Este artículo es contenido original de la revista de Stanford Social Innovation Review publicado en la edición verano 2021.
Ha surgido una dicotomía en las conversaciones que abordan cuál es el enfoque más efectivo para innovar. Por un lado, está el enfoque “disruptivo”, encaminado a la extracción de valor local para desarrollar nuevas economías y atraer y contratar talento global. Por otro lado, el enfoque integrador busca crear valor local, invierte en el talento de la región y reinventa la naturaleza y ejecución de economías ya maduras.
Dan Breznitz, politólogo y presidente de estudios en innovación en la escuela Munk de asuntos globales y políticas públicas de la Universidad de Toronto, ofrece una perspectiva fresca en este debate y subraya el valor y la importancia del enfoque integrador en su nuevo libro Innovation in Real Palces: Strategies for Prosperity in an Unforgiving World (Innovación en lugares reales: estrategias para la prosperidad en un mundo implacable). Como experto en industrias basadas en la innovación rápida, tales como redes de producción de tecnologías informáticas y su globalización, Breznitz refresca las perspectivas de los lectores y argumenta a favor de aprovechar el poder de la innovación a través de colaboraciones entre sectores públicos y privados en un nivel local. La principal fortaleza del libro es cómo el autor utiliza fenómenos económicos y sociales complejos para llegar a una conclusión sorprendentemente simple: “las decisiones, la creatividad y las acciones humanas son importantes”, dado que las conductas a un nivel micro fomentan el ingenio humano local.
Breznitz, quien se autoproclama un “economista político cínico”, argumenta que la mejor manera de optimizar un sistema económico complejo, que hoy involucra tanto el enfoque de innovación disruptivo como el integrador, es poner a las “mejores mentes a trabajar” en ellos. Los capitalistas de riesgo deberían, por ejemplo, ayudar a potenciar iniciativas de negocios locales viables y sustentables adquiriendo conocimientos de la cultural local y experticia vertical. También deberían esforzarse por conectar el talento local con expertos y otros capitalistas de riesgo. De esta forma, las empresas locales aumentarían su capital social al integrarse en redes sociales amplias que les permitirán reclutar al talento creativo local con habilidades de diseño y resolución de problemas. Los gobiernos locales también deberían invertir en oportunidades para las empresas emergentes locales para asegurar y mantener recursos financieros. Breznitz argumenta que estos enfoques promueven el crecimiento económico entre las empresas locales posicionadas para capitalizar y prosperar en su conocimiento local, talento y buena disposición. Esto también impulsará la competencia efectiva entre los innovadores locales y los grandes oligopolios, además de ayudar a revertir las crecientes inequidades económicas en lugares que experimentan una innovación disruptiva, principalmente a través del financiamiento a gran escala de capitales de riesgo.
La postura de Breznitz de apoyar el enfoque integrador de la innovación podrá sonar familiar e incluso obvio para algunos analistas y empresarios quienes han logrado crear valor para sus economías locales. Aunque Silicon Valley se las ha arreglado para contratar y aprovechar el trabajo de graduados altamente calificados provenientes de las mejores instituciones en California, podríamos aprender un par de cosas de los innovadores locales y emprendedores que operan fuera del enfoque de Silicon Valley, en particular, sobre cómo llevar con éxito a la práctica los conceptos de Breznitz (como el enfoque local, pero ampliable, de las máquinas expendedoras veganas descritas en mi artículo publicado en 2020, en el Stanford Social Innovation Review).
Es posible apreciar en práctica las perspectivas de Breznitz en lugares tan lejanos como Singapur, Hong Kong y Suiza, pero también se aplican en Texas, Florida y Washington, donde políticos y líderes empresariales buscan autoproclamarse el próximo Silicon Valley. El autor afirma que lugares que invierten en este tipo de transformación deben darse cuenta de la importancia de forjar su propia identidad como innovadores y aprovechar sus fortalezas actuales para mejorar la calidad de vida local, poner el capital a trabajar, retener el talento local y convertirse o mantenerse competitivos mundialmente.
