Este artículo es contenido original de la revista de Stanford Social Innovation Review publicado en la edición verano 2021.
Los plantadores de árboles veteranos —como Jakub Sutorý, fotografiado aquí en Galway, Irlanda— pueden plantar más de 5.000 árboles en un día.
(Foto cortesía de Cameron Starr)
Gente joven entre las edades de 15 a 25 años, se ven afectados de manera desproporcional por el desempleo. De acuerdo con un reporte de 2020 de la Organización Internacional del Trabajo de las Naciones Unidas, la juventud padece de una tasa de desempleo tres veces mayor en comparación con los adultos. Cerca de 68 millones de jóvenes a nivel global estuvieron desempleados en 2019, un número que solo se ha empeorado a causa de la devastación económica provocada por la pandemia de COVID-19. Datos de la Oficina de Estadísticas Laborales de Estados Unidos revelaron que, en comparación con el mismo periodo en 2019, aproximadamente 88% de los jóvenes estadounidenses entre las edades de 15 a 20 estuvieron sin trabajo en julio de 2020. En Reino Unido, 1 de cada 10 jóvenes perdió su empleo durante la pandemia.
En medio de la devastación, Collin O’Mara, presidente y director ejecutivo de National Wildlife Federation, propuso una manera en la que pondría a millones de jóvenes estadounidenses a trabajar de inmediato y sería revivir el Ejército de Árboles de Roosevelt, un programa federal que, de 1933 a 1942, contrató a 3.4 millones de jóvenes estadounidenses desempleados para que plantaran 3 mil millones de árboles.
Mientras la visión de O’Mara de un Ejército de Árboles moderno todavía tiene que materializarse en los Estados Unidos, del otro lado del Atlántico, Gone West, una compañía de propiedad comunitaria de plantado de árboles con sede en Reino Unido, ha estado construyendo un ejército de plantadores desde 2015.
Gone West se especializa en crear bosques y áreas forestales nativos al hacer asociaciones entre las comunidades locales y los negocios alrededor del globo. En vez de pedirle a las personas que cedan su experiencia y tiempo como voluntarios, emplea a gente joven que necesita trabajar y los instruye respecto a cómo plantar árboles de manera profesional.
Desde su fundación, Gone West ha plantado más de 5 millones de árboles mientras emplean a más de 200 jóvenes desempleados y a personas anteriormente encarceladas. Pero plantar árboles es solo un aspecto de su misión. Gone West impulsa por mejores condiciones de trabajo para sus empleados y además provee servicios adicionales de mantenimiento tales como: fertilización, podado de arbustos y limpieza de césped.
Un negocio de propiedad comunitaria
En 2012, James Hughes trabajó para grandes empresas madereras en el Reino Unido. Cuando él empezó, su trabajo era plantar árboles por un salario diario de alrededor £100 ($140). Plantaba principalmente abeto de Sitka, una especie de madera de hoja perenne y que conforma cerca del 50% de las plantaciones comerciales en el Reino Unido.
En 2013, comenzó su propia compañía de plantado de árboles bajo el nombre Gone West —que en el idioma británico significa “volverse loco,” porque las personas se burlaban de él cuando escuchaban que quería hacer dinero a partir de plantar árboles.
Pero Hughes estaba aprovechando un sector en crecimiento. Tan solo en las últimas tres décadas, la tala inmoderada y la industria agricultora han contribuido a la destrucción de un estimado de 420 millones de hectáreas —más de mil millones de acres— de bosques alrededor del mundo. Esta destrucción incrementa la cantidad de dióxido de carbono en la atmósfera, un contribuyente significativo al calentamiento global y al cambio climático. La deforestación también daña los ecosistemas locales, lo que conduce a la pérdida de la biodiversidad y hace que grandes áreas sean vulnerables a inundaciones, deslizamiento de tierras y otros desastres naturales.
La demanda por plantadores de árboles estaba disparándose porque negocios y madereras comenzaron con los esfuerzos de sostenibilidad en la última década. Pero las compañías madereras también estaban replantando árboles en áreas despejadas para continuar proveyendo la creciente demanda de madera para productos como papel y mobiliario.
