Un joven arquitecto está abordando la escasez de agua con un dispositivo doméstico de desalinización.
Casi 1,500 millones de personas viven en zonas del mundo con alta escasez de agua. Y si el cambio climático empeora, para 2050, esa cifra aumentará a casi 6,000 millones de personas.
La idea de la escasez de agua puede parecer inverosímil en un planeta lleno de agua: más de 320 millones de billones de galones llenan los océanos y mares del mundo, cubriendo dos tercios de la superficie terrestre. Pero su salinidad hace que la mayor parte no sea potable. De hecho, *solo el 3% del agua del planeta –que se encuentra en glaciares, lagos, ríos, pantanos o el subsuelo- es agua dulce para el consumo humano.*
En 2019, Henry Glogau decidió ayudar a resolver el problema de la escasez de agua. Para su tesis de maestría en la Real Academia Danesa de Copenhague, este arquitecto neozelandés de 25 años adoptó una nueva mirada para la desalinización del agua. “Pensé en cómo la desalinización, que existe desde hace cientos y cientos de años, podía aplicarse en un nuevo contexto”, dice Glogau. *“Se trataba de intentar instigar un diálogo con la comunidad sobre cómo se puede acceder a los recursos a través de soluciones muy sencillas y de baja tecnología”*.
Glogau viajó al desierto de Atacama en Chile, uno de los lugares más secos del planeta. Cuando llegó a Nueva Esperanza, un asentamiento informal en las afueras de Antofagasta, la capital de la segunda región de Chile, se enteró que no estaba conectado a la red nacional de agua y electricidad. Chile es el único país del mundo con un sistema de agua totalmente privatizado. La consecuencia, para muchos chilenos, es la falta de acceso al agua, especialmente en los 802 asentamientos informales del país (favelas) que albergan a más de 110,000 personas.
Para conocer a la comunidad de Nueva Esperanza y comprender mejor sus necesidades, Glogau buscó la ayuda de Fernanda Monserrat Santos Acuña, voluntaria de Techo, una organización sin fines de lucro que lucha contra la pobreza ayudando a la gente a construir viviendas provisionales. Glogau supo que se entregaba algo de agua a la comunidad en camiones, pero llegaban con poca frecuencia. También visitó sus casas y descubrió que muchos carecían de un sistema de iluminación seguro o que funcionara.
Sin embargo, la comunidad tenía mucho sol y agua salada del Océano Pacífico.
Para resolver los problemas de agua potable y de iluminación, Glogau creó el tragaluz de desalinización solar, una lámpara cónica que transforma el agua salada en agua dulce. La lámpara se coloca a través del techo, con la espalda expuesta al cielo y el vientre lleno de agua salada.
El calor y la luz inician el proceso de evaporación, y el agua resultante se acumula en el fondo de la lámpara, de donde es extraída. El prototipo –cuyos recursos financió Glogau con sus propios ahorros- produce alrededor de medio litro de agua al día, y la salmuera restante alimenta la batería de la luz.
“Traigo agua salada del océano, la desalinizamos y luego la utilizamos en la cocina”, dice Alfredo Panameño, un residente de Nueva Esperanza que permitió a Glogau instalar el prototipo en su cocina.
Acuña también ayudó a Glogau a organizar *talleres comunitarios para recrear el diseño del Tragaluz con material fácilmente disponible.*Hoy en día, según Acuña, hay 10 prototipos activos en la comunidad que producen agua, pero, explica, “necesitamos un prototipo más grande porque las necesidades son mayores. Necesitamos algo para uso compartido de la comunidad”.
Glogau reconoce que su prototipo no resuelve la escasez de agua, pero es el primer paso para encontrar una mejor solución. Tras ser nombrado Finalista del Premio de Diseño Lexus 2021, recibió un programa de tutoría de cuatro meses que utilizó para mejorar su diseño. Siguiendo los consejos de la comunidad, trabajó en una iteración: un modelo más grande que no se instalara en los hogares, sino en ubicaciones estratégicas dentro de la comunidad, que pudiera servir a varios hogares simultáneamente. Con la forma de un paraguas invertido de grandes dimensiones sostenido por varillas o colgado con cuerdas entre las casas, el destilador solar portátil de Glogau ganó el premio de diseño Lexus 2021 entre un grupo de 2,070 proyectos, y recibió un premio de 25,000 dólares para desarrollar el prototipo.
Glogau está comprometido a aumentar la accesibilidad de su idea porque, dice, “la escasez de recursos va a ser un problema cada vez mayor, no solo en los países en desarrollo, sino también en los países desarrollados”.
Glogau planea crear una guía para que cualquiera pueda reproducir sus diseños. El arquitecto está haciendo que su trabajo sea de código abierto, con la esperanza de que más diseñadores e ingenieros utilicen el mismo enfoque.
“Necesitamos derribar las barreras para que las personas se empoderen y se apropien de su acceso a los recursos”, afirma Glogau.
Autores originales
- Agostino Petroni es un periodista, autor y becario como reportero en 2021 del Pulitzer Center. Su trabajo aparece en varios medios, como National Geographic, la BBC y The Atlantic
|
|