La gente y el planeta exigen que abandonemos prácticas que ya no nos sirven.
A pesar de la incertidumbre y el desconocimiento del futuro, cada vez se reconoce más que la forma en que lo pensamos e imaginamos, y nuestras expectativas sobre lo que ocurrirá, guían y dirigen las acciones de hoy. Como individuo, puedo almacenar comida enlatada si creo que una pandemia provocará escasez de alimentos; como líder de la comunidad, puedo organizar una colecta de comida enlatada basándome en la misma expectativa. Incluso si este futuro imaginado no se materializa, está guiando mis decisiones y acciones como un individuo de la actualidad.
Estas expectativas e imágenes colectivas del futuro están guiando y dirigiendo las inversiones, la atención, la actividad y la asignación de recursos en todo el mundo. Sin embargo, dada su importancia, se ha prestado poca atención a dónde y cómo surgen estas imágenes colectivas del futuro y, lo que es más importante, quién las cultiva. ¿De verdad vamos a dejar que multimillonarios famosos como Elon Musk nos digan cómo será el futuro? Necesitamos tomarnos más en serio la práctica de construir el futuro y explorar cómo podemos movilizar la práctica para generar innovación social y los cambios necesarios en los sistemas.
Definir "la construcción del futuro”
Evocamos “el futuro” de muchas maneras: el futuro del trabajo, la preparación para el futuro, las generaciones futuras, enfrentar el futuro, salvar el futuro, etc. Sin embargo, la antropóloga y futurista australiana Genevieve Bell señala que, entre toda esta evocación, a menudo no consideramos preguntas importantes como: ¿quién puede hablar sobre el futuro? ¿Quién puede predecir su camino? ¿Y quién aboga por un determinado desarrollo del futuro?1 En resumen, ¿quién practica la construcción del futuro y cómo lo hace? Es importante responder a estas preguntas, pues los futuros imaginados tienen el poder de impulsar la actividad económica y el impacto social.
Dentro de la teoría de la organización y la gestión, la construcción del futuro se ha definido como “el trabajo de dar sentido a futuros posibles y probables, y evaluar, negociar y dar forma a los futuros preferidos”.2 La construcción de futuro mide y guía diversas relaciones y procesos organizacionales, incluida la estrategia y el espíritu empresarial.3 De este modo, es una piedra angular para comprender las dinámicas temporales de los diferentes tipos de organizaciones, además de la actividad económica, y es una línea creciente de investigación académica.
Existen varios enfoques conceptuales para la construcción del futuro. Un enfoque es considerarlo a modo de investigación pragmática, en la que utilizamos representaciones del futuro (visuales o verbales) que lo hacen sumamente accesible para su consideración en el presente.4 El futuro se representa y se hace presente en narraciones de manera verbal, o visualmente a través de textos, imágenes o notaciones como los gráficos. Pensemos en los gráficos generalizados de crecimiento exponencial con “L” invertida que pueblan las presentaciones de lanzamiento de las nuevas empresas.
También, hay narrativas actuales sobre cómo la IA perturbará los mercados financieros o transformará la medición del impacto; es decir, una visión del futuro de determinada manera y para determinadas personas u organizaciones. Las representaciones permiten a los participantes comprometerse a esos futuros, emitir juicios y tratar de desarrollar, directa e indirectamente, sus futuros preferidos y actuar en consecuencia.
Otro enfoque para la construcción del futuro es participar en el “pensamiento posibilista”.5 Esta es una práctica cognitiva que implica la deconstrucción y el cuestionamiento sistemáticos de los supuestos en los que se basan las soluciones existentes para desarrollar nuevos mundos. Requiere tanto ampliar la atención hacia horizontes temporales más amplios y sistemas interdependientes, como prestar una atención minuciosa a las anomalías locales.
Por qué importa la construcción del futuro
El sociólogo Jen Beckert describe maravillosamente el importante papel de las “expectativas ficticias” en la dinámica del mercado: estas expectativas, basadas en un determinado futuro imaginado, impulsan la actividad de una economía o la hacen entrar en crisis cuando no se materializan.6 Por lo tanto, la construcción del futuro importa porque, según Beckert, un futuro imaginado motiva y organiza la actividad en una economía “a pesar de no poder calcular los resultados”.7
Los innovadores sociales deben considerar cómo cultivar o dar forma a un futuro imaginado, y también cómo esto puede suponer un reto para motivar y atraer recursos y compromiso para determinados esfuerzos de cambio social. Por ejemplo, si no se toma en cuenta la construcción del futuro, a menudo estamos trabajando de forma retrospectiva, a posteriori, intentado remediar los problemas del pasado en el presente. Lo anterior puede llevarnos a generar nuevas soluciones o ideas innovadoras que todavía están dentro de las mismas estructuras o sistemas sociales. Implícitamente, están arraigadas en una determinada idea del futuro y dependen (o se encuentran atoradas) en las mismas narrativas de crecimiento económico. Esto hace que sea muy difícil pensar más allá del sistema existente y dar los saltos cognitivos y paradigmáticos necesarios para hacer frente a los grandes retos o para lograr un cambio de sistemas.