Sin embargo, Hughes luchó para que Gone West despegara ya que era nuevo en el área y le resultó difícil encontrar nuevos contratos. Continuó trabajando, a regañadientes, para compañía madereras las cuales le proveían de árboles para ser plantados y le pagaban un salario por su labor. Siempre que conseguía un contrato, llamaba a sus amigos quienes requerían un salario diario para que trabajaran con él. Pero los salarios diarios por su trabajo intermitente dejaron poco espacio para expandir Gone West. “Estaba durmiendo en mi van, y en verdad estaba en el filo,” comenta Hughes sobre los primeros días de Gone West. Considera como sus primeros inversores a todos aquellos que lo acogieron cuando no tenía hogar, a los que le facilitaron nuevos contratos o que contribuyeron con su experiencia.
En el invierno de 2015, Hughes hizo un descubrimiento que transformó el modelo de negocios. Había completado un proyecto de plantación bajo condiciones invernales adversas para una maderera y le sobraron 20 árboles. En un capricho, Hughes subió los árboles a su vehículo y condujo al histórico mercado de Barras en Glasgow, donde trató de venderlos. Sorprendentemente, vendió cada uno de los árboles de acuerdo con el precio que los clientes pensaban que era justo, lo que le dio una ganancia entre £0.05 y £20 ($0.07 y $27) por árbol. Hughes se di cuenta que podía obtener ganancias si él proveía y vendía directamente a las empresas, que buscaban compensar su huella de carbono, los árboles que él plantaba.
Hughes comenzó por acercarse a negocios locales que quisieran plantar árboles para cumplir con sus objetivos de sostenibilidad. Esta asociación exclusiva permitió a Hughes y al equipo a realmente involucrarse en el trabajo de conservación. En la actualidad, obtiene árboles jóvenes de viveros locales y vende cada árbol que Gone West planta para las empresas por £5 ($7) —100 veces más de lo que le pagaban por plantar el mismo árbol para una empresa forestal a cambio de un salario diario.
Cuando Gone West ganó algo de estabilidad, a inicios de 2016, Hughes contrató a Jakub Sutorý, quien había trabajado como un plantador. Sutorý desconfiaba de la silvicultura comercial porque los árboles maderables que estaba plantando estaban tratados con fuertes pesticidas que eran dañinos para el ambiente y para las personas que los manejaban. “Hughes escuchó mis preocupaciones sobre los pesticidas y puso el pie en el suelo,” comenta Sutorý, quien es el actual gerente operativo de servicios forestales de Gone West. Él persuadió a Hughes para que exigiera a las compañías que le permitieran plantar sin pesticidas —y decidir marcharse si no lo hacían.
“No solo estamos limpiando el carbono o lo que sea que quieras decir [para] verte bien frente a los clientes. Estamos ayudando a personas jóvenes que no tienen un empleo,” comenta Hughes sobre su deseo de crear una comunidad de plantadores conscientes atendida por jóvenes. “Creo que todos deben tener una oportunidad.”
En 2017, Gone West sostuvo su primera campaña de microfinanciamiento, en la que más de 200 personas donaron más de £16,000 (cerca de $23,000) para que plantara árboles en su nombre. En 2019, Hughes y el equipo llevó a cabo la Seedrs Campaign (campaña de sembradores), la primera recaudación de fondos de capital colectivo de la compañía donde los partidarios tuvieron la oportunidad de comprar acciones de la empresa. Cuando cerró la ronda, Gone West había crecido con 359 inversores y había recaudado más de £156,000 ($216,000) para plantar árboles. Este esfuerzo estableció firmemente a Gone West como una empresa de plantación de propiedad comunitaria e impulsada por un propósito.
Plantando Esperanza
Cuando la pandemia golpeó en 2020, el Reino Unido entró en un encierro. Hughes y su equipo tuvieron que cerrar operaciones durante dos semanas en marzo. La incertidumbre acechaba sobre las operaciones, ya que perdieron algunas comisiones, así como una de sus vagonetas, con la cual habían viajado a Portugal por un proyecto, pero no la pudieron regresar debido al cierre de fronteras. De acuerdo con Hughes, las cosas mejoraron cuando los trabajadores forestales del Reino Unido fueron clasificados como trabajadores esenciales en parte por la crisis global de papel higiénico, cuando la pandemia hizo que los aterrados compradores vaciaran los suministros de papel higiénico.
