Este artículo es contenido original de la revista de Stanford Social Innovation Review publicado en la edición verano 2020.
El sistema mundial alimentario está roto. Los alimentos nutritivos y seguros simplemente no están disponibles en cantidades suficientes ni a precios asequibles para la mayoría de las personas.
Cerca de un tercio de la población mundial sufre de algún tipo de desnutrición. Esta pesada carga recae particularmente en países con ingresos bajos y medios. Por ejemplo, 30% de los niños pequeños en África y 23% de éstos en Asia tienen retraso de crecimiento (son muy bajos para su edad). Estos países también están lidiando con tasa altas y en aumento de sobrepeso y obesidad. En África, cerca del 41% de las mujeres y 26% de los hombres tienen sobrepeso, y el número de niños con sobrepeso y obesidad prácticamente se duplicó de 1990 a 2014. El adulto africano promedio come menos de un tercio de la cantidad recomendada de frutas y verduras.
Los gobiernos tradicionales -y la sociedad civil- dejaron que los programas de nutrición se enfocaran en prevenir el hambre al aumentar la cantidad de comida disponible (particularmente granos básicos). Estas intervenciones son importantes, pero se está poniendo muy poca atención en incrementar la calidad nutricional de los alimentos producidos o en cambiar los sistemas agrícolas y alimentarios para que se puedan obtener alimentos más nutritivos de la granja a la mesa —y hacerlo más sostenible. Las pequeñas y medianas empresas (PYME) —definidas por la Corporación Financiera Internacional (CFI) por tener menos de 300 empleados y menos de $10 millones en ventas anuales— proveen el 70% de la comida consumida en países de bajos y medianos ingresos. Sin embargo, al igual que otro tipo de negocios, las PYME del sistema alimentario deben enfrentarse a una variedad de barreras para operar y crecer con éxito, eso incluye el acceso al crédito.
La CFI estima que la incumplida necesidad de financiamiento entre las PYME a nivel mundial es de $4.5 billones por año y la brecha para las microempresas (aquellas con menos de 10 empleados) es más de 10 veces dicha cantidad. Este déficit afecta directamente a los sistemas alimentarios y de nutrición: Sin inversión, las PYME no pueden mejorar el volumen de producción, calidad, deseabilidad, seguridad o valor nutrimental de sus productos, y tampoco pueden trabajar para expandir su alcance para llegar a los consumidores más desatendidos.
¿Cómo se puede salvar esta enorme brecha de financiación para que las PYME relacionadas con la alimentación en los países de ingresos bajos y medios puedan crecer y atender mejor a sus clientes? Por lo general, las PYME tienen dificultad para acceder al capital debido a sus modestas necesidades de financiación, garantías limitadas, historiales crediticios cortos y perspectivas inciertas. Los inversores convencionales e incluso muchos inversores de impacto los ven como demasiado riesgosos. Esta percepción se aplica particularmente al sector alimentario y agrícola, donde la baja productividad y los márgenes de beneficio y la alta exposición al riesgo climático siguen pesando sobre la confianza de los inversores.
La Global Alliance for Improved Nutrition (GAIN por sus siglas en inglés) es una fundación con sede en Suiza lanzada en 2002 en las Naciones Unidas para combatir la desnutrición al trabajar en conjunto con los gobiernos, negocios y sociedad civil para transformar los sistemas alimentarios y así ofrecer comidas más nutritivas. En GAIN creemos que la financiación combinada —finanzas que aprovechan varias fuentes diferentes de capital— puede desempeñar un papel importante al atraer más inversión privada al sector alimentario mundial para ayudar a reducir el riesgo de invertir en PYMEs (por ejemplo, absorbiendo algunas pérdidas o proporcionando garantías de reembolso). Pero para que la financiación combinada funcione, el sector necesita hacer más para convertirlo en un mercado favorable para inversiones de impacto.