Repensar el futuro
Hay varias cosas que las personas y las organizaciones pueden hacer a fin de mejorar la forma en que implementamos la construcción del futuro para la innovación social y el impacto social. Crear futuros imaginados alternativos. Estudios recientes sugieren que una manera de iniciar el proceso de construcción del futuro es examinar los lugares de hiperproyectividad como los foros comunitarios y políticos, los debates públicos, las fuentes de publicidad (por ejemplo, en torno a nuevas ideas o tecnologías) y la ciencia ficción.8
Abrirse a posibles futuros alternativos significa que las ideas locas (loonshots) no se descartan tan fácilmente y que se presta atención a lo que sucede en los márgenes de un campo o industria, o en los espacios entre campos, o a las anomalías locales. Buscar focos de desviación positiva y ejemplos de utopías reales puede proporcionar evidencia de que una alternativa es viable. Considera cómo tu organización puede acceder prácticamente a estos sitios.
- ¿De dónde obtienes tu investigación? y ¿proporciona amplitud o solo profundidad?
- ¿Cómo involucras o accedes a las organizaciones que trabajan en nuevas ideas o tecnologías?
- ¿Cuál es el papel de los circuitos de retroalimentación al momento de considerar lo que podría haber sido?
- ¿Puedes utilizar contrafactuales en los procesos de elaboración de estrategias?
- ¿Cómo visualizas el sistema en el que operas y tienes idea de las interdependencias y los límites externos o puntos de ruptura?
- Y, lo que es más importante, ¿quién está haciendo el futuro si no tú?
Legitimar un futuro imaginado. Debemos ser conscientes de que algunos futuros imaginados se aceptan como más creíbles que otros, por lo que, a nivel organizacional o de políticas, es importante considerar qué partes interesadas están involucradas en el proceso de construcción del futuro y cómo puede ayudar a desarrollar la legitimidad. Se deben considerar tanto a las partes interesadas internas como externas, y la capacidad de las plataformas digitales para ampliar la participación de las partes interesadas.
También, hay que considerar el papel de la prueba social cuando no se dispone de evidencias materiales y cómo puede ayudar a generar legitimidad: ¿la proximidad o el respaldo de determinadas partes interesadas genera legitimidad? La diversidad de las partes interesadas también es una consideración importante, especialmente si se busca mantener la energía emocional que, a menudo, es necesaria para cultivar la creencia en un futuro imaginado. Actuar hacia un futuro imaginado alternativo. Para las organizaciones y los responsables políticos es importante reflexionar sobre un futuro imaginado e identificar los caminos deseables para llegar a dicho futuro imaginado. Esto permite cuestionar el presente y revelar qué impide que ese futuro se haga realidad.9
Entonces, podemos preguntarnos: ¿qué se necesitaría para hacer crecer estos futuros alternativos? Si nos tomamos más en serio la creación del futuro como una práctica organizacional y política, y no dejamos que las celebridades individuales nos digan cómo será el futuro, tenemos una herramienta poderosa que puede generar nuevas ideas y formas de innovación, pues las necesitamos desesperadamente para transformar los sistemas existentes y replantearnos radicalmente cómo nos organizamos y gobernamos para lograr un impacto social.
Autores originales:
- Danielle Logue es profesora de innovación e impacto, y directora del Centre for Social Impact (Centro de Impacto Social) de la UNSW, en la Escuela de Negocios UNSW en Sídney. Su investigación estudia nuevas formas de organización, gobierno y financiamiento para abordar problemas sociales y medioambientales. Su último libro es Theories of Social Innovation (Teorías de innovación social), publicado por Edward Elgar Publishing en 2020.
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Este artículo es contenido original de la revista de Stanford Social Innovation Review publicado en la edición Primavera 2023.
- Traducción de Leticia Neria
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