Un ejemplo de una ciudad que por muchos años ha luchado para convertirse en el próximo Silicon Valley (o “Silicon Beach”, como también ha sido llamada) es Miami. En la columna de opinión publicada en marzo de 2021 en el Miami Herald, los emprendedores locales Richard Lamondin, cofundador y director general de la empresa de ahorro de agua y energía EcoSystems, y Seth Cassel, presidente de la compañía de marketing digital EveryMundo, expresaron sus opiniones acerca de cómo el panorama de empresas emergentes en Miami podría ser más exitoso si se aprovechara su actual identidad de innovadores: la diversidad de su gente, de sus culturas, pensamientos, industrias, oportunidades y enfoques. Estas opiniones de Lamondin y Cassel se alinean con la afirmación de Breznitz de que las economías locales deben forjar sus propias identidades como innovadores y diferenciarse de la de Silicon Valley. En particular, ambos empresarios argumentan que el éxito de su innovación local resultaría en “un Miami que evita los errores de otras ciudades, porque la construimos a nuestra manera”.
En Innovation in Real Places, Breznitz intenta contestar algunas preguntas fundamentales: ¿Por qué las localidades han batallado para aceptar y aplicar el concepto de forjar una identidad de innovación propia? ¿Por qué en lugares donde se depende demasiado de modelos de capital de riesgo para inversiones locales y crecimiento económico observamos con frecuencia desigualdades económicas duraderas y contraproducentes? ¿Por qué en lugares construidos a partir de modelos de crecimiento económico apoyados por capitales de riesgo batallan, o dudan, para fomentar y mantener un crecimiento económico gradual y basado en la región? Al leer el libro de Breznitz, también busqué pistas sobre por qué ciudades como Miami continúan enfocándose tanto en convertirse en el próximo “Silicon Algo”, como los llama Breznitz, a pesar de su potencial inherente para inspirar y cultivar la creación de valor local.
Las respuestas de Breznitz varían en complejidad. La más simple se basa en el sesgo del presente, concepto de la economía conductual: El modelo de Silicon Valley de crecimiento basado en la innovación apoyado por capitales de riesgo es el más popular y reciente fenómeno, que ofrece ganancias estratosféricas en el menor tiempo posible. Pero Breznitz afirma que un resultado común de implementar el modelo de Silicon Valley es una severa situación de desigualdad social y estructural, entre otros problemas. A final de cuentas, son los individuos educados y adaptados a dicho modelo quienes están mejor posicionados para triunfar en lugares que adopten el modelo.
La respuesta más compleja del autor la atribuye a los instintos de supervivencia humana: las compañías y los gobiernos pueden enfrentarse a circunstancias que requieren aceptar una operación dentro del modelo de Silicon Valley, caracterizado por el crecimiento y la recuperación rápida basada en la innovación y la extracción de valor. Breznitz presenta a Israel como ejemplo de una nación pequeña que se ha convertido en un centro de investigación y desarrollo, y una economía de alta tecnología que prospera gracias a inversiones de capital de riesgo y salidas de mercado. En la actualidad, una parte significativa de la población de Israel (una de cada cinco hogares, de acuerdo con los datos de Breznitz) vive por debajo del umbral de pobreza. El autor describe cómo un embargo militar francés impuesto a Israel en 1967, justo antes de la Guerra de los Seis Días ―un conflicto entre Israel y sus países vecinos: Jordania, Siria y Egipto―, impulsó a legisladores israelíes a dirigir grandes inversiones hacia la investigación y el desarrollo de sistemas de armamento de alta tecnología. Esta respuesta militar penetró las políticas industriales civiles del país.
Una historia similar podría contarse acerca de los Estados Unidos durante la Guerra Fría. En tanto los países o las zonas se vean presionadas a adaptarse a repentinas amenazas a su seguridad nacional o su economía, los actores políticos pueden verse obligados a tomar decisiones difíciles con poco tiempo para predecir o mitigar las consecuencias estructurales, económicas y sociales a largo plazo e intergeneracionales.
En dichas situaciones, el modelo basado en la innovación de Silicon Valley puede ser una opción atractiva para los actores económicos locales, dado el alto potencial para salidas rápidas de empresas y altas ganancias por dividendos, si bien puede llevar a desigualdades económicas severas en el largo plazo. Por lo tanto, el espíritu de este modelo, finalmente, entra en conflicto con el enfoque de innovación económica sostenible promovido por Breznitz, que es integrativo y, por naturaleza, es ejemplo del espíritu de forjar una identidad local y una innovación social sostenible.
Los defensores de la innovación social impulsada por lo local, al igual que los críticos del modelo “muévete deprisa y rompe cosas” de Silicon Valley, se identificarán con la perspectiva de Breznitz. Su libro ofrece una óptica fresca en torno al significado de la competencia económica y el poder colectivo de los modelos de crecimiento locales basados en la innovación. Lejos de desestimar o de reducir el valor del modelo basado en la innovación de Silicon Valley, Breznitz busca contrapesar su predominio al subrayar cómo las economías locales pueden aprovechar sus fortalezas para impulsar la resiliencia y un crecimiento sostenible y equitativo.