Inversión nutritiva
La financiación combinada reúne a tres distintos grupos —donantes, instituciones financieras de desarrollo (DFI por sus siglas en inglés) e inversores de impacto privados. Los donantes están interesados en mejorar la nutrición y no necesitan recuperar su inversión. Las DFI tienen un mandato que les permite tolerar un mayor riesgo. Los inversores de impacto tienen capital para desplegar y buscan un impacto social, pero dudan sobre el riesgo.
Equilibrar estas diferentes necesidades y capacidades puede generar un beneficio mutuo para los objetivos de inversión y desarrollo. Por medio de la financiación combinada, el financiamiento para el desarrollo se puede utilizar para mitigar el riesgo de inversión en proyectos que se espera que tengan un impacto social positivo mediante el despliegue de capital de primera pérdida u otras garantías y pólizas de seguro. La financiación combinada puede incluir inversión directa por medio de deuda y equidad en empresas objetivo, utilizando préstamos en condiciones favorables o donaciones, y financiamiento por tramos lo cual permite a otros inversionistas obtener mayores retornos.
La financiación combinada tiene el atractivo adicional de incluir asistencia técnica financiada con subvenciones o servicios de desarrollo empresarial para ayudar a las empresas objetivo a superar las barreras para el éxito. Esta ayuda podría incluir la mejora del contenido nutricional por medio de la reformulación, la implementación de sistemas para minimizar la pérdida de alimentos o abordar las barreras técnicas asociadas con la seguridad alimentaria.
A la fecha, la financiación combinada ha movilizado aproximadamente $100 mil millones con al menos 300 transacciones de financiamiento combinado cerradas solo en 2017. Hasta la fecha, la energía renovable, la inclusión financiera y la infraestructura han recibido la mayor parte de los fondos. Los fondos agrícolas existen, pero tales inversiones representan solo el 3% del capital movilizado entre 2000 y 2016.
El interés en la agricultura y en la comida está incrementándose rápidamente por parte de los inversores convencionales y de impacto. Entre 2005 y 2013, el número de fondos enfocados a inversiones en alimentos y agricultura incrementó de 38 a 446, con $73 mil millones administrados. Sin embargo, la mayor parte de esta financiación se destina a Norteamérica y a Europa. Tan solo el 4% de las inversiones disponibles en alimentos y agricultura llega a África, a pesar de los $155-265 miles de millones estimados que se obtendrán para satisfacer las crecientes necesidades alimentarias de quienes salen de la pobreza extrema a nivel mundial.
Además, la mayoría de los fondos en alimentos y agricultura no se destinan a alimentos nutritivos. Un reciente análisis de dichos fondos en la África subsahariana encontró que muy pocos tenían un mandato explícito para mejorar la nutrición, ninguno tenía definido con claridad cómo determinar qué alimentos eran nutritivos y algunos invertían en alimentos con valor nutrimental cuestionable. Nuestra investigación muestra que las PYME, quienes reciben la mayor cantidad de fondos de inversores internacionales, son las principales involucradas en la producción de alimentos poco nutritivos. Por ejemplo, casi 60% del financiamiento proporcionado por miembros del Council on Smallholder Finance se destina al cacao y al café para exportación, lo que aporta pocos beneficios nutricionales directos a las poblaciones locales. Esos patrones de inversión deben cambiar para todos a nivel mundial para que tengan acceso a alimentos nutritivos.
Arando el campo
Si la financiación combinada ofrece una opción tan prometedora, ¿qué es lo que está deteniendo su inversión hacia los alimentos nutricionales? Creemos que hay dos desafíos que deben ser abordados.
Primero, ningún sector puede reclamar ser un objetivo viable para la financiación combinada si no define con claridad sus objetivos sociales y cómo medir el progreso hacia su consecución. Una evaluación de GAIN en 2019 reveló inconsistencias considerables entre inversores sobre lo que realmente significa invertir en la nutrición. Por ejemplo, algunos fondos de inversión que fueron explícitamente destinados a mejorar la nutrición incluían en sus portafolios a compañías de caña de azúcar y a infractores del Código Internacional de Comercialización de Sucedáneos de la Leche Materna de la Organización Mundial de la Salud. Por lo tanto, GAIN ha asumido la tarea de establecer definiciones y métricas claras que puedan presentar los alimentos nutritivos como una inversión convincente y permitir a los inversores dar seguimiento a los beneficios sociales de sus inversiones.
