Las escuelas deben ayudar a que los estudiantes y sus familias se liberen de la injusticia social y apoyar la revitalización y sostenibilidad de sus comunidades y ambientes.
Mientras conduzco por los caminos áridos del norte de Memphis, Tennessee, me desplazo por filas de casas arruinadas, una gasolinera vieja con la única tienda de comestibles y unas cuantas paradas de autobús escondidas en la hierba. Me detengo en Northaven Elementary, me registro y espero al director Louis Padgett, quien está ocupado haciendo los preparativos para dar alojamiento de fin de semana a dos estudiantes sin hogar. Padgett me saluda, me da un recorrido y me aturde, como director financiero del distrito, sobre las necesidades de su escuela.
Cada tres pasos, estudiantes, padres de familia y profesores nos detienen para compartir noticias personales o para explicar la situación de un estudiante. Escuchamos sobre un chico latino de 8 años que duerme en un auto porque su familia fue desalojada, también de una niña negra de 9 años quien recoge las sobras del almuerzo y las guarda para ella y sus hermanos. Padgett sonríe y responde a cada uno de los desafíos de los estudiantes. Dejo la escuela pensando qué más puede hacer el distrito para ayudar.
Recorridos similares pueden presenciarse en muchos distritos escolares a lo largo del país. Es muy común que se coloque una gran carga sobre los directores y maestros para que eduquen a los estudiantes y mitiguen los males de la sociedad. Requieren un mayor apoyo por parte del sistema educativo.
La pandemia del COVID-19 ha resaltado las enormes desigualdades que plagan nuestra sociedad y lo importantes que son los distritos escolares para abordarlas. Conforme los distritos regresan del COVID-19, la responsabilidad social debe integrarse en su restablecimiento. Tienen un imperativo moral no solo de educar a los estudiantes sino también de liberarlos a ellos y a sus familias de la injusticia social y apoyar la revitalización y sostenibilidad de sus comunidades y ambientes.
Definiendo la misión
Los distritos escolares son más que centros de aprendizaje. Aportan trabajos, transportación, comidas, internet inalámbrico, cuidado de la salud y alojamiento. El alcance de sus actividades eclipsa al de las corporaciones más grandes. De acuerdo con el National Center for Education Statistics, durante el año escolar 2015-16, había cerca de 13,700 distritos con aproximadamente 100,550 escuelas públicas al servicio de 50.3 millones de estudiantes de entre 4 a 12 años de edad (K-12 por su nomenclatura en inglés). Gastamos apenas $678 mil millones en escuelas públicas K-12 que emplean a 4.25 millones de personal docente y 2 millones de personal de apoyo. También gastamos $13.6 mil millones en almuerzos para 30 millones de niños, lo que da un total anual de 5 mil millones de almuerzos para estudiantes, esto equivale a 150 comidas por segundo durante cada día del año, o al doble de hamburguesas que sirve McDonald’s. Además, hasta ese periodo, existían unos 100,000 edificios escolares, los cuales ocupaban 7.5 mil millones de pies cuadrados brutos, aproximadamente la mitad del espacio que ocupan los edificios para oficinas comerciales. Colectivamente, los distritos ocupaban 2 millones de acres de tierra, el doble del estado de Rhode Island. Los distritos también poseen el programa de transporte público más grande, transportando a casi 26 millones de estudiantes en 480,000 autobuses escolares, más de 16 mil millones de millas al año.
Hemos demandado responsabilidad social de las corporaciones, insistiendo en que deben balancear sus propósitos comerciales con las preocupaciones sociales y ambientales. Por ello, tenemos más razones para demandar responsabilidad social de nuestros distritos escolares, los cuales educan a millones de niños, apoyan a sus familias y promueven responsabilidades cívicas como un bien social. Sin embargo, a la mayoría de los distritos les resulta difícil ser socialmente responsables por tres razones. Primero, la responsabilidad social no está bien definida ni integrada en la misión y estrategias de los distritos. Segundo, los distritos operan como sistemas de escuelas en vez de instituciones, por lo que esconden los poderes institucionales que están a su disposición para promover cambios sociales. Tercero, los distritos tienden a estar saturados con demandas y son incapaces de reconocer la profundidad de su atrincheramiento social.
