Este artículo es contenido original de la revista de Stanford Social Innovation Review publicado en la edición otoño 2020.
En medio de todas las malas noticias de este año, una cosa que ha sido alentadora es que muchas grandes compañías han tomado medidas para combatir el racismo y fomentar la equidad racial, dentro de sus organizaciones y en la sociedad en general. Disney firmó un acuerdo de producción con Colin Kapernick —el antiguo mariscal de campo que fue incorporado en la lista negra de la Liga Nacional de Fútbol Americano (NFL por sus siglas en inglés)— para producir varias películas sobre raza, justicia social y equidad.
Más de 800 empresas —incluyendo a Coca-Cola, Hershey’s y Ford— retiraron su publicidad de Facebook debido a la falta de voluntad de esta empresa para vigilar adecuadamente su contenido en busca de racismo e incitación de odio.
Si bien todo eso es cierto, es importante mantenerse escéptico a si esto representa un cambio profundo y duradero o si simplemente es un esfuerzo único en respuesta al clima actual de opinión. Muchas de estas compañías en el pasado han sido culpables de mostrar abierta o sutilmente formas de racismo.
Hasta recientemente, las heroínas y los héroes de las animaciones de Disney eran en su mayoría blancos y otros personajes reflejaban estereotipos raciales. En el año 2000, Coca-Cola pagó 192 millones de dólares a empleados negros en lo que, en su momento, fue el mayor acuerdo alcanzado en una demanda por discriminación racial corporativa.
Para encontrar empresas que realmente estén comprometidas en cambiar la manera en la que se hacen negocios, un lugar para comenzar son aquellas empresas que han conseguido una certificación B. El movimiento de las corporaciones B es un esfuerzo para institucionalizar cambios en la forma en la que una compañía interactúa con sus empleados, clientes, proveedores, con la comunidad y con el medio ambiente.
Hasta hace poco, la mayoría de las 3,422 empresas (en 71 países) que se han certificado como compañías B han sido pequeñas o medianas. Por lo general son empresas emergentes que han incorporado desde el comienzo la responsabilidad social. Pero un número creciente de corporaciones grandes y establecidas también están comenzando a someterse al proceso de certificación.
Ese es el tema de nuestra historia principal en la edición de Otoño 2020 de Stanford Social Innovation Review. El artículo, “El movimiento de las Corporaciones B se hace grande,” fue escrito por Christopher Marquis, un profesor de la Universidad de Cornell y autor del próximo libro Better Business: How the B Corp Movement Is Remaking Capitalism (Mejores Negocios: Cómo las Corporaciones B Están Recreando al Capitalismo), que será publicado por Yale University Press.
Algunas de las grandes compañías que han conseguido la certificación tipo B incluye a Danone North America (una subsidiaria de $6 mil millones por año de la multinacional francesa Danone), Natura (una compañía de cosméticos que gana 3 mil millones de dólares al año con sede en Brasil) y Laureate Education (la primera corporación B que cotiza en bolsa en Estados Unidos).
Al reconocer lo difícil que es para una gran compañía pasar por el proceso de certificación, B Lab (la organización que administra el proceso de las empresas B) creó el programa B Movement Builders, un conjunto de principios que las grandes empresas deben adoptar y que es menos riguroso que el proceso de certificación, pero les permite convertirse en parte del movimiento B Corp.
Marquis describe a este movimiento como parte de un cambio más amplio que va del “capitalismo de accionistas” hacia el “capitalismo de partes de interesadas.” Espero que las declaraciones recientes para abordar el racismo y aumentar la equidad racial por parte de las corporaciones estadounidense sea una indicación de que el apoyo está creciendo para ese movimiento que es cada vez más amplio.
- Traducción del artículo B Corps Grow Up por Rodrigo Navarro.