Clasificar alimentos individuales como nutritivos no es algo sencillo: Lo que cuenta como una dieta saludable varía por edad, etapa de vida y nivel de actividad, y el valor nutricional de cualquier alimento puede ser alterado para bien o para mal durante el procesamiento. Ninguna definición de “nutritivo” puede navegar con esta complejidad. Por lo tanto, necesitamos criterios que nos ayuden a diferenciar el espectro de aquello que es ciertamente negativo para la nutrición (carnes altamente procesadas, grasas trans, bebidas azucaradas) de lo que es invariablemente positivo (frutas, vegetales, leguminosas) y todo aquello que está en medio. Es por ello que GAIN ha estado trabajando en desarrollar criterios claros de inclusión y exclusión para guiar a los inversores, permitiéndoles apoyar alimentos ricos en nutrientes beneficiosos, evitando aquellos que son altamente dañinos y orientar las inversiones hacia los alimentos que tienen más probabilidades de llegar a las personas nutricionalmente vulnerables.
Definir y medir el impacto requiere de la creación de un acuerdo en las medidas y enfoques de medición que capturen los cambios en la disponibilidad, asequibilidad, accesibilidad y el deseo por alimentos nutritivos y seguros. Dichas métricas también deben equilibrar las necesidades de los inversores y los evaluadores, y estar en armonía con las plataformas de medición de impacto ya existentes, como la del Global Impact Investing Network (GIIN), que permite a los inversores evaluar más fácilmente el impacto potencial en el sector y simplificar los informes. GAIN está trabajando en el desarrollo de métricas relevantes y busca colaborar con otros grupos, como GIIN o el Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas, para llevar estas medidas a un uso más extendido.
Segundo, el sector también requiere desarrollar más formas de identificar y negociar acuerdos de inversión y conectar a potenciales inversores con las PYME que están en las cadenas de valores de alimentos nutritivos. Recientemente, GAIN diseñó un mecanismo de financiación combinada para abordar este déficit: La Nutritious Food Financing Facility (N3F por sus siglas en inglés) es una novedosa y flexible plataforma que busca demostrar cómo la inversión en las PYME puede incrementar el suministro y el consumo de alimentos nutritivos y seguros en la África subsahariana. La plataforma apoyará a determinadas PYME mediante la combinación de inversiones con asistencia técnica para mejorar el rendimiento financiero, la sostenibilidad y el contenido nutricional de sus productos. GAIN ayudará a identificar a compañías que sean elegibles y a medir el impacto potencial a través de sus criterios y herramientas centrados en la nutrición.
Cambiar los mercados y dirigir más capital hacia los alimentos nutritivos no es el trabajo de un solo fondo, y tampoco se pueden alcanzar estos objetivos solamente con instrumentos innovadores de financiación. También requerirán agregar una lente de nutrición a otras inversiones agroalimentarias y obtener mayores compromisos por parte de donantes e inversores para apoyarlos. GAIN intenta establecer N3F para demostrar el valor de las PYME alimentarias al mundo de las inversiones, atraer recursos nuevos y significativos a un área que actualmente está descuidada, y proveer alimentos más nutritivos y sostenibles que sean consumidos por quienes más lo necesitan.
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Stella Nordhagen es una asesora de investigación en implementación de la Global Alliance for Improved Nutrition (GAIN), con sede en Ginebra, Suiza. Además apoya la investigación y evaluación de proyectos que se centran en mejorar la disponibilidad y accesibilidad de alimentos seguros y nutritivos en países de bajos y medianos ingresos.
Sofía Condés es la líder del programa de financiamiento de alimentos nutritivos en la Global Alliance for Improved Nutrition (GAIN). Además dirige el trabajo de GAIN en finanzas innovadoras para aumentar el suministro de alimentos nutritivos en países emergentes y fronterizos al abordar las limitaciones del mercado.
- Traducción del artículo Building Investor Appetite for Nutritious Food por Leticia Neria