usuarios. Ya se están construyendo nuevas zonas en la región de Kivu Sur, en la ciudad de Minova, gracias al capital inicial aportado por Nespresso y la USAID, mientras que otras dos se construirán en la ciudad de Uvira, con financiamiento de la Caterpillar Foundation (Fundación Caterpillar) y la USAID.
Leno señala al desempeño durante la pandemia de COVID-19 como prueba de la fiabilidad del sistema. Sostiene que desde que esta inició a principios de 2020, no se ha roto ninguna tubería ni se ha interrumpido el servicio. Leno y Affleck ven la fusión como un momento importante para una pequeña empresa social con una gran idea en un país que, aunque no está en guerra, ciertamente tampoco está en paz.
“¿Cómo transitamos de la ayuda humanitaria prolongada al desarrollo?” pregunta Leno. “A partir de la idea de dignidad, de valorar las cosas que hacemos desde la perspectiva de la persona que las recibe”.
ABIGAIL HIGGINS es periodista en Washington, DC, y cubre sobre temas de salud, cambio climático y desigualdad.
Traducción del artículo Integrative Philanthropy por Angela Mariscal.