Desde la Segunda Guerra Mundial, organizaciones internacionales como las Naciones Unidas y la Organización Mundial del Comercio han desempeñado un papel importante de coordinación en todos los continentes. Pero los observadores de política exterior han señalado que dichas organizaciones tienen cada vez más dificultades para influir en la geopolítica y mantener el orden, especialmente mientras los países y los bloques regionales se disputan el control en una era turbulenta posterior a la Guerra Fría.
Un factor potencial es la brecha en el apoyo a tales organizaciones que existen entre los públicos nacionales y las élites. Mientras que la clase gobernante en muchos países está dispuesta a trabajar con estos organismos, los ciudadanos en general confían mucho menos en ellos.
Los demagogos populistas han conseguido explotar esta desconfianza para recortar el financiamiento de la cooperación internacional y alentar a sus electores a desacreditar a estas organizaciones junto con todo el proyecto de globalización.
Un grupo de investigadores europeos se propuso comprender por qué existe esta discrepancia en el apoyo a las organizaciones internacionales entre las élites y el público en general. Su nuevo artículo, “The Elite-Citizen Gap in International Organization Legitimacy” (“La brecha entre élites y ciudadanos en la legitimidad de las organizaciones internacionales”), confirma que la brecha es un problema en todo el mundo. “Nuestros hallazgos sugieren que las diferencias profundamente arraigadas entre las élites y el público en general pueden presentar grandes desafíos para la cooperación internacional democrática y efectiva”, escriben los investigadores.
Los autores (Lisa Dellmuth, profesora asociada de Historia Económica y Relaciones Internacionales en la Universidad de Estocolmo; Jan Aart Scholte, profesor en el Instituto de Ciencia Política en la Universidad de Leiden; Jonas Tallberg, profesor de Ciencia Política en Estocolmo, y Soetkin Verhaegen, profesora adjunta de Ciencia Política en la Universidad de Maastricht) utilizaron encuestas para examinar las actitudes en cinco países. Analizaron cómo se sentían los ciudadanos de Brasil, Alemania, Filipinas, Rusia y los Estados Unidos con respecto a cinco importantes ONG mundiales: la Corte Penal Internacional, el Fondo Monetario Internacional, las Naciones Unidas, el Banco Mundial y la Organización Mundial del Comercio.
Para comprender cómo piensa la gente común sobre estos grupos, los investigadores incluyeron preguntas personalizadas en la Encuesta Mundial de Valores (WVS-7 por sus siglas en inglés), realizada entre 2017 y 2019. Al mismo tiempo, formularon preguntas similares a encuestados de la élite en cada uno de los cinco países, centrándose en los altos miembros de los sectores de la burocracia, las empresas, la sociedad civil, los medios de comunicación, la política y la investigación.
El estudio encontró que sí existe un abismo entre las élites y los ciudadanos en cuanto a la legitimidad de las organizaciones internacionales, y que persiste en todos los distintos tipos de estratos de la élite, en todas la ONG estudiadas y en cuatro de los cinco países, siendo Filipinas un caso atípico.
Además, la investigación encuentra que las disparidades se deben a cuatro características a nivel individual: el estatus socioeconómico, los valores políticos, la identificación geográfica y la confianza institucional interna, aunque los investigadores encuentran que “las circunstancias contextuales” de cada país provocaron un efecto diferente para cada uno de estos factores.
La situación política y social de cada país tiene matices, por lo que es necesario considerar la división entre las élites y los ciudadanos según el lugar donde se produce, menciona Dellmuth. Eso es particularmente importante en un mundo en el que el populismo se ha extendido y está ganando victorias en las urnas; varios de los países de las encuestas han elegido líderes populistas o nacionalistas. Aquellos que trabajan en el fortalecimiento de las organizaciones internacionales podrían utilizar esta investigación para ayudar a iniciar una conversación sobre la brecha de legitimidad, en lugar de dejar el campo del discurso a los políticos populistas, dice Dellmuth, señalando que, si bien la discrepancia entre la confianza de las élites y los ciudadanos en las ONG aparece en todos los países de la encuesta, un gran porcentaje de ambos sectores de la población sí cree en las organizaciones.
“La legitimidad es un tema muy importante, especialmente para las organizaciones internacionales”, afirma Dellmuth. “Si quieren tener éxito en la difusión de normas e invitar a los gobiernos a proponer soluciones políticas ambiciosas, necesitan legitimidad y que el público en general las considere legítimas”.
El artículo presenta hallazgos importantes y más preguntas sobre por qué las clases gobernantes no entienden el desdén del resto de la población por las ONG y su trabajo, dice Stefanie Walter, profesora de relaciones internacionales y economía política en la Universidad de Zurich.
“El hallazgo de que las élites y los individuos difieren continuamente en cuanto a la legitimidad de las organizaciones internacionales, a pesar de todas estas diferencias, apunta a un desafío sistemático para las organizaciones internacionales”, dice Walter. “Este artículo impulsa los estudios sobre el rechazo de la globalización tanto metodológica como teóricamente, ya que proporciona una nueva perspectiva sobre por qué las élites podrían no responder a las demandas de los ciudadanos por más legitimidad [de la organización internacional].
La respuesta es un diálogo continuo sobre cómo contribuye cada país al orden internacional, comenta Dellmuth.
“La solución es siempre hablar con los demás y tratar de entenderse”, dice ella. “No podemos dejar esta discusión a los populistas que afirman que las organizaciones internacionales socavan la democracia y la voluntad del pueblo”.
Autores originales:
- Chana R. Schoenberger es una periodista radicada en la Ciudad de Nueva York. Escribe sobre temas de negocios, finanzas e investigación académica. Encuéntrala en Twitter: @schoenberger.
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Este artículo es contenido original de la revista de Stanford Social Innovation Review publicado en la edición verano 2022.
- Traducción del artículo Elites, Citizens, and International Organizations por Leticia Neria.
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