Ilustración de Jennifer Heuer
La responsabilidad social es el ethos que informa cómo los distritos consiguen su misión mientras mejoran su comunidad, la sociedad y el medio ambiente que tocan. A diferencia de las corporaciones, los distritos persiguen la responsabilidad social por medio de sus estudiantes y de la misión educativa, liberando a los niños para que aprendan y realicen cambios ambientales y sociales positivos. En medio de las recientes inequidades e incertidumbres, los distritos socialmente responsables son los ejes sociales que cultivarán las generaciones futuras de niños quienes protegerán la viabilidad del planeta, resolverán problemas sociales y lucharán por la justicia. La educación puede ayudar a liberar a nuestros niños, comunidades y sociedades de un mundo opresivo y decadente, y devolverle la humanidad, la dignidad y la vida.
Desbloqueando los superpoderes del distrito
Al educar a los niños mientras se es socialmente responsable y se promueve su liberación, los distritos escolares tienen superpoderes asociados con su rol institucional básico que pueden aprovechar: sus economías de escala, sus activos físicos, su autonomía local, su red de escuelas como centros comunitarios, su poder para convocar personas (uno de cada seis americanos visita una escuela al día), y su habilidad para acceder a los datos de los estudiantes. He aquí unos ejemplos de distritos que lo están haciendo:
Brecha inalámbrica y digital | En los Estados Unidos, millones de niños no tienen acceso a internet, lo que limita las oportunidades de aprendizaje desde casa. Las escuelas públicas de Buffalo están llevando conectividad Wi-Fi a los hogares de los estudiantes que viven en vencindarios que tienen una pobre conexión mediante la instalación de antenas inalámbricas en ocho escuelas y otros edificios cercanos. El distrito escolar unificado del valle de Coachella en California, el segundo distrito más pobre en los Estados Unidos, está llevando conectividad inalámbrica a comunidades en desventaja al colocar dispositivos de red en 100 autobuses escolares. Ambos ejemplos demuestran cómo los distritos pueden aprovechar sus redes de centros comunitarios y activos físicos para cerrar la brecha digital.
Opciones de vivienda inasequibles | Con el aumento en los costos de las viviendas en las principales ciudades, a los maestros se les dificulta vivir cerca de sus escuelas, y los estudiantes son relegados a condiciones de vida pobres e inestables. El distrito escolar independiente de Dallas abordó este problema al donar un campus de educación primaria que estaban cerrado para que fuera convertido en un refugio de 35 camas para estudiantes de secundaria. El distrito unificado de la península de Monterey, California, está construyendo residencias subsidiadas para docentes para reducir el tiempo de viaje, reclutar talentos y aliviar cargas financieras de los maestros.
Desigualdad económica | Los distritos ofrecen un número de empleos que normalmente pagan menos que el salario digno, eso incluye a los asistentes de profesores, trabajadores de cafeterías y las secretarias escolares. Varios distritos han luchado contra esta desigualdad económica al asegurar que todos los empleados tengan un salario digno. Por ejemplo, las escuelas del condado de Shelby, en Memphis, Tennessee, han aumentado los sueldos de 1,200 empleados de tiempo completo a $15 dólares por hora, lo que resultó en que otras agencias gubernamentales, corporaciones e instituciones de atención médica siguieran su ejemplo. Los distritos tienen economías de escala que pueden provocar un cambio catalítico en las comunidades.
Inseguridad alimentaria | Antes de la COVID-19, la inseguridad alimentaria afectaba anualmente a 13 millones de niños en Estados Unidos. 75% de los maestros indicaron que, con regularidad, sus niños asistían con hambre a clases. Como una innovación para acabar con la inseguridad alimentaria, las escuelas de la comunidad de Elkhart en Indiana se asociaron con Cultivate, una organización sin fines de lucro, para recolectar alimentos no utilizados de sus propias escuelas, preparar paquetes de comida congelada y mandarlos a casa para los estudiantes y sus familias. Otros distritos han creado huertos comunitarios en terrenos baldíos y han utilizado despensas móviles para distribuir alimentos y ofrecer opciones de comida a bajo costo a través de aplicaciones móviles.