Breznitz utiliza casos de estudio de muchas partes del mundo para ilustrar lo que él llama la “Etapa 1” de la innovación (o también el enfoque de Silicon Valley) y lo contraste con la “Etapa 2”. En lo que quizás es lo más provocador del libro, el autor explica por qué la Etapa 2 de la innovación es la más importante para la resiliencia industrial en nuestro presente y en la futura economía mundial. Esta etapa implica el diseño, el desarrollo de prototipos y la ingeniería productiva de cosas ya existentes y usadas frecuentemente. El rediseño de bienes básicos de gran utilidad, pero empleados globalmente, como son carritos de compras, zapatos, entre otros artículos producidos en centros manufactureros como Shenzhen, China, o centros artesanales como Milán, Italia, entran en esta Etapa 2 de la innovación. A pesar de la oscura relación entre la novedad de estos artículos y palabras de moda como “innovación tecnológica”, Breznitz afirma que la Etapa 2, o el diseño de productos dentro de sectores maduro, es precisamente donde las estrategias locales o regionales de crecimiento basadas en la innovación pueden prosperar.
¿Qué se requiere para fomentar y cultivar un crecimiento regional basado en la innovación dentro y fuera del modelo de Silicon Valley? Para contestar a esta pregunta, Breznitz nos reta a pensar en cuatro premisas fundamentales que acompañan a la innovación en etapas: (1) flujos de conocimiento local-global, (2) la oferta y creación de bienes públicos y semipúblicos, (3) un ecosistema local que refuerza los beneficios para la industria, y (4) coevolución de las tres premisas en etapas tardías de la producción. Aun así, dice Breznitz, alcanzar estas premisas fundamentales no es suficiente. Para conseguir un crecimiento sostenible, explica, “se necesita cambiar las políticas y el ecosistema al ritmo de las necesidades cambiantes de la industria local y las demandas cada vez más sofisticadas de las redes de producción mundial”.
Muchos de los conceptos de Breznitz en torno a las estrategias de crecimiento regional o local basado en la innovación representan un desafío en la práctica. Por ejemplo, los cierres forzosos y las leyes de distanciamiento social producto de la pandemia de COVID-19 han perturbado e incluso terminado con algunas industrias locales de servicio. Muchas economías locales y regionales que han madurado mayormente a partir de industrias de servicio, como Miami, y países enteros, como Estados Unidos, han trasladado en gran medida sus operaciones de manufactura a otros territorios. Por estas razones, preveo dificultades significativas para implementar la Etapa 2 propuesta por Breznitz, es decir, su enfoque regional basado en la innovación.
Además, miles de innovadores locales en industrias maduras impulsadas por el servicio perdieron sus negocios por las restricciones de la COVID-19. De haber adoptado un enfoque mixto de innovación entre las Etapas 1 y 2, y si los actores políticos hubieran proporcionado gobernanza e incentivos para mantener ambas etapas en tándem, ¿será que los resultados económicos de estas industrias locales serían diferentes tras un año de pandemia? La visión de Breznitz, en definitiva, nos permite explorar e imaginar cómo las economías pueden ser adaptables, resilientes y escalables para superar retos imprevisibles como desastres naturales y otros eventos desestabilizadores.
En el último capítulo, “En defensa de los experimentos, errores y el derecho a elegir”, el autor ofrece una moraleja: “Cree en el ingenio humano y en la habilidad de las comunidades de trazar su propio futuro aun bajo las peores adversidades mundiales”. Yo me uno a este consejo como académica, innovadora social y defensora del ingenio local. Conforme nuestro mundo retoma lentamente su curso y encontramos oportunidades para reconstruir nuestras economías, animo a otros a sumarse también.
La visión de Breznitz, en definitiva, nos permite explorar e imaginar cómo las economías pueden ser adaptables, resilientes y escalables para superar retos imprevisibles.
INNOVATION IN REAL PLACES: Strategies for Prosperity in an Unforgiving World (Innovación en lugares reales: estrategias para la prosperidad en un mundo implacable)
Por Dan Breznitz. 288 páginas, Oxford University Press, 2021.
- RACHELE HENDRICKS-STURRUP es una científica social y de salud, periodista, emprendedora, inventora, estratega de participación e instructora de economía conductual. Su trabajo se enfoca en estudiar asuntos éticos, legales, sociales y de implementación a la vanguardia de la política y la innovación.
- Traducción del artículo The Next Silicon Valley por Carlos Calles