En parte gracias a la designación de trabajadores esenciales, llegaron nuevas oportunidades con la ayuda de la red de inversores de Gone West. Un inversor, por ejemplo, es miembro de The Prince’s Trust, una organización benéfica fundada por Charles, príncipe de Gales, para ayudar a jóvenes que luchan contra el desempleo. “El fideicomiso se puso en contacto con nosotros y nos propuso unir fuerzas en la pandemia, considerando el incremento en la tasa de desempleo juvenil en Reino Unido,” recuerda Hughes. Gone West y el fideicomiso crearon una campaña llamada Acorns to Oaks (Bellotas a Robles), la cual emplea a jóvenes para plantar un roble por cada £10 ($14) que fueran donados a la campaña.
Mientras Hughes luchaba por encontrar clientes hace algunos años, ahora enfrenta un excedente de empresas ansiosas de asociarse con Gone West. Por ejemplo, mientras la pandemia estaba enfurecida en mayo de 2020, Benjamin Hall, el director general de la empresa de diseño de interiores Loft, se comprometió a plantar un árbol por cada propiedad que fuera amueblada por su empresa hasta 2021. “Creo que la pandemia ha sido creada por una carencia de biodiversidad en la Tierra; todos debemos hacer más para salvar a nuestro planeta,” comenta Hall. En 2020, pagó £25,000 ($34,500) a Gone West por plantar 4,000 árboles.
Justo antes de que la pandemia golpeara el año pasado, Fausto Brigati, fundador de la cervecera italiana Hammer, también decidió invertir en Gone West al crear una línea de cerveza llamada For the Planet. Por cada botella vendida, Brigati dona £0.70 ($0.90) a Gone West. En marzo de 2020, Gone West había plantado 100 árboles para la compañía. “Me dieron una buena impresión. Fueron transparentes sobre sus operaciones e inspiraron confianza en mí,” comenta Brigati, en referencia a por qué ha cumplido su compromiso con Gone West incluso durante la pandemia.
El equipo de Hughes llega a otras comunidades con alto desempleo juvenil, como su ciudad natal, Liverpool, para satisfacer esta nueva demanda de plantadores. Gone West busca socios que estén bien equipados para trabajar en la conservación de bosques nativos y de varias capas y establece asociaciones de largo plazo para crear un mosaico de hábitats de vida silvestre en todo el planeta. “Nos asociamos con comunidades locales conscientes de todo el mundo que implementan un diseño de paisaje sostenible,” comanta Marika Luiati, directora administrativa de Gone West.
Hoy Gone West está valuada en $5.7 millones y está en proceso de recibir su certificación de compañía B, la cual responsabilizará legalmente a Hughes por el impacto social y ambiental de las operaciones de Gone West. Actualmente Hughes cuenta con el 89% de las acciones de la compañía, pero ha comentado que él desea convertirse eventualmente en otro miembro de la comunidad —aunque no indicó a qué parte de sus acciones renunciará, pese a decir que prevé “regalarlo todo.” Así que, por cada futura ronda de sembradores, renunciará a sus propias acciones para dar la bienvenida a nuevos inversores. Él espera que la compañía pronto sea propiedad de una comunidad de personas alrededor del mundo, incluidos los destinos futuros del proyecto de plantación en Kenya, Palestina y España.
“Espero estar plantando cinco millones de árboles muy pronto cada año,” comenta Hughes sobre los objetivos de Gone West. “Plantar más árboles, emplear a más personas y darles a las personas la oportunidad de cumplir sus sueños.”
- Sandali Handagama es una periodista y recibió la beca del Overseas Press Club. Actualmente trabaja como reportera en CoinDesk y escribe historias donde intersecan negocios, política y medio ambiente.
- Agostino Petroni es un periodista y un becario informante de Pulitzer 2020. Sus publicaciones aparecen en varios medios, incluidos National Geographic, la BBC y Atlas Oscura.
- Traducción del artículo The Tree Army por Rodrigo Navarro.