Zonas de asistencia segregadas | La mayoría de los distritos tiene la autoridad para ajustar los límites de asignación de acuerdo con los cuales se designa a qué escuela acudirán los estudiantes. Por lo general, las decisiones respecto a los límites de asignación escolar están influenciados por intereses especiales. Además, estas decisiones incentivan la segregación racial y socioeconómica en la ciudad por medio de una forma engañosa de favoritismos. Pero estas mismas estrategias, que conducen a la segregación en las comunidades, también pueden ser utilizadas para fomentar la integración, de acuerdo con el reportero de Vox Alvin Chang. Por ejemplo, las escuelas públicas de Minneapolis aprobaron, en mayo, un diseño de distrito integral que rediseñó los límites de asignación y mejoró la integración racial en las escuelas y comunidades.
Los beneficios de la responsabilidad social
Hoy en día, estudiantes de los Estados Unidos se han quedado relegados en matemáticas y ciencia, en comparación con muchos otros países. En el más reciente informe de 2018 del Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes (PISA por sus siglas en inglés), los Estados Unidos ocupan el lugar 13 de 99 en lectura, el 38 de 91 en matemáticas y el 18 de 94 en ciencia. Dada la deslucida posición académica del país, ¿por qué se agregaría la responsabilidad social a la matrícula de los distritos?
La respuesta es que la responsabilidad social impulsa, en vez de distraer, las oportunidades educativas al profundizar el aprendizaje de todos los estudiantes. Por ejemplo, la eficiencia energética escolar no es simplemente una cuestión de protección del medio ambiente. La energía es el segundo costo anual más grande, con $8 billones de dólares, y se podrían ahorrar $ 2 mil millones al año para reasignarlos a las aulas si cada escuela K-12 mejora su eficiencia energética. Al mejorar la calidad del aire al interior, las escuelas pueden reducir en un 40% la incidencia de enfermedades en los edificios escolares y, por extensión, el ausentismo crónico. Además, el desempeño académico mejora con una mejor exposición a la luz del día y con programas de educación ambiental.
Cuando pienso mi tiempo en Northaven Elementary, puedo imaginar cómo se vería la liberación para sus niños en la era de la COVID-19. Con el aprendizaje en línea de los estudiantes, el distrito aprovecha la oportunidad para convertir su flota de autobuses de diesel en autobuses ecológicos y despliega su flota ecológica en North Memphis para proporcionar internet a los estudiantes y familias. Los autobuses también están equipados con tiendas de comestibles móviles o con centros móviles de salud y bienestar para abordar la vulnerabilidad alimentaria y el acceso médico limitado.
La escuela utiliza su tierra para crecer vegetales orgánicos mediante la composta de los desayunos y almuerzos diarios. Los vegetales son usados como parte de un programa culinario virtual donde los estudiantes aprenden a crear comidas nutritivas con chef locales y en el verano abordan matemáticas, ciencia y lectura. Los estudiantes venden los vegetales a las familias donde hay desiertos alimentarios como un ejercicio de emprendimiento. Estas son mis ensoñaciones. En una escuela donde los estudiantes están verdaderamente liberados, no se puede predecir hasta dónde llegarán.
Lin Johnson III es candidato a Doctor en Liderazgo Educativo (EdLD por sus siglas en inglés) en la Harvard Graduate School of Education. Anteriormente, fue superintendente adjunto de finanzas y operaciones comerciales en las escuelas del condado de Shelby en Memphis, Tennessee. Fue director de proyectos especiales en el Departamento de Educación de Tennessee y trabajó con el Consejo de Escuelas Públicas de DC para ofrecer opciones educativas de alta calidad a los estudiantes. |
Traducción del artículo School Districts Must Embrace Social Responsibility por Rodrigo Navarro Hernández.
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