Este artículo es contenido original de la revista de Stanford Social Innovation Review publicado en la edición otoño 2020.
Quizá los langostinos no sean lo primero que viene a su mente cuando se pregunta cómo disminuir la tasa de una de las enfermedades tropicales más persistentes del mundo. Sin embargo, en la cuenca del río Senegal en África Occidental, este crustáceo es un aliado inesperado de la comunidad sanitaria mundial.
La esquistosomiasis infecta a unos 200 millones de personas al año y pone en riesgo a otros 700 millones. La infección crónica se adquiere por tener contacto con larvas parasitarias que viven en agua dulce y provoca anemia, dolor abdominal y sangre en las heces y la orina. La enfermedad causa “mucho sufrimiento, y esa carga afecta desproporcionadamente a los pobres del mundo”, indica Susanne Sokolow, ecologista de enfermedades en la Universidad de Stanford. El 90 % de los casos de esquistosomiasis se presentan en países del África subsahariana, como Senegal.
La tasa de enfermedades se elevó debido a la disrupción del ciclo de vida de los langostinos africanos, ocasionada por la construcción de una presa a lo largo del río Senegal. Su supervivencia dependía de su viaje migratorio a las aguas salobres cercanas al océano Atlántico. Al verse impedido por la presa, se extinguieron río arriba de la localidad.
Los langostinos habían sido depredadores de los caracoles de agua dulce que albergan la larva parasitaria causante de la esquistosomiasis, la cual se transmite cuando la larva abandona la concha del caracol y penetra en la piel de una persona. A causa de la ausencia de su depredador, la población de caracoles creció rápidamente y se extendió el territorio principal para el parásito. Como resultado, aumentó la transmisión de la enfermedad.
La esquistosomiasis es tratable con un medicamento llamado Praziquantel. No obstante, los beneficios de este fármaco son mínimos en la cuenca del río Senegal puesto que la población está en contacto constante con aguas infestadas de parásitos y, por tanto, no puede escapar del ciclo de la enfermedad. “Se trata de una población que vive en una economía de subsistencia sin acceso al agua potable”, explica Giulio De Leo, biólogo de la Universidad de Stanford. “La gente no tiene más remedio que ir al río para sus quehaceres diarios y, si el agua está contaminada, se infecta de nuevo”.
En 2015, un equipo multidisciplinario llamado Upstream Alliance confirmó su hipótesis: reintroducir langostinos de agua dulce en el río Senegal podría aminorar la transmisión de la esquistosomiasis. Los estudios de campo contaron con el apoyo de la Bill & Melinda Gates Foundation, National Science Foundation y Grand Challenges Canada.
Upstream Alliance fue cofundada por Sokolow, De Leo, socios en Senegal y asesores de otros ocho países. El grupo busca soluciones que reduzcan la esquistosomiasis y que además sirvan para restaurar los ecosistemas y mitigar la pobreza.
Su siguiente paso es promover una empresa social de gestión local que amplíe el criadero de langostinos, el cual inicialmente había sido construido con fines de estudio científico. Una parte de los langostinos domesticados se vendería en los restaurantes de las principales ciudades de Senegal.
Las ganancias generadas por esas ventas financiarían la rama de impacto social de la empresa, la que se enfoca en la distribución gratuita de langostinos en los puntos de acceso al agua de las aldeas en riesgo del río Senegal. Aquí, los langostinos serían un remedio duradero contra la transmisión de enfermedades al mantener controlada la población de caracoles. Una vez completado su desarrollo, los crustáceos podrían comerse o venderse en el mercado. De esta manera mejorarían la seguridad alimentaria y ayudarían a las familias a superar el umbral de pobreza.
Un reto para Upstream Alliance es el expandirse en un sector acuícola incipiente de un mercado emergente. “Se necesitan entre siete y diez años para que las empresas de acuicultura crezcan y se conviertan en un negocio próspero”, señala la economista Sara Minard, quien anteriormente estuvo al frente de una empresa de acuicultura en Senegal.
El modelo de negocio de Upstream Alliance está diseñado para que el financiamiento provenga de diferentes tipos de inversores, incluidos los prestamistas comerciales. El sofisticado sistema de financiamiento también toma en cuenta las operaciones a largo plazo de la empresa, los más importantes y complejos riesgos empresariales y la necesidad de cumplir su mandato de impacto social.
“Desde una perspectiva financiera, la complejidad está diseñada para minimizar el riesgo. Una reducción del riesgo significa que [la empresa] debería ser capaz de obtener capital a menor costo”, asevera Constantin Gurdgiev, economista y profesor de finanzas en Middlebury Institute of International Studies at Monterey (Instituto Middlebury de Estudios Internacionales en Monterey), quien desarrolló este modelo.
El modelo de negocio utiliza un mecanismo financiero conocido como nota convertible, en el que la propiedad puede convertirse en una deuda de pago inmediato si la empresa no cumple su mandato de impacto social de suministrar langostinos a las aldeas con el fin de combatir las enfermedades que afectan a la población. Gurdgiev afirma que los rendimientos de la inversión ajustados al riesgo de la empresa son comparables a los que actualmente esperan los inversores comerciales en África Occidental.
Upstream Alliance ha encontrado otras partes del mundo donde la construcción de presas ha incrementado el riesgo de transmisión de la esquistosomiasis. Tras probar su modelo de negocio en Senegal, la organización podría implementarlo en otros lugares donde las especies nativas de langostinos migratorios han sido afectadas por las presas y las operaciones de acuicultura podrían ayudar a restaurarlos. Las primeras investigaciones en Brasil arrojan resultados prometedores.
“Si tiene éxito, habremos demostrado que la inversión social rentable puede utilizarse para obtener resultados favorables para todos: resolver un problema de salud mundial, ayudar al medio ambiente y sacar a la gente de la pobreza”, apunta Sokolow. “Sería un gran avance”.
- Hilary Duff es una periodista canadiense que escribe sobre la salud y el cambio ambiental. Recientemente trabajó con Planetary Health Alliance en la Universidad de Harvard.
- Traducción del artículo River Helpers por Ángela Mariscal.